Twitter, flores,
cabalgatas… y, ahora, titiriteros. El Ayuntamiento de Madrid, desde que cambió de color
político en las últimas elecciones municipales, tras 24 años de absolutismo del
PP, es un manantial de anécdotas que poco tienen que ver con la gestión diaria
de Manuela Carmena. Se trata de elevar la anécdota a las portadas para
desgastar a Carmena. El PP aún no ha digerido que perdió la Alcaldía.
En Madrid, se habla
de comentarios antiguos de Twitter de los concejales, de las vacaciones y los adornos florales de la alcaldesa, de las cabalgatas de Reyes Magos y de representaciones de
titiriteros en los carnavales. Representan la base de la oposición al Gobierno municipal de
Manuela Carmena. La anécdota convertida en polémica política. Pero, sobre todo,
la anécdota convertida en ruido.
Porque el PP aún no ha digerido que perdió la Alcaldía.
Y dudo, sinceramente, que lo vaya a hacer. Los precedentes lo demuestran.
El PP aún no ha digerido la derrota electoral en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, las elecciones posteriores a los atentados yihadistas del 11-M. Y ha pasado más de una década. Todos recordamos perfectamente lo que sucedió en aquellos días. Y todos recordamos perfectamente cómo se comportó posteriormente el PP tras confirmarse la victoria de Zapatero. Todos lo recordamos salvo que usted sea, claro, de los que aún no ha digerido la derrota en las urnas.
Viven del poder. El PP no sabe estar sin gobernar. Entiende la democracia como un sistema en el que debe estar siempre en el poder. No tanto por dedicación ciudadana sino por ambición partidista e interés económico. No es casualidad que la corrupción se amontone mayoritariamente sobre la misma mesa, la del PP. El PP está convencido de que, una vez toca poder, no puede perderlo. Sobre todo cuando lo ha detentado durante largo tiempo.
El Ayuntamiento de Madrid es un clarísimo ejemplo.
El PP había llegado a la conclusión de que el Ayuntamiento de Madrid era suyo para siempre tras encadenar mayorías absolutas con José María Álvarez del Manzano (1991-2003) y Alberto Ruiz-Gallardón (2003-2011), que dejó en el cargo a la recomendada (por Aznar) heredera Ana Botella (2012-2015).
La gran batalla electoral de las últimas municipales del pasado mes de mayo se centró en el Ayuntamiento de Madrid. El PP no quería, en absoluto, perder el poder. Porque, insisto, vive de él.
Y colocaron a Esperanza Aguirre, que ejemplifica mejor que nadie esa ansia desmedida de poder. Aguirre, que se había empeñado en ser alcaldesa para satisfacer a su mayúsculo ego y su red de cazatalentos y contactos, emprendió una muy sucia campaña contra la candidata de Ahora Madrid, coalición compuesta por Podemos, IU, Equo e independientes, con la prestigiosa magistrada Manuela Carmena como cabeza de lista. Aguirre apostó por una campaña directa de difamación personal contra Carmena, con acusaciones diversas falsas, como su promoción a juez por el cuarto turno (cuando había llegado por oposición) o un presunto delito de alzamiento de bienes en la empresa del marido de Carmena (litigio resuelto en los tribunales a favor del cónyuge de la futura alcaldesa de Madrid).
La estrategia de Aguirre recibió un merecido varapalo en las urnas. Aguirre ganó en las elecciones por un estrechísimo margen sobre Carmena, 21 a 20 escaños. No sumaba mayoría absoluta con la muleta instrumental del poder, vamos, con Ciudadanos. Y perdía el poder.
No lo cedió de agrado y, hasta la constitución de los ayuntamientos, hizo todo lo posible para que Carmena no fuera alcaldesa. Aguirre propuso un tripartito PP-PSOE-C’s (¿les suena de la actual situación tras las elecciones generales?) para cortar el paso a Carmena. La condesa se había quedado sin poder e incluso, con tal de que no fuera alcaldesa Manuela Carmena, se comprometió a proponer a Antonio Miguel Carmona, candidato socialista, como alcalde. Se conoce que, siempre que le interese al PP, puede gobernar alguien cuando no es el más votado.
