martes, 20 de noviembre de 2012

Correa desnuda la TVE de Rajoy

La Cumbre Iberoamericana de Cádiz, con notables ausencias, escenifica un cambio de relaciones de España y Portugal con el continente americano. El presidente ecuatoriano se mofa de la cultura democrática española.

Rafael Correa no es un político cualquiera. Con una imprevista, que no impertinente, pregunta en una entrevista en TVE ha protagonizado una tristísima Cumbre Iberoamericana en la que España y Portugal agachaban la cabeza ante la pujanza de un continente latinoamericano que progresa con unas políticas radicalmente distintas a las europeas. Correa, que las tuvo tiesas con Pastor en Los Desayunos de TVE en un tenso cara a cara en marzo de este mismo año, se acordó de la periodista, cuya cabeza pende simbólicamente en el despacho de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.

¿Qué hay con ‘Anita’ Pastor?”. “¿Cómo?”, replicó la sorprendida periodista de TVE Érika Reija. "¿Qué pasó con ‘Anita’ Pastor?", repitió el presidente ecuatoriano a la entrevistadora, cuyo rostro clamaba a gritos aquello de tierra, trágame. Una risa nerviosa y un lacónico “ya no está” evidenciaban que era una pregunta molesta, luego entonces era una buena pregunta. Salvo para los enemigos furibundos de Pastor, que los tiene, su salida de TVE ha sido un evidente caso de cese político. No paró allí Correa. Bueno, ¿no decían que en España había independencia en los medios y que por el profesionalismo los periodistas garantizaban que hay independencia? Desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la libertad del dueño de la imprenta.
Reija reaccionó y recordó a Correa sus enfrentamientos con los medios de comunicación ecuatorianos. “Me halagan esas críticas porque ¡dime quién te critica y te diré quién eres! Vaya a ver lo que son los medios de comunicación en Ecuador”, contestó a la periodista. Reija poco más supo que decir y se limitó a cerrar la entrevista con una forzada sonrisa ante Correa.
Efectivamente, las disputas del presidente ecuatoriano con medios de comunicación de su país son bien conocidas. Un ejemplo claro es el juicio por injurias calumniosas que entabló contra los directivos del diario ‘El Universo’. El periódico había escrito un polémico editorial en el que acusaba a Correa de haber ordenado disparar contra un hospital lleno de civiles en medio de la revuelta policial contra el Gobierno en septiembre de 2010. El juez falló a favor del presidente ecuatoriano, que indultó a sus difamadores. Y no ha sido un caso aislado. Desde que asumió la presidencia, Correa ha observado con desconfianza a los medios nacionales por estar a las órdenes de poderes económicos.
Esa actitud, supuestamente antidemocrática, que le generó muchas críticas de la derecha española, ha tenido una jugosa revancha. Porque la pobre Cumbre Iberoamericana celebrada en Cádiz (el segundo centenario de la Constitución de 1812 merecía un mayor reconocimiento) será recordada por los recursos lingüísticos del mandatario ecuatoriano ante las cámaras de la televisión pública española. No es que la relación entre Pastor y Correa fuera precisamente fluida, la periodista le echó en cara sus choques con la prensa ecuatoriana, pero el presidente sudamericano desnudó a sus críticos demostrando que han hecho justo lo mismo que le habían acusado practicar: depurar contrarios mediáticos.
No es una mera anécdota. España se ha distanciado mucho política y emocionalmente de países hermanos como los latinoamericanos. Las ausencias en la Cumbre de Cádiz lo demuestran. Y no solo fue la Cuba castrista. En  la ciudad andaluza, tampoco estuvieron Evo Morales (Bolivia), Cristina Fernández (Argentina), Hugo Chávez (Venezuela), Federico Franco (Paraguay) y José Mújica (Uruguay), por causas más o menos creíbles. ¡Menudo éxito de la diplomacia española en una cita con la que se pretendía estrechar lazos comerciales con Iberoamérica y honrar la memoria de nuestra primera Constitución!

El Rey y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pidieron ayuda a un auditorio en el que solo la presidenta brasileña, Dilma Rousself, tenía gancho económico. El monarca y Rajoy ofrecieron los servicios de las grandes constructoras para construir las infraestructuras necesarias para que Brasil celebre el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. El éxito de la misión está por ver.
Lo que revela el fracaso de la Cumbre Iberoamericana de Cádiz y la habilidad dialéctica de Correa es que España nunca ha estado tan lejos del continente americano. Los desprecios de parte de la capa política y social a líderes como Evo Morales, Hugo Chávez (salvo cuando interesa venderle armamento), Cristina Fernández o el mismo Correa no salen gratis. Porque, ¿qué apoyos sólidos tiene España ahora mismo en Iberoamérica? Siendo generosos, Colombia y Chile. No olvidemos que Felipe Calderón representó a México en Cádiz en uno de sus últimos actos como presidente del país centroamericano. A partir del 1 de diciembre, la izquierda, como en casi todo el continente iberoamericano, regresará al poder con Enrique Peña Nieto.
Los desprecios a los líderes de la izquierda latinoamericana son un contrapeso excesivamente grande como para que España vuelva a ser un país amigo. Además, las ideas de esos mandatarios denostados desde la derecha española han resultado al final no ser tan bohemias. Un ejemplo es la Ecuador de Correa, que puede presumir de haber reducido un 9% la pobreza crónica en su país, de contar con un desempleo del 5% y de un PIB positivo de un 5,2% en el primer semestre de este año. Quizás habría que escuchar atentamente las palabras de un dirigente político capaz de arrastrar a los estudiantes de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Lleno en el auditorio, y en tres salas anexas para escuchar a Correa. “Si se sigue la lógica de los poderes financieros se va a llegar al peor de los mundos posibles, en el que las personas no tienen casas y los bancos casas que no necesitan”. Palabra de Correa, el hombre que ha desnudado a la TVE de Rajoy.

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