Fue la protagonista antes de la
campaña, hasta que consiguió su designación (a dedo, por supuesto, que esto es el
PP) como candidata a la Alcaldía de Madrid. Ha sido la protagonista de la campaña
con su guerra sucia contra la candidata de Ahora Madrid, Manuela Carmona, y la
catarata de noticias sobre corrupción que la acorralan. Y será
la protagonista salga lo que salga de las urnas. ¿No es el momento de que
personajes tan abyectos como Esperanza Aguirre desaparezcan de la vida pública?
Madrid decide.
Algo parecido sentimos muchos cada vez que vemos y
escuchamos a la lideresa, la condesa Esperanza Aguirre. El “Bicho”, que nunca
se fue, anda suelto y nervioso. El “Bicho” ha protagonizado y casi monopolizado
en los medios de comunicación la precampaña y la posterior campaña de las
elecciones municipales. “¡Ponme los cuchillos, González, que el “Bicho”, el verdadero “Bicho”, anda
suelto!”.
Creo que muchos españoles, tras mirar los resultados
de nuestra ciudad, dirigiremos mañana (24-M) nuestra mirada hacia el mismo
municipio: Madrid. Y no solo por su condición de capital de España. El morbo
está servido. El “Bicho” está nervioso, acorralado por la corrupción. Solo
falta que caiga. Y ojalá lo haga con todo el estrépito del mundo. Se lo merece. La misma
Esperanza Aguirre, tan pagada de sí misma, se ha encargado de generar tanta
expectación.
Los españoles jamás hemos conocido a un personaje
tan maquiavélico, manipulador, hipócrita, taimado, ruin y abyecto. Le puede
usted agregar cualquier otro adjetivo. Eso sí, que vaya en la misma dirección
porque es la única correcta. Esperanza Aguirre y Gil de Biedma (los apellidos
delatan el origen), Condesa de Bornos y Grande de España (la pompa
aristocrática), es un “Bicho” en toda regla. A ella, y no a Cristiano Ronaldo,
sí que hay que ponerla los cuchillos de sonido de fondo cada vez que aparece.
Porque nunca, nunca, nunca, trama nada bueno.
Muchos conocimos al ‘Bicho’ cuando José María Aznar
le reclamó como ministra de Educación y Cultura tras las elecciones generales
de 1996. Yo me enteré de su existencia en la radio. Entonces era un asiduo
oyente de ‘El Larguero’, el programa nocturno de deportes de José Ramón de la
Morena en la Cadena SER. Entre las competencias adquiridas por el ‘Bicho’ también
estaba el deporte.
Aquella noche, no recuerdo la fecha exacta (sería primavera
de 1996) sentí compasión por el ‘Bicho’. ¡Para que luego digan que la primera
impresión es la que vale! Amigo lector, nunca se fíe. El ‘Bicho’ se hizo la
tonta en aquella noche. No sería la última vez. Demostró que no tenía ni idea de deporte (¡ay si le
hubieran preguntado sobre toros!) y se dejó vacilar por De la Morena y compañía.
En aquel entonces, el ‘Bicho’ no había sacado su verdadera esencia, que esperaba
agazapada el momento idóneo.
En aquellos años, para quienes abominábamos de Aznar
y el PP, encontramos nuestro particular paraíso ideológico en el programa ‘Caiga
quien Caiga’ de El Gran Wyoming (¡cuántas risas le debemos!). Al menos hasta
que a Telecinco no le entró el tembleque con Moncloa y canceló CQC en 2002. El ‘Bicho’
se dejó querer por los hombres de las gafas y los trajes de negro, siempre
dispuestos a acorralar a los dirigentes del PP. El ‘Bicho’ escondió sus garras.
Aguirre, con un simpático aire de ‘chulapa’ madrileña, se hizo la ‘pobrecita’,
el blanco perfecto (y dócil) de las bromas.
Pero todo estaba calculado. Esperanza Aguirre no
hizo especial ruido en su paso por el Ministerio de Educación y Cultura (ni
siquiera se enemistó con esos ‘rojazos’ que son los actores). Las polémicas
leyes educativas del PP, la LOU y la LOCE, quedaron para la segunda legislatura
con la ministra Pilar del Castillo. El ‘Bicho’ siguió fomentando una imagen limpia
en su siguiente cargo político: presidenta del Senado entre febrero de 1999 y
octubre de 2002.
La verdadera oportunidad estaba por llegar. Faltaba poco. El PP
encomendó a Esperanza Aguirre la tarea de conservar la Comunidad de Madrid en
las elecciones autonómicas de mayo de 2003. Gallardón, su posterior enemigo
político, iba a dar el salto a la Alcaldía (curiosamente el mismo salto que el ‘Bicho’
se propone dar doce años después). Aquellas elecciones fueron el nacimiento del
verdadero personaje político de Esperanza Aguirre.
