Pablo Iglesias lo
preparó, inesperadamente, por la mañana. Y Mariano Rajoy lo terminó, también inesperadamente,
por la tarde. En el medio, un Pedro Sánchez a punto de ser devorado por dos
comensales, a su izquierda y su derecha. Un novedoso ‘fast food’ que le ha
quitado el apetito al líder socialista.
Órdago. Jaque. Te
toca Pedro.
¿Y qué hará Pedro?
Seguramente, ni él mismo lo sabe en medio del sándwich en el que le han metido, en menos de doce horas, Pablo Iglesias, primero, y Mariano Rajoy, después.
El factor sorpresa. En una negociación en la que todos tienen buenas y malas cartas, gana quien mejor las sabe jugar. Obvio.
Pedro Sánchez es mal jugador. El PSOE actual, también.
Los resultados electorales del 20-D dejaron a Sánchez en una posición incómoda, pero más cerca de La Moncloa que Rajoy, Iglesias y, desde luego, Rivera. Tocaba jugar bien las cartas.
Un mes después, tras el órdago o jaque, como usted prefiera, de Iglesias y Rajoy, podemos decir que Sánchez y el PSOE han jugado fatal sus cartas. Y La Moncloa, para los socialistas, se gana en esta partida. De nada le valdría otra tras un nuevo e incierto paso por las urnas.
Rechazada de plano la gran coalición PP-PSOE y disipado el negro fantasma de una coalición entre PP y C’s, a trece escaños de la mayoría absoluta, Pedro Sánchez, tras soportar ‘in extremis’ el impulso final de Podemos y sus confluencias catalana, gallega y valenciana, se situaba como el mejor colocado para llegar a La Moncloa.
Le faltaba jugar bien sus cartas y atraer a Podemos y sus confluencias, más IU y algún grupo nacionalista, preferentemente el PNV, o atraer a Ciudadanos y conseguir la abstención de Podemos. Ambas fórmulas valían para conseguir la presidencia.
Sánchez no lo ha podido hacer peor. La configuración de la mesa del Congreso, dejando la mayoría en manos de PP y C’s y cerrando la puerta a los pretendidos cuatro grupos parlamentarios de Podemos y sus aliados, no ha sido un movimiento inteligente. Mal precedente para comenzar a negociar.
Las cartas hay que saber cuándo sacarlas. Sánchez, con el pacto entre PSOE y C’s en la constitución de la mesa del Congreso, con la abstención del PP, para colocar a Patxi López como presidente de la Cámara, había debilitado la relación con Podemos y sus coaliciones.
El pacto de izquierdas a la portuguesa se esfumaba. Sánchez tenía la coartada perfecta, o eso pensaba, para presentarse en unas nuevas elecciones culpando a Podemos del fracaso del pacto o, como le reclaman veladamente el poder económico, empresarial y mediático y la UE, permitir un nuevo Gobierno de Rajoy con la abstención del PSOE.
Quizás nunca sepamos si Sánchez creía realmente en un pacto de izquierdas a la portuguesa. Más cuando una buena parte del PSOE, por eso decía que no solo Sánchez es un mal jugador sino todo el PSOE actual, recelaba desde el primer día tras las elecciones generales del 20-D de un pacto con Podemos y sus aliados por aquello de la unidad de España debido a la defensa de Iglesias de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Las negociaciones no iban a ser nada fáciles pero…, ¿qué pasa cuando sacas las cartas antes de tiempo?
Los buenos jugadores nunca lo hacen. Esperan al factor sorpresa.
Iglesias, tras la protocolaria reunión con el rey Felipe VI en la ronda de contactos previa a la primera investidura en el Congreso, preparaba la primera rebanada del sándwich a Pedro Sánchez.
El factor sorpresa.
A fin de cuentas, saber cuándo sacar tus mejores cartas.
El PSOE siempre ha jugado con una supuesta ‘irresponsabilidad’ de Podemos para culparles de un fracaso en las negociaciones de un pacto de izquierdas. A Sánchez se le vieron las cartas, mucho antes de tiempo, con la constitución de la mesa del Congreso deslizando la idea de que Podemos era una formación intransigente que anteponía sus intereses a los de los ciudadanos con la exigencia de cuatro grupos parlamentarios. De paso, contentaba al eje del socialismo del sur (los presidentes de Andalucía, Susana Díaz; Extremadura, Guillermo Fernández Vara; y Castilla La Mancha, Emiliano García-Page), con un perfil nacionalista español que poco tiene que envidiar al PP y C’s.
