Por sus hechos los conoceréis. Se reúnen cada viernes en el Consejo de
Ministros henchidos de orgullo y arrogancia por su mayoría absoluta en el
Congreso. Son expertos en soltar la lengua vanagloriando su gestión y
destrozando cada semana un paso más la vida de la mayoría de los españoles. Y tienen sus
propios cabecillas: pregunten por Ana Mato. La encontrarán jugando con el
confeti mientras pasa de largo de un lujoso Jaguar aparcado en el garaje de su casa, planea unas vacaciones pagadas por
Correa y entrena a los profesionales de la sanidad con cursillos ‘de alto nivel’
de veinte minutos para enfrentarse al Ébola.
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¿Hay vida inteligente en esta foto? No. |
Carecen de la valentía de ‘Los Violentos de Kelly’. Tampoco tienen la
épica de ‘La Comunidad del Anillo’. Ya quisieran tener la integridad de ‘Los
Intocables de Eliot Ness’ o de ‘Los Doce Hombres sin Piedad’ de Henry Fonda. Les faltan músculos para ser ‘Los Mercenarios’ de
Stallone. Y, aunque el nombre podría valer, no son ‘Todos los Hombres del
Presidente’ que obligaron a dimitir a Nixon. Son, sencillamente, ‘Los Inútiles de Rajoy’. Los conocerán por sus
escándalos de corrupción y/o nefasta gestión, por su obstinación por jodernos
un poquito más la vida cada viernes en el Consejo de Ministros y por su
inaudita resistencia a la dimisión. Y, oigan, que motivos, precisamente, no les
faltan.
Con casi tres años en el cargo, y uno más por delante (¡qué largo se está
haciendo esto!), el Ejecutivo de Rajoy ha experimentado cambios mínimos. Y solo forzados. Miguel Arias Cañete, Mr. Bunkering, Mr. Devorador de Yogures
Caducados y Mr. Superioridad Intelectual sobre las Mujeres, fue la primera
baja. Y le costó a Rajoy. No llegó hasta la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo.
Rajoy, que se debe pensar que cambiar a un ministro es pecado o supone una
demostración de su mala gestión (como si no lo supiéramos), dilató al máximo
la elección de Cañete como cabeza de lista del PP a Europa para no tocar a su grupo de compinches.
Gallardón le salió rana y provocó una segunda reciente salida del
Gabinete de inútiles de Rajoy. El exministro de Justicia (entre otros cargos,
como alcalde de Madrid, el ayuntamiento más endeudado de Europa, y presidente
de la Comunidad de Madrid), fiscal de carrera y monseñor en sus ratos libres,
quedó carbonizado por su firme retrógrada apuesta para reformar la Ley del
Aborto. No es que Rajoy no le apoyara. Sencillamente, por simple cálculo
electoral, en pleno desplome tras las elecciones europeas y las últimas
encuestas, no le convenía modificar ahora la Ley del Aborto.
Pero, ¿son Cañete y Gallardón los únicos que han hecho méritos para dejar
de ser ministros? Ni mucho menos. Mejor habría que preguntarse, quién ha hecho
méritos para seguir en el cargo. Fácil: ninguno, empezando por quien está al frente, un
presidente del Gobierno mediocre que llegó a La Moncloa por simple desgaste y
errores imperdonables del PSOE en la gestión de la crisis. Su electorado, más exigente, ni olvida, ni perdona. ¿Qué más da que Rajoy sea
Registrador de la Propiedad? Tendrá mucha memoria para aprobar unas oposiciones y sabrá de leyes, pero lo que
es de llevar un país, pisar la calle y escuchar a los ciudadanos… Rajoy es el
gran mediocre del Gobierno, el jefe de su equipo de inútiles.
Tenemos al ultracatólico Jorge Fernández-Díaz, reaccionario absoluto. Un
hombre que se confundió de época para ser ministro. Tocaba hace medio siglo.
¡Menos mal que ETA está acabada! De Fernández-Díaz, sabemos que su principal
propósito es colocarnos a todos una mordaza que nos impida protestar en la
calle. ¿No lo sabían? Si ya lo dijo el padre ideológico del PP, Manuel Fraga,
la calle es mía. Pero peor aún es su política en inmigración. El opusiano
Fernández-Díaz debería saber que tiene bajo su conciencia la muerte de quince subsaharianos en las aguas de Ceuta.
El dúo económico Montoro-Guindos podría, perfectamente, haber salido de
‘El Club de la Comedia’ (Montoro tiene madera de monologuista, de los que salen
del escenarios tras una lluvia de tomates y lechugas, eso sí). De su gestión, poco que
decir. ¿Vive usted mejor que hace tres años? Si es así, que sepa que es un
privilegiado. Como mal menor, algunos están como hace tres años. Y una
mayoría, peor, por mucho dato macroeconómico que nos lancen a la cara. ¡Me importa un pimiento que España crezca si los ciudadanos no crecemos!
