Israel
golpea, una vez más, con saña a la población palestina. Los principales medios de comunicación occidentales se posicionan clamorosamente del lado hebreo. Y eso que el balance provisional es dramático con casi cuatrocientos muertos palestinos, en su mayoría civiles
con una enorme presencia de niños. No estamos hablando de terroristas de Hamas ni de escudos humanos. Los bombardeos son indiscriminados con objetivos tan difusos como una playa donde unos niños jugaban al fútbol. Mientras, Estados Unidos acusa directamente
a Rusia del gravísimo derribo de un avión comercial que sobrevolaba la zona
controlada por los prorrusos en Ucrania. La prensa occidental ya ha elegido un único
posible culpable: Putin. ¿Las pruebas?
“Israel utiliza sofisticados
aviones de ataque y buques de guerra para bombardear densamente atestados
campamentos de refugiados, escuelas, edificios de apartamentos, mezquitas y
barrios para atacar a una población que no tiene Fuerza Aérea, ni defensa
aérea, sin Marina, sin armas pesadas, ninguna unidad de artillería, sin
armadura mecanizada, no hay ningún comando en el control, ni Ejército… Y lo
llama una guerra. No es una guerra, es un asesinato” (Noam Chomsky).