martes, 18 de diciembre de 2012

La estrategia de la falsa ilusión y de la patada a seguir del Partido Popular

Rajoy mantiene viva la explicación de la herencia recibida un año después de su llegada a La Moncloa y alarga el proceso de la recuperación económica hasta 2014.
 

 
"Afrontamos un año 2013 muy complicado. Será difícil, pero será también el año de la estabilización de la economía. Terminará mejor de cómo va a empezar. Los esfuerzos no están cayendo en saco roto y más pronto que tarde” llegará la recuperación. Mariano Rajoy, un año después de llegar a La Moncloa, mantiene intacto el espíritu de la ilusión a pesar del evidente deterioro de la situación laboral, económica y social. Nada nuevo al frente. Rajoy, que lleva doce meses cumpliendo más con sus obligaciones de presidente del PP que de presidente del Gobierno, sigue dirigiéndose en exclusiva a sus electores más fieles dibujando un escenario de mejoría que solo surge en su cabeza.


La estrategia utilizada desde el Ejecutivo central no puede estar más vista y ser más ineficaz a la altura de esta crisis. Prometer la recuperación del mercado laboral y de las penurias de millones de españoles no puede ser el ‘leitmotiv’ de Rajoy. Tras cinco años de una crisis de la que no se atisba un próximo final, la mayoría de ciudadanos no quieren palabrería, sino hechos. En el fondo, el PP está repitiendo la misma denostada estrategia que emprendió el Ejecutivo de Zapatero a partir de 2009 con los llamados brotes verdes.

“Sé que hay muchos que no las aplauden, y algunos se han manifestado en contra de ellas pero, sin las renuncias parciales de cada uno, la recuperación de todos es imposible”, ha defendido Rajoy sobre sus recortes, rebautizados desde el aparato político de La Moncloa como reformas. “Cada reforma es un avance irreversible hacia la meta de la recuperación”, se jactaba ayer Rajoy ante un público entregado y sin capacidad de autocrítica, sus propios compañeros de partido (diputados, senadores, eurodiputados y representantes de los parlamentos regionales), en la XVII Interparlamentaria del PP, celebrada con el pretencioso lema ‘Un año impulsando reformas’.

No es momento de presumir de medidas, que además están siendo (como poco en el corto plazo) ineficaces en la lucha contra la crisis. Es la hora de los hechos, de las realidades. Mientras vemos que el paro se aproxima a los seis millones de desempleados (y eso que muchos inmigrantes y españoles, casi 120.000 desde 2011, están abandonando España), que los desahucios crecen y crecen y aumenta un problema social propio de países tercermundistas, o que el consumo se ralentiza en todo tipo de bienes (vehículos, viviendas, ropa, muebles…, hasta líneas telefónicas móviles, con una caída de medio millón en octubre), el mensaje lanzado por el presidente del Gobierno es que dentro de un año estaremos en fase de recuperación.

En pleno periodo de depresión social y recesión económica y laboral, Rajoy saca pecho de sus ‘reformas’ y pide paciencia a una sociedad exhausta y desilusionada que no puede esperar más. La estrategia del optimismo, la misma que desgastó a Zapatero tanto como su resistencia a llamar crisis a la crisis y a sus medidas antisociales aplicadas desde mayo de 2010, ha cambiado de bando, pero no de resultados. Los españoles demandan certezas, no promesas.

En un año los ciudadanos hemos asistido a verdaderos hachazos en nuestros derechos sociales adquiridos: con una reforma laboral que solo destruye empleo, con repagos (porque la sanidad ya la pagamos con nuestros impuestos) sanitarios en medicinas y servicios (como el inminente en las ambulancias), con ataques a la educación pública (con una intolerable subida de tasas universitarias), con incrementos de impuestos (IRPF e IVA) que nada tienen que ver con lo prometido por Rajoy en la campaña electoral de octubre de 2011… Nada ha mejorado en doce meses de gobierno de la derecha española. Nada. Sin embargo, Rajoy, orgulloso donde los haya, sigue prometiendo la recuperación con un tono mesiánico que en poco difiere al utilizado, y criticado desde el mismo PP, por Artur Mas con la independencia de Cataluña.

La estrategia de la falsa ilusión para conservar leales a sus votantes representa un complemento ideal para otra actuación bien conocida en el mundo de la política: la patada hacia adelante a la hora de afrontar los problemas. Retrasando la promesa de la recuperación al año 2014, Rajoy gana doce meses de margen para mantener tranquilos e inquebrantables a sus adeptos. Busca tiempo, porque soluciones, o no halla, o no sabe encontrarlas. Pega una patada al problema. Y, ¿qué hará cuando se encuentre otra vez con él? Pues, simple, repetir acción. Lo lleva haciendo desde hace meses con el rescate a España, un rescate, desgraciadamente, que todo el mundo da por descontado y que depende ahora mismo del momento que decida Angela Markel.

Y, si la estrategia de la ilusión y de la patada adelante no funcionan, ¿qué queda? Rajoy y su equipo lo resumen en tres palabras repetidas constantemente en el último año: la herencia recibida, la misma que negó utilizar en su debate de investidura. Si una cosa une al electorado del PP, es su odio al Partido Socialista. No es una razón lógica, sino emocional. Pero muy muy muy efectiva. Nada como echar la culpa a otro, y más en política, para eludir responsabilidades propias: “El PSOE carga con una culpa histórica. Nos dejó un déficit de bancarrota, y aquí está buena parte de nuestros males, y dejó al borde del colapso los servicios sociales”. ¿Hasta cuándo serán válidas estas estrategias? En La Moncloa confían en que, como poco, hasta finales de 2013, son las coartadas perfectas para perpetuarse en el poder, sin resolver la crisis, para profundizar en la transformación de una sociedad a su medida que esconde sus medidas, su objetivo real, y para explicar sus incontables incumplimientos electorales.

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