sábado, 23 de mayo de 2015

Elecciones municipales: Aguirre, el ‘Bicho’ que se resiste a marcharse

Fue la protagonista antes de la campaña, hasta que consiguió su designación (a dedo, por supuesto, que esto es el PP) como candidata a la Alcaldía de Madrid. Ha sido la protagonista de la campaña con su guerra sucia contra la candidata de Ahora Madrid, Manuela Carmona, y la catarata de noticias sobre corrupción que la acorralan. Y será la protagonista salga lo que salga de las urnas. ¿No es el momento de que personajes tan abyectos como Esperanza Aguirre desaparezcan de la vida pública? Madrid decide.


“¡Ponme los cuchillos, González!”. Es uno de los gritos que ha popularizado Manolo Lama en la radio en los últimos años cada vez que Cristiano Ronaldo se disponía a lanzar (y a fallar, no me resistía a la precisión futbolística) una falta directa. Una falta que solía llegar después de una cabalgada llena de potencia del “Bicho” (Lama dixit).

Algo parecido sentimos muchos cada vez que vemos y escuchamos a la lideresa, la condesa Esperanza Aguirre. El “Bicho”, que nunca se fue, anda suelto y nervioso. El “Bicho” ha protagonizado y casi monopolizado en los medios de comunicación la precampaña y la posterior campaña de las elecciones municipales. “¡Ponme los cuchillos, González, que el “Bicho”, el verdadero “Bicho”, anda suelto!”.

Creo que muchos españoles, tras mirar los resultados de nuestra ciudad, dirigiremos mañana (24-M) nuestra mirada hacia el mismo municipio: Madrid. Y no solo por su condición de capital de España. El morbo está servido. El “Bicho” está nervioso, acorralado por la corrupción. Solo falta que caiga. Y ojalá lo haga con todo el estrépito del mundo. Se lo merece. La misma Esperanza Aguirre, tan pagada de sí misma, se ha encargado de generar tanta expectación.

Los españoles jamás hemos conocido a un personaje tan maquiavélico, manipulador, hipócrita, taimado, ruin y abyecto. Le puede usted agregar cualquier otro adjetivo. Eso sí, que vaya en la misma dirección porque es la única correcta. Esperanza Aguirre y Gil de Biedma (los apellidos delatan el origen), Condesa de Bornos y Grande de España (la pompa aristocrática), es un “Bicho” en toda regla. A ella, y no a Cristiano Ronaldo, sí que hay que ponerla los cuchillos de sonido de fondo cada vez que aparece. Porque nunca, nunca, nunca, trama nada bueno.

Muchos conocimos al ‘Bicho’ cuando José María Aznar le reclamó como ministra de Educación y Cultura tras las elecciones generales de 1996. Yo me enteré de su existencia en la radio. Entonces era un asiduo oyente de ‘El Larguero’, el programa nocturno de deportes de José Ramón de la Morena en la Cadena SER. Entre las competencias adquiridas por el ‘Bicho’ también estaba el deporte.

Aquella noche, no recuerdo la fecha exacta (sería primavera de 1996) sentí compasión por el ‘Bicho’. ¡Para que luego digan que la primera impresión es la que vale! Amigo lector, nunca se fíe. El ‘Bicho’ se hizo la tonta en aquella noche. No sería la última vez. Demostró que no tenía ni idea de deporte (¡ay si le hubieran preguntado sobre toros!) y se dejó vacilar por De la Morena y compañía. En aquel entonces, el ‘Bicho’ no había sacado su verdadera esencia, que esperaba agazapada el momento idóneo.


El ‘Bicho’, que ya tenía una larga carrera política previa en el Ayuntamiento de Madrid como concejal entre 1983 y 1996, se convirtió en la primera legislatura de Aznar en un personaje muy conocido en la calle. Pero por motivos diferentes a los actuales. Frente al duro carácter de personajes como Aznar y Álvarez-Cascos, el tecnicismo de Rato y el compadreo de Arenas, el ‘Bicho’ apostó por trasladar una imagen agradable al ciudadano, una imagen cercana a la compasión. Mera impostura, desde luego, mera impostura calculada.

