miércoles, 31 de julio de 2013

Espero que Rajoy no se haga el despechado...

… pero me temo que así lo hará. Como si fuera una relación amorosa rota con mucho dolor y resentimiento, el presidente del Gobierno se mostrará en el Senado (el edificio del Congreso está en obras) absolutamente ofendido por las acusaciones de su extesorero. Confiaba en lo que hacía, y me engañó. Yo no soy culpable. ¿Alguien duda de que utilizará esta estrategia? Él es el bueno del cuento.

 
El presidente del Gobierno hablará. Y no porque le guste. La gravedad de las acusaciones del extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, no le dejan otra salida. La sociedad española necesita explicaciones claras y absolutamente convincentes. De lo contrario, la sombra de la duda seguirá creciendo en torno a la cúpula del PP y, por extensión, en La Moncloa.

Me preparo para lo peor y espero lo mejor. Mariano Rajoy comparecerá mañana, 1 de agosto, en el Senado (el edificio del Congreso de los Diputados está en obras). Tendrá que disipar todas las dudas que se amontonan en torno a la cúpula del PP desde que estallara el ‘caso Bárcenas’ en el pasado mes de enero. Han sido seis meses en los que el presidente del Gobierno, fiel a su carácter de Don Tancredo, ha optado por mirar hacia otro lado en vez de afrontar el problema. Desde luego, no se puede decir que Mariano Rajoy Brey sea un político valiente. Su resistencia a citar el nombre de Luis Bárcenas parece diseñada por un novio o marido despechado que no quiere saber nada de su expareja. ¡Me ha traicionado!
Y es que la historia entre Rajoy y Bárcenas bien parece un cuento de amor en el que el final no respeta la tradición de las historias de enamorados. Rajoy y Bárcenas no viven felices ni comen perdices. Han roto. Y, como despechados amantes, tras unos últimos intentos con ‘mensajitos’ al móvil, se han declarado la guerra. Bárcenas, que tenía pasta pero no poder político ni judicial, ha acabado en prisión. Desde allí, está ajustando cuentas contra Rajoy y contra la ‘bruja’ de su historia de amor (ya se sabe que en todo cuento que se precie debe existir): María Dolores de Cospedal. Que si había financiación ilegal en el partido al menos en los últimos veinte años, que si se recibían donativos de empresas, que si se repartían sobresueldos en sobres…
Rajoy también ha oficializado una dolorosa ruptura. Había tanta pasión que el entonces presidente del PP elevó a Bárcenas hasta tesorero del partido tras el durísimo Congreso de Valencia en junio de 2008. Era un ‘regalazo’ por su fidelidad en los malos momentos tras años como gerente. Como en todos los relatos de amor, llegaron los problemas con un nombre terrorífico: trama Gürtel. El ‘lobo feroz’ Baltasar Garzón devoraba dirigentes de la familia popular. Rajoy no abandonó entonces a Bárcenas. Confió en él. ¿Qué prueba más grande quieren de amor incondicional? Al ‘lobo feroz’ le cortaron las garras y los dientes. Rajoy y Bárcenas guardaban las distancias pero seguían unidos.
El ‘lobo’ volvió con otros nombres: ‘El Mundo’ y ‘El País’. Aparecieron documentos muy feos que cuestionaban los negocios de la feliz pareja, del presidente y el tesorero de una empresa llamada Partido Popular. Y Bárcenas, que había hecho una pequeña fortuna custodiada en ese país tan bondadoso con el dinero llamado Suiza, protegió a su amor. Negó la veracidad de los papeles, forzó su letra en una prueba caligráfica e incluso arremetió contra poderosos espectros con forma de periodistas. ¡Ayúdame, Mariano, ayúdame! En esta ocasión, Rajoy no le escuchó. Su amor comprometía su posición social. Se había convertido en el hombre más importante del país.
Y llegó la ruptura. Bárcenas acabó en prisión. Ofendido, empezó a contar al juez Ruz los detalles de la contabilidad del PP. Admitió que antes había mentido por fidelidad al partido. Hay amores tan poderosos que acabas cometiendo muchas tonterías.
Rajoy, despechado, no se quedó atrás. Con la ayuda de sus amigos, con los que forma eso llamado Gobierno, y con sus compañeros del PP, ha cortado para siempre con su tesorero. Ni quiere hablar de él. Sus amigos le hacen el trabajo sucio. Bárcenas es ahora un delincuente.
Y en estas llegamos a la víspera de la comparecencia de Rajoy en el Congreso. El presidente del Gobierno tendrá que abrir las heridas de su amor con Luis Bárcenas. Los ‘lobos’ de la oposición quieren explicaciones. Pero Rajoy se ha guardado un as: en la mano la comparecencia será de carácter más general y no hablará solo sobre Bárcenas. Debatirá sobre el supuesto progreso de la economía y no se lo pensará (¿alguien lo duda?) a la hora de sacar los trapos sucios de los amores de la oposición. ¿Cuánto tardará Rajoy en decir las palabras ERE, Griñán y Andalucía? Igual hasta menos que Luis Bárcenas.
Se hará el ofendido, como un enamorado despechado contra su antigua pareja porque Mariano Rajoy quiere que, al menos para él, el cuento sí que tenga un final feliz.

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