Tras dos rondas de
contactos con Felipe VI, el monarca encarga a Pedro Sánchez que intente formar
gobierno. Importante el verbo: intente. Sánchez lo tiene muy difícil. El PP no
le regalará La Moncloa con una improbable abstención en el Congreso. C’s y Podemos son proyectos económicos, sociales y
territoriales antagónicos. Y no parece, además, que precisamente Podemos sea
muy querido entre no pocos importantes dirigentes pasados y actuales del PSOE.
Y quedan los nacionalistas, con los que el PSOE del Tajo para abajo no quiere
ni intercambiarse los teléfonos. Yo sigo a lo mío: habrá nuevas elecciones.
Nos vemos en unos meses.
Así titulaba en este blog un post, en plena resaca electoral, sobre las consecuencias de las generales del 20-D.
Recomendaba reservar un fin de semana del próximo mes de mayo para volver a votar.
51 días después, lo sigo pensando. Los argumentos que exponía no han cambiado sustancialmente porque, realmente, nada ha cambiado. Han pasado los días, pero nada se ha movido. Y, creo, nada se moverá.
Rajoy (aún) no quiere, ni puede. Ha renunciado (de momento) a formar gobierno. Se lo juega todo a un hipotético tripartido del ‘nada cambia’: PP-PSOE-C’s. Algo que solo podría suceder si el PSOE reventara por dentro. Pero tampoco le hace ascos a unas nuevas elecciones con el previsible desgaste de C’s y una posible recuperación de votos.
Sánchez quiere pero… Sánchez no podrá.
Y no podrá porque nada ha cambiado. Ni dentro, ni fuera, de su partido tiene apoyos suficientes para ser presidente del Gobierno.
Nunca veremos juntos a Podemos y C’s, a los que necesita. Poco les une. Podemos no deja de ser el heredero del espíritu del 15-M, el heredero del cambio social. Ciudadanos no deja de ser, en cambio, la respuesta para frenar a Podemos. El cambio estético, el cambio para que nada cambie.
Nunca veremos un
pacto de izquierdas a la portuguesa, incluso con la participación directa de Podemos
e IU en el Gobierno codo con codo con el PSOE. Más que nada porque el PSOE, que
sigue sin asumir y comprender por qué ha pasado en cuestión de siete años de
once millones a cinco millones y medio de votos, es un partido que no sabe qué
quiere ser de mayor.
No sabe si quiere ser seguir siendo de izquierdas o, como Felipe González, convertirse en otra cosa bien distinta. Porque no vale con denominarse como socialista para serlo. Si el PSOE cuenta hoy con algo menos de la mitad de votos que en la segunda victoria electoral de Zapatero es, sobre todo, por su desorientado viaje ideológico desde que tocara poder en España, acelerado desde la explosión de la crisis.
El día que resuelva ese dilema, el PSOE sabrá dónde está. Muchos pensamos que hace tiempo abandonó la izquierda. Lo dicen las urnas.
Y es que el pacto de izquierdas con Podemos e IU tiene el principal enemigo dentro del mismo PSOE. No ayuda nada escuchar a Susana Díaz, que gobierna en Andalucía gracias a Ciudadanos, negar la mayor a Podemos en el último Comité Federal: “Un Gobierno de coalición con Podemos no lo veo”.
Y faltan los nacionalistas. El pacto de izquierdas, si ya tiene mucho rechazo interno del socialismo del sur de España, necesitaría el apoyo, directo o en forma de abstención, de los nacionalistas. Algo a lo que Susana y compañía también se oponen.
Por eso decía que
el PSOE aún no sabe qué quiere ser de mayor.
Sánchez quiere gobernar, pero no podrá.
Recomendaba reservar un fin de semana del próximo mes de mayo para volver a votar.
Y 51 días después, lo sigo pensando.
Solo que el desarrollo de las conversaciones electorales, con el PP y el PSOE jugando al ratón y al gato, dilatará más los plazos.
No sé cuándo. Pero
sí sé que volveremos pronto, muy pronto, a votar.
Lo haremos porque las matemáticas son obtusas. Y los partidos políticos españoles, tan poco dados a pactar, aún más.
Y, por qué no decirlo, porque realmente no existe una base real para pactar.
Las matemáticas, otras vez las matemáticas. A veces hay que ver menos ‘House of Cards’, ‘Borgen’ o ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ y simplemente recordar las operaciones más esenciales.
