miércoles, 8 de octubre de 2014

Los inútiles de Rajoy

Por sus hechos los conoceréis. Se reúnen cada viernes en el Consejo de Ministros henchidos de orgullo y arrogancia por su mayoría absoluta en el Congreso. Son expertos en soltar la lengua vanagloriando su gestión y destrozando cada semana un paso más la vida de la mayoría de los españoles. Y tienen sus propios cabecillas: pregunten por Ana Mato. La encontrarán jugando con el confeti mientras pasa de largo de un lujoso Jaguar aparcado en el garaje de su casa, planea unas vacaciones pagadas por Correa y entrena a los profesionales de la sanidad con cursillos ‘de alto nivel’ de veinte minutos para enfrentarse al Ébola.

¿Hay vida inteligente en esta foto? No.
Carecen de la valentía de ‘Los Violentos de Kelly’. Tampoco tienen la épica de ‘La Comunidad del Anillo’. Ya quisieran tener la integridad de ‘Los Intocables de Eliot Ness’ o de ‘Los Doce Hombres sin Piedad’ de Henry Fonda. Les faltan músculos para ser ‘Los Mercenarios’ de Stallone. Y, aunque el nombre podría valer, no son ‘Todos los Hombres del Presidente’ que obligaron a dimitir a Nixon. Son, sencillamente, ‘Los Inútiles de Rajoy’. Los conocerán por sus escándalos de corrupción y/o nefasta gestión, por su obstinación por jodernos un poquito más la vida cada viernes en el Consejo de Ministros y por su inaudita resistencia a la dimisión. Y, oigan, que motivos, precisamente, no les faltan.


Con casi tres años en el cargo, y uno más por delante (¡qué largo se está haciendo esto!), el Ejecutivo de Rajoy ha experimentado cambios mínimos. Y solo forzados. Miguel Arias Cañete, Mr. Bunkering, Mr. Devorador de Yogures Caducados y Mr. Superioridad Intelectual sobre las Mujeres, fue la primera baja. Y le costó a Rajoy. No llegó hasta la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo. Rajoy, que se debe pensar que cambiar a un ministro es pecado o supone una demostración de su mala gestión (como si no lo supiéramos), dilató al máximo la elección de Cañete como cabeza de lista del PP a Europa para no tocar a su grupo de compinches.

Gallardón le salió rana y provocó una segunda reciente salida del Gabinete de inútiles de Rajoy. El exministro de Justicia (entre otros cargos, como alcalde de Madrid, el ayuntamiento más endeudado de Europa, y presidente de la Comunidad de Madrid), fiscal de carrera y monseñor en sus ratos libres, quedó carbonizado por su firme retrógrada apuesta para reformar la Ley del Aborto. No es que Rajoy no le apoyara. Sencillamente, por simple cálculo electoral, en pleno desplome tras las elecciones europeas y las últimas encuestas, no le convenía modificar ahora la Ley del Aborto.


Pero, ¿son Cañete y Gallardón los únicos que han hecho méritos para dejar de ser ministros? Ni mucho menos. Mejor habría que preguntarse, quién ha hecho méritos para seguir en el cargo. Fácil: ninguno, empezando por quien está al frente, un presidente del Gobierno mediocre que llegó a La Moncloa por simple desgaste y errores imperdonables del PSOE en la gestión de la crisis. Su electorado, más exigente, ni olvida, ni perdona. ¿Qué más da que Rajoy sea Registrador de la Propiedad? Tendrá mucha memoria para aprobar unas oposiciones y sabrá de leyes, pero lo que es de llevar un país, pisar la calle y escuchar a los ciudadanos… Rajoy es el gran mediocre del Gobierno, el jefe de su equipo de inútiles.

Tenemos al ultracatólico Jorge Fernández-Díaz, reaccionario absoluto. Un hombre que se confundió de época para ser ministro. Tocaba hace medio siglo. ¡Menos mal que ETA está acabada! De Fernández-Díaz, sabemos que su principal propósito es colocarnos a todos una mordaza que nos impida protestar en la calle. ¿No lo sabían? Si ya lo dijo el padre ideológico del PP, Manuel Fraga, la calle es mía. Pero peor aún es su política en inmigración. El opusiano Fernández-Díaz debería saber que tiene bajo su conciencia la muerte de quince subsaharianos en las aguas de Ceuta.


El dúo económico Montoro-Guindos podría, perfectamente, haber salido de ‘El Club de la Comedia’ (Montoro tiene madera de monologuista, de los que salen del escenarios tras una lluvia de tomates y lechugas, eso sí). De su gestión, poco que decir. ¿Vive usted mejor que hace tres años? Si es así, que sepa que es un privilegiado. Como mal menor, algunos están como hace tres años. Y una mayoría, peor, por mucho dato macroeconómico que nos lancen a la cara. ¡Me importa un pimiento que España crezca si los ciudadanos no crecemos!