Estuvimos cerca de librarnos del ‘Bicho’. Habrá que
culpar a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, dos electos diputados socialistas
en la Asamblea de Madrid que (¡vaya a saber usted por qué!) se rajaron en la
votación de investidura impidiendo el pacto PSOE-IU. El ‘Bicho’, que también
tiene algo de gato y sus siete vidas (ahí están en el recuerdo el famoso
accidente de helicóptero con Rajoy, la fuga en zapatillas y sin maquillaje de
un hotel de Bombay en una cadena de atentados yihadistas y su victoria sobre el
cáncer), tuvo una segunda oportunidad en las urnas. No la desaprovechó.
Nunca tenía suficiente. El ‘Bicho’ quería más y más. Aguirre
tiró el disfraz de pardilla que llevó como ministra de Aznar y presidenta del
Senado. El ‘Bicho’ ya era el ‘Bicho’. Tirando de populismo (curiosa palabra que
usan de manera negativa quienes precisamente son más populistas) se convirtió
en un icono de los votantes más conservadores, al menos en Madrid. Lo mismo se metía con los nacionalistas que criticaba a los sindicatos, a los comunistas, a Fidel (antes), a Chávez (después) y Maduro (hoy). Y todo ello con desparpajo, sin pelos en la lengua. Populismo en esencia. El ‘Bicho’
anhelaba el aplauso del pueblo, como Cristiano Ronaldo en el Bernabéu. No dudó
en maniatar TeleMadrid (hasta convertirla en un canal de propaganda).
En paralelo, comenzó a aplicar su ultraliberal modelo
económico. Esperanza Aguirre, acérrima admiradora de Margaret Thatcher (lo que
ya nos da una idea sobre de qué va), fijó sus ojos en el sector público. ¡Humm, ñam,
ñam. Qué rico, qué rico! Y, a mayor honra de la Dama de Hierro, elaboró un
pérfido plan para privatizar la educación y la sanidad. Así son los
ultraliberales, nunca tienen suficiente, lo quieren todo, incluidos los
servicios públicos. Lo que nunca explican, al menos en España, es que Thatcher
es un personaje bastante odiado en amplios sectores de la sociedad británica, que su plan generó desigualdades y deudas y
que, junto con su colega Reagan en la Casa Blanca, impulsaron un nuevo modelo
económico, basado en el capitalismo salvaje, que ha provocado la vigente crisis
(porque está vigente) y la creciente desigualdad social. Pero, ¡qué más les da
a los ultraliberales mientras el dinero fluya cada vez a mayor ritmo en los
mercados”!
Por increíble que parezca, una visión tan elitista
del ‘Bicho’ (no hay que olvidar que es una Grande de España) fue comprada por
una mayoría de madrileños que revalidaron, con mayoría absoluta, su mandato en 2007 y 2011. Aguirre,
para ello, había tirado de populismo. Presumía de ‘verso libre’ dentro del PP (ahora
le ha dado por llamarse ‘maverick’ porque queda más chulo decirlo en inglés), presumía
de hacer lo que le daba la gana en el partido. Presumía de construir hospitales
(lo que no decía era que el verdadero fin era cederlos a la gestión privada). Y
presumía de españolidad, algo que les mola bastante a las mentes fáciles que lo
tapan todo con una bandera. En cierto modo, Aguirre creó a su alrededor un
culto a la divinidad. Tal es así su ego.
Pero el ‘Bicho’ no se estaba quieto. La tonta del
CQC escondía a una de las políticas más calculadoras que han pisado este mundo.
Tras la segunda derrota en las urnas de Rajoy, Aguirre enredó antes del
Congreso del PP de Valencia en 2008. El ‘Bicho’, con el apoyo de los sectores mediáticos
más conservadores de la derecha española (piensen en Pedro J. Ramírez y
Federico Jiménez Losantos, ¡casi nada!), midió sus fuerzas para retar a Rajoy
en el liderazgo de su partido. Por primera vez, no se atrevió. Y es que Aguirre da miedo
incluso a sus compañeros de partido. Nadie se fía de ella fuera de Madrid.
Y ahí se habría quedado la cosa, y más cuando
Aguirre, para sorpresa de todo el mundo, se apartó voluntariamente de la
política el 17 de septiembre de 2012: “Ahora ha llegado el momento de vivir más
cerca de los míos y dedicarme a mis nietos, a mis hijos, a mi marido, a mi
madre y a mis siete hermanos”.
¿Y usted se lo creyó? Bueno, habría que precisar, ¿alguien
se lo creyó? El ‘Bicho’, que había dejado a su delfín Ignacio González como
presidente en la Comunidad de Madrid, no dejó su puesto de presidenta del PP de
Madrid. Curiosa manera de ‘apartarse de la política’. El ‘Bicho’, como los seres más maquiavélicos, manejaba los hilos en la sombra.
