martes, 26 de mayo de 2015

Elecciones municipales: Me duele menos Valladolid

Hace apenas cuatro días mostraba en este mismo blog mi desazón por la situación de mi ciudad natal. Dos décadas con el PP en la Alcaldía habían envejecido, y no solo demográficamente, a la capital del Pisuerga. Habían resucitado esencias conservadoras que muchos deseábamos que fueran historia. Valladolid no solo no se despegaba del sambenito de Fachadolid sino que lo cultivaba con un alcalde malencarado, chulo, soberbio, machista y predemocrático. Pero Pucela, al fin, ha largado a León de la Riva. El CAMBIO es real. Me duelo menos Valladolid.

De la Riva, poco antes de la campaña electoral, juzgado por desobediencia
en el caso de los áticos.
El 24-M, para mí (y para muchos más), fue una noche feliz. O, más en concreto, una noche de ilusión. Una ventana de esperanza se abría tenuemente en un panorama que, aunque el prepotente Rajoy diga lo contrario (así le va a su partido), no ofrece demasiados motivos para sonreír.

Como las nuevas tecnologías lo permiten, me senté delante de la televisión (La Sexta) con el ordenador encendido y actualizando, según avanzaba el escrutinio, los datos de aquellos municipios y autonomías que más me interesaban. Lógicamente, aunque no viva ahora en mi ciudad natal, en la que he pasado, de alguna u otra manera (también he estudiado y trabajado fuera), mis primeros treinta años de vida, uno de mis principales centros de interés fue Valladolid.

Escribía hace cuatro días en este mismo blog un post (titulado ‘Me duele Valladolid’) en el que mostraba mi pesar por la negativa evolución de la ciudad desde que León de la Riva llegó a la Alcaldía en 1995.

“Valladolid ha dejado de ser una ciudad de futuro. Valladolid se ha convertido en una ciudad apagada.

Valladolid, contradiciendo a la novela de Cormac McCarthy que llevaron al cine los hermanos Coen con Javier Bardem (Oscar incluido), sí es ciudad para viejos. Bueno, en concreto, es ciudad para viejos censados en la ciudad. Los jóvenes, los que aún no han cambiado de aires, solo paran en Valladolid para trabajar, hacer compras y su tiempo de ocio. Pero no viven en Valladolid, han sido expulsados de la ciudad”.

Dos décadas de gobierno municipal del Partido Popular habían cambiado Valladolid. Y no para bien. León de la Riva habían apostado por un modelo de ciudad basado en el ladrillo, no en las personas. Y menos aún cuanto más jóvenes fueran.

“León de la Riva, a base de proyectos urbanísticos, de hacer obras (eso que les gusta tanto a muchos electores sin preguntarse si son necesarias y de dónde sale el dinero), se había ganado mayoritariamente el voto de la tercera edad (tan poco dada a los cambios). Había construido una Valladolid para la tercera edad, para jóvenes que solo vienen a trabajar (pero no a vivir) y para megalómanos proyectos absolutamente disparados”, denunciaba en mi artículo.

Un modelo de ciudad erróneo acompañado, además, por unas maneras democráticas (si es que lo son) muy dudosas. Una incontinencia verbal digna de estudio y repudio.

Valladolid, en los últimos veinte años, ha sido principalmente noticia (negativa) en la prensa nacional por las bravuconadas de un ‘torito’ en la Alcaldía.


Protestas contra León de la Riva y sus insinuaciones contras las mujeres
en los ascensores compartidos.
Hagamos un breve repaso a algunas de las ‘perlitas’ que ha soltado durante este tiempo:

-Junio de 1995 (Primer acto como alcalde en la Casa de Cervantes, casi recién elegido alcalde por primera vez). “Quiero que Valladolid deje de ser la ciudad de las tres ‘Pes’. Voy a limpiar la ciudad de piojos, pulgas y putas”.

-Abril de 2005 (Tras aprobarse la Ley que permite los matrimonios entre parejas del mismo sexo). “Estoy dispuesto a no ejercer este derecho y no delegar en nadie salvo que la Ley me obligue, en cuyo caso ejerceré el derecho de objeción de conciencia”. Días después: “No puedo estar fuera de la Ley, por lo que, si me obligan a celebrar estas bodas, en el Ayuntamiento de Valladolid lo hará un concejal. Si está dispuesto, claro”.

