viernes, 11 de septiembre de 2015

Los cruzados Maroto y Fernández Díaz

El actual número tres del PP y el ministro del Interior alertan, sin pruebas, sobre la presencia de numerosos yihadistas entre los refugiados sirios que piden asilo político en la Unión Europea huyendo de la Guerra. El PP agita, en pleno periodo electoral, el maniqueo y peligroso discurso de la xenofobia. Más que nada porque se sienten cómodos, porque creen (aunque no lo reconozcan) en él. ¡Cuánta irresponsabilidad!

Maroto y Fernández Díaz, recibiendo a los refugiados.
“Entre los sirios que entran hay muchos yihadistas. Son personas que un día ponen una bomba en cualquiera de nuestras ciudades y, por tanto, después alguien va a pedir explicaciones” (Javier Maroto, exalcalde de Vitoria y actual vicesecretario sectorial del PP) en una entrevista en Radio Vitoria (11 de septiembre de 2015).


Textual.

Y también contextualizado para que nadie me acuse de buscar una interpretación distinta a las palabras de Maroto. Más que nada porque solo hay una: alarmista (fiel ejemplo de la política del miedo), inexacta y profundamente inhumana, xenófoba y racista. Impresentable.

Reproducción exacta de la entrevista al dirigente popular en Radio Vitoria. Audio específico a partir del minuto 17 cuando Maroto habla sobre la crisis de los refugiados procedentes de Siria.

Periodista:

-150 refugiados podrían llegar a Álava posiblemente a partir del próximo mes de octubre. Se están coordinando ya las instituciones con las ONG’s, ¿se están haciendo bien las cosas, señor Maroto, en este tema?

Javier Maroto:

-No se está haciendo bien todo. Yo creo que hay que hacer las cosas de otra manera (…). Ahora a Europa se la mide por lo social, o sea, por el corazón. Efectivamente, la foto del pequeño Aylán (el niño sirio que apareció muerto en una playa turca) no es una foto cualquiera. Esa foto es ya parte de la historia. Y ahora, a los Estados de la Unión se les mide, además de por la cabeza, por el corazón. Yo creo que hay una tragedia humana importantísima allí, pero lo que corresponde hacer es dar una respuesta rápida, definitiva, porque esas personas vienen para quedarse. Y por tanto también hay que tener en cuenta razones de seguridad. Se está diciendo ya, entre los sirios que entran hay muchos yihadistas. Son personas que un día ponen una bomba en cualquiera de nuestras ciudades y, por tanto, después alguien va a pedir explicaciones. Por supuesto que las pedirán.

Periodista:

-Este tipo de mensajes, señor Maroto, ¿cree que es apropiado lanzarlos ahora, crear esa desconfianza sobre las personas que podrían llegar? ¿Es el momento? Una cosa es la seguridad, pero empezar ya a hablar de que existe ese riesgo, ¿es apropiado ahora mismo?

Javier Maroto: 

-Usted no puede ni esperar, ni intuir. Lo que tiene que hacer el Gobierno es hacer las cosas bien. ¿Sabe por qué? Porque si entre 1.200 refugiados hay veinte yihadistas que entran en nuestro país, esos veinte yihadistas van a tomar parte y van a hacer cosas..., las que hemos visto en la televisión. Por tanto, el calor humano que yo pido a la Unión Europea y a los gobiernos de los estados miembros tiene que ser, además de corazón, responsable, con la cabeza. Las personas que vienen no vienen para estar en un polideportivo y a tener un bocadillo un día. Vienen a trabajar e integrarse. Bueno, eso espero yo, a trabajar e integrarse. Por tanto, hay que tomar esas medidas de forma conjunta.¿Qué es lo que creo que no hay que hacer? ¿Qué es lo que creo que no corresponde? Esas medidas que vemos en algunos alcaldes, lo hemos visto también en Vitoria, de salir corriendo el primero a poner una pancarta y decir ‘Welcome refugees o Bienvenidos refugiados’. Con las pancartas ni se come ni se duerme. Y sobre todo ni se trabaja ni se integra. Hace falta una respuesta definitiva entre todos, ayuntamientos, comunidades autónomas y el Gobierno, y también en relación con Europa. Porque éste es un asunto muy delicado. Hay que hacerlo con mucho corazón, pero también con mucha cabeza. Porque después, como digo, esas personas son personas que vienen para quedarse. Y hay que dar una respuesta coherente a todo ello. Entonces, solidaridad, sí. Y responsabilidad, también. Esto de abrir polideportivos y repartir mantas no es acoger para 20-25 años a 1.500 personas. Eso es la medida de un día y la foto de un alcalde para un día. Yo creo que hay bastante de postureo.

Con y sin contexto, las palabras de Javier Maroto suenan igual. Igual de repugnantes. Igual de xenófobas.

Maroto no ha tardado en rectificar. Más que nada porque se le han visto las vergüenzas: “No son las palabras para definir lo que debe ser lo primero: la solidaridad”. Entonces, ¿por qué esa determinación (voluntaria) por hablar de terrorismo cuando le preguntaban sobre los refugiados?

Dudo mucho, pero mucho, que esa rectificación sea de corazón, eso que el señor Maroto le pide a todo el mundo (menos para él, por lo visto) para responder a la crisis de los refugiados en Europa.




