La Unión Europea afronta el momento más crítico de su
existencia. O avanza o revienta. No hay término medio. La respuesta sanitaria y
económica al virus debe ser colectiva y solidaria. Cualquier otra postura
arruinará un proyecto que se tambalea desde las egoístas e ineficaces medidas que se
aplicaron en la crisis de 2008. Un segundo error sería letal.