Hace apenas cuatro días mostraba en este mismo blog
mi desazón por la situación de mi ciudad natal. Dos décadas con el PP en la
Alcaldía habían envejecido, y no solo demográficamente, a la capital del
Pisuerga. Habían resucitado esencias conservadoras que muchos deseábamos que
fueran historia. Valladolid no solo no se despegaba del sambenito de Fachadolid
sino que lo cultivaba con un alcalde malencarado, chulo, soberbio, machista y
predemocrático. Pero Pucela, al fin, ha largado a León de la Riva. El CAMBIO es
real. Me duelo menos Valladolid.
De la Riva, poco antes de la campaña electoral, juzgado por desobediencia en el caso de los áticos. |
Como las
nuevas tecnologías lo permiten, me senté delante de la televisión (La Sexta) con
el ordenador encendido y actualizando, según avanzaba el escrutinio, los datos de aquellos municipios y
autonomías que más me interesaban. Lógicamente, aunque no viva ahora en mi
ciudad natal, en la que he pasado, de alguna u otra manera (también he estudiado y trabajado fuera), mis primeros treinta años de vida, uno de mis principales centros de
interés fue Valladolid.
Escribía hace cuatro días en este mismo
blog un post (titulado ‘Me duele Valladolid’) en el que mostraba mi pesar por
la negativa evolución de la ciudad desde que León de la Riva llegó a la
Alcaldía en 1995.
“Valladolid ha dejado de ser
una ciudad de futuro. Valladolid se ha convertido en una ciudad apagada.
Valladolid, contradiciendo a la
novela de Cormac McCarthy que llevaron al cine los hermanos Coen con Javier
Bardem (Oscar incluido), sí es ciudad para viejos. Bueno, en concreto, es
ciudad para viejos censados en la ciudad. Los jóvenes, los que aún no han
cambiado de aires, solo paran en Valladolid para trabajar, hacer compras y su
tiempo de ocio. Pero no viven en Valladolid, han sido expulsados de la ciudad”.
Dos décadas de gobierno
municipal del Partido Popular habían cambiado Valladolid. Y no para bien. León de la Riva habían apostado
por un modelo de ciudad basado en el ladrillo, no en las personas. Y menos aún
cuanto más jóvenes fueran.
“León de la Riva, a base de proyectos
urbanísticos, de hacer obras (eso que les gusta tanto a muchos electores sin
preguntarse si son necesarias y de dónde sale el dinero), se había ganado
mayoritariamente el voto de la tercera edad (tan poco dada a los cambios). Había
construido una Valladolid para la tercera edad, para jóvenes que solo vienen a
trabajar (pero no a vivir) y para megalómanos proyectos absolutamente
disparados”, denunciaba en mi artículo.
Un modelo de ciudad erróneo acompañado, además, por unas
maneras democráticas (si es que lo son) muy dudosas. Una incontinencia verbal
digna de estudio y repudio.
Valladolid, en los últimos veinte años, ha sido
principalmente noticia (negativa) en la prensa nacional por las bravuconadas de
un ‘torito’ en la Alcaldía.
Protestas contra León de la Riva y sus insinuaciones contras las mujeres en los ascensores compartidos. |
-Junio de 1995 (Primer acto como alcalde en la Casa
de Cervantes, casi recién elegido alcalde por primera vez). “Quiero que
Valladolid deje de ser la ciudad de las tres ‘Pes’. Voy a limpiar la ciudad de
piojos, pulgas y putas”.
-Abril de 2005 (Tras aprobarse la Ley que permite
los matrimonios entre parejas del mismo sexo). “Estoy dispuesto a no ejercer
este derecho y no delegar en nadie salvo que la Ley me obligue, en cuyo caso
ejerceré el derecho de objeción de conciencia”. Días después: “No puedo estar
fuera de la Ley, por lo que, si me obligan a celebrar estas bodas, en el
Ayuntamiento de Valladolid lo hará un concejal. Si está dispuesto, claro”.