Estaba claro. El PP no quería perder el control del Ayuntamiento de Madrid. Porque Carmona y el PSOE, si hubieran aceptado el cambalache, habrían sido simples marionetas (aunque no sé si se pueden usar ahora palabras donde aparezca ‘eta’) de Aguirre.
Desde que Manuela Carmena fue nombrada alcaldesa de Madrid, el pasado 13 de junio, con los votos de Ahora Madrid y PSOE, no ha tenido ni un segundo de respiro. Y no es ninguna exageración.
El PP, con la inestimable colaboración de su extensa red de medios de comunicación afines, mostró de inmediato cómo iba a ser su labor de oposición y cómo se iba a hablar, a partir de entonces, del Gobierno municipal de Manuela Carmena: la anécdota, convenientemente amplificada, mandaría en el discurso.
-Primer acto: Caso Zapata.
Carmena se acostó el 13 de junio de 2015 como nueva alcaldesa de Madrid. Las fuerzas del cambio habían llegado a la Alcaldía de la capital de España. Demasiado para el PP. Un día después, en la tarde del domingo 14 de junio, explotó el Caso Zapata.
Guillermo Zapata era un director de series de televisión, cortometrajista, novelista, activista del 15-M y colaborador en diversos medios de comunicación. Su perfil se ajustaba bastante al papel de un concejal de Cultura, su cometido en el equipo de Gobierno de Carmena.
La cacería contra Carmena arrancó por unos desafortunados tweets antiguos, del año 2011, de Zapata. En ellos, tiraba de humor negro en temas especialmente delicados como el holocausto, las víctimas de ETA y Marta del Castillo. Chistes, que no reproduciré porque no vienen a cuento, que nada tienen que ver, no obstante, con una gestión política de Carmena que ni había comenzado.
Tweets, por otro lado, con chistes que prácticamente todo el mundo había ya escuchado en la calle. Porque lo políticamente correcto no domina en la calle, incluso entre gran parte de los que presumen de serlo. Y tweets escritos por Zapata mucho antes de que se metiera en política y en un determinado contexto, debatiendo sobre humor negro tras el despido del cineasta Nacho Vigalondo tras unos comentarios, considerados antisemistas, en el diario El País.
Dio igual. El PP tenía lo que quería: una polémica al primer día de la llegada de Carmena a la Alcaldía.
Y una polémica, por mucho que la misma Irene Villa aceptara las disculpas de Zapata y que Zapata se quedara en el Ayuntamiento como concejal de los distritos de Fuencarral y Villaverde, y no como edil de Cultura, que sigue viva. Sigue viva porque al PP le interesa que siga viva. Y eso que el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz archivó de inmediato la querella de la asociación Dignidad y Justicia contra Zapata.
Sigue viva porque el PP no va a permitir que muera. La Fiscalía (siempre al eficaz servicio del Gobierno) recurrió. Pedraz volvió a archivar la causa. Dignidad y Justicia, asociación de víctimas al terrorismo muy próxima al PP, volvió a recurrir. Los magistrados Enrique López y Concha Espejel (a los que ya dediqué un post en este blog por su proximidad con el PP) ordenaron a Pedraz reabrir el caso Zapata. Y en esas estamos todavía porque el caso no está cerrado. Y no sé si lo veremos cerrado antes de las próximas elecciones municipales, aunque falten más de tres años. Al PP no le interesa.
-Segundo acto: Las vacaciones de Carmena.
No se puede ser ‘rico’ y de izquierdas.
Miren, yo en eso no tengo problemas. Tampoco creo que lo tuviera si, como dice la canción, fuera rico. Mi ideología no depende del contenido de mi bolsillo.
La derecha no concibe, sin embargo, que una persona adinerada (Manuela Carmena lo es) sea de izquierdas. ¡Y luego niegan el conflicto de clases!
Guerra sin cuartel a Carmena. Al PP no le hace falta dar la cara. Para ello cuenta con una amplia nómina de medios afines. La Razón lo hace gustosamente.