En aquellos años, para quienes abominábamos de Aznar y el PP, encontramos nuestro particular paraíso ideológico en el programa ‘Caiga quien Caiga’ de El Gran Wyoming (¡cuántas risas le debemos!). Al menos hasta que a Telecinco no le entró el tembleque con Moncloa y canceló CQC en 2002. El ‘Bicho’ se dejó querer por los hombres de las gafas y los trajes de negro, siempre dispuestos a acorralar a los dirigentes del PP. El ‘Bicho’ escondió sus garras. Aguirre, con un simpático aire de ‘chulapa’ madrileña, se hizo la ‘pobrecita’, el blanco perfecto (y dócil) de las bromas.

Pero todo estaba calculado. Esperanza Aguirre no hizo especial ruido en su paso por el Ministerio de Educación y Cultura (ni siquiera se enemistó con esos ‘rojazos’ que son los actores). Las polémicas leyes educativas del PP, la LOU y la LOCE, quedaron para la segunda legislatura con la ministra Pilar del Castillo. El ‘Bicho’ siguió fomentando una imagen limpia en su siguiente cargo político: presidenta del Senado entre febrero de 1999 y octubre de 2002.

La verdadera oportunidad estaba por llegar. Faltaba poco. El PP encomendó a Esperanza Aguirre la tarea de conservar la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas de mayo de 2003. Gallardón, su posterior enemigo político, iba a dar el salto a la Alcaldía (curiosamente el mismo salto que el ‘Bicho’ se propone dar doce años después). Aquellas elecciones fueron el nacimiento del verdadero personaje político de Esperanza Aguirre.

Estuvimos cerca de librarnos del ‘Bicho’. Habrá que culpar a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, dos electos diputados socialistas en la Asamblea de Madrid que (¡vaya a saber usted por qué!) se rajaron en la votación de investidura impidiendo el pacto PSOE-IU. El ‘Bicho’, que también tiene algo de gato y sus siete vidas (ahí están en el recuerdo el famoso accidente de helicóptero con Rajoy, la fuga en zapatillas y sin maquillaje de un hotel de Bombay en una cadena de atentados yihadistas y su victoria sobre el cáncer), tuvo una segunda oportunidad en las urnas. No la desaprovechó.


El ‘Bicho’, que comparte con su alter-ego futbolístico su desmedida ambición, estaba ya donde quería: mandando, como presidenta de la Comunidad de Madrid (2003-2012). Aunque nunca tuvo suficiente. Aguirre pasó a controlar el PP de la Comunidad de Madrid. Es presidenta de la formación desde noviembre de 2004 (aún sigue en el cargo). Y entabló una disputa deliberadamente pública con Gallardón.

Nunca tenía suficiente. El ‘Bicho’ quería más y más. Aguirre tiró el disfraz de pardilla que llevó como ministra de Aznar y presidenta del Senado. El ‘Bicho’ ya era el ‘Bicho’. Tirando de populismo (curiosa palabra que usan de manera negativa quienes precisamente son más populistas) se convirtió en un icono de los votantes más conservadores, al menos en Madrid. Lo mismo se metía con los nacionalistas que criticaba a los sindicatos, a los comunistas, a Fidel (antes), a Chávez (después) y Maduro (hoy). Y todo ello con desparpajo, sin pelos en la lengua. Populismo en esencia. El ‘Bicho’ anhelaba el aplauso del pueblo, como Cristiano Ronaldo en el Bernabéu. No dudó en maniatar TeleMadrid (hasta convertirla en un canal de propaganda).

En paralelo, comenzó a aplicar su ultraliberal modelo económico. Esperanza Aguirre, acérrima admiradora de Margaret Thatcher (lo que ya nos da una idea sobre de qué va), fijó sus ojos en el sector público. ¡Humm, ñam, ñam. Qué rico, qué rico! Y, a mayor honra de la Dama de Hierro, elaboró un pérfido plan para privatizar la educación y la sanidad. Así son los ultraliberales, nunca tienen suficiente, lo quieren todo, incluidos los servicios públicos. Lo que nunca explican, al menos en España, es que Thatcher es un personaje bastante odiado en amplios sectores de la sociedad británica, que su plan generó desigualdades y deudas y que, junto con su colega Reagan en la Casa Blanca, impulsaron un nuevo modelo económico, basado en el capitalismo salvaje, que ha provocado la vigente crisis (porque está vigente) y la creciente desigualdad social. Pero, ¡qué más les da a los ultraliberales mientras el dinero fluya cada vez a mayor ritmo en los mercados”!