Maroto y Fernández Díaz ven yihadistas infiltrados donde la mayoría solo vemos
a gente desesperada huyendo de la Guerra.
No es la primera vez que Maroto enseña la fea y peligrosa patita de la xenofobia. Como alcalde de Vitoria criminalizó, tirando de populismo (eso que al PP le encanta adjudicar a todos, menos a ellos), a los colectivos de inmigrantes: “El fraude en las ayudas sociales para algunas nacionalidades concretas (argelinos y marroquíes) es escandaloso. Presentaremos datos en septiembre. Algunas nacionalidades viven de las ayudas y no tienen ningún interés en trabajar”, sentenció en el verano del pasado año. Maroto adaptó la tradicional denuncia de los sectores más carcas del PP a los parados (ya saben, que los subsidios se van en teles de plasma) con los inmigrantes que, según el exalcalde de Vitoria, se compraban con las ayudas sociales “zapatillas de la marca (Agatha Ruiz de la) Prada”.

Maroto generalizó (sin datos, más que nada porque no existen) sus ideas sobre los inmigrantes: “Yo digo lo que se dice y se piensa en la calle. Sobre este asunto hay que ser claro y no políticamente correcto”. Aún más, hizo de la lucha contra la inmigración el eje de su actuación en el Ayuntamiento de Vitoria. Un discurso nada amistoso con los extranjeros que bien podrían firmar los líderes del Frente Nacional, Marine Le Pen, el UKIP, Nigel Farage, o la ultraderecha holandesa, danesa, sueca, finlandesa, polaca, checa, eslovaca y húngara. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, el azote de los refugiados sirios, estaría orgulloso de Maroto.

No me creo el arrepentimiento posterior a la entrevista en Radio Vitoria. Maroto dijo lo que dijo porque es lo que piensa. Es lo que tiene revisar su currículo. Maroto basó su campaña en las últimas elecciones municipales en el discurso anti-inmigración. El PP le premió ascendiéndolo a número tres del partido tras cargarse al simple Carlos Floriano. Recompensa al mensaje de la xenofobia como también ha sucedido con Xavier García Albiol, exalcalde de Badalona, promocionado a candidato del PP a la Generalitat de Cataluña tras una carrera municipal famosa por sus excesos verbales contra la inmigración, en este caso rumana. Al PP le gusta jugar con la xenofobia porque sabe que es algo del gusto de una parte de su electorado.

Las palabras de Maroto siguen, además, una línea marcada por el ultracatólico ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, desde los saltos de inmigrantes en la valla de Ceuta. Entonces, Fernández Díaz, que actúa contra la inmigración como si fuera un cruzado contra una invasión musulmana, ya alertó, otra vez sin pruebas, sobre la posibilidad de que en los saltos se colaran yihadistas. Como mentir se conoce que no es un pecado para el opusiano ministro, lo ha vuelto a hacer con los refugiados sirios.

“No podemos descartar esa posibilidad. Tiempo atrás Daesh (Estado Islámico) hizo una amenaza en ese sentido, creo que en esa cuestión hay que ser prudentes. A los ministros del Interior, que nos corresponde garantizar la seguridad, esa es una realidad que debemos tener presente, no podemos descartar esa posibilidad y debemos tomar las medidas adecuadas”.

Ignoro si el ultracatolicismo de Fernández Díaz le lleva a pensar que vivimos una guerra religiosa, cristianos contra musulmanes, en la que todo vale, incluso infiltrar a yihadistas entre los refugiados sirios. Pero desde luego las palabras del ministro, como las de Maroto, esconden una repugnante asociación entre musulmanes y yihadistas. Solo en los sectores más conservadores de Europa se ha avisado de la probable existencia de terroristas entre los refugiados sirios. Solo en los sectores más conservadores de Europa se ha introducido el debate de la seguridad nacional y la lucha contra el yihadismo en la crisis de los refugiados.

Fernández Díaz y Maroto no son tan distintos a Le Pen, Farage y Orban. Cuesta distinguir sus discursos. Si es que existen diferencias.

Pero el tiempo de las cruzadas, señor ministro y señor Maroto, pasó hace mucho. No existe ninguna prueba de que haya yihadistas infiltrados entre unos refugiados que escapan, precisamente, de la Guerra de Siria, de la represión de Al Asad y del terror de Daesh.


Los nuevos cruzados del siglo XXI; Fernández Díaz y Maroto.
Los atentados que se han producido en Europa han sido perpetrados, fundamentalmente, por ciudadanos europeos de origen musulmán, no por inmigrantes procedentes del norte de África o de Oriente Medio. Así fue en el 7-J en Londres o en los atentados de París en la redacción de Charlie Hebdo en el pasado mes de enero. Tres de los cuatro suicidas en el metro de Londres eran británicos. El cuarto, jamaicano, se había criado en el Reino Unido. Mientras, los autores del tiroteo en Charlie Hebdo y su colaborador eran franceses de nacimiento. No son los inmigrantes o refugiados un peligro terrorista de primera magnitud, sino más bien las segundas y terceras generaciones.

Gran parte de los terroristas del 11-M, marroquíes de nacimiento, también llevaban muchos años viviendo en España antes de que, realmente, quisieran atentar. No existe ninguna prueba que demuestre que se instalaron en España para poner bombas. Más bien existen indicios, como en el caso de Jamal Ahmidan, de que se fueron radicalizando en nuestro país.

Me parece de una enorme irresponsabilidad la asociación entre los refugiados sirios (y afganos, iraquíes, somalíes…) y los yihadistas de Daesh y Al Qaeda. Maroto y Fernández Díaz, y no son los únicos (la prensa afín al PP compra con gusto el mensaje), están agitando conscientemente, a tres meses vista de las generales, la carta de la xenofobia por motivos electorales. Y, probablemente, incluso por convencimiento.

Algunos se creen que seguimos viviendo en la época de las cruzadas.

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