Liberada del cargo de presidenta de la
Comunidad de Madrid, se empleó a fondo para reactivar sus contactos mediáticos
y tocar las narices a Rajoy. El ‘Bicho’, otra vez, estaba pensando en grande. Y
poco importaban los escándalos de corrupción que afectaban a altos cargos de la
Comunidad de Madrid elegidos por Aguirre. Ya saben, Francisco Granados e
Ignacio González. Por si no hubiera sido suficiente con la Trama Gürtel para saber
que el ‘Bicho’ estaba metido hasta el fondo en la corrupción. ¡Ponme los
cuchillos, González!
Y la que dijo que se iba, pero nunca se fue, presionó
y presionó hasta que volvió. El ‘Bicho’ tenía nuevo capricho: ser alcaldesa de
Madrid. Y no paró hasta conseguir la candidatura. Esperanza Aguirre, que usa la
prensa para sus fines como pocos políticos, no le dejó otra a Rajoy si quería
conservar Madrid. Y por el bien, además, de la seguridad de los agentes de la Policía Local de Madrid. Si Aguirre es alcaldesa, ya no tendrá problemas para estacionar en el carril-bus.
El ‘Bicho’ fue la protagonista de la larga precampaña
y, como no podía ser de otra manera por su egocéntrica personalidad, ha sido la
protagonista en la campaña. Día sí, y día también, Esperanza Aguirre ha
demandado la primera plana en los periódicos y los primeros minutos en los
informativos de la radio y la televisión. Porque, ¡claro!, los populistas son
otros, no su perro Pecas, el banco donde, supuestamente, se sentaba para
escuchar a los ciudadanos madrileño y su paseo en bici con el maillot amarillo demarrando ante Rajoy y Cristina Cifuentes.
Anécdotas que se quedarían en eso, en anécdotas, si
no fuera porque jamás se había visto una campaña tan sucia como la emprendida
por el ‘Bicho’. Tanto que ha perdido los papeles con el paso de los días.
Aguirre y su equipo (me los imagino, metafóricamente, buscando mierda en la
basura, colándose con linternas en las casas de sus adversarios políticos y entrando en los discos duros de los ordenadores) ha difamado como
pocas veces se ha visto en una campaña.
El blanco ha sido la candidata de Ahora Madrid
(lista de confluencia apoyada por Podemos), la juez Manuela Carmena. El ‘Bicho’
no ha dudado en mentir. Lo hizo cuando acusó a Carmena de ser juez por el
cuarto turno, no por oposición. Más que nada para infravalorar a Carmena, que se libró por poco de la matanza, en plena Transición, de los abogados laboralistas de Atocha. Mintió. Lo reconoció. ¿Pero qué más da? Está
acostumbrada a mentir, ¡es la descubridora de la Trama Gürtel, la que no tiene
nada que ver con el preso Granados! Es que ella es una ‘maverick’ y muy
liberal.
No contenta con ese primer engaño, rebuscó en el
marido de Carmena y un litigio laboral resuelto satisfactoriamente en los
juzgados.
Y siguió, siguió en los debates acusando a Carmena
de connivencia con ETA (¡cómo iba a faltar el tradicional comodín de ETA en el
PP!) cuando la candidata de Ahora Podemos fue objetivo de los propios terroristas. El ‘Bicho’
es así pero…
…cuando a ella la tocan.
...
...
Pero el ‘Bicho’ no ha podido parar el alud de
noticias negativas de las últimas horas, gracias a los digitales Infolibre y El Diario (el reducto que nos queda de la prensa libre). ¡Tanto mirar al marido de Carmona y olvidarse del
suyo! Aguirre había pasado por alto la actividad ‘lobista’ de su esposo con
empresas públicas con el ‘Bicho’ como presidenta de la Comunidad de Madrid. También había
pasado por alto que su marido se había olvidado (nada, solo en los últimos siete
años) de presentar las cuentas de alguna de sus empresas en el Registro
Mercantil.
Incluso había pasado por alto aquel insignificante cheque de más de
cinco millones de euros ingresado, sin una explicación coherente, en su banco. Un cuadro, según la Condesa liberal.
El ‘Bicho’ siempre ha querido ser el centro de
atención. Lo fue hasta que consiguió ser designada candidata a la Alcaldía de
Madrid. Lo ha sido con sus nauseabundos ataques a Manuela Carmela. Lo ha vuelto a ser con la
oleada de noticias sobre corrupción que se agolpan sobre su figura. Y lo
volverá a ser, pase lo que pase, tras las elecciones.
Una hipotética derrota (complicada, pero posible)
permitiría deshacernos en la política de uno de los seres más abyectos que
jamás ha existido en España. Madrid tiene la palabra.
¡Ponme los cuchillos, Paco, que viene el ‘Bicho’,
que está nervioso, muy nervioso!
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