La propuesta de Pablo Iglesias de un pacto de gobierno, mucho más que un pacto de investidura, con el PSOE, y con presencia de IU, llega en el momento más oportuno, cuando Sánchez se ha quedado sin cartas para rechazarla.
Sánchez ya no puede jugar a la ‘irresponsabilidad’ institucional de Podemos cuando la propia formación de Iglesias se ofrece a gobernar junto con el PSOE. Cuando el propio Pablo Iglesias se ofrece como vicepresidente de Sánchez.
Nunca el PSOE pensó que Podemos llegaría tan lejos. Nunca pensó que Podemos se involucraría directamente en un Gobierno con Sánchez como presidente.
Es lo que pasa cuando sabes jugar mejor tus cartas, cuando no te precipitas, cuando dominas mucho mejor los tiempos en las negociaciones.
El movimiento de Podemos ha pillado absolutamente a contrapié al PSOE. Tanto que Sánchez apenas balbuceó que ahora no tocaba hablar de eso, que era el tiempo de la investidura de Rajoy.
Pues bien, Rajoy no
le ha dado ese tiempo.
Y, en otra jugada inesperada y muy acertada para el PP, ha sabido cuándo sacar sus cartas. Y, de paso, completar el sándwich sobre Pedro Sánchez.
Rajoy ha renunciado, por ahora, a la investidura por carecer de apoyos parlamentarios suficientes para sacarla adelante. Se evita un evidente desgaste en un previsible agrio debate en el Congreso y, sobre todo, traslada toda la presión a Pedro Sánchez, que necesitaba tiempo para reponerse del órdago de Iglesias, para conformar gobierno. Un Sánchez que necesita tiempo para cerrar un acuerdo con Podemos y sus confluencias y con algún grupo nacionalista y que necesita aún más tiempo para convencer a Susana Díaz, Fernández Vara y García-Page de un pacto con Podemos y compañía.
El sándwich está listo.
A Sánchez y al PSOE les va a tocar retratarse cuando ya han mostrado, antes de tiempo, casi todas sus cartas.
Ya no pueden responsabilizar a Podemos de un hipotético fracaso en las negociaciones de un pacto de izquierdas a la portuguesa cuando ha sido Podemos quien ha dado el primer paso. Ya no pueden vender un pacto en la sombra con PP y C’s si no es sacrificando a su propio candidato, con el consiguiente coste social y electoral futuro en el PSOE.
Órdago. Jaque. Te toca Pedro.
¿Sabrán reaccionar Pedro y el PSOE?
El sándwich ya está hecho. Solo falta que Iglesias y Rajoy lo devoren.
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Pedro Sánchez, tras reunirse con el rey Felipe VI. |
¿Y qué hará Pedro?
Seguramente, ni él mismo lo sabe en medio del sándwich en el que le han metido, en menos de doce horas, Pablo Iglesias, primero, y Mariano Rajoy, después.
El factor sorpresa. En una negociación en la que todos tienen buenas y malas cartas, gana quien mejor las sabe jugar. Obvio.
Pedro Sánchez es mal jugador. El PSOE actual, también.
Los resultados electorales del 20-D dejaron a Sánchez en una posición incómoda, pero más cerca de La Moncloa que Rajoy, Iglesias y, desde luego, Rivera. Tocaba jugar bien las cartas.
Un mes después, tras el órdago o jaque, como usted prefiera, de Iglesias y Rajoy, podemos decir que Sánchez y el PSOE han jugado fatal sus cartas. Y La Moncloa, para los socialistas, se gana en esta partida. De nada le valdría otra tras un nuevo e incierto paso por las urnas.
Rechazada de plano la gran coalición PP-PSOE y disipado el negro fantasma de una coalición entre PP y C’s, a trece escaños de la mayoría absoluta, Pedro Sánchez, tras soportar ‘in extremis’ el impulso final de Podemos y sus confluencias catalana, gallega y valenciana, se situaba como el mejor colocado para llegar a La Moncloa.
Le faltaba jugar bien sus cartas y atraer a Podemos y sus confluencias, más IU y algún grupo nacionalista, preferentemente el PNV, o atraer a Ciudadanos y conseguir la abstención de Podemos. Ambas fórmulas valían para conseguir la presidencia.
Sánchez no lo ha podido hacer peor. La configuración de la mesa del Congreso, dejando la mayoría en manos de PP y C’s y cerrando la puerta a los pretendidos cuatro grupos parlamentarios de Podemos y sus aliados, no ha sido un movimiento inteligente. Mal precedente para comenzar a negociar.
Las cartas hay que saber cuándo sacarlas. Sánchez, con el pacto entre PSOE y C’s en la constitución de la mesa del Congreso, con la abstención del PP, para colocar a Patxi López como presidente de la Cámara, había debilitado la relación con Podemos y sus coaliciones.
