sábado, 28 de septiembre de 2013

Europa 2025: las cenizas de la austeridad

Intermón Oxfam, una de las más importantes ONG del mundo, advierte del desolador coste de las actuales políticas para solucionar la crisis: entre 15 y 25 millones más de pobres, la población conjunta de Austria y Países Bajos. Un drama que tendría repercusiones en el conjunto de la sociedad. La Unión Europea no ha aprendido de las experiencias pasadas en América Latina, África subsahariana y el este asiático, que aplicaron, sin éxito, las mismas recetas en las décadas de los ochenta y noventa.
 
 
Me gustaría que Merkel entendiese que la austeridad empeora el comportamiento de la economía. Aumenta el nivel de desempleo, disminuye los salarios y crea más desigualdad. No existe ningún ejemplo de una gran economía que haya vuelto a crecer gracias a la austeridad”. Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001 y execonomista jefe del Banco Mundial, avisaba a la canciller (gran promotora de los recortes) durante la campaña electoral de las últimas elecciones alemanas sobre las funestas consecuencias de sus políticas económicas basadas en una reprimenda moral a los ciudadanos (que deben expiar sus pecados por gastar de más) y en un salvavidas incondicional al sistema financiero (libre de todo culpa).
 
“A largo plazo, la austeridad puede aumentar los niveles de pobreza y desigualdad durante las dos próximas décadas”, resume Intermón Oxfam. Esta ONG española, que lleva más de medio siglo trabajando por y para los ciudadanos más desfavorecidos de todo el mundo, ha publicado un muy interesante informe, titulado ‘La trampa de la austeridad-El verdadero coste de la desigualdad en Europa’, que describe las consecuencias actuales y, sobre todo, futuras de las medidas que la Unión Europa está aplicando contra la crisis.
Siempre que me he tropezado en la televisión con algún ‘culebrón’ latinoamericano, me ha llamado la atención el tipo de sociedad que retratan. Las tramas se repiten: una historia de amor entre un chico (casi siempre) de familia acaudalada y una chica de origen pobre. Junto a las mansiones de los padres del muchacho, aparecen los modestos hogares de la ‘rancherita’ de turno. Lógicamente, estamos hablando de ficción.
No obstante, está bastante cercana a la realidad. América Latina siempre ha destacado por sus desigualdades. Conviven grandes fortunas con enormes barrios terriblemente degradados que poco tienen que envidiar al África subsahariana. La riqueza siempre ha estado muy mal repartida, incluso actualmente a pesar de la mejoría de la situación económica, laboral y social de América Latina. Stiglitz e Intermón Oxfam no son unos apocalípticos.
Esa ficción de las telenovelas centroamericanas y sudamericanas empieza a ser una más que posible futura realidad en Europa, con las peculiaridades de cada continente. Pero el empeoramiento para el conjunto de la sociedad no tiene solo como culpable a la crisis. La Unión Europea, capitaneada por Merkel, reforzada tras su rotunda victoria en las últimas elecciones alemanas, se ha obstinado en la austeridad como medida indispensable y casi única para salir de la recesión. Un maximalismo absurdo que ni nos está sacando de la crisis, al menos para una inmensa mayoría de los ciudadanos, ni mejorará nuestra calidad de vida a medio y largo plazo. Más bien al contrario.
La ola de austeridad económica que ha azotado Europa tras la Gran Recesión amenaza con dañar seria y permanentemente al tan preciado modelo social del continente. Tal y como predijeron hace tiempo los economistas, incluyéndome a mí mismo, la austeridad solo ha conseguido paralizar el crecimiento de Europa, con mejoras en las balanzas fiscales decepcionantes en todos los casos. Y, lo que es peor, la austeridad contribuye al aumento de las desigualdades que harán que esta situación de fragilidad económica perdure, exacerbando innecesariamente el sufrimiento de las personas en situación de desempleo y pobreza durante muchos años”, expone Stiglitz, uno de los economistas más respetados en todo el mundo.
Intermón Oxfam exige, por ello, el final de los políticas de austeridad que “han desmantelado los mecanismos que reducen la desigualdad y hacen posible un crecimiento equitativo. Con el aumento de la desigualdad y la pobreza, Europa se enfrenta a una década pérdida. Oxfam lo sabe porque ya ha sido testigo de situaciones similares. Existen claras semejanzas entre estos programas de austeridad y las ruinosas políticas de ajuste estructural impuestas en América Latina, el este Asiático y el África subsahariana en las décadas de 1980 y 1990. Estas políticas fueron un fracaso; un tratamiento que pretendía curar la enfermedad matando al paciente”.
La ONG española pone un escalofriante número a las consecuencias futuras de la austeridad: “Si las medidas siguen adelante, en 2025 entre 15 y 25 millones más de europeos podrían verse sumidos en la pobreza: aproximadamente la población conjunta de Austria y los Países Bajos”. Hace dos años, según datos de Intermón Oxfam, 120 millones de ciudadanos de la UE ya vivían en la pobreza. Si la tendencia actual continúa, los niveles de desigualdad de algunos países de Europa pronto se encontrarán entre los más elevados del mundo”. Ese es el futuro pos-crisis de la Unión Europa. No parece muy esperanzador por más que desde Bruselas, Berlín y La Moncloa clamen lo contrario o sencillamente quieran salvar a las élites y abandonar al conjunto del pueblo. ¿No se habrán confundido en sus recetas anti-crisis?