Montoro, que cada vez que habla parece que está en la barra de un bar
soltando una bravuconada, es el ministro de Hacienda que más ha subido los
impuestos en la historia de la democracia española a las clases medias y bajas
mientras realizaba una amnistía fiscal a los acaudalados defraudadores. Montoro es el
ministro que desprestigia los crecientes e imparables (desgraciadamente) datos
de pobreza alertados por el conjunto de las ONG mientras se jacta de que España
es “la locomotora” de la economía europea o “el milagro económico” del mundo.
Sencillamente, ¡es gilipollas!
El equipo de inútiles de Rajoy tiene más reputados miembros como José
Manuel Soria, el ministro de Energía que jura que la luz no ha subido mientras
las facturas no cesan de encarecerse (para regocijo de las eléctricas con Aznar
en el consejo de administración de Endesa, Felipe en el de Gas Natural y Acebes
en el de Iberdrola) y los apagones por impago de familias pobres son cada vez
más habituales. Soria es el ministro de las prospecciones petrolíferas en
Canarias que nadie quiere en el archipiélago y el culpable de que tengamos que
indemnizar con 1.350 millones de euros a ACS (¡qué bien viven la crisis los
ricos como Florentino Pérez!) por la suspensión del Proyecto Castor frente a las costas de Vinaroz
(Castellón).
¡Qué decir del paternalista ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel
García Margallo, un diplomático que, como Fernández-Díaz, llegó al Gobierno
medio siglo tarde! ¿Qué méritos ha acumulado Margallo en la escena
internacional en los últimos tres años? Margallo va de cutre lord español
dispuesto lo mismo a reclamar Gibraltar que a decir a los catalanes que igual
les suspende la autonomía por quererse ir de España: Una, Grande y Libre. Pero,
de verdad, ¿cuál es el papel internacional de Margallo, un ministro, por
cierto, al que no le gusta viajar? Vamos, lo ideal para un ministro de Asuntos
Exteriores.
El Gabinete de los Hermanos Marx que hay montado en La Moncloa cuenta con
un gris ministro de Defensa, Pedro Morenés, cuyo mayor mérito es proceder de la
industria armamentística a la que está favoreciendo para luego volver a ella con sus deberes cumplidos, los suyos, no los de los españoles.
En el despacho de Fomento, aparece una leal a Rajoy por antonomasia: Ana
Pastor, que en la tragedia del Alvia de Santiago demostró su nulidad como
gestora de crisis. Y, esperen, que hay más: Sorayita, Bañez, Wert, los nuevos
Espinosa y Catalá y una ‘sorpresita’.
Sorayita, otra ilustre miembro de un partido enemigo de lo público pero
que nada más licenciarse se sacó unas oposiciones (Abogada del Estado), es
realmente insoportable. ¡Por favor, que le den unas clases de interpretación!
Sus comparecencias públicas son una oda a la altanería y el postureo. A la ‘vice’ se le subió
el cargo de inmediato, es lo que tiene ser ‘la niña de Rajoy’. Estoy deseando
que se presente a la Alcaldía de Madrid y se le bajen los humos. Pero dudo
mucho que lo haga viendo la resistencia de Rajoy a los cambios.
De Báñez sabemos que es la ministra de Empleo del país del Desempleo y
los Sueldos Bajos, la ministra que niega la emigración española y justifica la
salida de jóvenes bien formados por su espíritu aventurero. Cosas de la
movilidad exterior. Y, por supuesto, la ministra de la Virgen del Rocío, su
arma secreta para salir de la crisis (no parece que escuche sus plegarias).
Algo que no sabemos si hace el ministro de Educación, el peor valorado del
Gabinete de Rajoy. Wert es el tío más odiado (sí, odiado) del mundo de la
educación. Retador al más puro estilo Montoro y creador de una Ley elitista,
lleva escondido muchos meses para evitar que suelte más barbaridades.
De los nuevos, Isabel García Tejerina, por Cañete, y Rafael Catalá, por
Gallardón, podemos decir que están a la altura de sus nuevos compañeros. De
Catalá hemos conocido que hizo negocios con el exsocio de Iñaki Urdangarin en
la Fundación Nóos, Diego Torres. Lo que se llama entrar por la puerta grande
del Consejo de Ministros. Tejerina pasa por ser la ministra con más pasta del
Ejecutivo. Dinero tiene, cualidades para ser ministra, no. En plena crisis de
las exportaciones de frutas y hortalizas por el boicot comercial a Rusia
exigido por Estados Unidos por el conflicto de Ucrania, instó a los españoles a
comerse cinco piezas de fruta al día para ayudar a los agricultores. Y luego
llaman a otros populista.
Pero, ¿de dónde ha sacado Rajoy a estos tíos? Ahora lo entenderán. Les
decía que faltaba una ‘sorpresita’ con un nombre que todos conocemos: Ana Mato,
la ministra de Sanidad y Asuntos Sociales. Sin duda, la mayor muestra de la
inutilidad de este Gobierno. Y, con todo lo que ha llovido, ¡que no dimite!