Por increíble que parezca, una visión tan elitista del ‘Bicho’ (no hay que olvidar que es una Grande de España) fue comprada por una mayoría de madrileños que revalidaron, con mayoría absoluta, su mandato en 2007 y 2011. Aguirre, para ello, había tirado de populismo. Presumía de ‘verso libre’ dentro del PP (ahora le ha dado por llamarse ‘maverick’ porque queda más chulo decirlo en inglés), presumía de hacer lo que le daba la gana en el partido. Presumía de construir hospitales (lo que no decía era que el verdadero fin era cederlos a la gestión privada). Y presumía de españolidad, algo que les mola bastante a las mentes fáciles que lo tapan todo con una bandera. En cierto modo, Aguirre creó a su alrededor un culto a la divinidad. Tal es así su ego.

Pero el ‘Bicho’ no se estaba quieto. La tonta del CQC escondía a una de las políticas más calculadoras que han pisado este mundo. Tras la segunda derrota en las urnas de Rajoy, Aguirre enredó antes del Congreso del PP de Valencia en 2008. El ‘Bicho’, con el apoyo de los sectores mediáticos más conservadores de la derecha española (piensen en Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, ¡casi nada!), midió sus fuerzas para retar a Rajoy en el liderazgo de su partido. Por primera vez, no se atrevió. Y es que Aguirre da miedo incluso a sus compañeros de partido. Nadie se fía de ella fuera de Madrid.



Y en Madrid se centró el ‘Bicho’ diseñando otro asalto al poder. Algo que se le complicó mucho con la aparición de la Trama Gürtel, con epicentro en varios ayuntamientos de Madrid con alcaldes que conocía de sobra. El ‘Bicho’, todopoderoso en el PP de Madrid, se vanaglorió, sin embargo, con toda la caradura del mundo con que había sido quien había descubierto la Trama Gürtel. Una estrategia solo apta para incondicionales pero, volvemos al culto a la divinidad que se ha creado sobre su persona, defendida por sus mismos incondicionales. ¡Cuánto pardillo suelto!

Y ahí se habría quedado la cosa, y más cuando Aguirre, para sorpresa de todo el mundo, se apartó voluntariamente de la política el 17 de septiembre de 2012: “Ahora ha llegado el momento de vivir más cerca de los míos y dedicarme a mis nietos, a mis hijos, a mi marido, a mi madre y a mis siete hermanos”.

¿Y usted se lo creyó? Bueno, habría que precisar, ¿alguien se lo creyó? El ‘Bicho’, que había dejado a su delfín Ignacio González como presidente en la Comunidad de Madrid, no dejó su puesto de presidenta del PP de Madrid. Curiosa manera de ‘apartarse de la política’. El ‘Bicho’, como los seres más maquiavélicos, manejaba los hilos en la sombra.

Liberada del cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid, se empleó a fondo para reactivar sus contactos mediáticos y tocar las narices a Rajoy. El ‘Bicho’, otra vez, estaba pensando en grande. Y poco importaban los escándalos de corrupción que afectaban a altos cargos de la Comunidad de Madrid elegidos por Aguirre. Ya saben, Francisco Granados e Ignacio González. Por si no hubiera sido suficiente con la Trama Gürtel para saber que el ‘Bicho’ estaba metido hasta el fondo en la corrupción. ¡Ponme los cuchillos, González!

Y la que dijo que se iba, pero nunca se fue, presionó y presionó hasta que volvió. El ‘Bicho’ tenía nuevo capricho: ser alcaldesa de Madrid. Y no paró hasta conseguir la candidatura. Esperanza Aguirre, que usa la prensa para sus fines como pocos políticos, no le dejó otra a Rajoy si quería conservar Madrid. Y por el bien, además, de la seguridad de los agentes de la Policía Local de Madrid. Si Aguirre es alcaldesa, ya no tendrá problemas para estacionar en el carril-bus.

