sábado, 24 de noviembre de 2012

Si fuera catalán, mi apoyo para Iniciativa y Ciutadans

Cataluña votará mañana, más que nunca, por su futuro tras una campaña electoral enfocada casi exclusivamente en las renacidas ansias independentistas de CiU. Los principales partidos (Convergencia i Uniò, PSC, PP y ERC) han pasado de largo de los problemas diarios de los ciudadanos. Nada de adelantar medidas contra la crisis. Unos se han abrazado a la estelada, y otros a la bandera española. Nacionalismo demodé del siglo XIX en pleno XXI, hiperbolizado tras un supuesto informe policial que acusa a la familia Puyol, a Artus Mas y a altos dirigentes de CiU, como Felip Puig, de contar con multimillonarias cuentas en Suiza.

Los catalanes cerrarán mañana, domingo 25 de noviembre, un intenso año electoral en España con cinco comicios autonómicos: Andalucía, Asturias, Euskadi, Galicia y Cataluña. Los ciudadanos de las cuatro comunidades históricas que reconoce la Constitución, más Asturias, habrán renovado sus parlamentos en medio de un 2012 durísimo, con la crisis convertida, de nuevo, en recesión. Pero serán las elecciones catalanas, sin duda, las que mayor repercusión tendrán por la inclusión de un elemento desconocido hasta ahora desde la reinstauración de la democracia en España: el debate territorial. Artur Mas, candidato de CiU y último ‘president’ de la Generalitat, ha convocado a los catalanes con un órdago político de consecuencias desconocidas: alcanzar la mayoría absoluta para encaminar a Cataluña hacia un Estado propio dentro de la Unión Europa.


Ha sido, sin duda, la legislatura más corta de un Gobierno catalán, dos escasos años. Un periodo lleno de decepciones y frustraciones en el que Mas se convirtió en el alumno aventajado en España de la política de recortes patrocinada desde Berlín y Bruselas. Ninguna de las medidas impopulares adoptadas por José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en los últimos dos años ha contado con el rechazo del Gobierno catalán por atacar el Estado del Bienestar. Las quejas nacionalistas han sido, como mucho, sobre la falta de mayor profundidad en recetas contra la crisis como la reforma laboral.
El Gobierno nacionalista de Artur Mas ha sido el laboratorio de pruebas de la política de recortes de Rajoy. CiU y PP, que gobiernan, por ejemplo, en coalición en la Diputación de Barcelona, solo difieren en la bandera que enarbolan, pero su modelo de sociedad es idéntico, con privilegios a la banca y las principales fortunas, mientras se desmontan las clases medias. Incluso, en el caso de Mas, las medidas han sido pioneras, como con el euro por receta, que Madrid ha anunciado para el próximo mes de enero. CiU ha tenido dos años para luchar contra la crisis, y su actuación con los débiles y su visión de los servicios públicos, con la sanidad y la educación como principales damnificados, ha sido más ‘Merkeliana’ que la del mismo PP en La Moncloa.
El cambio y el oportunismo llega con la Diada. Las situaciones de crisis, como la actual, provocan los deseos de transformación. Casi nadie está satisfecho con el camino que está recorriendo España desde 2007. Acumulamos cinco largos años de recesión, de depresión económica, laboral y social. Y, lo peor, es que no se sabe el final, ni siquiera pensamos que se haya tocado fondo. Los ciudadanos necesitan ilusionarse. En Cataluña, tierra con un indudable carácter nacionalista, la solución era sencilla de encontrar: la independencia. Desde hace décadas, desde Madrid y Barcelona, los respectivos gobiernos, para garantizar su poder, han alentado demasiadas brechas entre ambas realidades, tantas que han cuajado en la sociedad. El resentimiento del conjunto de España hacia Cataluña es evidente. Se habla de victimismo e insolidaridad. La desafección de muchos catalanes con España también es notoria. La idea del expolio fiscal y del robo a Cataluña atruena con fuerza. Ideas todas ellas, desde Madrid y Barcelona, martilleadas desde hace años por los políticos, recogidas y amplificadas por muchos medios de comunicación y absorbidas por una ciudadanía indefensa. En el caso de la comunidad catalana, el debate, desde hace mucho tiempo, gira casi en exclusiva sobre el modelo territorial.
A Artur Mas, que amagó con el pacto fiscal conociendo de antemano que recibiría una respuesta negativa, no se le puede negar cintura política. Transformó en cuestión de días el malestar social hacia su gestión, muy notable en la mayoría de capas sociales, en ilusión por la promesa de un futuro mejor con una Cataluña fuera de España. CiU nunca ha explicado cómo se llegará a ese paraíso, pero, en situaciones de crisis, los mensajes directos,  sencillos y en positivo se venden mejor. ¿Recuerdan el famoso debate entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro en la precampaña electoral de las elecciones generales de marzo de 2008? El ciudadano prefirió comprar un mensaje optimista, antes que uno pesimista. Todas las sociedades se mueven así, y la catalana no es una excepción. ¿Quién no querría hacerse independentista cuando te prometen que vivirás mejor? Todos. Por eso, Mas ha sabido capitalizar el enfado de los ciudadanos y enfocarlo hacia un enemigo externo, la gestión española, que, además, tiene muchos adeptos en una comunidad con mucho peso nacionalista. Nada nuevo tampoco en cuanto al comportamiento habitual de un grupo de personas: mejor señalar al de fuera que hacer autocrítica y pensar que, parte de la culpa, también es nuestra.
Lo cierto es que la campaña se le ha hecho larga a CiU, que comenzó muy pronto, en el día después a la Diada. Solo la aparición de un presunto informe policial que deja muy mal parada a la cúpula nacionalista, con la familia Pujol, Mas o el conseller de Interior, Felip Puig, como nombres más importantes, ha otorgado oxígeno a los nacionalistas. La retórica independentista se agotaba, cada vez más ciudadanos se mosqueaban ante la ausencia de actuaciones concretas y de declaraciones procedentes de la Unión Europea que vaticinaban un futuro cercano de una Cataluña fuera de España muy distinto al dibujado por CiU. Mas, que ha clamado por una mayoría absoluta, perdía fuelle en las encuestas, incluso en los medios más cercanos a su partido, como 'La Vanguardia'. En ese escenario, 'El Mundo' ha echado un capotazo a CiU, que ha vuelto al mensaje visceral, directo y fácil de digerir de “nos están atacando”.

