El presidente del Gobierno, tras una semana de
calvario del PP, culpa del desastre electoral en las municipales y autonómicas
al “martilleo constante de las televisiones” sobre los casos de corrupción que
se amontonan sobre su partido. Declaraciones absolutamente antidemocráticas que
hay que tomar con mucho ojo. El PP, más que nunca, quiere al periodismo
controlado con las generales en el horizonte. Un toque de atención nada disimulado.
El Gobierno resolverá el próximo 16 de junio el concurso de seis nuevas
licencias de TDT. ¿Se las dará a quien habla de corrupción o a quien silencia
la corrupción? Apuesten.
Rajoy quiere que las televisiones sean su particular 'Smithers'. |
A los votantes del PP no les gusta mucho que les
recuerdan cosas del pasado. “Eso es historia”, replican. Hay mucho que olvidar
(sic). Pero el nulo apego de Rajoy por la prensa libre es algo instalado
firmemente en el ADN de su partido. Papá Fraga les dejó bien aleccionados tras
su papel de censor mayor del franquismo en una década, los sesenta, en la que
España empezaba a despertar y gritar por la libertad y la democracia. La
derecha española jamás ha creído en la libertad de prensa.
Rajoy ha encajado muy mal los pobres resultados
electorales del 24-M. Su ego y soberbia son tan mayúsculos que es incapaz de hacer
autocrítica verdadera y profunda. No lo hizo tras las elecciones europeas. Rajoy mantuvo, más bien
redobló, sus esfuerzos para convencer a la ciudadanía de una recuperación
económica que muchos no vemos. Porque la recuperación (carta a la que Rajoy ha
vinculado su futuro político) no la deciden los datos macroeconómicos sino los bolsillos
de los ciudadanos.
La primera reacción de Rajoy (que es la que quiso),
en la resaca de las elecciones municipales y autonómicas, no fue precisamente
de autocrítica. Rajoy solo concedió errores de comunicación y apostó por “estar
más próximos, más cercanos y comunicar más con los españoles”. Vamos, que no ha entendido nada. Si piensa que solo es un problema de comunicación... La autocrítica
posterior, que derivará en cambios en el Gobierno y en el PP, ha sido obligada
por los movimientos críticos de barones regionales como Herrera (Castilla y
León), Rudi (Aragón), Bauzá (Islas Baleares) y Fabra (Comunidad Valenciana).
Todo eso apenas un día después de un nuevo caso de
corrupción que afecta al PP. Y, cómo no, en la Comunidad Valenciana, convertida
en la Costra Nostra del Levante por el PP en las últimas dos décadas. El último
en caer ha sido el hasta hace dos días Delegado del Gobierno en la Comunidad
Valenciana, Serafín Castellano. Un histórico del PP de la Comunidad Valenciana,
consejero de Gobernación entre 2007 y 2014 con Camps y, posteriormente, Fabra.
Y el protagonista de una de las imágenes de la debacle electoral del PP el 24-M
abrazado a Rita Barberá mientras la todopoderosa alcalde de Valencia desde 1991
se confiesa (en privado) sobre los resultados: “¡Qué hostia, qué hostia”.
Fue un viernes (29 de mayo) de aúpa para el PP. León de la Riva,
el impresentable alcalde de Valladolid desde 1995, caía por segunda vez en una
semana. Primero fue en las urnas. Después en los tribunales, condenado por
desobediencia. De la Riva, fiel escuela Aznar, Aguirre, Barberá o Rajoy, de los
que se cree que el mundo es suyo, dilató cinco años la demolición de unos
áticos que se había construido sin permiso en un céntrico piso de Valladolid.
Serafín Castellano, el último en caer. |
Estas son las noticias que molestan a Rajoy. Estas
son las noticias que, según Rajoy, representan un “martilleo constante de las
televisiones” sobre el PP. Rajoy se queja. Para el presidente del Gobierno, el
papel de la prensa debe ser otro más cercano a proclamar y extender las
bonanzas de su gestión. Rajoy entiende el periodismo como una herramienta más
de su propaganda política. No cree en la libertad de prensa, como no lo
hicieron sus antecesores Aznar, Fraga e incluso el efímero Hernández Mancha.
En una reciente entrevista en la Cadena SER, Hernández
Mancha deslizó (sin disimulo) un mensaje peligrosísimo contra la libertad de
prensa, uno de los corazones de cualquier democracia que se precie de ser llamada
democracia. El presidente de Alianza Popular entre febrero de 1987 y enero de
1989 recordaba a Pepa Bueno en Hoy por Hoy (Cadena SER) de quién dependía que
siguiera teniendo un salario cada mes:
La
estabilidad de esta casa depende de que siga Rajoy (…). Yo sé que en España, y
fuera de España, el Grupo Prisa es una columna vertebral no solamente de
nuestro periodismo sino también de nuestra cultura y lamento las dificultades
por las que atraviesa. Y ustedes, que tienen que velar también por la
continuidad de una institución valiosa para todos los españoles, deben saber
que eso vendrá garantizado si gana Rajoy y, si pierde, es posible que no esté
tan garantizado”. Los Corleone eran menos directos incluso cuando dejaban una cabeza de caballo bajo las sábanas.
Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular, no veló, precisamente, por la libertad de prensa. |
Los grandes conglomerados de
comunicación son empresas con una situación financiera muy delicada. El
Gobierno ha salvado a más de uno, como el Grupo Prisa, otrora adalid del
socialismo con la familia Polanco. Prisa subsiste porque así lo ha querido el
PP. Pero no ha sido, como recordó Hernández Mancha en plan mafioso a Pepa
Bueno, a coste cero. Hoy en día cuesta distinguir las líneas editoriales en los
periódicos que se editan a nivel nacional.
Bajo la sombra de la vicepresidenta del
Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se ha construido un tejido mediático de
apoyo al PP. Una estrategia que, por ejemplo, en el pasado año costó el cargo a
los directores de tres de los principales diarios de España: Javier Moreno (El
País), Pedro J. Ramírez (El Mundo) y José Antich (La Vanguardia). El PP ha
comprado gran parte de la complicidad de los periódicos tradicionales a cambio
de su supervivencia. Así entienden Rajoy y los suyos el periodismo.
Pedro J. Ramírez, una de las principales cabezas cortadas por el PP. |
La corrupción, “esas pocas cosas”, según
Rajoy, de las que no le gusta hablar, ha pesado, por fin, en las urnas. Ahí
están los resultados del PP a nivel general y, particularmente, en comunidades
como Valencia y Madrid, grandes graneros de votos de la derecha que han virado.
Es evidente el castigo al PP por la corrupción. ¿Y quién tiene la culpa? Para
Rajoy, como antes había deslizado el portavoz del PP en el Congreso, Rafael
Hernando, la culpa es de los periodistas por no hablar de lo ‘bien que le va a
España’ y poner el acento en los escándalos de corrupción. Esas pocas cosas que
han afectado, por ejemplo, a los presidentes de las tres Diputaciones de la
Comunidad Valenciana. Nada, una bagatela. La culpa es de los periodistas por
hablar de ello.
Resultan muy inquietantes las palabras de Rajoy
señalando a la prensa, en concreto a las televisiones como medio de
comunicación de mayor audiencia, por el fracaso en las urnas. Sonaron, más
bien, a mensaje de un mafioso recordando a quien ha ayudado qué es lo que debe
hacer. Rajoy, apenas un día después de la caída del Delegado del Gobierno en la
Comunidad Valenciana como presunto autor de un delito de prevaricación,
malversación y cohecho durante su etapa como conceller, estaba muy preocupado.
Pero el motivo de preocupación no es que hubiera un nuevo caso de corrupción sino
que se hubiera conocido. ¡Estos periodistas! ¿Por qué no estarán callados como mi amigo Marhuenda, mi fiel Smithers?
A Rajoy le molesta que se hable sobre corrupción. Es
más que conocido su poco apego a hablar sobre corrupción en el Congreso y a preguntas
de periodistas, esos pérfidos periodistas que no quieren decir lo bien que le
va a España. Rajoy sueña con controlar qué se cuenta y cómo se cuenta en los
medios de comunicación. El fin último es claro: controlar la sociedad.
Jesús Cintora, la última cabeza cortada por el Gobierno en la prensa libre y crítica. |
Mediaset no va a la zaga. Silenció su reducto de
libertad en Las Mañanas de Cuatro cortando la cabeza a Jesús Cintora, muy
crítico con el PP. Mientras, Atresmedia, a pesar de su ideología conservadora,
juega a dos cartas: la conservadora con Antena 3 y la revolucionaria con La
Sexta. Habrá que vigilar a quién premia el PP para ganarse un nuevo canal, otra
voz que propague solo lo que interesa en La Moncloa.
¿Y qué le queda al periodismo, al verdadero
periodismo?
Cualquier periodista que se precie de ser y llamarse
periodista debe estar en contra de este Gobierno que sueña con el sometimiento
total de la prensa. En realidad, sencillamente se trata de hacer nuestro
trabajo (me incluyo como periodista). Lo contrario es asumir ser un ‘Smithers’,
asumir que vivimos en un país sin libertad de prensa, asumir que no eres un
periodista sino un funcionario de prensa al servicio de un alcalde, un
presidente autonómico o un presidente del Gobierno. Eso no es periodismo, señor
Rajoy. Culpe a otros de sus problemas electorales.
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