miércoles, 5 de diciembre de 2012

Marca España: Rosell y la CEOE callan con Díaz Ferrán camino de Soto del Real

La patronal ni defiende ni critica a su anterior presidente pese a las graves acusaciones que pesan sobre él. Un escándalo mayúsculo refrendado en una fianza histórica: treinta millones de euros, la segunda más alta de la historia judicial junto con la impuesta a Javier de la Rosa por el caso KIO. Desgraciadamente, esto también es la marca España.


Gerardo Díaz Ferrán será en las próximas horas un nuevo inquilino temporal de la madrileña prisión de Soto del Real. La fianza impuesta por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, treinta millones de euros, no invita precisamente a pensar en que Díaz Ferrán dormirá en su hogar en los próximos días. Es la segunda más elevada de la justicia española, junto con la impuesta a Javier de la Rosa en el caso KIO. La gravedad del proceso se refrenda con las fianzas impuestas a los otros dos principales implicados: Iván Losada (treinta millones de euros), exdirector del Grupo Marsans, y Ángel de Cabo (cincuenta millones), liquidador de las empresas.
No estamos, ni mucho menos, ante un caso más de corrupción ni por volumen de dinero ni por relevancia de los imputados. Gerardo Díaz Ferrán fue presidente de los empresarios durante tres años y medio (junio de 2007-diciembre de 2010) Era el rostro de las demandas de la patronal. Era el primer interlocutor con los sindicatos en la negociación colectiva. Era el máximo representante empresarial ante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿No había nadie mejor?
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) eligió democráticamente a Gerardo Díaz Ferrán como su líder, la misma persona que esta noche dormirá en Soto del Real acusado de delitos nada edificantes para un emprendedor: alzamiento de bienes, insolvencia punible con agravante por ocultación patrimonial de notoria cantidad de dinero, estafa procesal por el concurso de acreedores del Grupo Marsans, blanqueo de capitales y falsedad documental. Todo esto también es, señores míos, la marca España.
Llevamos meses escuchando voces desde el Gobierno y desde el ámbito empresarial que insisten en la necesidad de resaltar los valores económicos españoles para acaparar inversión externa. Nada de críticas, la marca España está por encima de todo. ¿De todo?

No creo que sea una buena tarjeta de visita de un país que el expresidente de la principal organización empresarial vaya camino de prisión como presunto autor de prácticas de muy dudosa legalidad. ¿Por qué la CEOE no ha dicho nada sobre la detención de su anterior patrono? ¿Por qué ese silencio? No hay una defensa de la figura de Gerardo Díaz Ferrán, pero tampoco hay una denuncia o, al menos, un distanciamiento una vez conocidas las últimas noticias sobre el mandamás del liquidado Grupo Marsans.



A la marca España que tanto incentivan desde la CEOE le hace un flaco favor el arresto de Díaz Ferrán, pero también la inacción del actual presidente de la organización, Juan Rosell. ¿Por qué está callado Rosell? ¿Cómo se puede invertir con confianza en un país que no es contundente desde todas las esferas públicas con los presuntos delincuentes? Salvo desde el ámbito judicial, desde el Gobierno y la CEOE los mensajes sobre Díaz Ferrán son inexistentes o, en el mejor de los casos, tibios. No hace falta quebrantar el principio básico de presunción de inocencia para pronunciarse sobre este proceso.

El mundo empresarial español sale muy dañado de este escándalo. La imagen que trasciende de los negocios de Gerardo Díaz Ferrán nos traslada a tiempos poco democráticos. E, insisto, no es un empresario más, Díaz Ferrán ha sido el líder de la patronal. ¿Dónde está la moralidad en la CEOE? ¿Y la responsabilidad? Rosell debe inmediatamente desmarcarse de su predecesor si no quiere laminar la poca buena imagen que tiene aún el sector empresarial en España. Los buenos empresarios, que existen, deberían repudiar al enterrador de Marsans.

Gerardo Díaz Ferrán (Madrid, 1942) mamó desde niño los negocios. Con doce años, compaginaba los estudios con funciones de cobrador en el autobús que conducía su padre. La familia de Díaz Ferrán regentaba una empresa de transporte de viajeros desde la que empezó a labrar una voraz carrera de la mano de Gonzalo Pascual, su principal socio en sus aventuras empresariales.

Con Pascual, Díaz Ferrán se convirtió en un hombre muy importante en la empresa española, sobre todo en los sectores del transporte y del turismo. Sin embargo, con el paso de los años, los escándalos fueron acumulándose. El holding creado por el expresidente de la CEOE hacía agua por todos los lados hasta que su joya, el Grupo Marsans, se abocó al concurso de acreedores con una deuda de 400 millones de euros. El líder de la patronal era incapaz de gestionar adecuadamente sus propios negocios.

El hundimiento de Marsans estuvo precedido de otros dos conflictos que dejan en evidencian la labor de Díaz Ferrán: Aerolíneas Argentinas y Air Comet. Siempre muy bien apoyado desde las esferas políticas, pasó a controlar en el año 2001 la compañía aérea sudamericana por un precio simbólico fijado por el Ejecutivo de José María Aznar. Marsans dirigió la aerolínea de bandera argentina hasta el año 2008, cuando Cristina Fernández la recuperó para su país.

Con Air Comet, el escándalo fue visible en imágenes y fotografías en los informativos españoles. Air Comet cerró en las navidades del año 2009, entonces Díaz Ferrán ya era presidente de la patronal, dejando tirados en Barajas a miles de ciudadanos que habían comprado sus billetes cuando el dueño de Marsans conocía ya que la aerolínea podía desaparecer en cualquier instante. Yo nunca hubiera volado con Air Comet a ningún sitio, se jactó, incluso, el empresario con miles de afectados en el aeropuerto madrileño.


La quiebra de Marsans ha sido la gota que ha colmado el vaso. Díaz Ferrán y su socio Gonzalo Pascual, fallecido en el pasado verano tras sufrir un infarto, no se quedaron, presuntamente, en la ruina pese a dejar a proveedores, clientes y trabajadores con una deuda de ¡400 millones de euros! El mismo empresario que instaba a los españoles, para salir de la crisis, “a trabajar más y ganar menos” había elaborado, según la investigación judicial, una red de testaferros con la cual se encargó de ocultar bienes con los que podía haber saldado sus deudas. Pero Díaz Ferrán, que ha descargado culpabilidades en un ya indefenso Pascual, no quiso.

En la mañana del pasado lunes, fue detenido en su hogar con un kilo de oro y 150.000 euros en metálico. Presuntamente, con la colaboración de Ángel de Cabo, no son los únicos bienes que Díaz Ferrán ha escondido. Las investigaciones apuntan, por ejemplo, a la presencia de un yate, un chalet en una parcela de 1.248 metros cuadrados en Calviá (Mallorca) y dos apartamentos en Nueva York. La investigación sigue en marcha y el insolvente Gerardo Díaz Ferrán, la voz de los empresarios durante tres años y medio, no atravesaba, según apuntan los primeros indicios, una situación económica crítica como para hacer un ‘sinpa’ a sus acreedores.

Pese a todos estos datos, Juan Rosell y la CEOE se mantienen callados. Y luego nos quejamos de que la marca España no venda.

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