24 detenidos, entre
ellos el expresidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, y otros siete
altos cargos del PP, en el marco del Caso Imelsa. Mientras, Rodrigo Rato, citado a
declarar el próximo 19 de febrero por comisiones en contratos de publicidad, y
el PP, imputado por la destrucción de los famosos discos duros de los ordenadores
de Bárcenas. Hay más. El delator de la trama corrupta de Acuamed señala al exministro y
actual comisario europeo Arias Cañete. Y el escándalo de las comisiones de
Gómez de la Serna y Arístegui se extiende desde la India hasta Panamá pasando por Argelia.
El PP es un partido corrupto.
No diga corrupción, diga corruPPción.
Porque corrupción se escribe en España con dos ‘erres’ y con dos ‘pes’, en honor a la formación política que más y con mayor empeño la ejecuta: el PP.
“Esto no es una trama del Partido Popular, es una trama contra el Partido Popular”. “No vamos a permitir que se juegue con el honor de millones de personas”. (Mariano Rajoy, 11 de febrero de 2009).
Rajoy se nos ponía serio y se nos hacía el ofendido tras una reunión del Comité Ejecutivo nacional del PP.
El entonces líder de la oposición comparecía, escoltado por Alberto Ruiz-Gallardón, Rita Barberá, Soraya Sáenz de Santamaría, Federico Trillo, Esperanza Aguirre, Esteban González Pons, Ana Mato, Ana Botella y Francisco Camps, ante los medios de comunicación para denunciar una cacería en Jaén en la que habían coincidido el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el juez Baltasar Garzón, instructor del Caso Gürtel.
Gürtel se empezaba a destapar. La sociedad española descubría nombres hoy claves en la historia de la corrupción española: Francisco Correa, Álvaro Pérez ‘El Bigotes’, Pablo Crespo o Alberto López Viejo.
Garzón pagaría muy cara su osadía. El PP no tardaría en cobrarse su cabeza.
Pero Gürtel revelaba apenas la punta de un iceberg de corruPPción mucho más grande que el que hundió el Titanic.
Rajoy y el PP ya demostraron en aquella comparecencia en febrero de 2009 cuál ha sido su estrategia con la corrupción: negarla, desviar la responsabilidad lo más lejos posible e incluso hacerse las víctimas. Como si no fuera con ellos cuando son ellos, precisamente, los culpables.
Gürtel, para el PP, no solo era mentira sino que suponía una “causa general” de Garzón contra el PP. Así es como lucha el PP contra la corrupción.
El culmen de la ignominia llegaría el 1 de agosto de 2013, en plena efervescencia del escándalo de la contabilidad B del PP con el Caso Bárcenas.
Rajoy, ya como presidente del Gobierno, hizo lo mismo que años atrás con el comienzo de Gürtel: hacerse la víctima.
Ya no cuela. Nunca ha colado.
El PP tiene un gravísimo problema con la corrupción.
Y difícilmente lo resolverá algún día cuando ni siquiera reconoce su existencia.
Mientras, los casos de corrupción se amontonan sobre el PP: Gürtel, Púnica, Palma Arena, Brugal, Campeón, Pokemon, Nóos… Bárcenas, Matas, Fabra, Granados, Blasco, Castedo, López Viejo, Rato…
No, no es una casualidad. Se podría escribir una historia de la corrupción en España solo con los tesoreros del PP: Ángel Sanchís, Rosendo Naseiro, Álvaro Lapuerta, Luis Bárcenas y Carmen Navarro. Todos, implicados en casos de corrupción. La última, Navarro, que relevó a Bárcenas. Está imputada (investigada según la nueva eufemística denominación judicial aprobada por el PP) por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas.
Claro que no es una casualidad. La corruPPción identifica al PP.
No hay nada como levantarse a primera hora de la mañana y conocer una macrorredada con 24 detenidos en la Comunidad Valenciana. No de ‘narcos’, no de terroristas…, sino de políticos del PP, con los jugosos nombres de Rita Barberá o Gerardo Camps cruzando los dedos para que la investigación no avance.