-Mayo de 2007 (En campaña electoral). “Aunque dé el
doble de votos, me cuesta ir dando besos a los niños con mocos”.
-Mayo de 2007 (En campaña electoral, faltando el
respeto a la candidata socialista, Soraya Rodríguez). “Me han acusado de todo
menos de violar a la candidata, pero se comprende”. “Valladolid tiene tren,
Valladolid tiene tren, pero no tiene tranvía, si gobernara Soraya, ¡caramba!,
ya tendríamos tranvía. ¡Caramba! Pero como es mentirosa, ¡caramba!, nadie se lo
creería, ¡caramba! Y por mucho que prometa, ¡caramba!, no ganara la Alcaldía,
¡caramba! A ganar...”.
-Junio de 2007 (Sobre la Ley de Paridad). “No creo
en la paridad, me parecen paridas”. “No admito las cuotas porque así nos va”.
-Abril de 2009 (Sobre la ministra de Defensa, Carme
Chacón). “Es la señorita Pepis vestida de soldado”.
-Octubre
de 2010 (Sobre Leire Pajín, nueva ministra de Sanidad). “Ya lo que clama el
cielo, ¿verdad?, es lo de la ministra de Sanidad y Política Social, ‘la Leire
Pajín’. Verdad que es una chica preparadísima, hábil, discreta, que va a
repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y que va a
ser la alegría de la huerta. Yo tengo que decir que cada vez que la veo la cara
y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a contar”.
-Enero
de 2011 (Tras entrar en vigor la Ley Antitabaco): “Primero empezaron con los
judíos y comunistas, y ahora denunciamos a los fumadores”.
-Febrero
de 2013 (Sobre Javier Bardem y Maribel Verdú). “(Bardem) Es uno de esos
artistas que se muestran muy solidarios con los saharauis, cosa que no hicieron
en ocho años de Gobierno socialista, que es muy propalestino, pero que, cuando
tiene que parir la mujer, alquila una planta entera en uno de los hospitales más
caros y de mayor calidad de Estados Unidos, el Mount Sinaí, que además es
judío”. Además, criticó a Maribel Verdú por acudir a la gala de los Goya “con
un traje de Armani y que estuviera años vendiendo hipotecas en la televisión
para después sumarse a los pobres desahuciados”.
-Mayo
de 2014 (Refrendando su machismo). “El rugby no es apropiado para las chicas.
Me cuesta verlas jugando. Que nadie me tilde de machista, simplemente me cuesta
entenderlo. Creo que hay deportes más apropiados como el patinaje o la gimnasia
rítmica”.
-Agosto
de 2014 (Tras un par de violaciones en Valladolid). “A veces me da reparo
entrar en un ascensor. Imagina que hay una chica con ganas de buscarte las
vueltas, se arranca el sujetador o la falsa y sale gritando que le han
intentado agredir”. “A las seis de la mañana una mujer joven tiene que cuidar
por dónde va”.
He
estudiado en la Universidad (y un posterior Máster) en dos ciudades distintas a
Valladolid con compañeros procedentes, principalmente, de Asturias, Galicia, Euskadi,
Extremadura y Andalucía. Como comprenderán (como nos ha pasado a muchos
vallisoletanos cuando hemos salido de nuestra ciudad) he tenido muy difícil
defender a Valladolid, luchar contra el sambenito de Fachadolid. Y, más aún,
con cada burrada que ha soltado un señor fuera de tiempo. Un machista
retrógrado (parece mentira que sea ginecólogo, una profesión en la que el
respeto a las mujeres, si cabe, debe ser mayor), un soberbio que ha ensuciado
la imagen de la ciudad. Un representante orgulloso de Fachadolid.
Pero
Valladolid (por fin) dejará de ser Fachadolid. Y eso que no estaba fácil. La
pésima gestión de este individuo ha espantado a la gente más joven, la más
reacia a su figura. Quien no se ha ido de la ciudad al alfoz, se ha cambiado, directamente, de provincia o de país.