-Mayo de 2007 (En campaña electoral). “Aunque dé el doble de votos, me cuesta ir dando besos a los niños con mocos”.

-Mayo de 2007 (En campaña electoral, faltando el respeto a la candidata socialista, Soraya Rodríguez). “Me han acusado de todo menos de violar a la candidata, pero se comprende”. “Valladolid tiene tren, Valladolid tiene tren, pero no tiene tranvía, si gobernara Soraya, ¡caramba!, ya tendríamos tranvía. ¡Caramba! Pero como es mentirosa, ¡caramba!, nadie se lo creería, ¡caramba! Y por mucho que prometa, ¡caramba!, no ganara la Alcaldía, ¡caramba! A ganar...”.

-Junio de 2007 (Sobre la Ley de Paridad). “No creo en la paridad, me parecen paridas”. “No admito las cuotas porque así nos va”.

-Abril de 2009 (Sobre la ministra de Defensa, Carme Chacón). “Es la señorita Pepis vestida de soldado”.

-Octubre de 2010 (Sobre Leire Pajín, nueva ministra de Sanidad). “Ya lo que clama el cielo, ¿verdad?, es lo de la ministra de Sanidad y Política Social, ‘la Leire Pajín’. Verdad que es una chica preparadísima, hábil, discreta, que va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y que va a ser la alegría de la huerta. Yo tengo que decir que cada vez que la veo la cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a contar”.

-Enero de 2011 (Tras entrar en vigor la Ley Antitabaco): “Primero empezaron con los judíos y comunistas, y ahora denunciamos a los fumadores”.

-Febrero de 2013 (Sobre Javier Bardem y Maribel Verdú). “(Bardem) Es uno de esos artistas que se muestran muy solidarios con los saharauis, cosa que no hicieron en ocho años de Gobierno socialista, que es muy propalestino, pero que, cuando tiene que parir la mujer, alquila una planta entera en uno de los hospitales más caros y de mayor calidad de Estados Unidos, el Mount Sinaí, que además es judío”. Además, criticó a Maribel Verdú por acudir a la gala de los Goya “con un traje de Armani y que estuviera años vendiendo hipotecas en la televisión para después sumarse a los pobres desahuciados”.

-Mayo de 2014 (Refrendando su machismo). “El rugby no es apropiado para las chicas. Me cuesta verlas jugando. Que nadie me tilde de machista, simplemente me cuesta entenderlo. Creo que hay deportes más apropiados como el patinaje o la gimnasia rítmica”.

-Agosto de 2014 (Tras un par de violaciones en Valladolid). “A veces me da reparo entrar en un ascensor. Imagina que hay una chica con ganas de buscarte las vueltas, se arranca el sujetador o la falsa y sale gritando que le han intentado agredir”. “A las seis de la mañana una mujer joven tiene que cuidar por dónde va”.


Esa es la herencia que deja León de la Riva en Valladolid: una catarata de salidas de tono que han dañado mucho la imagen de la ciudad en el conjunto de España y un modelo de ciudad que ha provocado un masivo éxodo de jóvenes. Un fracaso que solo se lo pueden comprar machistas, retrógrados, nostálgicos de tiempos pasados y gente, en líneas generales, que no entiende en qué consisten la democracia y el siglo XXI.

He estudiado en la Universidad (y un posterior Máster) en dos ciudades distintas a Valladolid con compañeros procedentes, principalmente, de Asturias, Galicia, Euskadi, Extremadura y Andalucía. Como comprenderán (como nos ha pasado a muchos vallisoletanos cuando hemos salido de nuestra ciudad) he tenido muy difícil defender a Valladolid, luchar contra el sambenito de Fachadolid. Y, más aún, con cada burrada que ha soltado un señor fuera de tiempo. Un machista retrógrado (parece mentira que sea ginecólogo, una profesión en la que el respeto a las mujeres, si cabe, debe ser mayor), un soberbio que ha ensuciado la imagen de la ciudad. Un representante orgulloso de Fachadolid.

