lunes, 23 de marzo de 2015

‘Susanazo’ en la jeta de Rajoy

Decepcionante e insuficiente participación del 63,9%. El PSOE salva los muebles con dignidad en su feudo andaluz, aunque pierde votos sin trascendencia en el Parlamento gracias a los entresijos de la ley electoral. El PP se deja medio millón de sufragios. El discurso de recuperación de la crisis naufraga. Al PP le sale un poderoso enemigo en su terreno ideológico: Ciudadanos. Podemos no cumple sus elevadas expectativas, pero sigue creciendo. En otras comunidades hará mucho más daño a los socialistas.

Rajoy, muy activo en la campaña andaluza, apostó y fracasó con Moreno Bonilla.
Las urnas empiezan a hablar en un apasionante año 2015 que marcará el futuro de España a corto y medio plazo: elecciones municipales/autonómicas en mayo, elecciones catalanas en septiembre y elecciones generales, previsiblemente en noviembre salvo que el PP estire al máximo el chicle de La Moncloa. No lo descarten. El cambio, aunque de manera más tenue de lo esperado, asomó la patita en Andalucía. El escenario político ya no es el mismo de siempre. Incluso en Andalucía.

Hubo ‘Susanazo’. No el esperado, al menos por mí. No soy andaluz y me equivoqué en mi análisis previo en este blog (‘Andalucía: dos semanas para el Susanazo). Me pudieron las ganas y el deseo ferviente para el cambio, la ilusión. Andalucía no necesitaba otra victoria socialista. Me apena ver que los andaluces han revalidado al Gobierno culpable de dos escandalosos procesos de corrupción como el Caso de los ERE (1.200 millones de euros defraudados, según cálculos provisionales) y el Caso de los Cursos de Formación (2.000 millones, precedentes sobre todo de la UE, para los parados). Una vez más, los ciudadanos han legitimado a la corrupción. Así no va a funcionar una democracia sana en España. Si hay políticos corruptos es también porque hay ciudadanos que los eligen.

Respeto la decisión soberana en las urnas de los andaluces, pero no puedo estar más de acuerdo con esta frase de Julio Anguita: “Quien vota a los corruptos los legitima, los justifica y es tan responsable como ellos”. Andalucía desperdició ayer, 22 de marzo, una oportunidad magnífica para castigar a los corruptos. No lo hizo. Que no se extrañen luego los andaluces si la corrupción sigue salpicando su comunidad. La han avalado.

La próxima legislatura andaluza estará marcada, indudablemente, por el desarrollo en los juzgados de los casos de corrupción de los ERE y los Cursos de Formación. No es precisamente el mejor acompañamiento para Susana Díaz. Sus dos predecesores y padrinos políticos, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, imputados por la juez Alaya en el Caso de los ERE, tienen un horizonte poco halagüeño. El PSOE andaluz, por más que quiera Susana Díaz, no puede salir indemne de la corrupción de los ERE. Al menos, ya que no lo han hecho los ciudadanos en las urnas, sí en los juzgados.


La victoria socialista en las elecciones andaluzas ha sido clara, pero no arrolladora. No está, ni mucho menos, exenta de la creciente demanda de cambio que se percibe en la sociedad. Susana Díaz ha obtenido el peor resultado del PSOE, en porcentaje de voto, en unas elecciones autonómicas en Andalucía: 1.400.000 papeletas, el 35,4%. Chaves, en 2004 y 2008, traspasó la barrera de los dos millones de votos. Hace tres años, Griñán superó el millón y medio de sufragios, el 39,5%. Mal hará el PSOE en no leer la letra pequeña del resultado de las elecciones y escuchar los cantos de sirena que afloran en las últimas horas en los medios de comunicación. Existe desgaste, aunque menor de lo esperado. Pero desgaste a fin de cuentas. Y es solo el principio.

Y Andalucía es Andalucía. No sirve para analizar qué pasará en las elecciones generales. El PSOE sigue igual de perdido. Conservar su oasis andaluz no es sinónimo de que haya recuperado votantes en Cataluña, su otro principal granero de votos en los últimos años, y menos aún en otras comunidades donde hace tiempo ni está ni se le espera con Madrid y Valencia como principales exponentes. Solo con el apoyo de Andalucía, el PSOE no está en disposición de gobernar en España.

El reparto de escaños tampoco refleja exactamente lo que ha pasado en las urnas. El PSOE ha conservado sus 47 asientos en el Parlamento Andaluz. Pero con cien mil votos menos, un 4% menos que Griñán en 2012. ¿Y eso cómo es posible? Si usted sabe cómo funciona la ley electoral en España, sabrá perfectamente que el reparto de escaños favorece claramente a los partidos más votados. Y más aún cuando en el reparto participan más partidos. Irónicamente, la fuerte irrupción de Podemos y Ciudadanos ha permitido que, con menos votos, el PSOE conserve su presencia en el Parlamento Andaluz. Cosas de la ley electoral española que, digo yo, algún día habrá que cambiar.


Pero, más que la victoria socialista (y su letra pequeña), más incluso que los resultados de Podemos (buenos, pero no excelentes), Ciudadanos (notables), IU (muy malos) y UPyD (próximos a la crisis total del partido), las elecciones andaluzas dejan un gran perdedor: Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno, que se ha afanado en la campaña (ha participado en hasta media docena de mítines para apoyar al semidesconocido Juan Manuel Moreno Bonilla, el enchufado de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría), ha recibido un sonoro revés en la jeta, un rechazo a su falso mensaje de recuperación. La crisis sigue, señor Rajoy. El final de la crisis lo decidimos los españoles. Una mayoría no lo vemos. Porque no lo hay salvo para los que realmente nunca estuvieron en crisis. Los andaluces no creen a Rajoy. Y no serán los únicos.

