De
alabada durante casi tres décadas a repudiada, corrupción de por medio, en su
mismo hogar: el PP. Y de repudiada a santificada, muerte incluida, en cuestión de dos días tras excursión previa por el Tribunal Supremo. La
glorificación de Rita Barberá. ¡Santa Rita! Y, digo yo, si Santa Rita Barberá era tan
buena, ¿por qué el PP la había abandonado en los últimos meses?
Líbrame del día de
las alabanzas.