Pero Valladolid (por fin) dejará de ser Fachadolid. Y eso que no estaba fácil. La pésima gestión de este individuo ha espantado a la gente más joven, la más reacia a su figura. Quien no se ha ido de la ciudad al alfoz, se ha cambiado, directamente, de provincia o de país.

Valladolid contaba el pasado 1 de enero, según el INE, con 307.052 vecinos. Son casi treinta mil menos que los que se encontró León de la Riva en 1995. Pero es que, hace apenas once años, vivíamos (yo era uno de ellos) en Valladolid 94.672 personas que teníamos entre 15 y 34 años. Hoy en día ese número se ha reducido drástica y peligrosamente hasta 58.983 residentes en esa franja de edad.

El CAMBIO no era fácil. Valladolid (convertido en un envoltorio exterior arreglado –solo faltaba que no se hubiera arreglado la ciudad en veinte años– pero con cada vez menos contenido) había envejecido. En la edad de sus vecinos y en espíritu, en ganas de CAMBIO. Era una sociedad adormecida, una sociedad casi anestesiada, sin pulso vital, con la cabeza agachada siguiendo a un alcalde desquiciado con el pretexto de una buena (ficticia) gestión.  

Durante muchos años había mantenido la confianza. León de la Riva ganó sus cuatro primeros mandatos (1995, 1999, 2003 y 2007) con mayorías absolutas justas. No le sobró ni un solo concejal. Siempre replicaba a mis amigos de otras ciudades que Valladolid no era tan facha como la pintaban, que había muchos vallisoletanos que estábamos en contra de ese casposo individuo llamado León de la Riva. La crisis, con la mala gestión de Zapatero, lo puso más complicado en 2011. De la Riva se creció en las urnas y fuera de las urnas.

Pero esa misma crisis (que no ha desaparecido), con otra gestión aún peor (por su absoluta falta de sensibilidad con los ciudadanos) de Rajoy, ha permitido el CAMBIO. Eso y que ya Valladolid tenía que reaccionar, tenía que despertar. Valladolid no podría permitirse perder cuatro años más con León de la Riva como alcalde.

En los últimos meses, temía que León de la Riva, con un pacto entre PP y Ciudadanos, retuviera la Alcaldía. Yo sí tenía claro que, esta vez (como ha pasado en todos los grandes municipios de España), el PP iba a perder la mayoría absoluta. Pero no me fiaba (ni me fío) de Ciudadanos.

Me decepcionó también que Valladolid no presentara una única candidatura de Unidad Popular entre todas las fuerzas del cambio, principalmente Podemos, IU y Equo. No hubo acuerdo, como sí lo ha habido en otras ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, A Coruña o Santiago, con excelentes resultados en las urnas. Tanto que esos municipios tendrán alcalde procedente de una candidatura de unión popular. En Valladolid, IU y Equo (en la plataforma Valladolid Toma la Palabra) y Podemos (como Sí se Puede Valladolid) se presentaron por separado, algo que temía pudiera hacer perder algún que otro concejal por el cambio.


Afortunadamente, no ha sido así. León de la Riva será historia, negra historia, en el Ayuntamiento de Valladolid en cuestión de tres semanitas. Valladolid ha dejado de ser Fachadolid.

El pasado domingo, no pude reprimir la euforia. Pasadas las nueve de la noche, con el comienzo del escrutinio, las primeras noticias sobre Valladolid eran esperanzadoras. León de la Riva se quedaba lejos de la mayoría absoluta. Le faltaban cuatro concejales. Quedaba mucho voto por contabilizarse, pero era el inicio soñado. El escrutinio avanzó rápido pero se frenó, durante minutos, clavado a las 21:39 horas. Valladolid, con el 61% del voto escrutado, colocaba al PP a tres concejales de la mayoría absoluta. La suma con Ciudadanos, con dos ediles, no llegaba.