Carmena se había marchado una semana ¡¡¡de vacaciones!!! Y La Razón engordó una anécdota que no daba nada de sí.
Las vacaciones de ‘lujo’, según La Razón, de Carmena costaron a la alcaldesa 633 euros en Zahara de los Atunes (Cádiz). Nada desorbitado para una persona que se lo pueda permitir. ¿Acaso La Razón y el PP pretenden decir que la gente de izquierdas no se puede ir de vacaciones? ¿Dónde estaba el escándalo? ¿Acaso Carmene se había pagado las vacaciones con dinero público? No. Simplemente, se había marchado a unas vacaciones que el rotativo de Marhuenda califica como “de lujo”.
En el colmo de la estulticia, La Razón, que es un diario nada sensible a los temas ecológicos, se inventó una polémica más. La Razón llevaba a la portada una foto de Carmena, en bañador y pareo, con una flor encima, un ejemplar de Pancratium Maritium, incluida en la lista roja de especies en peligro de extinción de la Junta de Andalucía.
Un puro disparate que sirvió para que, apagada, que no desaparecida, la polémica con los tweets de Zapata, la alcaldesa no tuviera ni un segundo de respiro y el ruido hacia la gestión de Carmena continuara.
-Tercer acto: La cabalgata de Reyes.
¿Se puede convertir una cabalgata de Reyes en una polémica política?
Aunque parezca mentira, sí.
“Mi hija de 6 años: «Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad». No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás”.
El curioso (por encontrar un calificativo suave) tweet pertenece a Cayetana Álvarez de Toledo, exdiputada del PP muy cercana a Faes.
¿Y qué había hecho Carmena para ‘traumatizar’ a la niña de la marquesa de Casa Fuerte, título nobiliario de Cayetana Álvarez de Toledo?
Madrid, sencillamente, había contado con unos Reyes Magos con unos trajes de estilo pop. El Ayuntamiento había elegido, además, a mujeres para cumplir el papel de Reyes Magos en las cabalgatas de algunos barrios. Algo, por cierto, nada excepcional, que ya se ha visto en otras ciudades.
¡Menudo drama, Cayetana!
Pero, otra vez, la anécdota sirvió para continuar atizando a Carmena durante algunos días.
-Cuarto acto: Los titiriteros del Carnaval.
Y parece que, cada vez que haya fiestas populares, se observará y juzgará al detalle todo lo que pase en Madrid.
La última anécdota saltó el pasado viernes, 5 de febrero, en la plaza del Canal de Isabel II del barrio de Tetuán de Madrid. La compañía granadina Títeres Desde Abajo representaba la obra ‘La Bruja y Don Cristóbal’. Una obra incluida en la programación infantil elaborada por el Ayuntamiento de Madrid para las fiestas de Carnaval.
La obra, claramente, no era para niños. Un error indudable del Ayuntamiento. No lo era por su temática, difícilmente comprensible para un público infantil. ‘La Bruja y Don Cristóbal’ es una sátira, más o menos afortunada.
Así la explica el sindicato CNT, al que pertenece uno de los dos titiriteros detenidos:
‘La Bruja y Don Cristóbal’ “procura representar, bajo las figuras recurrentes de cuentos y teatros, la ‘caza de brujas’ al movimiento libertario que ha sufrido en los últimos años, con los montajes policiales estilo ‘Operación Pandora’. La obra está protagonizada por una bruja, que representa a las personas de mala fama pública, y que se ve en la situación de enfrentarse a los cuatro poderes que rigen la sociedad, esto es: la Propiedad, la Religión, la Fuerza del Estado y la Ley. La protagonista está en su casa y, en primer lugar, su vida es interrumpida por la aparición del propietario, que resulta ser el legítimo poseedor legal de la casa donde vive. No existen monjas violadas. Bajo la forma de los muñecos, los adultos podemos comprobar que el propietario decide aprovecharse de la situación para violar a la bruja. En el forcejeo, la bruja mata al propietario. Pero queda embarazada, y nace un niño. Es entonces cuando aparece la segunda figura: una monja, que encarna la religión. La monja quiere llevarse al niño, pero encuentra resistencia en la bruja, y en el enfrentamiento, la monja muere. Es entonces cuando aparece el policía, que representa la Fuerza del Estado, y golpea a la bruja hasta dejarla inconsciente, y tras ello construye un montaje policial para acusarla ante la Ley, colocando una pancarta de ‘Gora Alka-ETA’ sobre su cuerpo, que intenta mantener en pie para realizar la foto, como prueba. A partir de este montaje policial, surge la cuarta figura, que es la del juez, que acusa, y condena a muerte, a la protagonista, sacando una horca. La bruja se las arregla para engañar al juez, que mete la cabeza en su propia soga, y la aprovecha para ahorcarle, para salvar su propia vida. El relato continúa algo más, pero esta es la esencia de lo que transcurre, y donde se encuentra toda la polémica”.
