Las elecciones europeas siguen resonando con intensidad en el Partido
Popular. Un severo toque de atención. Pavor a la pérdida dentro de menos de un
año del amplio poder municipal de la derecha española. ¿Cómo arreglarlo?
¿Acercándose a los ciudadanos para recuperar su confianza? ¡No, qué va, cambiando la ley electoral! Si la
actual no sirve para ganar, pues se cambia. Y ya está.
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Mariano Rajoy, con Rita Barberá, la sempiterna alcaldesa de Valencia. |
El Partido Popular lleva con el gesto torcido desde las elecciones
europeas. Tenía preparado el balcón de la victoria en la sede nacional de la calle
Génova de Madrid para proclamar el final de la crisis y el reinado de Marianico Rajoy ‘El Salvapatrias’.
Pero… El resultado de las urnas no fue el esperado. No hubo balcón. El PP
gestionaba una amarga victoria con un pobre 26% de votos. Una pérdida de
dieciséis puntos con respecto a las elecciones europeas de 2009 y de dieciocho
con respecto a las generales de 2011. Un señor desplome.
Las cuentas electorales no salen. La dirección nacional del PP está
aterrada. La salida de la crisis que nos llevan vendiendo desde hace un año no
se aprecia en la calle. Las urnas no respaldan el optimismo de Rajoy y sus
alegres muchachos. Soraya Sáenz de Santamaría se jactaba recientemente de observar mayor alegría en las ciudades españolas. Un desprecio (y prepotencia) que ha
pasado factura al PP. Fuga de votos con las elecciones municipales y
autonómicas en el horizonte: 24 de mayo de 2015.
El PP disfruta de un enorme poder municipal. Barrió al PSOE
en las municipales de 2011. De las cincuenta capitales de provincia más las
ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, gobierna en 36 ayuntamientos. Solo se le
resisten, por orden de población, Barcelona, Zaragoza, Bilbao, Santa Cruz de
Tenerife, Pamplona, San Sebastián, Lleida, Tarragona, Ourense, Lugo, Girona, Pontevedra,
Toledo, Cuenca, Segovia y Soria. Se le escaparon también grandes ayuntamientos
como Vigo, Gijón, Hospitalet de Llobregat, Terrassa y Sabadell. Pérdidas
importantes, pero menores. El PP tiñó España de color azul.
Hay ayuntamientos muy importantes de España que llevan en manos del PP
durante mucho tiempo (demasiado tiempo): Madrid y Valencia (desde 1991) y Málaga, Murcia, Alicante
y Valladolid (desde 1995). Palma de Mallorca y Las Palmas de Gran Canaria han
tenido alcaldes populares en cuatro de las últimas cinco legislaturas. Sevilla,
Córdoba y A Coruña han sido recientes conquistas. Una hegemonía que los
resultados de las últimas elecciones europeas ha puesto en peligro. Rajoy se
enfrenta a un doble reto: ganar las elecciones locales y evitar una crisis
interna de partido con demasiado cargo, afiliado o asesor ocioso.
El riesgo es evidente, incluso con una ley electoral (con el sistema
D’Hondt) tan injusta como la española que beneficia a los partidos mayoritarios
(los minoritarios necesitan un 5% mínimo de los sufragios para optar al reparto de
concejales) y permite disfrutar de una mayoría absoluta con mucho menos del 50%
de los votos. El PP, por ejemplo, tiene mayoría absoluta en La Coruña y Las
Palmas de Gran Canaria con apenas el 43% de los votos. Una situación, como mínimo, discutible.
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Ana Botella y su último 'relaxing cup of café con leche'. |
Recuerden que les decía que, si algo hace bien el PP, es ganar elecciones.
Realmente es un partido creado para ganar elecciones gracias a la unión en una
única lista de un amplísimo espectro de la derecha española: centristas,
conservadores, liberales, monárquicos, ultracatólicos, nacionalistas españoles y (que
nadie lo niegue) nostálgicos de la dictadura franquista. Casi toda la derecha
en un mismo puño, superando sus diferencias (al menos en los últimos viente años mientras las urnas han funcionado), para perpetuarse en el poder. Una
estrategia que favorece al PP frente a una izquierda históricamente más dividida en España.