La felicidad fue total cuando el siguiente dato (al 95%) mantenía los resultados, que serían los definitivos: PP (12 concejales), PSOE (ocho), Valladolid Toma la Palabra (cuatro), Sí se Puede Valladolid (tres) y Ciudadanos (dos. Ocho más cuatro más tres. Sí, ¡quince! Las fuerzas del cambio sumaban mayoría absoluta. Pucela daba la patada a León de la Riva. El PP (59.519 votos) perdía el apoyo de algo más de 25.000 vallisoletanos con respecto a las elecciones municipales de 2011. El peor resultado de León de la Riva en las siete veces (1991-2015) en las que se ha presentado a la Alcaldía. Un justo final. León de la Riva, que en plena precampaña tuvo que presentarse en el juicio del caso de los áticos de la Plaza Zorrilla acusado por un delito de desobediencia, ha recibido en las urnas un merecido castigo. Se va porque Valladolid, porque una inmensa mayoría de vallisoletanos (más muchos que nos tuvimos que ir) le han enseñado la puerta de salida.

Me importa poco que el ‘torito’ no haya sabido ni perder. No esperaba, realmente, otra cosa de León de la Riva. Tras constatar que había perdido la mayoría absoluta, De la Riva, fiel a su estilo de fantoche provocador, ironizaba en la noche electoral con que “los perdedores” (en referencia al PSOE y las plataformas Valladolid Toma la Palabra y Sí se Puede Valladolid) se iban a reunir “para cambiar cromos”. Un mal perder que también hemos podido comprobar en otros alcaldes eternos del PP como Rita Barberá o en gente como Esperanza Aguirre.

La última de un señor que, por muchas obras urbanísticas que haya realizado, ha hecho perder muchos años a Valladolid.

El socialista Óscar Puente apunta como nuevo alcalde. Será con un Gobierno de coalición con Izquierda Unida (siempre fuerte en Valladolid), Equo y Podemos (es esencial, como en toda España, la convergencia con IU y el resto de fuerzas progresistas de cara a las próximas elecciones generales).

Un nuevo gobierno municipal (el pacto llegará, que nadie lo dude) que estará centrada en las personas, en quienes peor lo están pasando, no en los faraónicos e innecesarios, a menudo, proyectos urbanísticos. En Valladolid, se hablará de empleo, de políticas sociales, de ayudar a los desfavorecidos.

El socialista Óscar Puente será, salvo sorpresa, el próximo alcalde de Valladolid.
Los puntos en común son muchos.

El socialista Óscar Puente presentó un programa social con una clarísima prioridad: un Plan de Empleo, con una dotación de once millones de euros. El PSOE propuso también garantizar el derecho a la vivienda, con la apuesta de un plan de alquiler con precios ajustados a las rentas de los inquilinos. Puente, además, habló de la necesidad de recuperar servicios públicos municipales que habían caído en manos privadas, como la teleasistencia o la comida a domicilio para mayores…

Manuel Saravia (Valladolid Toma la Palabra) comparte prioridades: “Es esencial que se garanticen de forma efectiva los derechos básicos en un momento de grave crisis actual con la puesta en marcha de un Plan de Emergencia Social que asegure acceso a lo más básico: luz, agua, calor, alimentación y vivienda digna. Igualmente, se pretende crear un Plan de Empleo contra el Paro y la Precariedad y una fiscalidad que garantice la progresividad. Además, se apostará por la gestión pública de servicios esenciales como el agua y, por último, hacer transparentes las paredes del Consistorio creando espacios efectivos para la participación ciudadana en la vida municipal”.

El tripartito se cierra con Valladolid Sí se Puede y su candidata a la Alcaldía, Charo Chávez.

“Nuestro marco de negociación es nuestro programa electoral y la prioridad son las personas y no los sillones”, ha dejado bien claro Chávez.

En Valladolid se volverá a hablar de los ciudadanos, de los vallisoletanos. Serán los vallisoletanos los protagonistas de las políticas municipales. La larga y oscura noche que han supuesto los veinte años de León de la Riva en la Alcaldía, cuando Valladolid volvió a ser Fachadolid, ha acabado. Valladolid volverá a ser de los vallisoletanos, no de León de la Riva. Hoy, por fin, me duele mucho menos Valladolid.

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