No es una obra para niños. Un grave error de programación.
¿Es suficiente para emprender una campaña de desprestigio hacia el Ayuntamiento? Rotundamente, no.
La obra, que ya se había representado (sin problemas) en Granada, levantó las quejas de parte del escaso público, en concreto de algunos padres. Y acudió la Policía. Dos titiriteros de la compañía Títeres Desde Abajo, que ya había trabajado en Madrid con la anterior alcaldesa, Ana Botella, fueron detenidos.
La pancarta ‘Gora Alka-ETA’, un juego de palabras, una fusión de los grupos terroristas Al Qaeda y ETA, les llevaba a prisión.
La anécdota elevada al máximo, hasta límites muy peligrosos que cuestionan la libertad de expresión.
Los dos titiriteros se enfrentaban al juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno. ¡Qué lástima que la justicia no sea siempre tan rápida para trámites más mundanos! Moreno, a instancias de la Fiscalía, ordenaba prisión provisional sin fianza para los dos titiriteros. Les imputaba enaltecimiento del terrorismo y delito cometido con ocasión del ejercicio de derechos fundamentales y de las libertades públicas garantizadas por la Constitución.
La polémica ha servido para que el PP (y no solo el PP) haya pasado al ataque contra Carmena. ¡Como si la alcaldesa conociera al detalle el desarrollo de cada actividad del Carnaval! El PP ha activado a fondo su maquinaria mediática para reemprender las tradicionales acusaciones a Podemos de afinidad con ETA.
Las víctimas, dos pobres titiriteros a los que, como mucho, solo se les puede acusar de mal gusto.
El delito de enaltecimiento del terrorismo es demasiado serio como para que se acuse a dos artistas de terroristas por una obra satírica de títeres.
¿Es que acaso las películas, series, novelas o reportajes sobre terrorismo son enaltecimiento del terrorismo? ¿Acaso existe la banda terrorista Alka-ETA? ¿O se trata de cortar la libertad de expresión?
La anécdota de los titiriteros, que posiblemente le costará el puesto a la edil de Cultura, Celia Mayer, se le ha ido completamente de las manos a sus promotores, que no son los artistas detenidos y encarcelados, sino quienes se han encargado de dar promoción a un acto que apenas habían visto medio centenar de niños y padres.
¿Cómo resolver ahora esto? ¿Se contentará el PP con la destitución de la concejala Mayer? ¿Y qué pasará cuando, previsiblemente, los titiriteros, queden en libertad?
Parece muy complicado sostener en sede judicial que los dos titiriteros pretendían enaltecer al terrorismo. Curiosamente, han sido víctimas de un montaje político, algo que denunciaban en su obra.
No, no era un espectáculo apto para menores.
Podemos discutir el mensaje de la obra.
Pero, en cualquier caso, resulta absurdo encarcelar a dos titiriteros por sacar una pancarta satírica con el ficticio lema de ‘Gora Alka-ETA’ y aprovechar la polémica para arrinconar la gestión del Ayuntamiento de Madrid.
Esto no va a parar. Tres actos y un epílogo (momentáneo) en Madrid.
Carmena tendrá siempre enfrente una oposición sin escrúpulos dispuesta a destruir la gestión del Ayuntamiento, como se ha demostrado también en otros asuntos como la retirada del callejero de nombres contrarios a la Ley de Memoria Histórica, la desbandada del grupo chino Wanda del proyecto de reforma del histórico edificio de la plaza España y la eterna denuncia de la suciedad en las calles de Madrid.
