sábado, 10 de mayo de 2014

Las irreales encuestas de las europeas

El CIS vaticina una apurada victoria del PP sobre el PSOE. El bipartidismo aún concentraría al 64.7% de los votos. Pero, ¿nos podemos fiar de los sondeos? Recuerde lo que pasó en las últimas elecciones autonómicas en Asturias, Andalucía, Euskadi, Galicia y Cataluña. Voten (o no) pero no se dejen llevar por lo que lean o escuchen. La realidad es, casi siempre, muy distinta. El domingo 25 no se podrá ocultar.


La Unión Europea, ese ente que a golpe de recortes se ha alejado de los ciudadanos, nos ha convocado el domingo 25 de mayo para elegir a los 751 eurodiputados que se sentarán durante los próximos cinco años en su Parlamento de Estrasburgo. Las elecciones coinciden en un momento crucial de la legislatura de Mariano Rajoy, a un año de las autonómicas y municipales y a un año y medio de las generales. Y, sobre todo, con una tenue recuperación económica que apenas se percibe en la calle y en los hogares pero, eso sí, con una tremebunda campaña de propaganda gubernamental.

Los españoles elegiremos a 54 eurodiputados. El PP, que en las generales obtuvo una arrolladora mayoría absoluta, necesita una victoria digna. Cualquier otro resultado torpedearía el optimista e irritante mensaje de Rajoy y su cuadrilla de ministros. En los últimos meses, está cada vez peor visto en España eso de decir que a uno le va mal. Poner en duda la recuperación es de antipatriota y mala gente. Dentro de dos semanas, el PP sabrá si su mensaje, martilleado con fuerza desde el pasado verano, ha colado o no entre los ciudadanos. Las urnas son lo único que no miente. (De momento).

Ese es el temor del PP. Las elecciones europeas, con una tradicional elevada abstención (55.1% hace cinco años) y con un sesgo habitual de castigo al partido que sustenta al Gobierno, suponen la prueba del algodón para conocer si los españoles creemos o no que hemos salido de la crisis y entrado en la rampa de la recuperación. El PP, que ganó casi por dieciséis puntos al PSOE en las generales, ha caído a plomo en todas las encuestas y, sobre todo, en la percepción ciudadana. Necesita ganar y, por cuantos más puntos de ventaja, mejor.

El coste de los recortes (cuantiosos, injustificados y siempre sobre la espalda de los mismos, las clases medias y bajas), las mentiras (bochornosas) con las que llegó a La Moncloa (nada del programa electoral se ha cumplido, no hay más que echar un ojo a las promesas de bajada de impuestos) y la sombra sobre la corrupción que se cierne sobre la sede popular de Génova 13 deparan un horizonte muy negro para Mariano Rajoy y compañía.


Y aún puede ser peor. El CIS, otro ente generosamente pagado por los bolsillos de los españoles para jugar a ser sociólogos fallando siempre en sus predicciones, ha vaticinado una ajustada victoria del PP. Con un 33.7% de los votos, obtendría entre 20 y 21 eurodiputados. El PSOE (18-19) se quedaría a solo 2.7 puntos. En la práctica, un empate técnico. Y eso que lo dice el CIS, tan proclive siempre al inquilino de turno de La Moncloa. Alarma roja en el PP.

Con todo, la encuesta ofrece números irreales que desmontan cualquier interpretación seria. Es muy discutible que el bipartidismo, tan desgastado en la sociedad española, aún conserve el 64.7% de los votos, casi dos tercios del total. Cuesta creer que entre IU (5 eurodiputados con un 9.3%) y UPyD (3 eurodiputados con un 5.3%) no sumen juntos ni la mitad de apoyos que PP y PSOE por separado. El CIS, como otras muchas encuestas demoscópicas que inundan la mayoría de medios de comunicación, ha salido al auxilio del bipartidismo. No hay que morder la mano que lleva toda la vida dándote de comer.

El sondeo sitúa la abstención en las próximas elecciones europeas en un pírrico 23.8%. Definitivamente, nos han tomado por ingenuos e idiotas. ¿Alguien se cree que el próximo domingo 25 votará más de tres cuartas partes del censo electoral? Si usted habla de política con familiares, amigos y compañeros de trabajo (el que los tenga, claro), no le habrá costado comprobar que la desafección con la clase política es una locomotora que avanza a toda velocidad. Cada vez oirá, seguro, más esta frase: “No voy a votar”.

Recuerden, en las elecciones europeas de 2009, la abstención fue del 55.1%. Cinco años después, con un clima social cada vez más indignado con los partidos políticos, ¿el CIS quiere convencernos de que la participación subirá más de treinta puntos? Ese es el valor real de las encuestas. No se deje engañar. Ni el CIS ni las empresas demoscópicas que prestan sus servicios a los respectivos medios de comunicación saben qué pasará en las urnas. O quizás sí y por ello nos ofrezcan datos de participación tan inflados.


Y no solo la participación. El CIS, en las últimas cinco citas electorales, las autonómicas de Andalucía (25 de marzo de 2012), Asturias (25 de marzo de 2012), Euskadi (21 de octubre de 2012), Galicia (21 de octubre de 2012) y Cataluña (25 de noviembre de 2012), demostró su manifiesta inutilidad. En Andalucía, colocó al PP al borde de la mayoría absoluta, a solo un diputado. Se quedó a cinco. De una ventaja, mínima, de ocho diputados sobre el PSOE se pasó en las urnas a apenas tres.

Minimizó la victoria socialista en Asturias. El CIS esperaba catorce diputados para un PSOE que logró diecisiete. El PP quedó, además, por detrás de FORO Asturias. La encuesta reflejaba lo contrario. El CIS estuvo más acertado en Euskadi donde sus fallos se limitaron a los partidos pequeños. Ezker Anitza (IU), con tres parlamentarios pronosticados, se quedó fuera del Parlamento de Vitoria. UPyD, ‘castigada’ por el CIS, sí entró.

Pero si los errores en Andalucía y Asturias habían sido notables, las encuestas del CIS en Galicia y Cataluña fueron de risa. El sondeo en Galicia no acertó ni un resultado. Pero, sin duda, el más llamativo fue el obtenido por Alternativa Galega de Esquerda, la alianza electoral entre los nacionalistas de Anova de Xosé Manuel Beiras con IU. El CIS esperaba un solitario diputado con un 4.6% de los votos. Las urnas, con más de 200.000 papeletas, se dispararon hasta nueve diputados con un 13.91% de los sufragios. ¿A quién preguntó el CIS?


Seguramente a los mismos que respondieron en el sondeo de las últimas elecciones catalanas. A Artur Mas y CiU le volaron hasta catorce representantes con respecto a las predicciones del CIS. La encuesta tampoco adivinó que ERC se convertiría en segunda opción en las urnas ni la entrada en el Parlament de las CUP. Graves errores que casi dejaron en anecdóticos los fallos a la baja en las previsiones de PP, ICV y Ciutadans.

Sirvan estos cinco cercanos ejemplos para valorar en su justa medida las encuestas del CIS. Una apreciación que se puede, y se debe, extender al resto de sondeos, cortados todos al patrón del medio de comunicación que los ha pagado. No se crean ninguna encuesta. Ninguna. Simplemente expresen su opinión en las urnas. Será la que valga. Vote sin miedo. El bipartidismo está aterrado. El CIS lo sabe. Ellos lo saben. Ustedes lo saben.

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