La candidatura olímpica de
Madrid, la tercera, tiene un bajísimo apoyo social por más que los políticos y
determinados medios de comunicación progubernamentales digan lo contrario. El entusiasmo popular
es mínimo. Casi nadie desea unos Juegos en un país con necesidades mucho más
importantes e inminentes, con el empleo a la cabeza, y con una corrupción salvaje que llena
páginas de periódicos y minutos de radio y televisión. No estamos hablando de un proyecto económico interesante en el medio y largo
plazo. Parece más una cabezonada y un capricho de las instituciones madrileñas
que siguen viviendo su particular sueño alejado de la realidad cotidiana de sus
ciudadanos. Un megaproyecto que no precisan ni España ni Madrid, con el
Ayuntamiento más endeudado de Europa.
A continuación, explicaré mi
postura personal. Insisto, compartida por millones de españoles. No escuchen
solo al Príncipe de Asturias; al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; a la
alcaldesa de Madrid, Ana Botella; y al presidente del Comité Olímpico Español,
Alejandro Blanco. Paseen por las calles de España, por barrios ricos y pobres,
por ciudades grandes y pequeñas, pregunten a ciudadanos mayores y jóvenes.
Hagan la media y verán que Madrid 2020 tiene un apoyo social reducido. De las
tres candidaturas olímpicas presentadas por la capital española, es la que
menos ilusión genera. No se fíen de encuestas elaboradas por organismos
públicos o medios de comunicación afines. Una mayoría de españoles no queremos
los Juegos Olímpicos en Madrid en 2020. Unos Juegos necesitan un abrumador
apoyo social. Fue una de las claves del éxito de Barcelona’92. Ahora no existe
esa pasión en España.
Seguramente serán más que conscientes de la situación económica que atraviesa España. Vamos camino de siete años de crisis y no se atisba ningún cambio. ¡Cómo estarán las cosas para que nuestro Gobierno haya celebrado un descenso del paro de 31 personas en agosto (que además viene acompañado por una pérdida de casi cien mil trabajadores cotizantes a la Seguridad Social) cuando soportamos una cifra cercana a los cinco millones de desempleados registrados! El volumen real se aproxima a los seis millones, según datos de la Encuesta de Población Activa, estudio trimestral que utiliza la Unión Europea. Solo Grecia sufre una tasa de paro superior. España es el país del desempleo. ¿Consideran oportuno organizar unos Juegos Olímpicos en Madrid en un país con una realidad laboral tan dura? Nadie sabe cómo estará España dentro de siete años. Es una gran incógnita. Pero, ¿creen los miembros del COI que es correcto designar como sede olímpica a una ciudad, a un país, con un mercado laboral tan quebrado?
Muchos españoles deseábamos
que Madrid hubiera tomado la misma postura valiente e inteligente que la
candidatura olímpica de Roma. Italia atraviesa también una complicadísima
situación económica. El exprimer ministro italiano Mario Monti decidió en
febrero de 2012 retirar a la capital transalpina de la carrera por los Juegos
de 2020. Suponía un gasto muy alto para un país con prioridades más urgentes.
Señores del COI, Italia es un país más rico que España y su crisis es menos
intensa. Miren, por ejemplo, su tasa de desempleo. La Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reconoce una tasa de paro cercana
al 27% en España, más del doble del 12% de Italia. Los Juegos Olímpicos no pueden
celebrarlos países con economías debilitadas. Es una irresponsabilidad y un
insulto a los ciudadanos. España necesita que se invierta en políticas activas
de empleo y se preserve su Estado del Bienestar, no organizar unos Juegos.