Valladolid contaba el pasado 1
de enero, según el INE, con 307.052 vecinos. Son casi treinta mil menos que los
que se encontró León de la Riva en 1995. Pero es que, hace apenas once años, vivíamos
(yo era uno de ellos) en Valladolid 94.672 personas que teníamos entre 15 y 34
años. Hoy en día ese número se ha reducido drástica y peligrosamente hasta
58.983 residentes en esa franja de edad.
El CAMBIO no era fácil.
Valladolid (convertido en un envoltorio exterior arreglado –solo faltaba que no
se hubiera arreglado la ciudad en veinte años– pero con cada vez menos
contenido) había envejecido. En la edad de sus vecinos y en espíritu, en ganas
de CAMBIO. Era una sociedad adormecida, una sociedad casi anestesiada, sin pulso vital, con la cabeza agachada siguiendo a un alcalde desquiciado con el pretexto de una buena (ficticia) gestión.
Durante muchos años había
mantenido la confianza. León de la Riva ganó sus cuatro primeros mandatos
(1995, 1999, 2003 y 2007) con mayorías absolutas justas. No le sobró ni un solo
concejal. Siempre replicaba a mis amigos de otras ciudades que Valladolid no
era tan facha como la pintaban, que había muchos vallisoletanos que estábamos
en contra de ese casposo individuo llamado León de la Riva. La crisis, con la
mala gestión de Zapatero, lo puso más complicado en 2011. De la Riva se creció en las urnas y fuera de las urnas.
Pero esa misma crisis (que no
ha desaparecido), con otra gestión aún peor (por su absoluta falta de
sensibilidad con los ciudadanos) de Rajoy, ha permitido el CAMBIO. Eso y que ya
Valladolid tenía que reaccionar, tenía que despertar. Valladolid no podría
permitirse perder cuatro años más con León de la Riva como alcalde.
En los últimos meses, temía que
León de la Riva, con un pacto entre PP y Ciudadanos, retuviera la Alcaldía. Yo
sí tenía claro que, esta vez (como ha pasado en todos los grandes municipios de
España), el PP iba a perder la mayoría absoluta. Pero no me fiaba (ni me fío)
de Ciudadanos.
Me decepcionó también que
Valladolid no presentara una única candidatura de Unidad Popular entre todas
las fuerzas del cambio, principalmente Podemos, IU y Equo. No hubo acuerdo,
como sí lo ha habido en otras ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, A
Coruña o Santiago, con excelentes resultados en las urnas. Tanto que esos
municipios tendrán alcalde procedente de una candidatura de unión popular. En
Valladolid, IU y Equo (en la plataforma Valladolid Toma la Palabra) y Podemos
(como Sí se Puede Valladolid) se presentaron por separado, algo que temía pudiera
hacer perder algún que otro concejal por el cambio.
El pasado domingo, no pude
reprimir la euforia. Pasadas las nueve de la noche, con el comienzo del
escrutinio, las primeras noticias sobre Valladolid eran esperanzadoras. León de
la Riva se quedaba lejos de la mayoría absoluta. Le faltaban cuatro concejales. Quedaba mucho voto por contabilizarse, pero era el inicio soñado. El escrutinio
avanzó rápido pero se frenó, durante minutos, clavado a las 21:39 horas.
Valladolid, con el 61% del voto escrutado, colocaba al PP a tres concejales de
la mayoría absoluta. La suma con Ciudadanos, con dos ediles, no llegaba.
La felicidad fue total cuando
el siguiente dato (al 95%) mantenía los resultados, que serían los definitivos:
PP (12 concejales), PSOE (ocho), Valladolid Toma la Palabra (cuatro), Sí se
Puede Valladolid (tres) y Ciudadanos (dos. Ocho más cuatro más tres. Sí, ¡quince!