¿Y a quién le sorprende?
El PP es un partido corrupto.
No diga corrupción, diga corruPPción.
Porque corrupción se escribe en España con dos ‘erres’ y con dos ‘pes’, en honor a la formación política que más y con mayor empeño la ejecuta: el PP.
El PP es un partido corrupto.
No diga corrupción, diga corruPPción.
Porque corrupción se escribe en España con dos ‘erres’ y con dos ‘pes’, en honor a la formación política que más y con mayor empeño la ejecuta: el PP.
“Esto no es una trama del Partido Popular, es una trama contra el Partido Popular”. “No vamos a permitir que se juegue con el honor de millones de personas”. (Mariano Rajoy, 11 de febrero de 2009).
Rajoy se nos ponía serio y se nos hacía el ofendido tras una reunión del Comité Ejecutivo nacional del PP.
El entonces líder de la oposición comparecía, escoltado por Alberto Ruiz-Gallardón, Rita Barberá, Soraya Sáenz de Santamaría, Federico Trillo, Esperanza Aguirre, Esteban González Pons, Ana Mato, Ana Botella y Francisco Camps, ante los medios de comunicación para denunciar una cacería en Jaén en la que habían coincidido el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el juez Baltasar Garzón, instructor del Caso Gürtel.
Gürtel se empezaba a destapar. La sociedad española descubría nombres hoy claves en la historia de la corrupción española: Francisco Correa, Álvaro Pérez ‘El Bigotes’, Pablo Crespo o Alberto López Viejo.
Garzón pagaría muy cara su osadía. El PP no tardaría en cobrarse su cabeza.
Pero Gürtel revelaba apenas la punta de un iceberg de corruPPción mucho más grande que el que hundió el Titanic.
Rajoy y el PP ya demostraron en aquella comparecencia en febrero de 2009 cuál ha sido su estrategia con la corrupción: negarla, desviar la responsabilidad lo más lejos posible e incluso hacerse las víctimas. Como si no fuera con ellos cuando son ellos, precisamente, los culpables.
Gürtel, para el PP, no solo era mentira sino que suponía una “causa general” de Garzón contra el PP. Así es como lucha el PP contra la corrupción.
El culmen de la ignominia llegaría el 1 de agosto de 2013, en plena efervescencia del escándalo de la contabilidad B del PP con el Caso Bárcenas.
Rajoy, ya como presidente del Gobierno, hizo lo mismo que años atrás con el comienzo de Gürtel: hacerse la víctima.
Ya no cuela. Nunca ha colado.
El PP tiene un gravísimo problema con la corrupción.
Y difícilmente lo resolverá algún día cuando ni siquiera reconoce su existencia.
Mientras, los casos de corrupción se amontonan sobre el PP: Gürtel, Púnica, Palma Arena, Brugal, Campeón, Pokemon, Nóos… Bárcenas, Matas, Fabra, Granados, Blasco, Castedo, López Viejo, Rato…
No, no es una casualidad. Se podría escribir una historia de la corrupción en España solo con los tesoreros del PP: Ángel Sanchís, Rosendo Naseiro, Álvaro Lapuerta, Luis Bárcenas y Carmen Navarro. Todos, implicados en casos de corrupción. La última, Navarro, que relevó a Bárcenas. Está imputada (investigada según la nueva eufemística denominación judicial aprobada por el PP) por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas.
Claro que no es una casualidad. La corruPPción identifica al PP.
No hay nada como levantarse a primera hora de la mañana y conocer una macrorredada con 24 detenidos en la Comunidad Valenciana. No de ‘narcos’, no de terroristas…, sino de políticos del PP, con los jugosos nombres de Rita Barberá o Gerardo Camps cruzando los dedos para que la investigación no avance.
¿Y a quién le sorprende?
El PP es un partido corrupto.
No diga corrupción, diga corruPPción.
Porque corrupción se escribe en España con dos ‘erres’ y con dos ‘pes’, en honor a la formación política que más y con mayor empeño la ejecuta: el PP.
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