Mariano Rajoy ‘ha encontrado’ la solución. De repente, le ha dado por la
regeneración democrática. ¿Generosidad? En absoluto, puro interés y cálculo electoral.
Rajoy ha trasladado al Comité Ejecutivo Nacional del PP una siniestra
propuesta: cambiar las reglas del juego en las elecciones municipales. Los
alcaldes representarán SOLO a la lista más votada. Portazo a las posibles
coaliciones en la oposición. Perdida, muy posiblemente, la mayoría absoluta en
múltiples ayuntamientos, el PP quiere atrincherarse en el poder cambiando las
normas en mitad del partido, a solo un año de las elecciones, con la excusa de
una regeneración democrática que solo esconde intereses particulares.
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Rajoy, preparando una reforma electoral municipal ajustada al traje del PP. |
Yo no he visto manifestaciones en las calles de Zaragoza, Santa Cruz de Tenerife, Vigo, Gijón, Ourense, Lugo o Pontevedra (donde el actual alcalde no representa a la lista más votada). ¿Por qué ese repentino interés del PP por garantizar que gobierne siempre el partido con más votos? No siempre ha sido así. Se me ocurren dos casos muy claros. En 2009, el PP apoyó al PSE en Euskadi aun cuando la fuerza más votada había sido el PNV. Dos años antes, el PP pactó con Coalición Canaria para evitar que el PSOE, lista con más votos, gobernara en el archipiélago. El PP, como el resto de partidos, ha firmado en el pasado pactos que han dejado en la oposición a la candidatura más votada. Y es algo legítimo. ¿Por qué ahora no lo sigue siendo?
La respuesta siempre está en el toque de atención de las urnas de las elecciones europeas. Las grandes alcaldías están en el alero. La golfada que prepara el PP es, tristemente, plausible. Su mayoría absoluta en el Congreso y el Senado (qué grave error cometió el pueblo español el 20 de noviembre de 2011) se lo permite. No necesita ningún apoyo. Solo su rodillo. Y no es algo que, históricamente, haya cohibido al PP. Si tiene que aprobar algo solo, lo hace. El cambio que ha propuesto Rajoy supondría una reforma de la Ley de Bases de Régimen Local y la Ley Electoral. Sí, esas mismas leyes que durante muchos años el PP (especialmente) y el PSOE se han negado tocar para impedir una mayor presencia en las instituciones de los partidos ‘minoritarios’.
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Rajoy y el PP ultiman una reforma electoral que solo responde a sus intereses particulares. |
¿Se imaginan que el PP consiguiera en las próximas elecciones generales el 26% de los votos (el mismo porcentaje que en las últimas europeas) y evitara cualquier tipo de pacto electoral de la oposición? ¡Sería un escándalo! Pues no se imaginen tanto que en la cabeza de Rajoy está esa posibilidad. ¿Por qué no plantea el PP, si quiere garantizar que gobierne siempre la lista más votada, la elección a doble vuelta (antigua propuesta socialista) como ocurre en países como Francia? ¿No será que sabe perfectamente que los electores que no son del PP apoyarían mayoritariamente a la candidatura de la oposición? Entonces, ¿no sería válido que gobernara la lista más votada? Todo este problema le pasa al PP porque, por mucha mayoría absoluta que tenga en el Congreso, el Senado, muchas autonomías y ayuntamientos, está SOLO. Es un partido SOLO que ha espantado, con su autoritarismo, al resto de formaciones. No pueden pactar con nadie. Solo los suyos les quieren. Y cuando no son mayoría absoluta...
Modificar la Ley Electoral no debería ser una
decisión exclusiva de un partido por mucho que tenga mayoría absoluta en el
Congreso y Senado gracias, precisamente, a una normativa que muchas formaciones
llevan años pidiendo que se renueve para plasmar mejor en las instituciones, de
una manera más justa y equitativa, el resultado de las urnas. Un cambio de
estas características requiere de un amplio consenso de las fuerzas políticas. La
Ley Electoral no se puede reformular solo con el interesado impulso del PP. Eso
no es regenerar la democracia. Es retorcerla para que se ajuste a tu medida.
Rajoy, además de presidente, quiere ser alcalde o, al menos, garantizar, al
precio que sea, la continuidad de sus alcaldes.
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