Los atentados de París han colocado en primera línea
un problema que, realmente, nunca ha desaparecido desde el punto de inflexión del 11-S. Bien lo sabemos en España. Pero
importa, y mucho, la reacción. España, las fuerzas de seguridad, la justicia y
la sociedad dieron un extraordinario ejemplo cívico tras el 11-M. Estados Unidos,
en concreto la Casa Blanca con Bush, no. Provocó dos guerras, una de
cuestionable utilidad (Afganistán) y la otra absolutamente injustificada (Iraq),
que más de una década después solo han valido para alimentar el extremismo. ¿Aprendimos de los errores? Hollande no parece.
Yo no estoy en guerra con nadie. Y usted, seguramente, tampoco.
Yo no estoy en guerra con nadie. Y usted, seguramente, tampoco.