No ha habido mucho más en la campaña de Mas, llena de promesas de una Cataluña feliz alejada del yugo hispano, sin puntualizar cómo se llegará a ese maravilloso puerto. ERC, que siempre ha apoyo el independentismo, ha sido el mejor aliado de CiU en una campaña centrada en la máxima preocupación de los republicanos: la independencia. Nadie descarta que entre ambas formaciones ya existe un programa de colaboración en el ‘Parlament’ que saldrá de las urnas de este domingo. Y ERC puede ser quien, de verdad, decida. Son muchos los catalanes sorprendidos por el giro independentista de CiU, y son muchos los que consideran que se trata de una calculada estrategia para reforzarse en la Generalitat. Mas, el mismo que se arropa en la estelada, ha señalado que no habría convocado elecciones si Rajoy hubiera aceptado su propuesta de pacto fiscal. ERC tiene, en cambio, perfectamente claro su camino: independencia, con o sin Hacienda propia. 
Los dos principales partidos no nacionalistas, PSC y PP, no han aportado demasiado en la campaña más allá de la discusión del modelo territorial. Al PP porque le viene bien. Mejor defender en Cataluña que son los garantes de una Cataluña dentro de España, idea que tiene sus adeptos, muchos, que patrocinar las tijeretazos de Rajoy; ... y de Mas, porque han sido socio preferente de los convergentes en esta minilegislatura de dos años.
El PSC, que no hace tanto ostentaba la presidencia de la Generalitat, primero con Pasqual Maragall y después con José Montilla, sí que ha perdido su sitio. Su discurso catalanista se queda corto para los independentistas y grande para los españolistas. En las elecciones de 1999 y 2003, el PSC podía presumir de ser el partido más votado en Cataluña, en número directo de sufragios. En 1999, rozó 1,2 millones de papeletas. Hace apenas dos años, en los comicios autonómicos de 2010, se quedó en 570.000. No parece osado analizar que lo que ha hecho el PSC cuando ha estado al frente del Gobierno catalán ha espantado a muchos de sus votantes. Maragall y Montilla equivocaron el catalanismo del partido con medidas más propias de ERC, sus socios preferentes de Gobierno. Si perder la mitad de tu electorado en una década, y ya veremos qué sucede este 25-N, no es motivo suficiente para asumir errores, es que el socialismo catalán vive de espalda a su sociedad.
Pere Navarro, candidato del PSC, ha intentado revitalizar la campaña de los socialistas siendo adalid de un federalismo que dentro del PSOE ha rebrotado desde la Diada, porque pocas voces se habían escuchado antes de la misma. Pero, el problema de identidad es muy palpable y coincide, por si fuera poco, en un momento en el que la ciudadanía está dando la espalda al PSOE. Galicia, en especial, y Euskadi fueron dos reveses electorales muy difíciles de aceptar. En Cataluña, el fracaso puede ser mayor. El PSC se juega incluso ser rebasado por ERC y PP. Si el socialismo español no puede, ni siquiera, estar por delante del PP en Cataluña, la crisis en el PSOE está cantada, por más que Rubalcaba se agarre al sillón.
Los principales partidos catalanes, por tanto, han protagonizado una campaña basada casi por completo en la identidad de Cataluña. Unos por convicción (ERC y PP). Otros por obligación (CiU y PSC) para resistir. ¿Han escuchado algo relevante de CiU, PSC, PP y ERC para luchar contra la crisis, por preocuparse de la realidad cotidiana de la gente? Yo, no.
Con este panorama, si fuera catalán (no lo soy), me plantearía solo apoyar a dos candidaturas: Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa (ICV) y Ciutadans per Catalunya (C’s) Cierto es que las CUP no se han quedado cortas a la hora de emitir mensajes contra la crisis, pero su fortísimo sentimiento independentista domina en la formación y a mí, me aleja.
ICV, con Joan Herrera al frente, ha sabido mejor que nadie conjugar de lo que se estaba hablando en esta campaña. No ha rehuido el debate territorial. Herrera defiende el derecho a decidir en una consulta, sin mostrar un nítido posicionamiento anti o pro independentismo. Pero el programa de ICV es el que más en serio se toma la protección de los derechos de los ciudadanos (http://www.joanherrera.cat/content/propostes) Herrera no solo habla de banderas. Habla de personas. Entre sus treinta prioridades (http://www.joanherrera.cat/content/30-prioritats-programatiques), aparece una única mención al futuro territorial de Cataluña. Lo hace, con un destacado gráfico, cierto, pero acompañada de una batería de medidas sociales. Y, a fin de cuentas, ICV se limita a mostrar una postura comprensible, alejada de los extremos de un lado y otro: “Promover un Estado propio, que pueda establecer, a partir de la propia soberanía, una relación de carácter federal, confederal o estar directamente presente en el ámbito europeo, dependiendo de la voluntad del Estado y de la libre decisión de la ciudadanía de Cataluña”.
