miércoles, 17 de junio de 2015

El PP ‘compra’ a los árbitros de Gürtel

La primera pieza de la Trama (periodo 1999-2005) llegará a juicio, avanzado el año 2016, con un Tribunal amigo con tres jueces conservadores: Concepción Espejel, que presidirá el Tribunal, Enrique López, que será el ponente, y Julio de Diego. Los dos primeros son conocidos magistrados vinculados con el PP, que les impulsó al CGPJ. López pisó también, empujado por la mano amiga del PP, el Tribunal Constitucional. ¡Como para creer en su neutralidad! Espejel y López, si respetan verdaderamente la justicia, deberían inhibirse. Pero todos sabemos que no lo harán. ¡Menuda suerte ha tenido el PP!


Me apetece hablar de Gürtel y la corrupción. Lo siento Mariano pero soy de los que apuesta por el “martilleo constante” de la corrupción. Es que soy muy ‘especialito’. Ya ves, Mariano, me interesan las cuestiones de fondo y me aburren las anécdotas. Llevo días escuchando hablar y hablar sobre los ofensivos tweets de algunos miembros de Ahora Madrid. No los comparto. Es más, creo que Guillermo Zapata debería salir del Ayuntamiento de Madrid. Es un profundo error su permanencia. Pero es un tema que se agotará en cuestión de días porque no pasa de una anécdota. Lo mismo digo sobre la remodelación de Rajoy en el PP y el Gobierno. Otra anécdota. El error del PP no es su forma de comunicar sino sus injustas políticas que están provocando una lacerante desigualdad. Y eso no se cambia con nuevas caras.

Vamos a cosas verdaderamente importantes. Voy a por el martillo y empiezo, Mariano.

¡Qué ‘suerte’ tiene el PP! La primera pieza de la Trama Gürtel (periodo 1999-2005), con cuarenta imputados, entre ellos los extesoreros del PP Álvaro Lapuerta, Ángel Sanchís y Luis Bárcenas, será juzgada por un Tribunal amigo con tres jueces de perfil conservador: Concepción Espejel, Enrique López y Julio de Diego. Los dos primeros le deben bastantes favores al PP.

Concepción Espejel (Madrid, 1959), que será la presidenta del Tribunal, fue uno de los ocho vocales propuestos por el PP (a través del Senado) para renovar el CGPJ en el año 2008.

Concha, como la llama María Dolores de Cospedal (con la que tiene una sólida amistad), había hecho méritos para el partido como presidenta de la Audiencia Provincial de Guadalajara. Espejel politizó el incendio forestal que causó la muerte a once integrantes de un retén en julio de 2005. La juez de Sigüenza, encargada del caso, desligó a la Junta de Castilla La Mancha, dirigida entonces por el socialista José María Barreda, de cualquier responsabilidad en un incendio que había sido provocado por la imprudencia de un grupo de excursionistas a la hora de prender una barbacoa.


COSPEDAL Y SU AMIGA CONCHA:





Espejel movió sus hilos desde la Audiencia Provincial de Guadalajara y conminó a la juez de Sigüenza a investigar a la administración socialista. Por si acaso, el CGPJ tiró de mayoría de vocales del PP para trasladar a la magistrada. La nueva titular del juzgado de Sigüenza imputó a una veintena de cargos de la Junta de Castilla La Mancha, entre ellos la consejera de Medio Ambiente Rosario Arévalo.

Concha hizo méritos a ojos del PP, que la premió como vocal del CGPJ. Lo cierto es que el incendio de Guadalajara se resolvió sin responsabilidad política. Más que nada, porque no existía. Tras la salida de Espejel al CGPJ, su sustituta en la Audiencia Provincial de Guadalajara limitó la responsabilidad a los excursionistas que provocaron el fuego. Dos de ellos fueron absueltos. El tercero fue condenado a dos años de prisión y diez millones de euros de indemnización.

Tras el CGPJ, la que será presidenta del Tribunal que juzgará la primera fase de la Trama Gürtel continuó su carrera en diciembre de 2013 en la Audiencia Nacional, como presidenta de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal.

Cospedal, que compatibilizaba ya entonces los cargos de secretaria general del PP y presidenta de la Junta de Castilla La Mancha, se acordó de su amiga Concha para entregarla, el 28 de febrero de 2014, la más alta condecoración judicial: la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort. Concha se había portado con el incendio de Guadalajara. El PP no deja tirados a los amigos más leales.

