sábado, 19 de octubre de 2013

Latinoamérica rompe con España

Vacío institucional a Mariano Rajoy en la Conferencia Iberoamericana de Panamá con las ausencias de once mandatarios: Cristina Fernández (Argentina), José Mújica (Uruguay), Sebastián Piñera (Chile), Dilma Rousseff (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Raúl Castro (Cuba), Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Otto Pérez Molina (Guatemala), Ollanta Humala (Perú) y Daniel Ortega (Nicaragua). Los puentes entre ambos lados del Atlántico se debilitan.
 
Inauguración de la XXIII Cumbre Iberoamericana. Foto: http://cumbreiberoamericanapanama.pa/
 
XXIII Cumbre Iberoamericana. Un puente entre España y los países hermanos latinoamericanos que se debilita. A Panamá no han acudido once mandatarios: Cristina Fernández (Argentina), José Mújica (Uruguay), Sebastián Piñera (Chile), Dilma Rousseff (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Raúl Castro (Cuba), Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Otto Pérez Molina (Guatemala), Ollanta Humala (Perú) y Daniel Ortega (Nicaragua). Tampoco el Rey de España, en proceso de recuperación de una nueva operación de cadera, pero sí su hijo, el Príncipe de Asturias, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que encabeza la delegación española. Rajoy ha recibido un soberano plantón en una Cumbre que cada año tiene menos interés en el continente americano. Tanto que, a partir de 2014, se convertirá en una cita bianual.
 
Empieza a ser una tradición que estas cumbres sean un fracaso diplomático antes incluso de celebrarse. Hace un año, en Cádiz, faltaron seis jefes de estado: Cristina Fernández (Argentina), Hugo Chávez (Venezuela), Raúl Castro (Cuba), Otto Pérez Molina (Guatemala), Federico Franco (Paraguay) y José Mújica (Uruguay). En Panamá, se repiten ausencias, algunas por motivos de salud, como Cristina Fernández, recién operada de un hematoma craneal; otras son ya tradicionales: Cuba (Raúl Castro) y Venezuela (Nicolás Maduro). Guatemala (Otto Pérez Molina) y Uruguay (José Mújica) repiten ausencia. Y se suman países tan importantes como Brasil (Dilma Rousseff), Chile (Sebastián Piñera), Ecuador (Rafael Correa), Perú (Ollanta Humala) y Bolivia (Evo Morales). Once en total con Nicaragua (Daniel Ortega).
 
Tardamos menos en decir qué presidentes o jefes de Estado sí están presentes en Panamá que en citar los ausentes. Sin menospreciar a ningún país, en la Cumbre apenas si tienen presencia relevante España, con Mariano Rajoy; México, con Enrique Peña Nieto; Colombia, con Juan Manuel Santos; y Portugal, con Cavaco Silva y Passos Coelho. Curiosamente, las delegaciones con mayor peso son las de Portugal, con el presidente de la República y el primer ministro, y España, con el presidente del Gobierno y el heredero a la Corona. Don Juan Carlos, además, estaría seguro en Panamá si no fuera por sus problemas de salud. Incluso ha enviado un mensaje grabado a los asistentes. Da la sensación de que estas cumbres han dejado hace tiempo de interesar al otro lado del Atlántico.
 
Conviene analizar por qué crece y crece esta desafección institucional hacia España y, en menor medida, hacia Portugal. Nada es casual. Esos problemas de agenda, fina excusa utilizada por muchos mandatarios latinoamericanos para explicar su ausencia, demuestran, por un lado, el frío estado de las actuales relaciones diplomáticas entre países cultural, histórica y lingüísticamente hermanos y, por el otro, la apertura de nuevos mercados al margen de España. Es un enorme fracaso, en especial para España.
 
En Latinoamérica, viven más de 600 millones de habitantes, diez veces más que entre España y Portugal. Por volumen demográfico y por capacidad económica de progreso, estamos hablando de un mercado de primer nivel en todo el mundo. Tanto para España como para Portugal, inmersas en una crisis económica sin precedentes en su historia moderna, una posición privilegiada en Latinoamérica significaría una oportunidad que, por cuestiones idiomáticas, culturales e históricas, como mencionaba antes, no tienen Alemania, Francia, Italia o Reino Unido.
 
No es algo nuevo, pero creo que España no ha aprovechado por completo estos elementos para posicionarse económicamente al otro lado del Atlántico. ¡Claro que existe una importante y creciente presencia de empresas españolas en países latinoamericanos! ¡Faltaría más! No obstante, el deficiente estado de las relaciones diplomáticas, como se demuestra en cada Cumbre, no facilita una más fructífera relación comercial.
 
“Las cumbres son una ocasión para la reflexión sobre lo que somos y sobre lo que podemos hacer juntos en la escena internacional y en beneficio de nuestros ciudadanos”, ha señalado Rajoy en Panamá. Quizás sea un momento ideal para realizar autocrítica y pensar por qué muchos dirigentes latinoamericanos no quieren sentarse en la misma mesa con nosotros e impulsar una relación de igual a igual que elimine las reticencias de una visión diplomática propia del colonialismo…, si es que queremos evitar que Latinoamérica rompa con España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario