Tenemos un nuevo culpable de
la crisis. ¿Los políticos, los banqueros, los grandes constructores…? Que no, que no: los
enfermos crónicos. El Gobierno ha ordenado a las comunidades autónomas
introducir un nuevo copago, en este caso en las farmacias hospitalarias, del
10% por cada envase con un tope de 4,2 euros. Los damnificados serán pacientes
con cáncer, hepatitis, artritis o esclerosis múltiple. Igual es que han elegido
estar ‘malitos’ y provocar adrede gastos a las cuentas del Estado. La medida, que
cuenta con un amplio rechazo incluso entre comunidades gobernadas por el
Partido Popular, entró en vigor el pasado martes, 1 de octubre, pero no se
aplicará, por problemas técnicos, hasta enero de 2014. Tienen tiempo para rectificar.
“Siempre he valorado nuestra Sanidad Pública. Siempre. Pero sí, después
de mi accidente cerebrovascular, operación y posterior rehabilitación, sin lugar a dudas la valoro con una conciencia
mayor. El 20 de abril de 2012 se aprobó el Real Decreto para la Reforma del Sistema Sanitario y con su entrada en vigor,
muchos colectivos se están viendo gravemente afectados por las consecuencias
que está desencadenando este retroceso en nuestra atención médica... Además, el
pasado 1 de octubre entró en vigor el copago para los medicamentos que se dispensan en las farmacias
hospitalarias necesarios para el tratamiento de enfermedades graves como
tumores o hepatitis C...
Sabemos bien que económicamente nuestro país se encuentra en un momento
complejo, que es necesario dar con nuevas formas para salir a flote. Pero
dentro de las reformas que se están tomando de cara a nuestra sanidad, hay un punto
de partida que en mi opinión es inamovible. ¿Qué significa Público? Para todos.
¿Privado? Para algunos.
Si hablamos de Sanidad, única y exclusivamente puedo entenderla de una
manera: Pública. Para todos. La asistencia sanitaria no es un privilegio ni un
capricho, es un derecho y una prioritaria necesidad para todos los ciudadanos
que precisan de ella. Es comprensible que a nuestra situación actual le toque
apretarse el cinturón, pero no se puede apretar y apretar, oprimir, asfixiar...
precisamente a aquellos que de menos oxígeno disponen: personas con enfermedades crónicas, familias con escasos recursos y
dependientes a su cargo, inmigrantes en situación irregular, parados, pensionistas...
los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad resultan ser los más
perjudicados.
Si cedemos ante los retrocesos, varios de nuestros derechos quedarán
reducidos en un mañana a un club privado solo accesible a carteras gruesas.
Ningún derecho universal puede sostenerse en términos comerciales, ni
diferenciar entre clases sociales.
Es más que revelador observar que los que se manifiestan en contra de
los recortes y de la última reforma del sistema sanitario, no sólo son aquellos
que necesitan de él, sino también aquellos otros que se ocupan del desarrollo
de su profesión vital: la medicina. Profesionales sanitarios y usuarios; ciudadanos. Unidos.
Somos muchos los que defendemos y reivindicamos una sanidad pública,
sostenible y de calidad. Desde esta carta, mi apoyo a la labor de Médicos del
Mundo, mi difusión a su necesaria demanda: la recuperación del derecho a una
asistencia sanitaria universal de todas las personas que viven en nuestro país.
NADIE DESECHADO”.
La actriz Silvia Abascal, que se recupera desde hace un año y medio de un ictus,
ha expresado perfectamente en esta carta que ha publicado el diario ‘El Mundo’ la
situación actual, y futura, de la sanidad pública española tras las medidas
adoptadas por el Ejecutivo de Mariano Rajoy.
Me cuesta usar un lenguaje ‘educado’. Me duele en el alma el sistemático
engaño del Gobierno a la hora de combatir la crisis. Sus medidas siempre
afectan a los mismos: a los más desfavorecidos. El ‘clasismo’ de este Gobierno
es aberrante. Nuestro Estado del Bienestar, que no es el responsable del
evidente deterioro de la economía española en los últimos seis años, corre
un peligro real de ser desmontado y entregado a manos privados. La crisis está funcionando como un perfecto chivo
expiatorio para implantar un nuevo modelo social basado en la desigualdad. La sanidad es un negocio muy apetecible. A fin de cuentas, todos enfermamos en nuestras vidas.
