Mientras el Gobierno del
Partido Popular se afana en predicar una mejoría de la economía que no se
aprecia en la vida cotidiana de los ciudadanos, porque entre otras cosas no es
tal, la Encuesta de Población Activa del primer trimestre del año 2013 hunde cualquier
atisbo de optimismo. España suma 6.202.700 ciudadanos desempleados, el 27,16%
de la población activa. Cualquier análisis económico que no arranque en este
drama social queda inmediatamente invalidado.
Otoño de 1992. George Bush
pierde la reelección como presidente de Estados Unidos tras un intenso primer
mandato marcado por el final de la Guerra Fría tras la caída del Muro de Berlín
y por la Guerra del Golfo. Bill Clinton, entonces gobernador del sureño estado
de Arkansas, llega a la Casa Blanca de la mano de un archiconocido lema creado por
uno de sus asesores electorales, James Carville: “It’s the economy, stupid” (“Es
la economía, estúpido”). Bush tenía un 90% de popularidad. Pero perdió. Fue la
economía, estúpido.