El bipartidismo está tocado. El enorme cabreo de la sociedad se ha
plasmado, por fin, en las urnas. PP y PSOE, los partidos que llevan gobernando
España desde la dimisión de Suárez y el breve periodo interino de Calvo Sotelo,
han dejado de controlar el voto de una mayoría de los ciudadanos. Un fenómeno
inaudito, algo más que un toque de atención. ¿Unirán fuerzas para salvar su cuello?
La resaca de las elecciones europeas será algo más que una mala y
excepcional borrachera para el poder político, financiero y empresarial. Los
ciudadanos han hablado alto y muy claro. El bipartidismo (PP-PSOE) se ha quedado por primera vez desde la victoria de Felipe González en 1982 por
debajo del 50% de los votos. Un serio aviso de la sociedad.
RESULTADOS ELECCIONES EUROPEAS 2014
El PODER (sí, con mayúsculas) está nervioso. No quiere que le muevan su confortable sillón. Así hay que interpretar las palabras de Juan Miguel Villar Mir, presidente de la constructora OHL (una de las empresas que supuestamente nutrió a la caja B del PP), este martes, dos días después de las elecciones, en el panfleto conservador ‘La Razón’.
El PODER (sí, con mayúsculas) está nervioso. No quiere que le muevan su confortable sillón. Así hay que interpretar las palabras de Juan Miguel Villar Mir, presidente de la constructora OHL (una de las empresas que supuestamente nutrió a la caja B del PP), este martes, dos días después de las elecciones, en el panfleto conservador ‘La Razón’.
El periódico dirigido por Marhuenda, antiguo brazo derecho de Rajoy en su
paso por los gobiernos de Aznar, destaca una inquietante frase de Villar Mir
(al menos no se corta): “Me preocupa el resultado de las europeas, pero el
pueblo verá que el buen gobierno es lo que ayuda a crecer”. El PODER está
nervioso. No le gusta que la sociedad haya despertado.
España expresó claramente el domingo su rechazo a una posibilidad deseada por la gran patronal y los bancos: una gran coalición entre los dos
partidos mayoritarios. Villar Mir, como sus colegas Emilio Botín (Banco
Santander), Florentino Pérez (ACS) o César Alierta (Telefónica), viven muy
cómodos con Rajoy en La Moncloa. También lo hicieron con Zapatero. Y antes con
Aznar y Felipe.
El derrumbe del bipartidismo era algo previsible. Al menos para quien
pise la calle. El rumor llegaba ya incluso a las cúpulas del PP y PSOE,
habitualmente aisladas de la sociedad. Y, desde luego, monopolizaba
conversaciones entre grandes empresarios. ¡Mira si ahora los ciudadanos nos
desmontan el tinglado que nos hemos montado en las últimas tres décadas!
No es, para nada, un infundio ese plan de las principales empresas
españolas, de ese Ibex-35 que ha vivido bien sin crisis y con crisis, de impulsar
una gran coalición de Estado entre PP y PSOE a imagen y semejanza de su añorada
Alemania. El PODER no quiere riesgos. No quiere arriesgarse a perder ni uno de
sus privilegios firmemente, hasta ahora, asentados gracias al PP y al PSOE.
La posibilidad de la gran coalición saltó sin tapujos de una boca más que
cualificada. Felipe González, en una inoportuna entrevista con Ana Pastor en ‘El
Objetivo’ de la Sexta, sacó la ‘patita’ fuera del tiesto. Ante la posibilidad
de una coalición del bipartidismo, el expresidente respondió con claridad: “Si
el país lo necesita, lo deben hacer”.
De poco sirvió que Elena Valenciano y Alfredo Pérez Rubalcaba se afanaran
en la campaña electoral en descartar un pacto con el PP. Felipe había hablado
desde el PODER que realmente rige España. ¡Si lo sabrá él que estuvo cuatro
legislaturas en La Moncloa! Ante el evidente riesgo, confirmado posteriormente
en las urnas, de ‘crack’ del bipartidismo, PP y PSOE estarían dispuestos a unirse
por ‘el bien de los españoles’. ¡Ja, ja, ja!
Siete interminables años de crisis (y los que nos queda, no digamos ya
para recuperar parcialmente todos los derechos sociales y laborales que hemos
perdido) han despertado a parte de los españoles. El suficiente número como
para poner nervioso al PODER, como para que Villar Mir, por ejemplo, reprenda
(debe ser que también es superior intelectualmente como Arias Cañete) a los
ciudadanos españoles.
Pero las sociedades, a pesar de los deseos de la oligarquía política, financiera
y empresarial, se mueven. Llega un momento en que el inmovilismo que tanto
protege y promociona el PODER salta por los aires. Suele pasar en situaciones
de crisis económica como la actual. No hay marcha atrás. Las elecciones
europeas han tambaleado al bipartidismo y han alejado la posibilidad de una gran
coalición.
Poco importa que los comicios tuvieran una reducida participación
(45.8%). Cinco años atrás, incluso fue algo menor (44.9%) debido a una superior
abstención, especialmente, en Cataluña. Entonces, el mismo bipartidismo que el
pasado domingo sumó el 49% de los votos acaparó el 82%. El apoyo a los partidos
del PODER ha caído 33 puntos. Algo más que un calentón ciudadano se lo crea o
no el Villar Mir de turno.
España reclama una nueva política. Nuevos representantes, nuevos
partidos, un nuevo modelo de participación ciudadana. España reclama cambios, una verdadera y moderna democracia.
Cambios que no pasan por una gran coalición entre los dos partidos
mayoritarios. Un hipotético pacto entre PP y PSOE supondría, una vez más,
actuar de espalda a la sociedad.
Nos queda un consuelo. De momento, si se repitieran en unas elecciones
generales los resultados de las europeas, PP y PSOE se desplomarían. Solo
juntos podrían gobernar. El PODER estaría satisfecho. La sociedad, no. ¿Qué
futuro tendría un país en el que ‘por el bien de los españoles’ unieran fuerzas
las dos formaciones mayoritarias para protegerse ante el avance de los partidos
minoritarios, cada vez menos minoritarios?
¿A qué tiene miedo el PODER, a lo que decidamos libremente los españoles?
Que tomen nota, una inmensa mayoría de españoles no queremos una gran coalición.
PP y PSOE se dejaron el domingo más de cinco millones de votos (casi la mitad
cada uno) con respecto a las anteriores elecciones europeas. No es un farol ni
un calentón. El bipartidismo está tocado. El PODER, preocupado. ¿Por qué será?
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