La anécdota siempre por delante.
El ruido.
La difamación.
Twitter, flores, cabalgatas… y, ahora, titiriteros.
Y lo que queda por venir.
La obra, más bien el sainete, no ha hecho más que comenzar.
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Los dos titiriteros detenidos y encarcelados. Foto: www.elespanol.com |
Porque el PP aún no ha digerido que perdió la Alcaldía.
Y dudo, sinceramente, que lo vaya a hacer. Los precedentes lo demuestran.
El PP aún no ha digerido la derrota electoral en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, las elecciones posteriores a los atentados yihadistas del 11-M. Y ha pasado más de una década. Todos recordamos perfectamente lo que sucedió en aquellos días. Y todos recordamos perfectamente cómo se comportó posteriormente el PP tras confirmarse la victoria de Zapatero. Todos lo recordamos salvo que usted sea, claro, de los que aún no ha digerido la derrota en las urnas.
Viven del poder. El PP no sabe estar sin gobernar. Entiende la democracia como un sistema en el que debe estar siempre en el poder. No tanto por dedicación ciudadana sino por ambición partidista e interés económico. No es casualidad que la corrupción se amontone mayoritariamente sobre la misma mesa, la del PP. El PP está convencido de que, una vez toca poder, no puede perderlo. Sobre todo cuando lo ha detentado durante largo tiempo.
El Ayuntamiento de Madrid es un clarísimo ejemplo.
El PP había llegado a la conclusión de que el Ayuntamiento de Madrid era suyo para siempre tras encadenar mayorías absolutas con José María Álvarez del Manzano (1991-2003) y Alberto Ruiz-Gallardón (2003-2011), que dejó en el cargo a la recomendada (por Aznar) heredera Ana Botella (2012-2015).
La gran batalla electoral de las últimas municipales del pasado mes de mayo se centró en el Ayuntamiento de Madrid. El PP no quería, en absoluto, perder el poder. Porque, insisto, vive de él.
Y colocaron a Esperanza Aguirre, que ejemplifica mejor que nadie esa ansia desmedida de poder. Aguirre, que se había empeñado en ser alcaldesa para satisfacer a su mayúsculo ego y su red de cazatalentos y contactos, emprendió una muy sucia campaña contra la candidata de Ahora Madrid, coalición compuesta por Podemos, IU, Equo e independientes, con la prestigiosa magistrada Manuela Carmena como cabeza de lista. Aguirre apostó por una campaña directa de difamación personal contra Carmena, con acusaciones diversas falsas, como su promoción a juez por el cuarto turno (cuando había llegado por oposición) o un presunto delito de alzamiento de bienes en la empresa del marido de Carmena (litigio resuelto en los tribunales a favor del cónyuge de la futura alcaldesa de Madrid).
La estrategia de Aguirre recibió un merecido varapalo en las urnas. Aguirre ganó en las elecciones por un estrechísimo margen sobre Carmena, 21 a 20 escaños. No sumaba mayoría absoluta con la muleta instrumental del poder, vamos, con Ciudadanos. Y perdía el poder.
No lo cedió de agrado y, hasta la constitución de los ayuntamientos, hizo todo lo posible para que Carmena no fuera alcaldesa. Aguirre propuso un tripartito PP-PSOE-C’s (¿les suena de la actual situación tras las elecciones generales?) para cortar el paso a Carmena. La condesa se había quedado sin poder e incluso, con tal de que no fuera alcaldesa Manuela Carmena, se comprometió a proponer a Antonio Miguel Carmona, candidato socialista, como alcalde. Se conoce que, siempre que le interese al PP, puede gobernar alguien cuando no es el más votado.
Estaba claro. El PP no quería perder el control del Ayuntamiento de Madrid. Porque Carmona y el PSOE, si hubieran aceptado el cambalache, habrían sido simples marionetas (aunque no sé si se pueden usar ahora palabras donde aparezca ‘eta’) de Aguirre.
