jueves, 23 de junio de 2016

Las terceras elecciones de Fernández Díaz

El ‘Watergate’ del ministro del Interior, que se niega a dimitir, torpedea definitivamente la vía de la gran coalición PP-PSOE-C’s. Así debería ser por salud democrática. Mientras, el PSOE lleva meses actuando como un viejo león herido con Unidos Podemos. Y son las dos únicas alternativas posibles de acuerdo electoral. Una no se debe cerrar. La otra, no se quiere cerrar. ¿Otra vez urnas? Me temo que sí.


A tres días de las segundas elecciones generales en medio año.


Y, posiblemente, a un semestre (o menos) de una tercera convocatoria a las urnas.

Lo llevo pensando (y asumiendo) desde hace varias semanas. Y me ratifico tras el ‘Watergate’ castizo del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, denunciado por el diario digital ‘Público’. 

El ‘escandalazo’ de Fernández Diaz, cazado en unas grabaciones conspirando con Daniel de Alfonso, director de la Oficina Antifraude de Catalunya, contra algunas de las principales figuras del independentismo catalán (Oriol Junqueras, Felip Puig y Francesc Homs), complica aún más el escenario post-electoral.

Me explico.

Llevo semanas asumiendo que en otoño volveremos a votar.

Las elecciones del 26-J serán muy importantes, con unos resultados similares, aunque no iguales. El famoso ‘sorpasso’ de Unidos Podemos al PSOE, en votos y escaños, es, para mí, una indiscutible realidad, le guste o no a Pedro Sánchez.

¿Cambiará algo?

Solo el PSOE lo sabe. Porque es el PSOE, como tras las generales del 20-D, quien tiene la clave. Pero sigue sin saber usarla.

Los resultados de las elecciones del próximo domingo no serán cien por cien los mismos, pero las alternativas posteriores, sí:

-O gran coalición PP-PSOE, con Ciudadanos (numéricamente innecesario en el pacto) como mamporrero o alcahuete, como usted prefiera.

-O pacto progresista Unidos Podemos-PSOE con (o sin) apoyo en la investidura de algún grupo nacionalista, preferentemente el PNV.

Es que no hay más alternativas.

¿Y qué ofreció el PSOE tras las elecciones generales de diciembre y sigue ofreciendo?

Un pacto PSOE-Unidos Podemos-Ciudadanos.

Inviable.

El PSOE insiste en un pacto que es inviable. Los proyectos políticos de Unidos Podemos y Ciudadanos son antagónicos. Y los votantes, también.

Unos (me incluyo) apostamos por un cambio REAL, profundo, de arriba a abajo. Otros apuestan por mantener el ‘status-quo’ con las dos patas del bipartidismo, por un cambio cosmético, de caras, pero no de programas.

No creo que haga falta precisar de quién hablo en cada supuesto.


Pedro Sánchez y el PSOE tienen que decidir: gran coalición con Rajoy y el PP
o pacto progresista con Iglesias y Unidos Podemos. No hay más alternativas.
El bloqueo institucional que arrastra España desde hace medio año tiene un único responsable: PSOE.

Y hasta que el PSOE no decida entre las dos únicas alternativas que existen, no se resolverá.

El pacto con Unidos Podemos se me antoja tan necesario y reclamado por millones de españoles como casi imposible de ver.

Desde la fracasada (y anunciada) sesión de investidura de Pedro Sánchez, con el insuficiente apoyo de Ciudadanos y Coalición Canaria, el PSOE ha repartido sus dardos entre PP y Podemos, incluso en algunos casos (Felipe González, Susana Díaz, Patxi López, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Pepe Bono, Antonio Hernando, César Luena y…, por supuesto, Pedro Sánchez) más a Podemos que al PP.

El PSOE sigue sin asumir su rol actual en la política española. Y nos está haciendo perder el tiempo (y la paciencia) a millones de españoles.

La hegemonía de la izquierda ya no le pertenece. Es lo que pasa cuando traicionas ideológicamente a tu electorado y aparece un nuevo partido que ocupa el espacio ideológico que, voluntariamente, has abandonado.

El PSOE se resiste a ceder un puesto de privilegio en la política española del que los votantes le hemos retirado. No es ya alternativa de Gobierno. Ya no.

Llegó un león nuevo, más fuerte, más valiente, más decidido, más de fiar. Y el león viejo, en vez de asumir su derrota y colaborar con el nuevo líder de la manada progresista, sigue sin entenderlo.

El pacto Unidos Podemos-PSOE, aunque llegara numéricamente a la mayoría absoluta (176 diputados), algo que no es descabellado, no lo veremos en el Congreso.

El león viejo (que no se da cuenta de que, cada día que pasa, será más viejo) actúa consumido por los celos (y por las presiones del gran PODER financiero y empresarial) con el león nuevo.

Y es ahí donde aparece el ‘escandalazo’ de Fernández Díaz que, por supuesto, ni ha dimitido, ni piensa dimitir.

Y, por supuesto, ni ha sido destituido por Mariano Rajoy, ni lo piensa hacer.




El ‘Watergate’ castizo de Fernández Díaz (conspirando contra los líderes independentistas catalanes en las vísperas de la consulta independentista catalana del 9 de noviembre de 2014) constituye uno de los episodios más graves en la historia de la democracia española.

En cualquier país con un mínimo de decencia 
democrática, un motivo fulminante de dimisión o destitución.

Pero, ¡esto es España! Es más, ¡esto es el PP!

Y como con la corrupción económica, el PP se ha hecho el ofendido. Como siempre.

De nada han valido (y valdrán) las peticiones de dimisión del ministro del Interior.

¿Y en qué lugar deja eso la alternativa post-electoral de la gran coalición?

Si le queda algo de decencia democrática al PSOE y si quiere Ciudadanos merecer algo de credibilidad renovadora, considero que la gran coalición se esfuma por completo.

¿Cómo podrían el PSOE y Ciudadanos avalar al PP, con Rajoy al frente (y con Fernández Díaz detrás), cuando unos días antes de las elecciones han reclamado dimisiones que no han conseguido?

No sería coherente.


Obviamente, esto al gran PODER le da igual.

Esperemos que la coherencia les importe más al PSOE y Ciudadanos.

Con las opciones de un pacto progresista Unidos Podemos-PSOE bloqueadas (conscientemente) por el mismo PSOE, el ‘Watergate’ de Fernández Díaz debería haber difuminado las últimas esperanzas de una gran coalición PP-PSOE-C’s.

Conclusión, nos vemos en unas terceras elecciones.

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