El discurso de Cospedal hacia Concha no ocultaba, más bien al contrario, su gran amistad:

“Haber participado en este acto para la imposición a Concha Espejel de la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, créanme que para mí es un honor y un privilegio. Es el acto de reconocimiento y de homenaje a una gran mujer -se ha dicho aquí, pero yo lo quiero reiterar-, pero también a una gran jurista que ha acumulado muchos e importantes méritos en su carrera. No solo ha velado siempre por el correcto ejercicio de sus funciones que como juez le corresponden sino que, además, Concepción Espejel -que para todos es Concha y lo va a ser siempre- ha tenido un compromiso firme y una vocación profunda con la dimensión más social de la administración de justicia”.

Pues eso, que Concha, la amiguita de Cospedal, será la presidenta del Tribunal que juzgará la primera pieza de Gürtel, la mayor trama de corrupción que ha existido en España con el PP en el centro de la diana. ¿Se acordará Concha de los favores prestados por el PP como su elección como vocal en el CGPJ y su posterior salto a la Audiencia Nacional? Es lo que pasa con una justicia tan asquerosamente politizada como en España que, como poco, la sombra de la duda penda sobre la labor de Espejel.

Pero Concha, de todos modos, lo tiene muy fácil. Tan sencillo como renunciar por su indudable relación con el PP. No estoy diciendo ninguna salvajada. El juez Alfonso Guevara, presidente de la sección tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, se ha inhibido en el caso de las tarjetas black de Caja Madrid por su amistad con dos consejeros de la caja e imputados: el empresario Arturo Fernández, expresidente de la patronal madrileña, y Miguel Corsini, expresidente de Renfe. Es muy fácil, Concha. Claro, si quiere, si se respeta a la justicia. O si se respeta al PP.

Pero Concha despejó ya balones en declaraciones al diario El País en septiembre del pasado año cuando ya se sabía que Gürtel caería en sus parciales manos:

“De lo que conozco hasta el momento, de ese asunto (Gürtel) entiendo que no estoy afectada por ninguna causa de abstención o recusación. A mí me propuso como vocal el PP, pero me eligió el Senado (…). Cuando el caso nos llegue a la sección lo estudiaré con detenimiento para confirmarlo pero, en principio, para mí es solo un asunto más. En cualquier caso las partes tienen todo el derecho a instar mi recusación cuando comience la fase de enjuiciamiento (…). En esta sección, en principio, yo presido todos los juicios y lo mismo ocurrirá con este salvo que esté enferma, de vacaciones o existan otros asuntos que por su complejidad me lo impidan. Las normas de reparto son claras”.

No creo en la neutralidad de Concha. La confianza hay que ganársela. El parcial papel que jugó en el incendio de Guadalajara, que se encargó de politizar a favor del PP, y su posterior ascenso al CGPJ no invitan al optimismo.

Tampoco la compañía con la que contará en el Tribunal de Gürtel.


Enrique López con su amiguito Federico Trillo.
Si hay una cosa que, ‘sotto voce’, se ha encargado el PP de tejer en los últimos años es una red de apoyo judicial. Y lo ha hecho a la perfección para sus intereses.

Valga el ejemplo de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional compuesta por cuatro magistrados de perfil conservador (Concha, Enrique López, Ángel Hurtado y Julio de Diego) y uno progresista (José Ricardo de Prada). En esas estamos, en que los principales órganos judiciales de este país estén teñidos de política. Mientras esos cargos sigan siendo elegidos por políticos, la justicia española no se quitara de encima la sombra de la duda. Tristemente, no parece que le importe al PP y, durante muchos años, tampoco al PSOE.

Al PP la composición del Tribunal de la primera parte de Gürtel le ha salido que ni en sus mejores sueños. Al lado de Concha, la amiguita de Cospedal, estará, si no renuncia (cuesta creer que lo hará), uno de los hombres fuertes del PP en la justicia en los últimos años: Enrique López (Cacabelos-León, 1963).

López es un duro, un representante del ala más conservadora de la justicia. Y, por supuesto, alguien que le debe bastantes favores al PP. Enrique López, columnista del ‘marianista’ diario La Razón (¡para qué disimular!) y colaborador de la aznarista Fundación FAES (hay chavales en las Nuevas Generaciones del PP con menos pedigrí), es todo un comisario político del PP en la justicia.