Montoro, que cada vez que habla parece que está en la barra de un bar soltando una bravuconada, es el ministro de Hacienda que más ha subido los impuestos en la historia de la democracia española a las clases medias y bajas mientras realizaba una amnistía fiscal a los acaudalados defraudadores. Montoro es el ministro que desprestigia los crecientes e imparables (desgraciadamente) datos de pobreza alertados por el conjunto de las ONG mientras se jacta de que España es “la locomotora” de la economía europea o “el milagro económico” del mundo. Sencillamente, ¡es gilipollas!

El equipo de inútiles de Rajoy tiene más reputados miembros como José Manuel Soria, el ministro de Energía que jura que la luz no ha subido mientras las facturas no cesan de encarecerse (para regocijo de las eléctricas con Aznar en el consejo de administración de Endesa, Felipe en el de Gas Natural y Acebes en el de Iberdrola) y los apagones por impago de familias pobres son cada vez más habituales. Soria es el ministro de las prospecciones petrolíferas en Canarias que nadie quiere en el archipiélago y el culpable de que tengamos que indemnizar con 1.350 millones de euros a ACS (¡qué bien viven la crisis los ricos como Florentino Pérez!) por la suspensión del Proyecto Castor frente a las costas de Vinaroz (Castellón).


¡Qué decir del paternalista ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, un diplomático que, como Fernández-Díaz, llegó al Gobierno medio siglo tarde! ¿Qué méritos ha acumulado Margallo en la escena internacional en los últimos tres años? Margallo va de cutre lord español dispuesto lo mismo a reclamar Gibraltar que a decir a los catalanes que igual les suspende la autonomía por quererse ir de España: Una, Grande y Libre. Pero, de verdad, ¿cuál es el papel internacional de Margallo, un ministro, por cierto, al que no le gusta viajar? Vamos, lo ideal para un ministro de Asuntos Exteriores.

El Gabinete de los Hermanos Marx que hay montado en La Moncloa cuenta con un gris ministro de Defensa, Pedro Morenés, cuyo mayor mérito es proceder de la industria armamentística a la que está favoreciendo para luego volver a ella con sus deberes cumplidos, los suyos, no los de los españoles. En el despacho de Fomento, aparece una leal a Rajoy por antonomasia: Ana Pastor, que en la tragedia del Alvia de Santiago demostró su nulidad como gestora de crisis. Y, esperen, que hay más: Sorayita, Bañez, Wert, los nuevos Espinosa y Catalá y una ‘sorpresita’.

Sorayita, otra ilustre miembro de un partido enemigo de lo público pero que nada más licenciarse se sacó unas oposiciones (Abogada del Estado), es realmente insoportable. ¡Por favor, que le den unas clases de interpretación! Sus comparecencias públicas son una oda a la altanería y el postureo. A la ‘vice’ se le subió el cargo de inmediato, es lo que tiene ser ‘la niña de Rajoy’. Estoy deseando que se presente a la Alcaldía de Madrid y se le bajen los humos. Pero dudo mucho que lo haga viendo la resistencia de Rajoy a los cambios.


De Báñez sabemos que es la ministra de Empleo del país del Desempleo y los Sueldos Bajos, la ministra que niega la emigración española y justifica la salida de jóvenes bien formados por su espíritu aventurero. Cosas de la movilidad exterior. Y, por supuesto, la ministra de la Virgen del Rocío, su arma secreta para salir de la crisis (no parece que escuche sus plegarias). Algo que no sabemos si hace el ministro de Educación, el peor valorado del Gabinete de Rajoy. Wert es el tío más odiado (sí, odiado) del mundo de la educación. Retador al más puro estilo Montoro y creador de una Ley elitista, lleva escondido muchos meses para evitar que suelte más barbaridades.

De los nuevos, Isabel García Tejerina, por Cañete, y Rafael Catalá, por Gallardón, podemos decir que están a la altura de sus nuevos compañeros. De Catalá hemos conocido que hizo negocios con el exsocio de Iñaki Urdangarin en la Fundación Nóos, Diego Torres. Lo que se llama entrar por la puerta grande del Consejo de Ministros. Tejerina pasa por ser la ministra con más pasta del Ejecutivo. Dinero tiene, cualidades para ser ministra, no. En plena crisis de las exportaciones de frutas y hortalizas por el boicot comercial a Rusia exigido por Estados Unidos por el conflicto de Ucrania, instó a los españoles a comerse cinco piezas de fruta al día para ayudar a los agricultores. Y luego llaman a otros populista.