En cuestión de tres años, el PP se ha dejado por el camino medio millón de votos en Andalucía, del 40,6% al 26,7%, uno de cada tres de los que obtuvo Javier Arenas en las elecciones andaluzas del año 2012, cuando el PP ganó en las urnas y rozó la mayoría absoluta, a cinco escaños. El PP ha pasado en Andalucía de tocar la gloria a la ruina. No cabe otro análisis. Rajoy es el gran perdedor de las elecciones andaluzas, todo un aviso de lo que le espera en este año 2015 si continúa menospreciando a los españoles con su soberbia dialéctica. Que siga, que siga faltando el respeto a millones de españoles atrapados en la crisis. Su soberbia será su perdición.

Rajoy, más pagado de sí mismo que el propio Aznar, que ya es decir, no escucha. El PP ha salido muy debilitado de las urnas. No obtenía un resultado tan pobre en unas elecciones andaluzas desde 1990. Casi nada. Si el PP se piensa que no ocurre nada, que mantiene el apoyo de los ciudadanos que le impulsaron a La Moncloa en las generales de 2011, que la gente está satisfecha con la gestión de la crisis…, que se preparen, que en mayo en las municipales y autonómicas se van a enterar, quieran o no quieran escuchar a la sociedad española. Andalucía ha sido solo el principio.


Pero el problema para el PP no se ciñe a su situación particular. Por primera vez, desde la desaparición de la UCD y su efímero y decadente heredero, el CDS, tiene competencia en su terreno ideológico: Ciudadanos. La formación de Albert Rivera ha salido fortalecida de Andalucía. No tanto como algunos sondeos indicaban, porque los resultados eran exagerados, pero sí lo suficiente como para inquietar al PP. Ciudadanos se ha presentado con casi 370.000 votos, un 9,28%, que representan nueve escaños. Ciudadanos se ha zampado gran parte del medio millón de votos perdidos por el PP. El trasvase es evidente. Y eso en Andalucía…, en Madrid y Valencia puede ser un golpe terrible al PP.

Las elecciones apenas han significado el primer round de un largo, complejo e incierto combate. Los primeros golpes han acertado de lleno al defensor del título nacional que ha caído a la lona zarandeado por todos los sitios: por el viejo campeón autonómico (PSOE) y por las dos nuevas promesas con un nuevo estilo (Podemos y Ciudadanos). Es el PP quien más se juega en este año 2015. Y no ha podido empezar peor. El poder absoluto del PP (mayoría absoluta en el Congreso y un ingente poder autonómico y municipal) corre serio peligro. Eso en un partido nacido, construido, unido y, artificialmente, ‘bienllevado’ en público por y para el poder. Saltará en pedazos cuando el poder disminuya. Estamos asistiendo a los primeros pasos de la desmembración del PP, al menos tal y como lo entendemos ahora.

El bipartidismo no se ha hundido, pero sí que sale cuestionado. ¿Por qué se niega en tantos medios de comunicación? Fácil, comen de él. Entre PP y PSOE suman algo menos de dos millones y medio de votos, un 62,1%. ¿Victoria del bipartidismo? No. En las elecciones andaluzas de 2012, la suma PP-PSOE se disparó por encima de los tres millones de votos, el 80,1%. Perder veinte puntos en un año no puede venderse como una victoria del bipartidismo. El cambio se palpa por mucho que en Andalucía acelere algo más despacio de lo deseado. Culpa ha tenido una pírrica participación del 63,9%, solo un 3% más que en las elecciones autonómicas de 2012. Decepcionante.


La realidad es que la irrupción de Podemos (590.000 votos, 14,8%, quince escaños) y Ciudadanos (369.000, 9,2%, nueve escaños) ha sido notable, aunque no definitiva para el bipartidismo. Las peculiaridades de Andalucía, con el PSOE en territorio amigo, y las ayuditas del sistema electoral han impedido trasladar al Parlamento Andaluz el impacto real de la subida de los partidos emergentes. Podemos ha triplicado los votos obtenidos en las europeas (de 189.000 a cerca de 600.000) y, aunque las expectativas no se han cumplido, porque quizás eran demasiado ambiciosas, el proyecto avanza. La campaña de Teresa Rodríguez ha sido ilusionante. Habrá escenarios más benignos para testar si Podemos está en disposición de llegar a La Moncloa. Algo que será imposible mientras no convenza a los sectores más conservadores de la sociedad, en especial gente mayor, y mientras no penetre en los núcleos rurales. Solo con los jóvenes y gente menor de 45 años, solo con las ciudades, no le va a dar.

Podemos ha salido herido, pero no de consideración, de un ‘Susanazo’ que sí deja en muy mala situación a Izquierda Unida (una pena que haya pagado el pato del adelanto electoral en Andalucía), que incluso ha perdido votos con respecto a las elecciones europeas, y UPyD, devorada por Ciudadanos. Dos grandes perdedoras de unas elecciones que, de todos modos, tienen un principal derrotado: Mariano Rajoy. Medio millón de votos son apenas el anticipo de lo que le espera en este año 2015 en las sucesivas citas electorales. El PP, y más con el surgimiento de Ciudadanos, apunta a debacle. Es lo menos que se merece.

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