Su currículo jurídico no incluye nada espectacular. Pero López, desde siempre, se acercó al PP para hacer carrera. Comenzó con Juan José Lucas en la década de los noventa. Y siguió con altos dirigentes del PP como Federico Trillo y José María Michavila, con los que mantiene una gran amistad. ¿Por qué los jueces tienen tantos amigos políticos en España? La respuesta es la que usted está pensando. Hacen falta padrinos para escalar.

La recompensa, como en el caso de Concha, fue máxima: vocal en el CGPJ entre 2001 y 2005, cuando fue destinado a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.

No estoy en contra de que los jueces tengan ideología. ¡Solo faltaría, son ciudadanos! Pero que la expongan tan alegremente me huele a chamusquina. Y más cuando los ascensos a los órganos de gobierno de los jueces dependen de decisiones políticas, de políticos cuyo futuro judicial puede depender de aquellos a los que han promocionado.

López no es un juez conservador más. En su etapa en el CGPJ, politizado al máximo por el PP, ocupó el puesto de portavoz. López, más que un juez, es un pepero militante (no le hace falta el carnet para ser militante). Es más útil sin el carnet.

Con la llegada de Zapatero a La Moncloa, el PP recurrió a López para fustigar algunas de las medidas del nuevo presidente de Gobierno.

Muy conocida es su ultraconservadora postura sobre los matrimonios homosexuales. Digna de un Cromagnon. No dudó en secundar un informe del CGPJ elaborado por el ‘opusiano’ José Luis Requero (diez hijos), quien denunció al mismo Baltasar Garzón en el marco de la investigación del 11-M. Un informe donde se decía que “llamar matrimonio a la unión de personas del mismo sexo es un cambio radical, como lo sería llamar matrimonio a la unión de más de dos personas o la unión entre un hombre y un animal”. Para López, la postura de Requero, que comparte, “está dentro de una serie de ejemplos para justificar que el libre desarrollo de la personalidad y la forma en la que una persona quiera orientar su sexualidad no puede determinar la desconfiguración del matrimonio como la unión de un hombre y un animal (…). Lo que defendemos es la identidad del contrato de matrimonio que define una realidad, que es la unión entre hombre y mujer. Y cualquier otra realidad deberá ser definida con otro contrato”.

La justicia como arma política. Es uno de los principales males de la democracia española. Y es algo que es posible gracias a partidos como el PP y jueces como Enrique López.

Siempre que el PP lo ha necesitado (barajó su nombre como ministro de Justicia tras las elecciones generales de 2011), ahí ha estado López, como en el Caso Faisán, el presunto ‘chivatazo’ policial a ETA. López, ya en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional (2005-2013), dejó su impronta calcando las tesis de su amigo Trillo.

Y tras el trabajo, la recompensa. El PP eligió a López, no sin polémica por su escaso currículo (no llegaba a los quince años de profesión que exige el puesto), para una nueva misión: el Tribunal Constitucional, donde le esperaba otro reconocido pepero, Francisco Pérez de los Cobos, como presidente. Duró un año en el cargo porque la Policía Municipal de Madrid le pilló en el Paseo de la Castellana conduciendo una moto sin casco y con una ‘merluza’ de cuidado cuadruplicando la tasa de alcoholemia.

López dimitió pero no se quedó sin trabajo. Volvió a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional donde vuelve a cruzar su camino con su patrocinador (el PP) con el primer juicio de la Trama Gürtel. López no solo debería inhibirse por su indudable vinculación con el PP. Es más, existe una clarísima relación familiar (cuñados) con la mano derecha (Miguel Manovel) del empresario José Luis Ulibarri, que aparece en la segunda pieza de Gürtel.

LOS TESOREROS DEL PP EN EL BANQUILLO DE GÜRTEL:




No sé ustedes, pero esperar neutralidad de Concha y López en el Tribunal de la primera pieza de Gürtel es echarle muchas agallas al asunto. ¡Viva el optimismo! El PP se ha garantizado un Tribunal amigo en una causa tan grave como Gürtel que tiene a tres de sus antiguos tesoreros, entre otros cargos, en el banquillo.

Si Gürtel llega a juicio con Concha y López en el Tribunal, con dos comisarios políticos del PP en la Audiencia Nacional, no espero nada bueno del proceso. Menos de la sentencia. Será una tomadura de pelo a los españoles. Concha y López le deben todo al PP. Muchos favores que pagar para pensar que harán bien su trabajo.

El PP jugará el partido como el árbitro ‘comprado’. Esto sí que es importante y no las anécdotas de cambios cosméticos en el Gobierno o el PP o con tweets antiguos de miembros de Ahora Podemos.

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