Un reciente
estudio de la empresa periodística Bloomberg, especializada en economía, situaba a la sanidad española como la quinta más eficiente
del mundo, solo por detrás Israel, Japón, Singapur y Hong Kong. Funciona. No
necesita ninguna reforma. ¿Por qué adoptar, por ejemplo, copagos? Si de algo ha
podido presumir la sociedad española en los últimos años es de su sistema sanitario.
El mismo Barack Obama ha estudiado nuestro país como modelo para mejorar la
atención sanitaria en Estados Unidos.
La última vuelta de tuerca del Gobierno es degradante con el copago de
un 10% de los medicamentos farmacéuticos, con un tope máximo de 4,2 euros por
cada envase, con dos excepciones: los parados de larga duración sin
prestaciones y los ciudadanos que reciben pensiones no contributivas. Los
enfermos crónicos (pacientes con cáncer, hepatitis, artritis o esclerosis múltiple), que no han elegido, precisamente, estar ‘malitos’ tendrán
que rascarse el bolsillo para curarse. ¿Se piensa el Gobierno que no quieren
estar sanos?
Me da igual que el importe máximo, 4,2 euros por envase, sea
insignificante en relación con el coste de la mayoría de estos medicamentos,
que es bastante elevado. Que hablen sobre ello con las poderosísimas empresas farmacéuticas. ¿Considera la ministra de Sanidad, la señora Ana Mato
(sí, la de las fiestas de confeti, vacaciones pagadas y el Jaguar en el garaje
de la trama Gürtel) que esos ciudadanos han enfermado adrede para causar un
mayor gasto a las arcas públicas y, de tantas veces que se han puesto ‘malitos’, han creado la crisis?
No se puede jugar con las vidas de las personas para ahorrarse unos
euros. Es amoral. Ni mucho menos todo el mundo puede pagarse un seguro privado.
En tiempos de crisis, la sanidad pública es más imprescindible que nunca. Puede
que a la ministra de Sanidad, tan bien vista por Francisco Correa, ‘cerebro’ de
la trama Gürtel, 4,2 euros no le supongan un despilfarro. Sin embargo, no todo el mundo
tiene su solvencia económica. Muchos pacientes de cáncer, por ejemplo, toman
auténticos cócteles de medicamentos, no solo uno, para vencer a la enfermedad y
para, posteriormente, impedir que regrese.
Muchos son, además, jubilados; sí, esos jubilados cuya prestaciones crecerán
apenas un 0,25% en el próximo año. ¡Humm, no me cuadran las cuentas para
hablar, como hace el Gobierno, de que mantendrán su poder adquisitivo! En este
año, por poner un ejemplo, la luz se ha encarecido un 4,5%. ¿Cuántas subidas tendrán escondidas para
2014? Pues que sepan que, además, desde el pasado martes tienes que pagar las
medicinas en las farmacias hospitalarias. Me da a mí que van a disponer de
menos dinero para vivir. Ya pueden tener muchos fajos de billetes escondidos en la funda del colchón o bajo las baldosas de sus hogares.
La decisión del Ministerio de Sanidad es tan desacertada que incluso
muchas comunidades gobernadas por el Partido Popular han anunciado que no
aplicarán el copago farmacéutico. Solo Galicia, Madrid, Cantabria, Murcia y La
Rioja han mostrado su conformidad. Pues señora Mato, le remito a las palabras de
un importante dirigente de su partido, Juan Vicente Herrera, presidente de la
Junta de Castilla y León, que ha justificado su rechazo al copago “porque se trata de medicamentos que los pacientes
deben consumir necesariamente y no se aprecia que vaya a producir ningún ahorro
razonable”. De momento, el Gobierno ya ha tenido que anunciar que el copago no
se aplicará de inmediato por problemas técnicos. Habrá que esperar,
previsiblemente, hasta enero de 2014.
Entonces, gracias a la
ministra Mato, los pacientes crónicos, además de estar enfermos, tendrán que
pagar por estar ‘malitos’. ¡Mira que atreverse a enfermar y provocar la crisis!
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