lunes, 25 de mayo de 2015

Elecciones municipales y autonómicas: Albert Rivera y el espejo de Rösler y Clegg

Ciudadanos, la marca blanca del PP impulsada desde el Ibex-35 con la connivencia de los grandes medios de comunicación, no será tan decisiva como esperaba. Pero tendrá que mojarse en muchos ayuntamientos y autonomías. ¿Qué hará? Que reflexione sobre lo que le ha sucedido a los liberales británicos con Cameron y los alemanes con Merkel.


Angela Merkel, Miss Austeridad siglo XXI y canciller de Alemania desde 2005, revalidó por segunda vez el cargo en septiembre de 2013. Lo hizo devorando a los liberales del FDP, sus socios de Gobierno entre 2009 y 2013. Una OPA hostil total. Los liberales pagaron muy caro el apoyo a Merkel y se quedaron fuera del Bundestag tras perder más de cuatro millones de votos y pasar de seis a dos millones. Un varapalo.

¿Una excepción? No. David Cameron, hace apenas dos semanas, imitó a Merkel. El ‘premier’ británico había gobernado en los últimos cinco años con el indispensable apoyo de los liberales de Nick Clegg, viceprimer ministro en el primer Gobierno Cameron. Pero las urnas, como en Alemania, castigaron a los liberales tras formar parte de un Ejecutivo conservador. Desastre de los liberales de Clegg, de 57 a 8 representantes en la Cámara de los Comunes. La consecuencia lógica de bajar desde 6,8 hasta 2,4 millones de votos.

Los liberales europeos salen muy perjudicados de los pactos con los conservadores. Los conservadores devoran a los liberales en las urnas.

El fracaso tiene consecuencias. Porque en Europa, cuando se fracasa, sí se dimite. El presidente del FDP y ministro de Economía, Phillip Rösler, captó el mensaje de su electorado. Y dejó el cargo. Clegg imitó a Rösler. Los dos máximos representantes del liberalismo en Europa, fagocitados por los conservadores tras pactar con Merkel y Cameron, dimitieron tras fracasar.

Rösler y Merkel, el primer matrimonio liberal-conservador roto.
Cameron y Clegg, la segunda pareja fracasada entre conservadores y liberales.
En España, nunca había existido un partido con un discurso liberal hasta el despegue de Ciudadanos, la formación creada por Albert Rivera en Cataluña en 2006 para responder al soberanismo e impulsada en los últimos meses por el gran poder financiero, empresarial y mediático en toda España para evitar un vuelco electoral. Ya saben, crear “una especie de Podemos de derechas”, como soltó en público, y sin cortarse, el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu.

A pesar de la notable promoción mediática hacia Ciudadanos (el partido mimado del periodismo tradicional), la formación liberal de Albert Rivera ha obtenido unos resultados insuficientes. Ciudadanos tiene fuerza, pero menos que Podemos. Ciudadanos no ha impedido que la izquierda sea la gran triunfadora de las elecciones municipales y autonómicas.

La cara, que dicen es el espíritu del alma, habla más claro que las palabras. La política gestual es básica en la vida. Y ya no les cuento en la política. Teresa Rodríguez no ocultó el sabor amargo del resultado de Podemos en las elecciones andaluzas de hace un mes. Esperaba más. Esa misma expresión, esa misma sonrisa forzada, ha llegado a Ciudadanos. Los liberales esperaban más. Y cuando no se cumplen las expectativas…

La campaña electoral (también la precampaña) giró alrededor de una cuenta que le salvaba el culo al PP y al poder financiero y del Ibex-35: PP + Ciudadanos = Mayoría Absoluta. El cambio sin cambio, el recambio. Me parece absurdo, a estas alturas de la película, discutir sobre la ideología de Ciudadanos. Estamos hablando de un partido muy conservador en economía, partidario hasta de subir el IVA a los alimentos básicos. Estamos hablando de un partido muy cercano a los intereses de la gran banca. Estamos hablando de un partido cuyos socios pactan en Europa con gobiernos conservadores, no con gobiernos progresistas. Sí, Ciudadanos era el plan C (el plan B, la gran coalición PP-PSOE, no terminó de arrancar por el desprecio de los mismos afiliados de ambos partidos) del poder para que España parezca que cambia sin, realmente, cambiar.


Pero quienes decidimos, señores banqueros y empresarios del Ibex-35, somos los ciudadanos (no el nombre del partido, sino las personas). Y las urnas dejan a Ciudadanos en una posición muy incómoda. ¿Qué les aconsejarían en estos momentos sus caídos colegas Rösler y Clegg? Porque, si priman los intereses electorales, nada peor le vendría a Ciudadanos que apoyar al PP para que la derecha conserve una mermada cuota de poder municipal y autonómico. Pero, si priman los intereses de quienes han aupado a Ciudadanos, gente como el presidente del Banco Sabadell, el pacto PP + Ciudadanos será una realidad. Y Rivera tendrá, muy pronto (quizás en las mismas generales), que mirarse en el espejo de Rösler y Clegg. Y eso sin contar que en España, a diferencia de en Alemania y Reino Unido, no existe una tradición política específica con una formación liberal. Esa ideología estaba absorbida dentro del PP, con elementos como Esperanza Aguirre, simpatizante, por cierto, de Ciudadanos.