Pero, ¿de dónde ha sacado Rajoy a estos tíos? Ahora lo entenderán. Les decía que faltaba una ‘sorpresita’ con un nombre que todos conocemos: Ana Mato, la ministra de Sanidad y Asuntos Sociales. Sin duda, la mayor muestra de la inutilidad de este Gobierno. Y, con todo lo que ha llovido, ¡que no dimite! Repasemos. Mato lleva, como Báñez, toda la vida metida en la política. El PP es su vida. Como se pueden imaginar, no tiene ni idea de lo que pasa en la calle. Fue vicesecretaria de Organización con Rajoy entre 2008 y 2012, la número tres del partido, un cargo que ha heredado el ‘lumbreras’ de Carlos Floriano. Sí, estamos en estas manos.


Mato es la mediocridad hecha persona, el triunfo de la estulticia, de la política profesional que medra, diciendo a todo que sí, en una formación para ganarse la vida de por vida. Le ha salido bien porque cayó en el lugar adecuado: en el partido con más estómagos agradecidos de España. Rajoy le regaló un ministerio como agradecimiento (y es que Rajoy entiende su Gabinete como un grupo de leales para protegerlo, ¿de qué tendrá miedo?). Le regaló un ministerio a pesar de estar metida hasta el fondo en la trama Gürtel.

Ya saben, Ana Mato es la del Jaguar en el garaje. No me sean tiquismiquis. Si usted, de un día para otro, encuentra un Jaguar en el garaje, seguro que no le pregunta nada a su marido o mujer. Ana Mato estaba a otras cosas, estaba más preocupada por achicharrarse en las cabinas de rayos uva (no hay más que ver su sufrida piel) y en viajar y organizar fiestas de confeti con la VISA de Correa, el ‘padrone’ de la Gürtel. Pero ella es inocente, claro, no sabía nada, era culpa del señor Sepúlveda, como llama ahora a su exmarido y exalcalde de Pozuelo.

De Mato sabíamos de sobra, solo parece que lo ignora Rajoy, su inutilidad. La sanidad española es fiel reflejo de las políticas de recortes llevadas a cabo en España. De lo que fue a lo que la están convirtiendo!!! Pero, nada, que luego tenemos que escuchar que no hay recortes. Y en estas nos llega el Ébola, un virus con una elevada mortalidad que exige un tratamiento de película, de trajes especiales para evitar contagiarse. Rajoy nos trajo a dos pobres misioneros moribundos desde África con el Ébola dentro y sin estar preparados para el reto. Eligió una planta cerrada (por los recortes) del Hospital Carlos III de Madrid, centro de referencia en investigación y tratamiento de epidemias.


¿Recuerdan el mensaje de una conocida web de descargas cuando se estrechó el cerco contra la piratería: Parece que se han escapado los monos de la jaula? Pues a nosotros se nos ha escapado el Ébola. España, toda una potencia turística, abre los informativos de medio mundo con el primer caso de Ébola fuera de África: una auxiliar de enfermería que atendió a los dos misioneros. ¿De verdad estábamos preparados para recibir a dos enfermos terminales de Ébola? ¿No habrá habido algún fallo de gestión? No sé, por ejemplo de la ministra de Sanidad.

Pues ya ven que no. Rajoy, que considera las carteras de ministro como un puesto vitalicio y un cargo de máxima confianza, ha apoyado esta mañana al máximo a Mato en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Rajoy ha pedido que “se deje trabajar a los profesionales de la sanidad que tienen un prestigio acreditado y la sanidad española es una de las mejores del mundo”. El colmo de la hipocresía, no será, precisamente, por la labor del PP en la sanidad pública. No estamos hablando, además, de un error médico sino de gestión política. 

Los médicos no fueron quienes decidieron el traslado de los misioneros enfermos, ni quienes establecieron el protocolo de actuación, ni quienes vigilaron que la auxiliar de enfermería contagiada de Ébola se marchara, posteriormente, de vacaciones o acudiera a unas oposiciones, dos días después de la muerte del segundo contagiado, a unas oposiciones (con 28.000 inscritos). Los políticos jugaron con fuego, jugaron con el Ébola. El contagio de una auxiliar de enfermería es la consecuencia de un error político. Político. Conviene también saber qué ha pasado con las tres veces que acudió al médico, dos de ellas con llamadas al mismo Hospital Carlos III, mientras la enfermedad avanzaba sin ser diagnosticada.

Y Mato, tan contenta. Superó lo del Jaguar, lo de las fiestas de confeti, toda la trama Gürtel, los recortes en sanidad y ahora quiere pasar por encima del Ébola: “Voy a seguir trabajando para garantizar a los ciudadanos la máxima seguridad y dar cuenta de todas las actuaciones”. ¿De qué nos está hablando? ¿De verdad considera que un cursillo de veinte minutos es suficiente formación para los profesionales sanitarios para enfrentarse al Ébola? Lo dicho, una inútil, una más del equipo de inútiles de Rajoy. Ni Torrente y sus compinches, ahora en la cartelera, son tan mediocres. Confiemos en que la auxiliar de enfermería se recupere y que los casos que se están investigando, su marido y otras compañeras del Carlos III, no paguen los errores políticos en el tratamiento político del Ébola.

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