Desde que Manuela Carmena fue nombrada alcaldesa de Madrid, el pasado 13 de junio, con los votos de Ahora Madrid y PSOE, no ha tenido ni un segundo de respiro. Y no es ninguna exageración.
El PP, con la inestimable colaboración de su extensa red de medios de comunicación afines, mostró de inmediato cómo iba a ser su labor de oposición y cómo se iba a hablar, a partir de entonces, del Gobierno municipal de Manuela Carmena: la anécdota, convenientemente amplificada, mandaría en el discurso.
-Primer acto: Caso Zapata.
Carmena se acostó el 13 de junio de 2015 como nueva alcaldesa de Madrid. Las fuerzas del cambio habían llegado a la Alcaldía de la capital de España. Demasiado para el PP. Un día después, en la tarde del domingo 14 de junio, explotó el Caso Zapata.
Guillermo Zapata era un director de series de televisión, cortometrajista, novelista, activista del 15-M y colaborador en diversos medios de comunicación. Su perfil se ajustaba bastante al papel de un concejal de Cultura, su cometido en el equipo de Gobierno de Carmena.
La cacería contra Carmena arrancó por unos desafortunados tweets antiguos, del año 2011, de Zapata. En ellos, tiraba de humor negro en temas especialmente delicados como el holocausto, las víctimas de ETA y Marta del Castillo. Chistes, que no reproduciré porque no vienen a cuento, que nada tienen que ver, no obstante, con una gestión política de Carmena que ni había comenzado.
Tweets, por otro lado, con chistes que prácticamente todo el mundo había ya escuchado en la calle. Porque lo políticamente correcto no domina en la calle, incluso entre gran parte de los que presumen de serlo. Y tweets escritos por Zapata mucho antes de que se metiera en política y en un determinado contexto, debatiendo sobre humor negro tras el despido del cineasta Nacho Vigalondo tras unos comentarios, considerados antisemistas, en el diario El País.
Dio igual. El PP tenía lo que quería: una polémica al primer día de la llegada de Carmena a la Alcaldía.
Y una polémica, por mucho que la misma Irene Villa aceptara las disculpas de Zapata y que Zapata se quedara en el Ayuntamiento como concejal de los distritos de Fuencarral y Villaverde, y no como edil de Cultura, que sigue viva. Sigue viva porque al PP le interesa que siga viva. Y eso que el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz archivó de inmediato la querella de la asociación Dignidad y Justicia contra Zapata.
Sigue viva porque el PP no va a permitir que muera. La Fiscalía (siempre al eficaz servicio del Gobierno) recurrió. Pedraz volvió a archivar la causa. Dignidad y Justicia, asociación de víctimas al terrorismo muy próxima al PP, volvió a recurrir. Los magistrados Enrique López y Concha Espejel (a los que ya dediqué un post en este blog por su proximidad con el PP) ordenaron a Pedraz reabrir el caso Zapata. Y en esas estamos todavía porque el caso no está cerrado. Y no sé si lo veremos cerrado antes de las próximas elecciones municipales, aunque falten más de tres años. Al PP no le interesa.
-Segundo acto: Las vacaciones de Carmena.
No se puede ser ‘rico’ y de izquierdas.
Miren, yo en eso no tengo problemas. Tampoco creo que lo tuviera si, como dice la canción, fuera rico. Mi ideología no depende del contenido de mi bolsillo.
La derecha no concibe, sin embargo, que una persona adinerada (Manuela Carmena lo es) sea de izquierdas. ¡Y luego niegan el conflicto de clases!
Guerra sin cuartel a Carmena. Al PP no le hace falta dar la cara. Para ello cuenta con una amplia nómina de medios afines. La Razón lo hace gustosamente.
Carmena se había marchado una semana ¡¡¡de vacaciones!!! Y La Razón engordó una anécdota que no daba nada de sí.
Las vacaciones de ‘lujo’, según La Razón, de Carmena costaron a la alcaldesa 633 euros en Zahara de los Atunes (Cádiz). Nada desorbitado para una persona que se lo pueda permitir. ¿Acaso La Razón y el PP pretenden decir que la gente de izquierdas no se puede ir de vacaciones? ¿Dónde estaba el escándalo? ¿Acaso Carmene se había pagado las vacaciones con dinero público? No. Simplemente, se había marchado a unas vacaciones que el rotativo de Marhuenda califica como “de lujo”.