Señores del COI, la deuda pública española superó en agosto, por primera vez en cien años, el 90% del PIB. El Banco de España prevé que en 2016 se llegue al 100%. ¡A saber en qué cifras nos movemos en 2020! En menos de dos años de Gobierno del Partido Popular, la deuda pública ha pasado del 69,3% del PIB al 90,1%. Unido al endeudamiento privado, que todavía es mayor, me gustaría que nos explicaran en el COI si ven posible con estos números pensar en una próxima recuperación de la economía española. Y, vuelvo al argumento inicial y principal, unos Juegos Olímpicos no los puede organizar un país con su economía tocada y, como consecuencia, con sus ciudadanos sufriendo. Japón y Turquía son economías en progresión. Es su oportunidad, no la nuestra.
Conviene, además, recordar la situación de las cuentas del Ayuntamiento de Madrid. La deuda supera los 7.000 millones de euros. Madrid es el Ayuntamiento de toda Europa con los números más rojos. ¿Es de recibo que se embarque en una aventura como la olímpica por mucho que estén construidas la mayoría de infraestructuras deportivas? Piensen, señores del COI, que designarían a una ciudad cuyo gobierno municipal está técnicamente en la quiebra. Y la candidatura olímpica de Madrid tiene, precisamente, a su endeudado Ayuntamiento al frente. No parece que sean unos grandes gestores. El Consistorio madrileño tiene problemas muy serios para pagar al día a sus proveedores, a las empresas concesionarias de, por ejemplo, los servicios municipales de limpieza o recogida de basuras.
Mi negativa a la candidatura olímpica de Madrid también tiene argumentos deportivos. ¿Cuál es la salud del deporte español? Si solo miran los ejemplos de las selecciones de fútbol y balonmano masculino y de waterpolo femenino (actuales campeonas del mundo), de Rafa Nadal, David Ferrer, Pau Gasol, Marc Gasol, Fernando Alonso, Jorge Lorenzo, Marc Márquez, Alberto Contador, Alejandro Valverde, ‘Purito’ Rodríguez, Mireia Belmonte, el equipo de natación sincronizada…, pensarán que es excelente. Pero, que los árboles, por muy altos y frondosos que sean, no oculten el bosque. La salud económica del deporte español está a la altura de las cuentas del Estado: rota. Salvo, de momento, el fútbol, en su Primera División, el resto de deportes acumulan quiebras.
Los miembros del Comité Olímpico Internacional deben conocer, por ejemplo, que ha sido un gesto personal de un deportista generoso y de máximo nivel como Fernando Alonso, con la compra de la estructura del Euskaltel-Euskadi, el que ha impedido que el ciclismo español se quedara con un único equipo de élite. En este mismo verano, el segundo principal club de la Asobal (la liga nacional de balonmano), el Atlético de Madrid, ha desaparecido. En la Liga Endesa (baloncesto), llevamos dos temporadas consecutivas sin ascensos deportivos por cuestiones económicas. El deporte español camina hacia el ‘amateurismo’ ante su incapacidad para gestionarse. La deuda de los principales clubes, sobre todo los de fútbol, con Hacienda y la Seguridad Social es insultante. Solo la permisividad institucional evita más cierres. No solo vale hablar de las grandes figuras. El deporte español no puede vivir solo de los éxitos de sus estrellas que esperan como agua de mayo la elección de Madrid como organizadora de los Juegos Olímpicos de 2020. Solo la designación de Madrid como sede olímpica podría evitar un desastre en las federaciones, en el deporte de base.
Tampoco España destaca,
precisamente, en la lucha contra el dopaje. No quiero decir que las victorias
de nuestros deportistas estén más sucias que las obtenidas por representantes
de otros países. El dopaje, desgraciadamente, es un mal demasiado generalizado
como para exonerar a unos y culpabilizar a otros. Sin embargo, en España, que es
lo que debe tener en cuenta el COI, existe una inadmisible y sospechosa
permisividad hacia el dopaje cuando afecta a los nuestros. Un ejemplo sencillo.
Mientras Estados Unidos no ha dudado en hundir a todo un mito como Lance
Armstrong, en España se protegió desde todos los sectores, desde los
aficionados hasta los medios de comunicación y las instituciones, a Alberto
Contador. Piensen, además, que Armstrong nunca dio positivo en su carrera.
