Miedo. El apocalipsis va a llegar. Cuando usted tenga setenta años y tras una vida trabajando duro, muy duro, tendrá que hacer cola en los
comedores sociales para tener el plato lleno tres veces al día y tendrá que calentarse
con un brasero porque no le llegará la pensión para pagar la calefacción. Ja,
ja, ja. Se lo advertí, españoles. No contrataron un plan de pensiones y ahora
no hay dinero. Se lo advertí. Ja, ja, ja.
A los responsables políticos y financieros de
este país (y de otros muchos) les gusta meter miedo a los ciudadanos. Bueno,
seamos exactos, les gusta acojonar al personal. Porque el miedo es una poderosa
arma de control. Porque creando miedo, sea real o no, se mantiene al rebaño, al
menos a una parte del rebaño, controlado. No hay nada como gritar ¡que viene el
lobo, que viene el lobo! para calmar los deseos de cambio.
La estrategia del miedo, básica en los partidos
conservadores a la hora de convocar a sus electores a las urnas, ha sido también
recurrente a la hora de hablar en España sobre las pensiones.
Lo que la memoria me alcanza, digamos que en
los últimos veinte años, he escuchado en innumerables ocasiones el mismo
presagio agorero: no habrá dinero para las futuras pensiones. Y siempre,
siempre, el vaticinio, porque no era real sino una demostración de la política
del miedo con un interés oculto por impulsar los planes de pensiones, ha sido
erróneo.
El último en gritar al rebaño ha sido Luis
María Linde, el gobernador del Banco de España. Ya saben, uno más de esos
cargos elegidos por los políticos (en este caso directamente por Rajoy) cuando
deberían ser totalmente independientes. Pero no lo son, claro.
Linde aprovechó su última comparecencia en el
Congreso de los Diputados para avivar un viejo conocido: el miedo a que no
habrá dinero para las futuras pensiones. Y eso en plena crisis en un país
deprimido económicamente con una galopante y muy preocupante desigualdad
social. De paso, Linde aleccionó al rebaño sobre lo que debemos hacer: firmar
planes de pensiones (Las cincuentas claves de los planes de pensiones). De lo contrario, a pasarlas putas cuando nos hagamos
viejecitos.
¡Que viene el lobo, que viene el lobo!
Linde había calentado motores en los días
anteriores instando a los jóvenes (si esos mismos que están masivamente en el
paro o cobrando sueldos de mierda de dudosa subsistencia) a ahorrar y destinar
ese dinero en planes de pensiones. Porque, chavales, ¡que viene el lobo, que
viene el lobo!
Una vez repuestos del acojonamiento de Linde,
llega el momento de reflexión. ¿Será verdad que no habrá dinero para las
pensiones? ¿Qué será de nuestra vejez? ¿Nos moriremos de hambre? ¿Habrá
llegado, ahora sí, el lobo?
Fuera alarmas. El sistema público de
pensiones corre el mismo peligro de siempre por una conjunción de factores
adversos que tienen más que ver con la labor de los políticos que por el escaso
apego de los españoles por los planes de pensiones. Me refiero, por ejemplo, al
incremento de la esperanza de vida (superior a los 82 años) y la escasa tasa de
natalidad (poco más de un hijo por mujer en edad fértil). Un reciente informe
de la OCDE situaba a España al frente en la UE en la esperanza de vida y en el
vagón de cola en el número de nacimientos.
Ese problema demográfico, que es real y no es nuevo, nada
tiene que ver con los planes de pensiones. Porque, más que nada, es un problema
generalizado en la Vieja Europa, aunque con mayor intensidad en España. Que los
españoles vivamos más años es un notable logro social, aunque tiene múltiples
explicaciones: la dieta mediterránea, el clima, la atención sanitaria… Que la
natalidad sea ridícula sí es un fracaso político que se lleva arrastrando desde
hace, como mínimo, tres décadas y que se mitigó levemente con el boom de la inmigración.
España envejece, algo que afecta al sistema público de pensiones, pero una
solución inteligente pasa por promover políticas que favorezcan la natalidad.
Si los españoles tienen hoy menos hijos es porque, en muchos casos, no puede
permitirse incrementar la familia. El futuro laboral de España mengua y hará
falta mucho futuro laboral con una creciente tercera edad. Más niños y no más planes de pensiones, en definitiva.
Pero, claro, se está haciendo justo lo
contrario. De lo que Linde no habla, cuando debate sobre las pensiones
futuras, es del elevadísimo paro en España, combinado con una precariedad alta
en el empleo y con unos sueldos que se aproximan, en capacidad adquisitiva, a
la década de los ochenta. Si las pensiones medias son hoy más altas que los salarios medios no es por culpa de los pensionistas sino por una absurda reforma laboral del Partido Popular que ha depauperado el empleo. Ya nadie se queja de ser mileurista.
Es muy fácil, señor Linde, mandar a los
españoles al banco a contratar un plan de pensiones. Pero es mucho más eficaz
arreglar el mercado laboral, reducir de verdad el paro (no solo aprovechando el aluvión
del turismo y nuevos precarios emprendedores), recuperar la capacidad
adquisitiva de los trabajadores y promover políticas de fomento de la igualdad.
Eso, señor Linde, sí es pensar en el futuro del sistema público de pensiones.
Pero Linde, que habla por voz de su señor
(Rajoy), opta por una solución bancaria. No creo que el gobernador del Banco de
España conozca (quizás no le importe) la situación de muchas familias. Según el
Instituto Nacional de Estadística, el 42,4% de las familias españoles no pueden
afrontar un gasto imprevisto. Al señor Linde, si se le rompe el frigorífico, no
le afecta. Pero a otros muchos, sí. Y, sin embargo, les aconseja (mete miedo en
realidad) a esos mismos españoles que viven con el agua al cuello un mes sí y
otro también que destinen parte de su dinero para pensar en sus pensiones
futuras porque igual, cuando sea viejitos, las van a pasar canutas. Lo que
ignora Linde es que muchos ya las estamos pasando canutas.
Los planes de pensiones no son la solución al reto futuro de las pensiones. No mienta señor Linde. Un simple repaso a los datos de los planes de pensiones contratados en España (7.824.182 partícipes a finales de 2014, teniendo en cuenta que una misma persona puede tener varios planes de pensiones contratados) evidencia que están lejos de ser una solución.
No hay más que tirar del último informe de la Dirección General de Seguros. El 74,95% de los partícipes en planes de
pensiones aportaron a su plan de pensiones un máximo (a menudo mucho menos) de
300 euros al año. Otro 12,34% destinó entre 300 y 900 euros al año.
La realidad es que en España los planes de
pensiones no son contemplados como una solución a nuestra vejez. Cuesta cada
vez más ahorrar y, sinceramente: ¡Qué coño, disfrute de su dinero mientras pueda!
Porque aportando 150 euros cada año, sacrificándose (palabra que el señor Linde desconoce), durante veinte años (y estoy siendo muy generoso) tampoco va a tener esa vejez dorada que el gobernador del Banco de España nos vende.
Porque aportando 150 euros cada año, sacrificándose (palabra que el señor Linde desconoce), durante veinte años (y estoy siendo muy generoso) tampoco va a tener esa vejez dorada que el gobernador del Banco de España nos vende.
Que se vaya a otros con esos lobos.
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