En el colmo de la estulticia, La Razón, que es un diario nada sensible a los temas ecológicos, se inventó una polémica más. La Razón llevaba a la portada una foto de Carmena, en bañador y pareo, con una flor encima, un ejemplar de Pancratium Maritium, incluida en la lista roja de especies en peligro de extinción de la Junta de Andalucía.
Un puro disparate que sirvió para que, apagada, que no desaparecida, la polémica con los tweets de Zapata, la alcaldesa no tuviera ni un segundo de respiro y el ruido hacia la gestión de Carmena continuara.
-Tercer acto: La cabalgata de Reyes.
¿Se puede convertir una cabalgata de Reyes en una polémica política?
Aunque parezca mentira, sí.
“Mi hija de 6 años: «Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad». No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás”.
El curioso (por encontrar un calificativo suave) tweet pertenece a Cayetana Álvarez de Toledo, exdiputada del PP muy cercana a Faes.
¿Y qué había hecho Carmena para ‘traumatizar’ a la niña de la marquesa de Casa Fuerte, título nobiliario de Cayetana Álvarez de Toledo?
Madrid, sencillamente, había contado con unos Reyes Magos con unos trajes de estilo pop. El Ayuntamiento había elegido, además, a mujeres para cumplir el papel de Reyes Magos en las cabalgatas de algunos barrios. Algo, por cierto, nada excepcional, que ya se ha visto en otras ciudades.
¡Menudo drama, Cayetana!
Pero, otra vez, la anécdota sirvió para continuar atizando a Carmena durante algunos días.
-Cuarto acto: Los titiriteros del Carnaval.
Y parece que, cada vez que haya fiestas populares, se observará y juzgará al detalle todo lo que pase en Madrid.
La última anécdota saltó el pasado viernes, 5 de febrero, en la plaza del Canal de Isabel II del barrio de Tetuán de Madrid. La compañía granadina Títeres Desde Abajo representaba la obra ‘La Bruja y Don Cristóbal’. Una obra incluida en la programación infantil elaborada por el Ayuntamiento de Madrid para las fiestas de Carnaval.
La obra, claramente, no era para niños. Un error indudable del Ayuntamiento. No lo era por su temática, difícilmente comprensible para un público infantil. ‘La Bruja y Don Cristóbal’ es una sátira, más o menos afortunada.
Así la explica el sindicato CNT, al que pertenece uno de los dos titiriteros detenidos:
‘La Bruja y Don Cristóbal’ “procura representar, bajo las figuras recurrentes de cuentos y teatros, la ‘caza de brujas’ al movimiento libertario que ha sufrido en los últimos años, con los montajes policiales estilo ‘Operación Pandora’. La obra está protagonizada por una bruja, que representa a las personas de mala fama pública, y que se ve en la situación de enfrentarse a los cuatro poderes que rigen la sociedad, esto es: la Propiedad, la Religión, la Fuerza del Estado y la Ley. La protagonista está en su casa y, en primer lugar, su vida es interrumpida por la aparición del propietario, que resulta ser el legítimo poseedor legal de la casa donde vive. No existen monjas violadas. Bajo la forma de los muñecos, los adultos podemos comprobar que el propietario decide aprovecharse de la situación para violar a la bruja. En el forcejeo, la bruja mata al propietario. Pero queda embarazada, y nace un niño. Es entonces cuando aparece la segunda figura: una monja, que encarna la religión. La monja quiere llevarse al niño, pero encuentra resistencia en la bruja, y en el enfrentamiento, la monja muere. Es entonces cuando aparece el policía, que representa la Fuerza del Estado, y golpea a la bruja hasta dejarla inconsciente, y tras ello construye un montaje policial para acusarla ante la Ley, colocando una pancarta de ‘Gora Alka-ETA’ sobre su cuerpo, que intenta mantener en pie para realizar la foto, como prueba. A partir de este montaje policial, surge la cuarta figura, que es la del juez, que acusa, y condena a muerte, a la protagonista, sacando una horca. La bruja se las arregla para engañar al juez, que mete la cabeza en su propia soga, y la aprovecha para ahorcarle, para salvar su propia vida. El relato continúa algo más, pero esta es la esencia de lo que transcurre, y donde se encuentra toda la polémica”.