El pacto de izquierdas a la portuguesa se esfumaba. Sánchez tenía la coartada perfecta, o eso pensaba, para presentarse en unas nuevas elecciones culpando a Podemos del fracaso del pacto o, como le reclaman veladamente el poder económico, empresarial y mediático y la UE, permitir un nuevo Gobierno de Rajoy con la abstención del PSOE.
Quizás nunca sepamos si Sánchez creía realmente en un pacto de izquierdas a la portuguesa. Más cuando una buena parte del PSOE, por eso decía que no solo Sánchez es un mal jugador sino todo el PSOE actual, recelaba desde el primer día tras las elecciones generales del 20-D de un pacto con Podemos y sus aliados por aquello de la unidad de España debido a la defensa de Iglesias de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Las negociaciones no iban a ser nada fáciles pero…, ¿qué pasa cuando sacas las cartas antes de tiempo?
Los buenos jugadores nunca lo hacen. Esperan al factor sorpresa.
Iglesias, tras la protocolaria reunión con el rey Felipe VI en la ronda de contactos previa a la primera investidura en el Congreso, preparaba la primera rebanada del sándwich a Pedro Sánchez.
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Pablo Iglesias, con su equipo de máxima confianza. |
El PSOE siempre ha jugado con una supuesta ‘irresponsabilidad’ de Podemos para culparles de un fracaso en las negociaciones de un pacto de izquierdas. A Sánchez se le vieron las cartas, mucho antes de tiempo, con la constitución de la mesa del Congreso deslizando la idea de que Podemos era una formación intransigente que anteponía sus intereses a los de los ciudadanos con la exigencia de cuatro grupos parlamentarios. De paso, contentaba al eje del socialismo del sur (los presidentes de Andalucía, Susana Díaz; Extremadura, Guillermo Fernández Vara; y Castilla La Mancha, Emiliano García-Page), con un perfil nacionalista español que poco tiene que envidiar al PP y C’s.
La propuesta de Pablo Iglesias de un pacto de gobierno, mucho más que un pacto de investidura, con el PSOE, y con presencia de IU, llega en el momento más oportuno, cuando Sánchez se ha quedado sin cartas para rechazarla.
Sánchez ya no puede jugar a la ‘irresponsabilidad’ institucional de Podemos cuando la propia formación de Iglesias se ofrece a gobernar junto con el PSOE. Cuando el propio Pablo Iglesias se ofrece como vicepresidente de Sánchez.
Nunca el PSOE pensó que Podemos llegaría tan lejos. Nunca pensó que Podemos se involucraría directamente en un Gobierno con Sánchez como presidente.
Es lo que pasa cuando sabes jugar mejor tus cartas, cuando no te precipitas, cuando dominas mucho mejor los tiempos en las negociaciones.
El movimiento de Podemos ha pillado absolutamente a contrapié al PSOE. Tanto que Sánchez apenas balbuceó que ahora no tocaba hablar de eso, que era el tiempo de la investidura de Rajoy.
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Mariano Rajoy le ha pasado la pelota a Pedro Sánchez. |
Y, en otra jugada inesperada y muy acertada para el PP, ha sabido cuándo sacar sus cartas. Y, de paso, completar el sándwich sobre Pedro Sánchez.
Rajoy ha renunciado, por ahora, a la investidura por carecer de apoyos parlamentarios suficientes para sacarla adelante. Se evita un evidente desgaste en un previsible agrio debate en el Congreso y, sobre todo, traslada toda la presión a Pedro Sánchez, que necesitaba tiempo para reponerse del órdago de Iglesias, para conformar gobierno. Un Sánchez que necesita tiempo para cerrar un acuerdo con Podemos y sus confluencias y con algún grupo nacionalista y que necesita aún más tiempo para convencer a Susana Díaz, Fernández Vara y García-Page de un pacto con Podemos y compañía.
El sándwich está listo.
A Sánchez y al PSOE les va a tocar retratarse cuando ya han mostrado, antes de tiempo, casi todas sus cartas.
Ya no pueden responsabilizar a Podemos de un hipotético fracaso en las negociaciones de un pacto de izquierdas a la portuguesa cuando ha sido Podemos quien ha dado el primer paso. Ya no pueden vender un pacto en la sombra con PP y C’s si no es sacrificando a su propio candidato, con el consiguiente coste social y electoral futuro en el PSOE.
Órdago. Jaque. Te toca Pedro.
¿Sabrán reaccionar Pedro y el PSOE?
El sándwich ya está hecho. Solo falta que Iglesias y Rajoy lo devoren.
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