Sánchez necesita amigos que no tiene. Pero Iglesias y Rivera no se juntan. Susana, Felipe y compañía no se juntan con Iglesias. Tampoco con los nacionalistas. Y, en caso de que Pedro tuviera a su lado a Iglesias y Garzón, Susana tampoco se junta con los nacionalistas.
Sumar y restar. Matemáticas básicas.
Mariano (aún) no quiere, ni puede. Pedro no podrá.
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Felipe VI y Pedro Sánchez. Fotos y gráficos: www.elmundo.es |
Así titulaba en este blog un post, en plena resaca electoral, sobre las consecuencias de las generales del 20-D.
Recomendaba reservar un fin de semana del próximo mes de mayo para volver a votar.
51 días después, lo sigo pensando. Los argumentos que exponía no han cambiado sustancialmente porque, realmente, nada ha cambiado. Han pasado los días, pero nada se ha movido. Y, creo, nada se moverá.
Rajoy (aún) no quiere, ni puede. Ha renunciado (de momento) a formar gobierno. Se lo juega todo a un hipotético tripartido del ‘nada cambia’: PP-PSOE-C’s. Algo que solo podría suceder si el PSOE reventara por dentro. Pero tampoco le hace ascos a unas nuevas elecciones con el previsible desgaste de C’s y una posible recuperación de votos.
Sánchez quiere pero… Sánchez no podrá.
Y no podrá porque nada ha cambiado. Ni dentro, ni fuera, de su partido tiene apoyos suficientes para ser presidente del Gobierno.
Nunca veremos juntos a Podemos y C’s, a los que necesita. Poco les une. Podemos no deja de ser el heredero del espíritu del 15-M, el heredero del cambio social. Ciudadanos no deja de ser, en cambio, la respuesta para frenar a Podemos. El cambio estético, el cambio para que nada cambie.
LA FÓRMULA PRESIDENTE SÁNCHEZ:
(Depende de la improbable unión de Podemos e Iglesias)
No sabe si quiere ser seguir siendo de izquierdas o, como Felipe González, convertirse en otra cosa bien distinta. Porque no vale con denominarse como socialista para serlo. Si el PSOE cuenta hoy con algo menos de la mitad de votos que en la segunda victoria electoral de Zapatero es, sobre todo, por su desorientado viaje ideológico desde que tocara poder en España, acelerado desde la explosión de la crisis.
El día que resuelva ese dilema, el PSOE sabrá dónde está. Muchos pensamos que hace tiempo abandonó la izquierda. Lo dicen las urnas.
Y es que el pacto de izquierdas con Podemos e IU tiene el principal enemigo dentro del mismo PSOE. No ayuda nada escuchar a Susana Díaz, que gobierna en Andalucía gracias a Ciudadanos, negar la mayor a Podemos en el último Comité Federal: “Un Gobierno de coalición con Podemos no lo veo”.
Y faltan los nacionalistas. El pacto de izquierdas, si ya tiene mucho rechazo interno del socialismo del sur de España, necesitaría el apoyo, directo o en forma de abstención, de los nacionalistas. Algo a lo que Susana y compañía también se oponen.
PACTO DE IZQUIERDAS (Sin nacionalistas):
(No suman mayoría absoluta)
Sánchez quiere gobernar, pero no podrá.
Recomendaba reservar un fin de semana del próximo mes de mayo para volver a votar.
Y 51 días después, lo sigo pensando.
Solo que el desarrollo de las conversaciones electorales, con el PP y el PSOE jugando al ratón y al gato, dilatará más los plazos.
PACTO DE IZQUIERDAS (Con nacionalistas):
(Improbable por el rechazo de parte del PSOE a Podemos y nacionalistas)
Lo haremos porque las matemáticas son obtusas. Y los partidos políticos españoles, tan poco dados a pactar, aún más.
Y, por qué no decirlo, porque realmente no existe una base real para pactar.
Las matemáticas, otras vez las matemáticas. A veces hay que ver menos ‘House of Cards’, ‘Borgen’ o ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ y simplemente recordar las operaciones más esenciales.
Sánchez necesita amigos que no tiene. Pero Iglesias y Rivera no se juntan. Susana, Felipe y compañía no se juntan con Iglesias. Tampoco con los nacionalistas. Y, en caso de que Pedro tuviera a su lado a Iglesias y Garzón, Susana tampoco se junta con los nacionalistas.
Sumar y restar. Matemáticas básicas.
Mariano (aún) no quiere, ni puede. Pedro no podrá.
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