El informe de Intermón Oxfam recuerda lo que sucedió en América Latina cuando la austeridad fue la bandera de sus respectivos gobiernos como ineludible condición para recibir rescates financieros del FMI y del Banco Mundial. El porcentaje de personas pobres pasó del 40.5% en 1980 al 48.3% en 1990. El número de personas afectadas por la pobreza en la región era todavía en 1994 mayor que en 1980. Aunque el porcentaje de personas pobres ha ido disminuyendo paulatinamente desde 1997, hasta 2005 dicha proporción siguió siendo superior a la de 1980. “Es decir, se tardaron más de 25 años en recuperar el nivel de pobreza previo a la crisis, resume Intermón Oxfam.
Ciudadanos de la Unión Europea, ¿no ven similitudes con lo que está pasando ahora, principalmente, en Grecia, Portugal, España, Irlanda e Italia? En España, padecemos un Gobierno que festeja por todo lo alto el descenso del paro en 31 personas en el mismo mes (agosto) en que se pierden casi 100.000 cotizantes a la Seguridad Social. Una victoria, si es que lo es, pírrica contra la crisis. Ni una reforma laboral que ha liquidado la negociación colectiva y se está saldando con notables devaluaciones en los salarios ni unos injustificados recortes en sanidad o educación han conseguido sacar a España del pozo por más que el Ejecutivo de Mariano Rajoy venda ese mensaje.
La realidad diaria de España indica lo contrario. La economía está hundida. La salida de la crisis solo está cerca para unas determinadas élites económicas. La fractura social se agranda. España corre un gravísimo riesgo de romperse entre ricos y pobres, entre aquellas familias de ‘culebrón’ venezolano con un lujoso chalet en una selecta urbanización, automóviles de lujo y trabajo bien remunerado y otras con una vivienda pequeña en un barrio pobre, con el coche aparcado para no gastar demasiado en gasolina y sin trabajo o empleos precarios. El peligro de que esto suceda es real y no será culpa de los ciudadanos sino de nuestros políticos. No se puede cantar victoria, como hacen irresponsablemente a diario Rajoy, Montoro y compañía, con la actual y con la previsible futura situación socioeconómica en España.
Intermón Oxfam usa los ejemplos de Irlanda (tan aplaudido por los amantes de las políticas de austeridad) e Islandia para contraponer dos maneras de atacar la crisis. “Irlanda podría ser una muestra del futuro que aguarda a otros países de la UE si tenemos en cuenta los informes que señalan la elevada desigualdad de ingresos entre las distintas regiones, la inseguridad laboral y la considerable reducción del poder adquisitivo. Además, Irlanda es enormemente dependiente de la redistribución que el Estado hace de los ingresos a través de impuestos y transferencias, un logro que probablemente se vea limitado si las medidas de austeridad siguen adelante”.
“En cambio, Islandia ha recuperado el crecimiento económico gracias al incremento de los impuestos a las familias de altos ingresos, la protección de las familias de clase media y baja frente a los recortes en el gasto, y la subida de los salarios reales en un 1,5%, en parte gracias a un acuerdo colectivo para aumentar los sueldos. Gracias a estas medidas, el nivel de igualdad es más estable en Islandia que en Irlanda”, argumenta Intermón Oxfam. Pero, ya saben, hablar en España de Islandia es un enorme tabú. Y, cuando se hace, siempre es poniendo innumerables pegas para alejar lo más lejos posible unas políticas similares.
En la Unión Europea, se lleva otro modelo que ha permitido que “los ingresos de las diez personas más ricas de Europa superen el coste total de las medidas de estímulo aplicadas entre 2008 y 2010 (217.000 millones vs. 200.000 millones de euros)” y que la Comisión Europea aprobara entre 2008 y 2011 “la concesión de 4.5 billones de euros en ayudas para el sector financiero (el equivalente al 36,7% del PIB de la UE)”.
Esta crisis ha dejado al descubierto un desequilibrio de poder: los sistemas financieros disfuncionales que dieron origen a la crisis han salido de ella prácticamente indemnes, pero el coste de sus actos ha acarreado consecuencias negativas para toda la población, especialmente para los más vulnerables. Los gobiernos han respondido con un modelo de austeridad y ajustes que apenas ha generado crecimiento pero que, sin embargo, está aumentando la desigualdad y la pobreza. Para cuando los países recuperen el crecimiento, las políticas de austeridad habrán debilitado tanto los mecanismos de reducción de la pobreza y la desigualdad que los ricos serán los mayores beneficiarios de la recuperación económica”, concluye el informe de Intermón Oxfam.
Es el futuro para una amplia mayoría de ciudadanos europeos que sufriremos durante muchos años las cenizas de la actual crisis y de las políticas de austeridad que han multiplicado sus consecuencias. En 2025, la recesión habrá pasado a los libros de historia. Sus efectos colaterales, no. La Unión Europea ha decidido dejar por el camino a los más desfavorecidos. No crearon la crisis, pero serán los que pagarán las cenizas de la recesión y la austeridad.

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