No es una obra para niños. Un grave error de programación.
¿Es suficiente para emprender una campaña de desprestigio hacia el Ayuntamiento? Rotundamente, no.
La obra, que ya se había representado (sin problemas) en Granada, levantó las quejas de parte del escaso público, en concreto de algunos padres. Y acudió la Policía. Dos titiriteros de la compañía Títeres Desde Abajo, que ya había trabajado en Madrid con la anterior alcaldesa, Ana Botella, fueron detenidos.
La pancarta ‘Gora Alka-ETA’, un juego de palabras, una fusión de los grupos terroristas Al Qaeda y ETA, les llevaba a prisión.
La anécdota elevada al máximo, hasta límites muy peligrosos que cuestionan la libertad de expresión.
Los dos titiriteros se enfrentaban al juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno. ¡Qué lástima que la justicia no sea siempre tan rápida para trámites más mundanos! Moreno, a instancias de la Fiscalía, ordenaba prisión provisional sin fianza para los dos titiriteros. Les imputaba enaltecimiento del terrorismo y delito cometido con ocasión del ejercicio de derechos fundamentales y de las libertades públicas garantizadas por la Constitución.
La polémica ha servido para que el PP (y no solo el PP) haya pasado al ataque contra Carmena. ¡Como si la alcaldesa conociera al detalle el desarrollo de cada actividad del Carnaval! El PP ha activado a fondo su maquinaria mediática para reemprender las tradicionales acusaciones a Podemos de afinidad con ETA.
Las víctimas, dos pobres titiriteros a los que, como mucho, solo se les puede acusar de mal gusto.
El delito de enaltecimiento del terrorismo es demasiado serio como para que se acuse a dos artistas de terroristas por una obra satírica de títeres.
¿Es que acaso las películas, series, novelas o reportajes sobre terrorismo son enaltecimiento del terrorismo? ¿Acaso existe la banda terrorista Alka-ETA? ¿O se trata de cortar la libertad de expresión?
La anécdota de los titiriteros, que posiblemente le costará el puesto a la edil de Cultura, Celia Mayer, se le ha ido completamente de las manos a sus promotores, que no son los artistas detenidos y encarcelados, sino quienes se han encargado de dar promoción a un acto que apenas habían visto medio centenar de niños y padres.
¿Cómo resolver ahora esto? ¿Se contentará el PP con la destitución de la concejala Mayer? ¿Y qué pasará cuando, previsiblemente, los titiriteros, queden en libertad?
Parece muy complicado sostener en sede judicial que los dos titiriteros pretendían enaltecer al terrorismo. Curiosamente, han sido víctimas de un montaje político, algo que denunciaban en su obra.
No, no era un espectáculo apto para menores.
Podemos discutir el mensaje de la obra.
Pero, en cualquier caso, resulta absurdo encarcelar a dos titiriteros por sacar una pancarta satírica con el ficticio lema de ‘Gora Alka-ETA’ y aprovechar la polémica para arrinconar la gestión del Ayuntamiento de Madrid.
Esto no va a parar. Tres actos y un epílogo (momentáneo) en Madrid.
Carmena tendrá siempre enfrente una oposición sin escrúpulos dispuesta a destruir la gestión del Ayuntamiento, como se ha demostrado también en otros asuntos como la retirada del callejero de nombres contrarios a la Ley de Memoria Histórica, la desbandada del grupo chino Wanda del proyecto de reforma del histórico edificio de la plaza España y la eterna denuncia de la suciedad en las calles de Madrid.
La anécdota siempre por delante.
El ruido.
La difamación.
Twitter, flores, cabalgatas… y, ahora, titiriteros.
Y lo que queda por venir.
La obra, más bien el sainete, no ha hecho más que comenzar.
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