Contador, sí. Pero, da igual, se le protege. A fin de cuentas, era un positivo
por una cantidad ínfima de clembuterol y con unos análisis incorrectos. Ese es el sentir en España. No se toma la lucha contra el dopaje
en serio.
Hay más ejemplos como la instrucción y posterior enjuiciamiento de la ‘Operación Puerto’. La juez Julia Patricia Santamaría ordenó destruir las más de doscientas bolsas de sangre aprehendidas al doctor Eufemiano Fuentes, que se había prestado a informar sobre los nombres de los propietarios. Dio igual. Carpetazo a la ‘Operación Puerto’. Secretismo y penas mínimas. ¿Es eso combatir contra el dopaje? Me parece que no. La trama de la ‘Operación Puerto’ es uno de los escándalos de dopaje más importantes del mundo. Pero se descubrió en España, donde nunca interesa que se conozca la verdad. ¿Ampara el COI a los países que no se toman en serio la lucha contra el dopaje?
No es el momento para Madrid 2020. La realidad económica de España grita. Existen otras prioridades. ¿Qué país espera el COI que se encontrará en 2020? Porque muchos españoles, a siete años vista, no lo tenemos nada claro. El endeudamiento del Ayuntamiento de Madrid tampoco invita a la confianza en la gestión de unos hipotéticos Juegos. La salud del deporte español, más allá de las grandes figuras, se encuentra en consonancia con el maltrecho estado de la economía nacional y la lucha contra el dopaje queda en un segundo plano frente a la importancia de conseguir victorias deportivas. Esto también es Madrid 2020. El COI sabrá lo que hace, pero muchos españoles no queremos ahora mismo unas Olimpiadas.
Seguramente serán más que conscientes de la situación económica que atraviesa España. Vamos camino de siete años de crisis y no se atisba ningún cambio. ¡Cómo estarán las cosas para que nuestro Gobierno haya celebrado un descenso del paro de 31 personas en agosto (que además viene acompañado por una pérdida de casi cien mil trabajadores cotizantes a la Seguridad Social) cuando soportamos una cifra cercana a los cinco millones de desempleados registrados! El volumen real se aproxima a los seis millones, según datos de la Encuesta de Población Activa, estudio trimestral que utiliza la Unión Europea. Solo Grecia sufre una tasa de paro superior. España es el país del desempleo. ¿Consideran oportuno organizar unos Juegos Olímpicos en Madrid en un país con una realidad laboral tan dura? Nadie sabe cómo estará España dentro de siete años. Es una gran incógnita. Pero, ¿creen los miembros del COI que es correcto designar como sede olímpica a una ciudad, a un país, con un mercado laboral tan quebrado?

Señores del COI, la deuda pública española superó en agosto, por primera vez en cien años, el 90% del PIB. El Banco de España prevé que en 2016 se llegue al 100%. ¡A saber en qué cifras nos movemos en 2020! En menos de dos años de Gobierno del Partido Popular, la deuda pública ha pasado del 69,3% del PIB al 90,1%. Unido al endeudamiento privado, que todavía es mayor, me gustaría que nos explicaran en el COI si ven posible con estos números pensar en una próxima recuperación de la economía española. Y, vuelvo al argumento inicial y principal, unos Juegos Olímpicos no los puede organizar un país con su economía tocada y, como consecuencia, con sus ciudadanos sufriendo. Japón y Turquía son economías en progresión. Es su oportunidad, no la nuestra.