Pero a Aguirre, por ejemplo, no le valdrá. Por eso ha fracasado Ciudadanos. Porque el objetivo era frenar el verdadero cambio. No lo habrá en Madrid, como tampoco lo habrá en Valencia y la Comunidad Valenciana. La mágica suma PP + Ciudadanos no llega a la mayoría absoluta soñada por el poder financiero y empresarial para que nada, realmente, cambie.

Ciudadanos no ha cumplido las expectativas. No ha parado el CAMBIO. Y tendrá que mojarse en varios ayuntamientos y autonomías donde no podrá, como está haciendo en Andalucía, jugar un papel ambivalente. No se lo van a permitir sus patrocinadores. Que los tiene. Y muy poderosos. Y hoy, tras el 24-M, muy cabreados.

Una anécdota que no sé si a ustedes también les ha pasado. ¿Les ha llegado a sus hogares alguna publicidad electoral de Podemos? A mí, no. ¿Y de IU? Tampoco. ¿Y de UPyD? Tampoco. A mí casa solo han llegado sobres y papeletas del bipartidismo PP-PSOE y de Ciudadanos. ¿De dónde coño ha sacado todo el dinero Ciudadanos para hacer un ‘mailing’ que, por su coste, solo está en manos de los dos grandes partidos? Ese dinero no es gratis, no viene de la nada. Viene de donde viene, de esos patrocinadores que, enfadados por el insuficiente resultado de Ciudadanos en Madrid, Valencia y la Comunidad Valenciana, van a pedir, van a exigir, a Rivera que se moje. A Rivera se le ha quitado, en cuestión de unas horas, la pretenciosa sonrisa que le acompaña desde que es el protegido de la prensa.

Cristina Cifuentes, a la espera de la llamada de Albert Rivera.
-La Comunidad de Madrid. Sin duda, el mayor embrollo para Ciudadanos. La formación de Rivera, según las encuestas (sic, que se la han vuelto a pegar), apostaba fuerte por Madrid. La realidad es que ha quedado en cuarta posición en la capital (sin posibilidades de pacto con el PP para alcanzar la mayoría absoluta) y en la Comunidad (donde sí suma absoluta, por los pelos, con el PP de Cristina Cifuentes). Ciudadanos tendrá que mojarse en la CAM. No le vale la abstención, como en Andalucía. Tendrá que apoyar a Cifuentes para frenar un gobierno entre PSOE y Podemos, aunque sea en minoría. No parece que alguna de las exigencias públicas de Ciudadanos, como la celebración de primarias, se ajuste al ‘dedazo’ que se lleva en el PP. Tampoco el pasado de corrupción que persigue al PP en la Comunidad de Madrid, origen y cuna de la Trama Gürtel. Pero, ¿qué le obligarán los patrocinadores de Ciudadanos a hacer al partido de Rivera? ¿Y cuál sería el coste posterior en la CAM en las generales? Si preguntan a Clegg y Rösler, se lo podrían adelantar a Rivera.

-Málaga y Murcia. De los diez municipios más poblados en España (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Murcia, Palma de Mallorca, Las Palmas de Gran Canaria y Bilbao), la suma PP-Ciudadanos solo alcanza la absoluta en dos: Málaga y Murcia. Y por los pelos. En ambos municipios, una coalición entre PSOE, Podemos, IU y el resto de formaciones progresistas, estaría cerca de la absoluta. Ciudadanos tiene que mojarse si apuesta por el CAMBIO o por la continuidad apoyando a alcaldes del PP. Málaga y Murcia (con alcaldes del PP en los últimos veinte años), se merecen un CAMBIO. No hay nada más saludable en democracia que la alternancia. Mal podría Ciudadanos seguir hablando de CAMBIO si apoya, por ejemplo, la continuidad del PP en ciudades importantes como Málaga y Murcia.

-Las capitales de provincia y otros grandes municipios. Albacete, Almería, Ávila, Badajoz, Burgos, Cáceres, Cuenca, Granada, Guadalajara, Jaén, Logroño, León, Palencia, Salamanca y Santander. Son quince ayuntamientos históricos del PP. Y están en peligro. El PP tiene un flotador llamado Ciudadanos. Con Ciudadanos, salvaría el Ayuntamiento con mayoría absolutas justas. Otra vez, la formación de Rivera tendrá que demostrar si es cambio o recambio. Lo mismo pasa en ayuntamientos importantes que no son capitales de provincia como Cartagena, Alcorcón y Alcobendas. Ciudadanos va a tener que mojarse mucho. Hasta los huesos.

-Las Comunidades Autónomas. Madrid es la joya de la corona, pero no representa la única región que el PP puede salvar con el apoyo de Ciudadanos. La formación de Rivera es decisiva en Murcia, La Rioja e incluso Castilla y León. Ciudadanos tiene en su mano el CAMBIO. Si se une con las formaciones progresistas, el CAMBIO existirá. Si se une al PP…

Albert Rivera no para de mirarse a un espejo donde se reflejan los rostros de sus compañeros alemanes y británicos, de Rösler y Clegg. Difícil panorama. Pactar con el PP, ser el salvavidas del PP en algunos ayuntamientos y autonomías, además de demostrar claramente (ya no lo podrá ocultar), que Ciudadanos es la marca blanca del PP, podría suponer su absorción futura. Si pasó en Alemania y Reino Unido… ¿Quiénes son esos que ves en el espejo, Albert?

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