El ministro del Interior, por si no hubiera dado suficiente el cante con
el Anteproyecto de Ley de Seguridad Ciudadana y con sus posturas
ultraconservadoras con los matrimonios homosexuales y el aborto, sostiene que
el sistema colocado en la valla de Melilla, con cuchillas capaces de desgarrar
la carne, “es un elemento pasivo de disuasión, no es agresivo”, para evitar la llegada de más inmigrantes subsaharianos. “Produce
erosiones leves, superficiales”. Que pruebe él, y luego nos los cuente.
Calienta Jorge, que te toca saltar.
“Se trata de un retroceso en
materia de derechos de los inmigrantes” (Amnistía Internacional). “Este
tipo de medidas no deberían ser legales. Está fuera de toda ética y moral” (SOS Racismo). “La
defensa de las fronteras no puede hacerse a costa de los derechos humanos de
las personas más vulnerables ni contribuyendo a aumentar las tragedias
personales y familiares de quienes salen de sus países en busca de un futuro
más seguro y más digno” (Cáritas Diocesana). “No es la manera. Los inmigrantes
no son un peligro” (José María Gil Tamayo, secretario general de la Conferencia
Episcopal Española).