Más de dos años de guerra,
más de 100.000 muertos y casi dos millones de refugiados no habían servido
para plantear una intervención internacional. Un supuesto ataque con armas
químicas del régimen de Bashar Al-Asad contra civiles de un suburbio de Damasco
ha marcado un punto de inflexión en un conflicto que no puede extenderse más. Obama
plantea una “acción limitada”, poco más que una reprimenda sin que sus soldados
pisen suelo sirio, pero, salvo Francia, no tiene aliados. Nadie quiere repetir
los errores de Iraq, ni siquiera de Afganistán. Pero esto no es Iraq. Quedarse
de brazos cruzados sería un acto tan cruel como los bombardeos de Al-Asad. En
Siria, sí hay motivos para intervenir: salvar vidas y, quién sabe, acabar con
una guerra que está durando demasiado.
Rescate de un menor fallecido en el supuesto ataque con armas químicas en Siria. Foto: AFP. |
El probable uso de armas
químicas contra civiles por parte del Gobierno de Bashar Al-Asad ha abierto una
nueva fase en la Guerra Civil que desangra Siria desde la primavera de 2011. Dos
largos años con la comunidad internacional paralizada mientras fallecían más de
100.000 personas y casi dos millones abandonaban sus hogares para salvar sus
vidas.