Las fuerzas del cambio sumaban mayoría absoluta. Pucela daba la patada a León
de la Riva. El PP (59.519 votos) perdía el apoyo de algo más de 25.000
vallisoletanos con respecto a las elecciones municipales de 2011. El peor
resultado de León de la Riva en las siete veces (1991-2015) en las que se ha
presentado a la Alcaldía. Un justo final. León de la Riva, que en plena precampaña tuvo que presentarse en el juicio del caso de los áticos de la Plaza Zorrilla acusado por un delito de desobediencia, ha recibido en las
urnas un merecido castigo. Se va porque Valladolid, porque una inmensa mayoría
de vallisoletanos (más muchos que nos tuvimos que ir) le han enseñado la puerta
de salida.
Me importa poco que el ‘torito’
no haya sabido ni perder. No esperaba, realmente, otra cosa de León de la Riva.
Tras constatar que había perdido la mayoría absoluta, De la Riva, fiel a su
estilo de fantoche provocador, ironizaba en la noche electoral con que “los
perdedores” (en referencia al PSOE y las plataformas Valladolid Toma la Palabra
y Sí se Puede Valladolid) se iban a reunir “para cambiar cromos”. Un mal perder
que también hemos podido comprobar en otros alcaldes eternos del PP como Rita
Barberá o en gente como Esperanza Aguirre.
La última de un señor que, por muchas obras urbanísticas que haya realizado, ha hecho perder muchos años a
Valladolid.
El socialista Óscar Puente
apunta como nuevo alcalde. Será con un Gobierno de coalición con Izquierda
Unida (siempre fuerte en Valladolid), Equo y Podemos (es esencial, como en toda
España, la convergencia con IU y el resto de fuerzas progresistas de cara a las
próximas elecciones generales).
Un nuevo gobierno municipal (el
pacto llegará, que nadie lo dude) que estará centrada en las personas, en
quienes peor lo están pasando, no en los faraónicos e innecesarios, a menudo, proyectos urbanísticos. En Valladolid, se hablará de empleo, de políticas
sociales, de ayudar a los desfavorecidos.
El socialista Óscar Puente será, salvo sorpresa, el próximo alcalde de Valladolid. |
El socialista Óscar Puente
presentó un programa social con una clarísima prioridad: un Plan de Empleo, con
una dotación de once millones de euros. El PSOE propuso también garantizar el
derecho a la vivienda, con la apuesta de un plan de alquiler con precios
ajustados a las rentas de los inquilinos. Puente, además, habló de la necesidad
de recuperar servicios públicos municipales que habían caído en manos privadas,
como la teleasistencia o la comida a domicilio para mayores…
Manuel Saravia (Valladolid Toma
la Palabra) comparte prioridades: “Es esencial que se garanticen de forma
efectiva los derechos básicos en un momento de grave crisis actual con la
puesta en marcha de un Plan de Emergencia Social que asegure acceso a lo más
básico: luz, agua, calor, alimentación y vivienda digna. Igualmente, se
pretende crear un Plan de Empleo contra el Paro y la Precariedad y una
fiscalidad que garantice la progresividad. Además, se apostará por la gestión
pública de servicios esenciales como el agua y, por último, hacer transparentes
las paredes del Consistorio creando espacios efectivos para la participación
ciudadana en la vida municipal”.
El tripartito se cierra con
Valladolid Sí se Puede y su candidata a la Alcaldía, Charo Chávez.
“Nuestro marco de negociación
es nuestro programa electoral y la prioridad son las personas y no los sillones”,
ha dejado bien claro Chávez.
En Valladolid se volverá a
hablar de los ciudadanos, de los vallisoletanos. Serán los vallisoletanos los protagonistas de las
políticas municipales. La larga y oscura noche que han supuesto los veinte años
de León de la Riva en la Alcaldía, cuando Valladolid volvió a ser Fachadolid,
ha acabado. Valladolid volverá a ser de los vallisoletanos, no de León de la Riva. Hoy, por fin, me duele mucho menos Valladolid.
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