El CIS vaticina una apurada
victoria del PP sobre el PSOE. El bipartidismo aún concentraría al 64.7% de los
votos. Pero, ¿nos podemos fiar de los sondeos? Recuerde lo que pasó en las
últimas elecciones autonómicas en Asturias, Andalucía, Euskadi, Galicia y
Cataluña. Voten (o no) pero no se dejen llevar por lo que lean o escuchen. La realidad
es, casi siempre, muy distinta. El domingo 25 no se podrá ocultar.
Los españoles elegiremos a
54 eurodiputados. El PP, que en las generales obtuvo una arrolladora mayoría
absoluta, necesita una victoria digna. Cualquier otro resultado torpedearía el
optimista e irritante mensaje de Rajoy y su cuadrilla de ministros. En
los últimos meses, está cada vez peor visto en España eso de decir que a uno le
va mal. Poner en duda la recuperación es de antipatriota y mala gente. Dentro
de dos semanas, el PP sabrá si su mensaje, martilleado con fuerza desde el
pasado verano, ha colado o no entre los ciudadanos. Las urnas son lo único que
no miente. (De momento).
Ese es el temor del PP. Las
elecciones europeas, con una tradicional elevada abstención (55.1% hace cinco
años) y con un sesgo habitual de castigo al partido que sustenta al Gobierno,
suponen la prueba del algodón para conocer si los españoles creemos o no que hemos salido
de la crisis y entrado en la rampa de la recuperación. El PP, que ganó casi por
dieciséis puntos al PSOE en las generales, ha caído a plomo en todas las encuestas y, sobre todo, en la percepción ciudadana. Necesita
ganar y, por cuantos más puntos de ventaja, mejor.
El coste de los recortes
(cuantiosos, injustificados y siempre sobre la espalda de los mismos, las
clases medias y bajas), las mentiras (bochornosas) con las que llegó a La
Moncloa (nada del programa electoral se ha cumplido, no hay más que echar un
ojo a las promesas de bajada de impuestos) y la sombra sobre la corrupción que
se cierne sobre la sede popular de Génova 13 deparan un horizonte muy negro
para Mariano Rajoy y compañía.
Con todo, la encuesta ofrece números irreales que desmontan cualquier interpretación seria. Es muy discutible que
el bipartidismo, tan desgastado en la sociedad española, aún conserve el 64.7%
de los votos, casi dos tercios del total. Cuesta creer que entre IU (5
eurodiputados con un 9.3%) y UPyD (3 eurodiputados con un 5.3%) no sumen juntos
ni la mitad de apoyos que PP y PSOE por separado. El CIS, como otras muchas encuestas
demoscópicas que inundan la mayoría de medios de comunicación, ha salido al auxilio
del bipartidismo. No hay que morder la mano que lleva toda la vida dándote de comer.
El sondeo sitúa la abstención en las próximas elecciones europeas en un pírrico 23.8%. Definitivamente, nos han tomado por ingenuos e idiotas. ¿Alguien se cree que el próximo domingo 25 votará más de tres cuartas partes del censo electoral? Si usted habla de política con familiares, amigos y compañeros de trabajo (el que los tenga, claro), no le habrá costado comprobar que la desafección con la clase política es una locomotora que avanza a toda velocidad. Cada vez oirá, seguro, más esta frase: “No voy a votar”.
El sondeo sitúa la abstención en las próximas elecciones europeas en un pírrico 23.8%. Definitivamente, nos han tomado por ingenuos e idiotas. ¿Alguien se cree que el próximo domingo 25 votará más de tres cuartas partes del censo electoral? Si usted habla de política con familiares, amigos y compañeros de trabajo (el que los tenga, claro), no le habrá costado comprobar que la desafección con la clase política es una locomotora que avanza a toda velocidad. Cada vez oirá, seguro, más esta frase: “No voy a votar”.
Recuerden, en las elecciones
europeas de 2009, la abstención fue del 55.1%. Cinco años después, con un clima
social cada vez más indignado con los partidos políticos, ¿el CIS quiere
convencernos de que la participación subirá más de treinta puntos? Ese es el
valor real de las encuestas. No se deje engañar. Ni el CIS ni las empresas
demoscópicas que prestan sus servicios a los respectivos medios de comunicación
saben qué pasará en las urnas. O quizás sí y por ello nos ofrezcan datos de
participación tan inflados.
Minimizó la victoria
socialista en Asturias. El CIS esperaba catorce diputados para un PSOE que logró
diecisiete. El PP quedó, además, por detrás de FORO Asturias. La encuesta
reflejaba lo contrario. El CIS estuvo más acertado en Euskadi donde sus fallos
se limitaron a los partidos pequeños. Ezker Anitza (IU), con tres
parlamentarios pronosticados, se quedó fuera del Parlamento de Vitoria. UPyD, ‘castigada’
por el CIS, sí entró.
Pero si los errores en
Andalucía y Asturias habían sido notables, las encuestas del CIS en Galicia y
Cataluña fueron de risa. El sondeo en Galicia no acertó ni un resultado. Pero,
sin duda, el más llamativo fue el obtenido por Alternativa Galega de Esquerda,
la alianza electoral entre los nacionalistas de Anova de Xosé Manuel Beiras con
IU. El CIS esperaba un solitario diputado con un 4.6% de los votos. Las urnas,
con más de 200.000 papeletas, se dispararon hasta nueve diputados con un 13.91%
de los sufragios. ¿A quién preguntó el CIS?
Sirvan estos cinco cercanos
ejemplos para valorar en su justa medida las encuestas del CIS. Una apreciación
que se puede, y se debe, extender al resto de sondeos, cortados todos al patrón
del medio de comunicación que los ha pagado. No se crean ninguna encuesta.
Ninguna. Simplemente expresen su opinión en las urnas. Será la que valga. Vote
sin miedo. El bipartidismo está aterrado. El CIS lo sabe. Ellos lo saben.
Ustedes lo saben.
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