La otra opción que me parece que respeta mejor a la sociedad catalana es Ciutadans. Sí, es una formación que sustenta su existencia en cuestiones identitarias, con la coexistencia y respeto entre Cataluña y España, pero reducir C’s a este matiz sería injusto. Ciutadans es lo que debería ser el PSC: catalán y español sin perder su esencia de izquierdas. Su programa así lo delata (http://www.mejorunidos.cat/programa/) Ciutadans rechaza con rotundidad aventuras secesionistas, pero lo hace con la misma fuerza con los recortes en sanidad y educación. “Los servicios sociales son un derecho, no un negocio”, sostienen. Su alma progresista, más allá de la etiqueta españolista que agitan desde el independentismo catalán a la formación que dirige Albert Rivera, no debe esconder su mentalidad prociudadana. “En C’s defendemos que la prioridad son las personas. No podemos permitir que mientras se rescatan bancos no se rescaten a las personas que pierden su vivienda o sus ahorros, ni a los pequeños empresarios y autónomos que tienen que cerrar sus negocios. C’s propone la dación en pago, la devolución de las preferentes y ayudas directas a las pymes y autónomos”. Medidas  pensadas en el día a día, como ICV, no banderas agitándose al viento como han hecho CiU, ERC, PSC y PP.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu reflexión acerca de lo que harías con tu voto. Me imagino votando por los Gallegos o Valencianos... Quan confundidas e insensatas esas pobres gentes...
    No sé de que comunidad eres, yo soy Catalán y charnego, concretamente procedente de Aragón, de un pueblo que no voy a nombrar pero del que siempre me he sentido hijo adoptivo...
    Mi voto será, te lo digo de antemano, para Iniciativa, els verds, como les he llamado siempre.
    No es por caerte simpático, es por convicción.
    Porqué aportan ideas que comparto y llevan años pidiendolo. Albert Ribera es un oportunista además de un populista.
    Como decías, si fueras catalán y vieras la calaña que merodea los mítines de estos señores, suprimirias el segundo partido de tu post, son unos fachas.
    Por otro lado, mi jugada es: voto a un partido que está a favor de la consulta, porqué considero que es un ejercicio de democracia. Pero seguro que voto no.
    Mi lectura es la siguiente: esto es una partida de póker. Está clarísimo que algo huele muy mal en el gobierno central (de los dos colores que he conocido PP y PSOE y aquí CIU) ya que nunca publican nada para favorecer la transparencia... espero que hasta que eso suceda, haya un gesto real y profundo, por parte del gobierno central, si no, aquí esto se separa...
    Comparto muchas de las cosas que has expuesto, pero somos todos tan influenciables, todos los españoles... y nuestros políticos han robado tanto y tienen tantas cosas con qué despistar... Aún tardarán en tomar medidas que funcionen para solucionar lo de la crisis... lo del independentismo, si llega, no es problema, será y punto, total el cambio real no es ese, el capitalismo hace tiempo que acabó. En cuanto cambiemos eso, y a nivel global, nos dará igual ser catalanes, españoles o chinos. Mientras vivamos bien, estaremos encantados de ser ciudadanos del mundo, por ahora no mucho...
    Bona nit! Salud y República!




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    1. Muchas gracias por la lectura. Soy castellano y leonés.
      Nunca he ido a un mitin, me parecen actos demasiado propagandísticos, pero tomo nota de lo que me comenta sobre Ciutadans.
      De todos modos, coincidimos en la apuesta por Iniciativa Els Verds.
      Desde fuera de Cataluña, me parecen el partido más sensato.
      A mí, no me da miedo el derecho a decidir, pero también votaría un 'no' a la independencia. No me gusta nada cuando se hace política a través de las banderas. Lo primero, son las personas, no los territorios. Y esto va por todos los nacionalismos, incluido el español.
      Y, sí, también coincido en su rechazo hacia el capitalismo que impera en este mundo.
      Gracias. Bon día, en este caso.

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