viernes, 26 de junio de 2015

Linde nos apunta a los planes de pensiones

Miedo. El apocalipsis va a llegar. Cuando usted tenga setenta años y tras una vida trabajando duro, muy duro, tendrá que hacer cola en los comedores sociales para tener el plato lleno tres veces al día y tendrá que calentarse con un brasero porque no le llegará la pensión para pagar la calefacción. Ja, ja, ja. Se lo advertí, españoles. No contrataron un plan de pensiones y ahora no hay dinero. Se lo advertí. Ja, ja, ja.


¡Que viene el lobo, que viene el lobo!

A los responsables políticos y financieros de este país (y de otros muchos) les gusta meter miedo a los ciudadanos. Bueno, seamos exactos, les gusta acojonar al personal. Porque el miedo es una poderosa arma de control. Porque creando miedo, sea real o no, se mantiene al rebaño, al menos a una parte del rebaño, controlado. No hay nada como gritar ¡que viene el lobo, que viene el lobo! para calmar los deseos de cambio.

La estrategia del miedo, básica en los partidos conservadores a la hora de convocar a sus electores a las urnas, ha sido también recurrente a la hora de hablar en España sobre las pensiones.

Lo que la memoria me alcanza, digamos que en los últimos veinte años, he escuchado en innumerables ocasiones el mismo presagio agorero: no habrá dinero para las futuras pensiones. Y siempre, siempre, el vaticinio, porque no era real sino una demostración de la política del miedo con un interés oculto por impulsar los planes de pensiones, ha sido erróneo.

El último en gritar al rebaño ha sido Luis María Linde, el gobernador del Banco de España. Ya saben, uno más de esos cargos elegidos por los políticos (en este caso directamente por Rajoy) cuando deberían ser totalmente independientes. Pero no lo son, claro.

Linde aprovechó su última comparecencia en el Congreso de los Diputados para avivar un viejo conocido: el miedo a que no habrá dinero para las futuras pensiones. Y eso en plena crisis en un país deprimido económicamente con una galopante y muy preocupante desigualdad social. De paso, Linde aleccionó al rebaño sobre lo que debemos hacer: firmar planes de pensiones (Las cincuentas claves de los planes de pensiones). De lo contrario, a pasarlas putas cuando nos hagamos viejecitos.

¡Que viene el lobo, que viene el lobo!


“El sistema público de las pensiones no va a garantizar en el futuro el nivel de pensión que esperan los españoles”, advirtió el gobernador del Banco de España en el Congreso. Para Linde, es “inexorable (…) una reducción real de las pensiones en el país si no se complementa con ahorro privado”. “Hay que decirlo. No decirlo es ocultar la realidad a los españoles (...) esto hay que manifestarlo con claridad”.

Linde había calentado motores en los días anteriores instando a los jóvenes (si esos mismos que están masivamente en el paro o cobrando sueldos de mierda de dudosa subsistencia) a ahorrar y destinar ese dinero en planes de pensiones. Porque, chavales, ¡que viene el lobo, que viene el lobo!

Una vez repuestos del acojonamiento de Linde, llega el momento de reflexión. ¿Será verdad que no habrá dinero para las pensiones? ¿Qué será de nuestra vejez? ¿Nos moriremos de hambre? ¿Habrá llegado, ahora sí, el lobo?

Fuera alarmas. El sistema público de pensiones corre el mismo peligro de siempre por una conjunción de factores adversos que tienen más que ver con la labor de los políticos que por el escaso apego de los españoles por los planes de pensiones. Me refiero, por ejemplo, al incremento de la esperanza de vida (superior a los 82 años) y la escasa tasa de natalidad (poco más de un hijo por mujer en edad fértil). Un reciente informe de la OCDE situaba a España al frente en la UE en la esperanza de vida y en el vagón de cola en el número de nacimientos.

Ese problema demográfico, que es real y no es nuevo, nada tiene que ver con los planes de pensiones. Porque, más que nada, es un problema generalizado en la Vieja Europa, aunque con mayor intensidad en España. Que los españoles vivamos más años es un notable logro social, aunque tiene múltiples explicaciones: la dieta mediterránea, el clima, la atención sanitaria… Que la natalidad sea ridícula sí es un fracaso político que se lleva arrastrando desde hace, como mínimo, tres décadas y que se mitigó levemente con el boom de la inmigración. España envejece, algo que afecta al sistema público de pensiones, pero una solución inteligente pasa por promover políticas que favorezcan la natalidad. Si los españoles tienen hoy menos hijos es porque, en muchos casos, no puede permitirse incrementar la familia. El futuro laboral de España mengua y hará falta mucho futuro laboral con una creciente tercera edad. Más niños y no más planes de pensiones, en definitiva.


¿Y qué propone Linde? Pues que nos hagamos un plan de pensiones. ¿Y ya está? ¿Problema resuelto? ¿No sería más inteligente potenciar la fuerza laboral en España?

Pero, claro, se está haciendo justo lo contrario. De lo que Linde no habla, cuando debate sobre las pensiones futuras, es del elevadísimo paro en España, combinado con una precariedad alta en el empleo y con unos sueldos que se aproximan, en capacidad adquisitiva, a la década de los ochenta. Si las pensiones medias son hoy más altas que los salarios medios no es por culpa de los pensionistas sino por una absurda reforma laboral del Partido Popular que ha depauperado el empleo. Ya nadie se queja de ser mileurista.

Es muy fácil, señor Linde, mandar a los españoles al banco a contratar un plan de pensiones. Pero es mucho más eficaz arreglar el mercado laboral, reducir de verdad el paro (no solo aprovechando el aluvión del turismo y nuevos precarios emprendedores), recuperar la capacidad adquisitiva de los trabajadores y promover políticas de fomento de la igualdad.

Eso, señor Linde, sí es pensar en el futuro del sistema público de pensiones.

Pero Linde, que habla por voz de su señor (Rajoy), opta por una solución bancaria. No creo que el gobernador del Banco de España conozca (quizás no le importe) la situación de muchas familias. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 42,4% de las familias españoles no pueden afrontar un gasto imprevisto. Al señor Linde, si se le rompe el frigorífico, no le afecta. Pero a otros muchos, sí. Y, sin embargo, les aconseja (mete miedo en realidad) a esos mismos españoles que viven con el agua al cuello un mes sí y otro también que destinen parte de su dinero para pensar en sus pensiones futuras porque igual, cuando sea viejitos, las van a pasar canutas. Lo que ignora Linde es que muchos ya las estamos pasando canutas.




Los planes de pensiones no son la solución al reto futuro de las pensiones. No mienta señor Linde. Un simple repaso a los datos de los planes de pensiones contratados en España (7.824.182 partícipes a finales de 2014, teniendo en cuenta que una misma persona puede tener varios planes de pensiones contratados) evidencia que están lejos de ser una solución.

No hay más que tirar del último informe de la Dirección General de Seguros. El 74,95% de los partícipes en planes de pensiones aportaron a su plan de pensiones un máximo (a menudo mucho menos) de 300 euros al año. Otro 12,34% destinó entre 300 y 900 euros al año.

La realidad es que en España los planes de pensiones no son contemplados como una solución a nuestra vejez. Cuesta cada vez más ahorrar y, sinceramente: ¡Qué coño, disfrute de su dinero mientras pueda! 

Porque aportando 150 euros cada año, sacrificándose (palabra que el señor Linde desconoce), durante veinte años (y estoy siendo muy generoso) tampoco va a tener esa vejez dorada que el gobernador del Banco de España nos vende.

Que se vaya a otros con esos lobos.

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