Repasemos. Mato lleva, como Báñez, toda la vida metida en la política. El PP es
su vida. Como se pueden imaginar, no tiene ni idea de lo que pasa en la calle.
Fue vicesecretaria de Organización con Rajoy entre 2008 y 2012, la número tres
del partido, un cargo que ha heredado el ‘lumbreras’ de Carlos Floriano. Sí,
estamos en estas manos.
Mato es la mediocridad hecha persona, el triunfo de la estulticia, de la
política profesional que medra, diciendo a todo que sí, en una formación para
ganarse la vida de por vida. Le ha salido bien porque cayó en el lugar adecuado:
en el partido con más estómagos agradecidos de España. Rajoy le regaló un
ministerio como agradecimiento (y es que Rajoy entiende su Gabinete como un
grupo de leales para protegerlo, ¿de qué tendrá miedo?). Le regaló un
ministerio a pesar de estar metida hasta el fondo en la trama Gürtel.
Ya saben, Ana Mato es la del Jaguar en el garaje. No me sean
tiquismiquis. Si usted, de un día para otro, encuentra un Jaguar en el garaje,
seguro que no le pregunta nada a su marido o mujer. Ana Mato estaba a otras
cosas, estaba más preocupada por achicharrarse en las cabinas de rayos uva (no
hay más que ver su sufrida piel) y en viajar y organizar fiestas de confeti con la VISA
de Correa, el ‘padrone’ de la Gürtel. Pero ella es inocente, claro, no sabía
nada, era culpa del señor Sepúlveda, como llama ahora a su exmarido y exalcalde
de Pozuelo.
De Mato sabíamos de sobra, solo parece que lo ignora Rajoy, su
inutilidad. La sanidad española es fiel reflejo de las políticas de recortes
llevadas a cabo en España. De lo que fue a lo que la están convirtiendo!!!
Pero, nada, que luego tenemos que escuchar que no hay recortes. Y en estas nos
llega el Ébola, un virus con una elevada mortalidad que exige un tratamiento de
película, de trajes especiales para evitar contagiarse. Rajoy nos trajo a dos
pobres misioneros moribundos desde África con el Ébola dentro y sin estar
preparados para el reto. Eligió una planta cerrada (por los recortes) del Hospital Carlos III de Madrid, centro de referencia en investigación y tratamiento de epidemias.
¿Recuerdan el mensaje de una conocida web de descargas cuando se estrechó
el cerco contra la piratería: ‘Parece que se han escapado los monos de la jaula’?
Pues a nosotros se nos ha escapado el Ébola. España, toda una potencia
turística, abre los informativos de medio mundo con el primer caso de Ébola
fuera de África: una auxiliar de enfermería que atendió a los dos misioneros.
¿De verdad estábamos preparados para recibir a dos enfermos terminales de
Ébola? ¿No habrá habido algún fallo de gestión? No sé, por ejemplo de la
ministra de Sanidad.
Pues ya ven que no. Rajoy, que considera las carteras de
ministro como un puesto vitalicio y un cargo de máxima confianza, ha apoyado esta mañana al máximo a Mato en
la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Rajoy ha pedido que “se deje
trabajar a los profesionales de la sanidad que tienen un prestigio acreditado y
la sanidad española es una de las mejores del mundo”. El colmo de la hipocresía,
no será, precisamente, por la labor del PP en la sanidad pública. No estamos hablando, además, de un error médico sino de gestión política.
Los médicos no fueron quienes decidieron el traslado de los misioneros enfermos, ni quienes establecieron el protocolo de actuación, ni quienes vigilaron que la auxiliar de enfermería contagiada de Ébola se marchara, posteriormente, de vacaciones o acudiera a unas oposiciones, dos días después de la muerte del segundo contagiado, a unas oposiciones (con 28.000 inscritos). Los políticos jugaron con fuego, jugaron con el Ébola. El contagio de una auxiliar de enfermería es la consecuencia de un error político. Político. Conviene también saber qué ha pasado con las tres veces que acudió al médico, dos de ellas con llamadas al mismo Hospital Carlos III, mientras la enfermedad avanzaba sin ser diagnosticada.
Y Mato, tan contenta. Superó lo del Jaguar, lo de las
fiestas de confeti, toda la trama Gürtel, los recortes en sanidad y ahora
quiere pasar por encima del Ébola: “Voy a seguir trabajando para garantizar a
los ciudadanos la máxima seguridad y dar cuenta de todas las actuaciones”. ¿De
qué nos está hablando? ¿De verdad considera que un cursillo de veinte minutos
es suficiente formación para los profesionales sanitarios para enfrentarse al
Ébola? Lo dicho, una inútil, una más del equipo de inútiles de Rajoy. Ni
Torrente y sus compinches, ahora en la cartelera, son tan mediocres. Confiemos en que la auxiliar de enfermería se recupere y que los casos que se están investigando, su marido y otras compañeras del Carlos III, no paguen los errores políticos en el tratamiento político del Ébola.
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