martes, 4 de diciembre de 2012

Se vende coche; se ruega comprador

Pobres resultados del Plan PIVE. Noviembre cerró con peores resultados en las matriculaciones de vehículos que hace un año. Según datos de la Dirección General de Tráfico, se cerraron 64.060 operaciones. En 2007, por ejemplo, se superaron las 178.000. El gran consumo sigue muy lejos de repuntar, y seguirá, por muchos estímulos que se apliquen a la compra, mientras no mejore el mercado laboral.


El consumo interno representa el 59% del PIB en España. Desde el niño que se compra una golosina en un quiosco hasta los jubilados que programan unas vacaciones, pasando por el joven que se toma una copa o la pareja que adquiere un piso o un coche, son los máximos responsables de la riqueza que se genera en este país. España necesita que sus ciudadanos consuman para crecer. Esa es nuestra industria: la del capitalismo más puro, rancio y duro; gastar dinero para mover dinero y atraer dinero. Y cuando la máquina del consumo decelera, el país se frena.

La evolución del mercado de la matriculación de vehículos del mes de noviembre ofrece un panorama desolador. La caída del gran consumo no se ha reactivado ni tan siquiera con la aplicación del Plan PIVE (Programa de Incentivos al Vehículo Eficiente) En noviembre, según los datos de la Dirección General de Tráfico, se cerraron 64.060 operaciones. Hace un año, con el sector de la automoción pidiendo auxilio, se llegó a 69.746. En 2007, por ejemplo, se superaron las 178.000 transacciones en el penúltimo mes del año. La venta de vehículos nuevos no repunta ni tan siquiera con ayuda económica, con los dos mil euros aportados a partes iguales por el Gobierno y los fabricantes. Y, ¿por qué pasa esto?

El Plan PIVE no es más que una readaptación del Plan 2000E del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Durante un año, entre mayo de 2009 y mayo de 2010, la ayuda consiguió mitigar la caída en las matriculaciones. Las novedades del Plan PIVE son poco relevantes para los hipotéticos compradores con respecto al Plan 2000E: la antigüedad del vehículo que cambiar ha subido de diez a doce años y el precio máximo del automóvil que adquirir se ha reducido de 30.000 euros (con IVA) a 25.000 euros (sin IVA), salvo excepciones con los coches eléctricos o híbridos enchufables. Paralelamente, las comunidades autónomas, con una economía asfixiada, han dejado de colaborar en el plan de estímulo. En el Plan 2000E, aportaban 500 euros. El Gobierno central se ha hecho cargo de esa cantidad.

La vida del Plan 2000E coincidió con una etapa agresiva de la crisis, sin duda, pero con perspectivas de cambio en la sociedad. Entre mayo de 2009 y mayo de 2010, el paro registrado no pasaba de los cuatro millones de desempleados. El Plan PIVE llega con un escenario laboral muy negro. En noviembre de 2012, el desempleo registrado roza los cinco millones de personas. Un dato que la EPA instalará en los seis millones a finales de este año. La reforma laboral tan alegremente aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy está haciendo trizas el empleo en España. En noviembre, se perdieron 205.000 cotizantes a la Seguridad Social. Pocos aspectos hay más ligados al consumo que la situación laboral de los potenciales compradores. Un desempleado se ajusta el cinturón al máximo.

Y no solo un parado. El Instituto Nacional de Estadística revelaba hace un par de semanas que más de un tercio de los asalariados son simples mileuristas. No sé ustedes qué pensarán, pero afrontar grandes gastos, como la compra de un vehículo, con esas nóminas se antoja bastante complicado. Porque la adquisición de un coche conlleva otros desembolsos extras nada desdeñables, desde el combustible (con importes muy superiores a los anteriores a la crisis), al seguro obligatorio de circulación, los impuestos de matriculación y rodaje, las posibles averías y multas, las plazas de garaje o las zonas controladas de estacionamiento. Las zonas ORA ya casi campan en cualquier calle de la mayoría de ciudades españolas. Comprar un vehículo nuevo en esta situación de depresión económica y laboral empieza a ser una tarea reservada para ocasiones imprescindibles.


En el deterioro del mercado laboral está la raíz de la ineficacia del Plan PIVE. Mientras no se cree empleo, mientras no desaparezca la incertidumbre de muchos trabajadores de acabar en las listas del paro, el gran consumo no se reactivará por muchos estímulos económicos que lance el Gobierno. De poco sirve que te ‘regalen’ 2.000 euros (no olvidemos que los mil euros aportados por el Ejecutivo central tendrán que tributarse posteriormente en la venidera declaración de Hacienda) si se carece de empleo, si tu trabajo es precario o si temes un expediente de regulación.

España, un país que sustentó su endeble crecimiento en unos cimientos de ladrillazo y consumo, no se recuperará mientras no se corte la hemorragia del paro y se inyecte una sustancial creación de empleo. Sin esas imprescindibles premisas, el sector de la automoción no tiene nada que hacer en un futuro próximo. El Plan PIVE, que cuenta con 75 millones de euros, desaparecerá en marzo del próximo año y apenas si evitará un mayor desplome que llegará en la próxima primavera si el mercado laboral no empieza a funcionar. Estamos en otra etapa de la crisis muy distinta a la que conoció el Plan 2000E de Zapatero. Hay más desempleo, hay menos trabajadores, menos cotizantes a la Seguridad Social, hay mucho más temor a quedarse en la calle..., hay mucha menos ilusión en salir de esta crisis.

Una ayuda de dos mil euros no resolverá las estrecheces de un mundo de la automoción que debe empezar a asumir que los números de los años anteriores a la crisis no se recuperarán en mucho tiempo. De momento, las diecisiete fábricas que hay instaladas en España reducirán en este 2012 su producción a menos de dos millones de unidades, un millón menos que en tiempos de bonanza. Quizás sea mejor que el Gobierno, si quiere que la gente consuma, invierta esos mil euros reservados para cada vehículo adquirido con el Plan PIVE en políticas verdaderas de creación de empleo. Con nuevos trabajadores, no solo el mundo del automóvil lo agradecerá, también lo harán los constructores, las tiendas de muebles y electrodomésticos, los negocios de ropa y calzado o los supermercados. Solo así se podrá iniciar el camino de la recuperación y conseguir que los efectos sean más perdurables que una simple transacción de dos mil euros para comprar un coche cuyas consecuencias no mejorarán la economía.

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