viernes, 22 de mayo de 2015

Elecciones municipales y autonómicas: La verdadera esperanza del cambio

24-M. Puede ser una jornada histórica en la moderna democracia española. El bipartidismo, erosionado por la crisis, la corrupción y su progresivo y manifiesto distanciamiento de la sociedad y de la realidad, se juega su supervivencia en las urnas. ¿Hasta dónde llegará el hartazgo de los españoles? Muchos soñamos con que hasta el final de un modelo caduco con representantes que merecen un máximo castigo electoral.


Viví activamente las dos anteriores elecciones municipales y autonómicas. Lo hice en dos medios de comunicación distintos. Distintos incluso en el canal, un periódico en 2007 y una web en 2011. Aquellas elecciones, incluso hace cuatro años a pesar del despertar social que representó el 15-M y el movimiento de los indignados, no tienen nada que ver con los comicios municipales y autonómicos del próximo domingo 24 de mayo de 2015. En realidad, el 24-M no tiene nada que ver con ninguna cita electoral previa. Puede ser una fecha histórica. Está en las manos de la sociedad española. No pierda la ocasión. Si lo hace, se arrepentirá. Y pronto. El cambio es necesario. Y posible.

El 24-M medirá el nivel de cabreo de la sociedad con la corrupción (insoportable en el Partido Popular y notable también en el PSOE), la gestión de la crisis (con un humillante incremento de la desigualdad social, económica y laboral en España) y con un modelo democrático gestado en la Transición y agotado desde hace muchos años. Es el momento del cambio. Porque ahora, por fin, existe una verdadera esperanza del cambio por más que el bipartidismo PP-PSOE apele a la ‘experiencia’ democrática, la estabilidad y, sobre todo, el miedo a las nuevas formaciones.

Sí, ya sé que son elecciones municipales y autonómicas, que lo que toca este domingo es renovar nuestros ayuntamientos (excesivos, por cierto, eso de tener un ayuntamiento por cada municipio debe revisarse ya) y gobiernos autonómicos. Pero sería un error no leer estas elecciones en clave de cambio. Un buen resultado de las fuerzas emergentes (Podemos y Ciudadanos) tambalearía el tablero político. En realidad ya lo han hecho. A partir del lunes, como está sucediendo en Andalucía desde sus elecciones autonómicas de marzo, se hablará, y mucho (y para bien), de una palabra: pactos.

Los pactos son una vía que han explorado en contadas ocasiones el PSOE y, sobre todo, el PP. Solo lo han hecho cuando no les ha quedado otra. Un ejemplo claro son los pactos de Felipe González y José María Aznar con la CiU de Jordi Pujol. La vocación de los dos grandes partidos ha sido, siempre, alcanzar la mayoría absoluta y gestionar desde ella. Ni PP ni PSOE entienden la política como una necesaria área de entendimiento de todos los españoles porque, lógicamente, todos los españoles no somos iguales pero, lógicamente, necesitamos entendernos. Ese espíritu de convivencia, esa política de acuerdos, de pactos, me parece de lo más democrático del mundo. Aceptar que entramos en una era de pactos significaría el primer cambio.

Sentadas las bases de ese primer cambio, igual, igual, hasta podremos soñar con fundamento con crear una nueva y verdadera democracia. Es el momento del cambio. Ahora o, quizás, nunca.

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