lunes, 10 de diciembre de 2012

Un Nobel de la Paz justo y que invita a regresar a los orígenes de la UE

El continente que desencadenó las dos guerras mundiales ha vivido su periodo de mayor estabilidad gracias a la creación de la Unión Europea. Enemigos históricos como Alemania y Francia o Alemania y Reino Unido han apostado por la diplomacia para resolver sus conflictos. No hace tanto lo hacían con sus ejércitos. Un progreso histórico y necesario de reconocer pero que la burocracia de Bruselas y Berlín están torpedeando en los últimos años apostando por los intereses financieros y particulares y marginando a los ciudadanos de la Europa del Sur. Eso también es una agresión ‘bélica’.


El pasado de Europa está lleno de grandes avances científicos, políticos, democráticos, culturales, artísticos y sociales, pero también de catastróficas y horrendas acciones. Como europeo, sigo abochornado de que en mi continente se desencadenaran los dos conflictos bélicos más devastadores de la historia. 

Decenas de millones de muertos, militares y civiles, después, Europa se encontraba en 1945 desangrada. No podía volver a suceder una tragedia similar. Nunca. Europa había perdido su supremacía internacional, con Alemania devastada y dividida, Italia empobrecida, Francia depauperada y Reino Unido desprestigiado. Estados Unidos, la nueva potencia mundial, había ocupado su lugar. La locura genocida del nazismo de Hitler y del fascismo de Mussolini había cambiado el mapa europeo y golpeado tan duramente la conciencia de las futuras generaciones de europeos que se llegó a la conclusión de que Europa no podía permitirse una nueva guerra.
En ese contexto es donde nace el proyecto que este 10 de diciembre de 2012 se está premiando en Oslo con el Nobel de la Paz: la Unión Europea. Los países que se han ido adhiriendo, progresivamente, a este sueño de unidad de todos los pueblos europeos han aparcado los tanques, los cazas y los fusiles a la hora de dialogar. Es un logro histórico. Europa, la historia de Europa, está repleta de conflictos bélicos, de invasiones, de peligrosos visionarios con ánimos de grandeza. Hitler fue el último. Europa se había destruido a sí misma tras dos guerras mundiales impulsadas desde Alemania. Y el mundo se había transformado. Europa tenía que convertirse, perdido el liderazgo mundial político, en un territorio donde se pudiera vivir y progresar en paz.

Seamos justos y agradecidos, la UE es el mejor invento del siglo XX en nuestro continente. Fuera de ella, todo lo que hemos visto, como en la Europa del Telón de Acero, han sido más dramas. El ejemplo más claro es la Guerra de los Balcanes. Si la mayoría de los pueblos europeos no hubieran entendido que tras la Segunda Guerra Mundial las armas debían desaparecer de nuestras relaciones políticas, las tensiones bélicas habrían sido una tentación muy peligrosa y una amenaza constante.


Pero los europeos hemos sabido perdonar y aprender a incentivar lo mucho que nos une. Pioneros fueron Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Alemania Federal. Apenas doce años después de que Hitler se suicidara en su búnker de Berlín, una parte de Alemania entraba en un proyecto de unión: la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) Era un primer paso, una unión económica y comercial, que iría evolucionando con el transcurrir de los años hasta la actual Unión Europea, con 27 miembros.


Hoy Europa es un continente donde se puede vivir sin temor a que un país vecino te invada, te agreda o te declare la guerra mientras tus hijos, tus padres o tus hermanos caen en el frente o en bombardeos sobre ciudades. Es cierto que en las últimas décadas la mayoría de guerras han sido internas, con grupos enfrentados dentro de los mismos países, pero en suelo europeo la paz era más necesaria que en ningún otro rincón del planeta.


Y, ¿ahora qué? Europa vive hoy envuelta en una crisis económica brutal. Y nunca antes había estado tan en peligro el proyecto de convivencia europea. Los gobiernos de determinados países han olvidado la base de los sucesivos proyectos que alumbraron la UE: la solidaridad, las ganas y el deseo de aparcar las diferencias y construir un presente y un futuro juntos. Europa, unida, es una entidad territorial con fuerza suficiente para competir en el mundo globalizado del siglo XXI. Europa, desunida, sería aniquilada. Ningún país europeo, solo, está en disposición de competir en los mercados internacionales.


Estamos en guerra. Un conflicto sin armas. No vemos cazas dejando caer bombas sobre ciudades. No atisbamos tanques, metralletas, fusiles, soldados… Pero la realidad es que la grave situación económica y, en concreto, su errática y errónea respuesta desde las más altas instancias políticas del continente están poniendo en riesgo la convivencia pacífica de más de seis décadas en las grandes naciones del Viejo Continente.


Berlín, en especial, acompañada de gobiernos títeres en Austria, Finlandia, Países Bajos e, incluso, España, está desmontando día tras día un proyecto tejido con mucho esfuerzo incluso sin que en sus ciudades se hubieran eliminado todavía por completo las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. La situación de los ciudadanos griegos, portugueses, irlandeses y de muchos españoles es una agresión a la esencia de la UE. Este proyecto europeo no se ideó para separar. Merkel cree lo contrario. Defiende la existencia de una Europa responsable, la suya, y una derrochadora e irresponsable: la Europa del Sur (España, Italia, Chipre, Grecia, Portugal e, incluso, Francia).


Si las políticas neoliberales siguen progresando en la agenda de Alemania y de Bruselas, donde nada se mueve sin que la canciller consienta, estarán arruinando la mejor idea gestada en Europa: la convivencia y el respeto de todos los pueblos que integran la UE. Eso es lo que se reconoce este 10 de diciembre de 2012 en Oslo. 


Por eso me parece que este Premio de la Paz llega en un momento idóneo para que en la diplomacia europea y en los distintos gobiernos se vuelva a construir juntos, unidos, y pensado en las personas, no únicamente en la banca. Solo así Europa volverá a ser grande. Y solo así los europeos, todos los europeos, ¡todos!, podremos vivir con dignidad. La UE no es un proyecto para unos pocos, es un concepto de paz y progreso pensado para todos. 

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