Conviene, además, recordar la situación de las cuentas del Ayuntamiento de Madrid. La deuda supera los 7.000 millones de euros. Madrid es el Ayuntamiento de toda Europa con los números más rojos. ¿Es de recibo que se embarque en una aventura como la olímpica por mucho que estén construidas la mayoría de infraestructuras deportivas? Piensen, señores del COI, que designarían a una ciudad cuyo gobierno municipal está técnicamente en la quiebra. Y la candidatura olímpica de Madrid tiene, precisamente, a su endeudado Ayuntamiento al frente. No parece que sean unos grandes gestores. El Consistorio madrileño tiene problemas muy serios para pagar al día a sus proveedores, a las empresas concesionarias de, por ejemplo, los servicios municipales de limpieza o recogida de basuras.
Mi negativa a la candidatura olímpica de Madrid también tiene argumentos deportivos. ¿Cuál es la salud del deporte español? Si solo miran los ejemplos de las selecciones de fútbol y balonmano masculino y de waterpolo femenino (actuales campeonas del mundo), de Rafa Nadal, David Ferrer, Pau Gasol, Marc Gasol, Fernando Alonso, Jorge Lorenzo, Marc Márquez, Alberto Contador, Alejandro Valverde, ‘Purito’ Rodríguez, Mireia Belmonte, el equipo de natación sincronizada…, pensarán que es excelente. Pero, que los árboles, por muy altos y frondosos que sean, no oculten el bosque. La salud económica del deporte español está a la altura de las cuentas del Estado: rota. Salvo, de momento, el fútbol, en su Primera División, el resto de deportes acumulan quiebras.
Los miembros del Comité Olímpico Internacional deben conocer, por ejemplo, que ha sido un gesto personal de un deportista generoso y de máximo nivel como Fernando Alonso, con la compra de la estructura del Euskaltel-Euskadi, el que ha impedido que el ciclismo español se quedara con un único equipo de élite. En este mismo verano, el segundo principal club de la Asobal (la liga nacional de balonmano), el Atlético de Madrid, ha desaparecido. En la Liga Endesa (baloncesto), llevamos dos temporadas consecutivas sin ascensos deportivos por cuestiones económicas. El deporte español camina hacia el ‘amateurismo’ ante su incapacidad para gestionarse. La deuda de los principales clubes, sobre todo los de fútbol, con Hacienda y la Seguridad Social es insultante. Solo la permisividad institucional evita más cierres. No solo vale hablar de las grandes figuras. El deporte español no puede vivir solo de los éxitos de sus estrellas que esperan como agua de mayo la elección de Madrid como organizadora de los Juegos Olímpicos de 2020. Solo la designación de Madrid como sede olímpica podría evitar un desastre en las federaciones, en el deporte de base.

Hay más ejemplos como la instrucción y posterior enjuiciamiento de la ‘Operación Puerto’. La juez Julia Patricia Santamaría ordenó destruir las más de doscientas bolsas de sangre aprehendidas al doctor Eufemiano Fuentes, que se había prestado a informar sobre los nombres de los propietarios. Dio igual. Carpetazo a la ‘Operación Puerto’. Secretismo y penas mínimas. ¿Es eso combatir contra el dopaje? Me parece que no. La trama de la ‘Operación Puerto’ es uno de los escándalos de dopaje más importantes del mundo. Pero se descubrió en España, donde nunca interesa que se conozca la verdad. ¿Ampara el COI a los países que no se toman en serio la lucha contra el dopaje?
No es el momento para Madrid 2020. La realidad económica de España grita. Existen otras prioridades. ¿Qué país espera el COI que se encontrará en 2020? Porque muchos españoles, a siete años vista, no lo tenemos nada claro. El endeudamiento del Ayuntamiento de Madrid tampoco invita a la confianza en la gestión de unos hipotéticos Juegos. La salud del deporte español, más allá de las grandes figuras, se encuentra en consonancia con el maltrecho estado de la economía nacional y la lucha contra el dopaje queda en un segundo plano frente a la importancia de conseguir victorias deportivas. Esto también es Madrid 2020. El COI sabrá lo que hace, pero muchos españoles no queremos ahora mismo unas Olimpiadas.
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