El ‘Bicho’ fue la protagonista de la larga precampaña y, como no podía ser de otra manera por su egocéntrica personalidad, ha sido la protagonista en la campaña. Día sí, y día también, Esperanza Aguirre ha demandado la primera plana en los periódicos y los primeros minutos en los informativos de la radio y la televisión. Porque, ¡claro!, los populistas son otros, no su perro Pecas, el banco donde, supuestamente, se sentaba para escuchar a los ciudadanos madrileño y su paseo en bici con el maillot amarillo demarrando ante Rajoy y Cristina Cifuentes.


Anécdotas que se quedarían en eso, en anécdotas, si no fuera porque jamás se había visto una campaña tan sucia como la emprendida por el ‘Bicho’. Tanto que ha perdido los papeles con el paso de los días. Aguirre y su equipo (me los imagino, metafóricamente, buscando mierda en la basura, colándose con linternas en las casas de sus adversarios políticos y entrando en los discos duros de los ordenadores) ha difamado como pocas veces se ha visto en una campaña.

El blanco ha sido la candidata de Ahora Madrid (lista de confluencia apoyada por Podemos), la juez Manuela Carmena. El ‘Bicho’ no ha dudado en mentir. Lo hizo cuando acusó a Carmena de ser juez por el cuarto turno, no por oposición. Más que nada para infravalorar a Carmena, que se libró por poco de la matanza, en plena Transición, de los abogados laboralistas de Atocha. Mintió. Lo reconoció. ¿Pero qué más da? Está acostumbrada a mentir, ¡es la descubridora de la Trama Gürtel, la que no tiene nada que ver con el preso Granados! Es que ella es una ‘maverick’ y muy liberal.

No contenta con ese primer engaño, rebuscó en el marido de Carmena y un litigio laboral resuelto satisfactoriamente en los juzgados.

Y siguió, siguió en los debates acusando a Carmena de connivencia con ETA (¡cómo iba a faltar el tradicional comodín de ETA en el PP!) cuando la candidata de Ahora Podemos fue objetivo de los propios terroristas. El ‘Bicho’ es así pero…

…cuando a ella la tocan.

...



Las últimas horas de la campaña han sido agónicas para Esperanza Aguirre. La misma dirigente que calificaba de “exclusiva” periodística que se conocieran datos fiscales de Juan Carlos Monedero ha montado en cólera cuando ha salido a la luz su última declaración de la Renta. ¿Qué tiene que ocultar Miss Liberal y Grande de España? El ‘Bicho’, por supuesto, porque de lo contrario estaríamos hablando de otra persona, ha montado el ‘show’ haciéndose la víctima, algo que le encanta. Recuerden los años del CQC.

Pero el ‘Bicho’ no ha podido parar el alud de noticias negativas de las últimas horas, gracias a los digitales Infolibre y El Diario (el reducto que nos queda de la prensa libre). ¡Tanto mirar al marido de Carmona y olvidarse del suyo! Aguirre había pasado por alto la actividad ‘lobista’ de su esposo con empresas públicas con el ‘Bicho’ como presidenta de la Comunidad de Madrid. También había pasado por alto que su marido se había olvidado (nada, solo en los últimos siete años) de presentar las cuentas de alguna de sus empresas en el Registro Mercantil.

Incluso había pasado por alto aquel insignificante cheque de más de cinco millones de euros ingresado, sin una explicación coherente, en su banco. Un cuadro, según la Condesa liberal.

El ‘Bicho’ siempre ha querido ser el centro de atención. Lo fue hasta que consiguió ser designada candidata a la Alcaldía de Madrid. Lo ha sido con sus nauseabundos ataques a Manuela Carmela. Lo ha vuelto a ser con la oleada de noticias sobre corrupción que se agolpan sobre su figura. Y lo volverá a ser, pase lo que pase, tras las elecciones.

Una hipotética derrota (complicada, pero posible) permitiría deshacernos en la política de uno de los seres más abyectos que jamás ha existido en España. Madrid tiene la palabra.

¡Ponme los cuchillos, Paco, que viene el ‘Bicho’, que está nervioso, muy nervioso!

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