domingo, 20 de julio de 2014

Gaza y Ucrania: dos guerras informativas

Israel golpea, una vez más, con saña a la población palestina. Los principales medios de comunicación occidentales se posicionan clamorosamente del lado hebreo. Y eso que el balance provisional es dramático con casi cuatrocientos muertos palestinos, en su mayoría civiles con una enorme presencia de niños. No estamos hablando de terroristas de Hamas ni de escudos humanos. Los bombardeos son indiscriminados con objetivos tan difusos como una playa donde unos niños jugaban al fútbol. Mientras, Estados Unidos acusa directamente a Rusia del gravísimo derribo de un avión comercial que sobrevolaba la zona controlada por los prorrusos en Ucrania. La prensa occidental ya ha elegido un único posible culpable: Putin. ¿Las pruebas? 


“Israel utiliza sofisticados aviones de ataque y buques de guerra para bombardear densamente atestados campamentos de refugiados, escuelas, edificios de apartamentos, mezquitas y barrios para atacar a una población que no tiene Fuerza Aérea, ni defensa aérea, sin Marina, sin armas pesadas, ninguna unidad de artillería, sin armadura mecanizada, no hay ningún comando en el control, ni Ejército… Y lo llama una guerra. No es una guerra, es un asesinato” (Noam Chomsky).

Chomsky, de familia hebrea, lleva media vida denunciando la manipulación informativa. El panorama que describe de Gaza no coincide con la sesgada visión pro-israelí que aparece en muchos medios occidentales. La prensa al servicio del más poderoso. ¡Qué novedad! ¡Jamás hubo tantos medios de comunicación y, sin embargo, jamás fuimos presa de tanta manipulación, en especial por las grandes corporaciones de mass media! Y nada mejor que no una guerra, sino dos guerras: Gaza y Ucrania, para comprobar el vasallaje del periodismo con los principales centros de poder político y económico.

¿Saben qué? Que ya no me creo casi nada de lo que nos cuentan, en especial de las noticias internacionales, más complicadas de verificar en persona. Las posibilidades para contrastar la información son reducidas y, además, costosas en tiempo, esfuerzo intelectual e incluso dinero. Nuestro conocimiento de la política internacional está profundamente contaminado por lo que leemos o escuchamos en los grandes medios de comunicación. ¿Qué sé yo lo que sucede, por ejemplo, en Filipinas? No me voy a pagar un avión y una estancia larga en Manila para enterarme qué sucede en Filipinas. Ni en Kiev, ni en Damasco, ni en Bagdad, ni El Cairo... Estamos indefensos. Nos tenemos que creer lo que nos cuentan, sea o no verdad.


El reciente Mundial de fútbol ha desnudado a Brasil. Y no solo en el césped con la sonrojante actuación de la Canarinha. Ya tuvimos un ensayo en la Copa Confederaciones hace un año. De repente, millones de ciudadanos de todo el mundo descubrimos que los brasileños no eran tan felices como nos contaban, que el progreso económico no estaba llegando (ni mucho menos) a todos. Descubrimos que todas las informaciones que en los últimos años nos habían vendido las bonanzas de Brasil eran, como mínimo, incompletas. Nos habían mentido. Y no es un caso aislado.

No hemos vuelto a saber nada de qué está sucediendo en Egipto. Pasamos de una prensa internacional enemiga del dictador militar Mubarak y defensora de unas elecciones libres democráticas (ganadas por los Hermanos Musulmanes de Mursi) a una prensa defensora de un Gobierno de militares que protagonizó un golpe de Estado contra Mursi. Todo vale. Lo mismo podríamos decir de Libia, Siria, Egipto, Afganistán… Lo que se critica hoy, se defenderá mañana. La única hoja de ruta posible es la que salga de Washington, Londres, Berlín o Bruselas. La prensa no protestará. Y si lo hace, pues le tocará al valiente de turno esconderse como a Julian Assange, fundador de Wikileaks.

La manipulación informativa alcanza niveles máximos de contaminación en situaciones de conflicto como actualmente en Gaza y Ucrania. Me ceñiré, por proximidad, a la prensa española. Portada del diario La Razón del pasado jueves 17 de julio: ‘Verdugos de su pueblo. Mueren cuatro menores palestinos en un ataque israelí que tenía como objetivo un miembro de Hamas. La organización se infiltra en la población civil e impide su evacuación’.


Israel había asesinado a cuatro niños, dos de diez años y otros dos de once años, tras bombardear ¡¡¡una playa!!! No sabía yo que los terroristas de Hamas se ocultan en una playa. ¿Se esconderán bajo la arena? La Razón, lejos de recriminar a Israel el bombardeo, responsabiliza de la muerte de los niños a los mismos palestinos. Vergonzoso, pero no era la primera vez que el ultraconservador diario (auténtico órgano de propaganda del PP) se posicionaba lealmente del lado israelí. Unos días antes, bajo una tendenciosa foto con israelíes protegidos detrás de sus coches, alarmaba sobre la histeria provocada por el lanzamiento de cohetes de Hamas.

El mismo día que el Gobierno de Israel (no confundirse con el pueblo judío) masacraba a cuatro niños palestinos en Gaza, el otrora diario progresista El País sacaba una foto de portada con un tanque israelí con el siguiente texto: ‘Israel ordena a 100.000 palestinos de la Franja que evacuen sus viviendas’. De la muerte de los niños palestinos en una playa bajo el fuego hebreo, nada de nada. Manipulación fina. El País ocultó en su portada el asesinato. ABC tomó la misma decisión y prefirió un fotomontaje con el toro de Osborne repleto de banderas para vender la supuesta mejoría de la imagen internacional de España.

El derribo de un avión comercial de Malaysia Airlines por un misil de autoría desconocida en el este de Ucrania ha relegado a Gaza al segundo plano. Israel sigue con el camino libre para continuar una ofensiva desproporcionada pero avalada por la prensa occidental. Nadie defiende el cruel asesinato de tres adolescentes israelíes a manos de Hamas en Cisjordania. Pero, ¿esa atrocidad permite que Israel invada Gaza y sume ya casi 400 muertos, la mayoría de los cuales nada tienen que ver con los terroristas de Hamas?

Pero la manipulación informativa no descansa. Con Gaza envuelta en sangre, Ucrania (donde el vacío informativo ha sido clamoroso en las últimas semanas, como si no hubiera ahí una guerra) ha regresado a primera página con el derribo cerca de la frontera rusa de un Boeing de Malaysia Airlines que cubría la ruta entre Amsterdam y Kuala Lumpur. Un misil derribó el avión. El resultado ya todos lo conocemos: casi trescientos muertos. Un ataque miserable contra un objetivo civil.


Y, ¿qué ha hecho nuestra querida prensa española? ¿Se ha limitado a informar de los hechos, a ofrecer cobertura por igual a ambos bandos (Ucrania-Estados Unidos-UE, por un lado, y los rebeldes prorrusos y Rusia, por el otro)? No. La prensa española no ha tardado en posicionarse. Siempre que se habla de manipulación viene muy bien citar al diario La Razón. Portada de ayer (sábado 19 de julio): ‘Todos señalan a Putin’. ¿Para qué esperar a la investigación? Occidente ya tiene culpable, único culpable.

Toda la prensa española se subió de inmediato al carro del presidente Obama. Estados Unidos tenía su culpable. ¿Para qué escuchar las explicaciones rusas? Y, sobre todo, ¿para qué esperar a una investigación independiente? Portada (del mismo sábado) de El País: ‘Obama apunta a la complicidad de Rusia en el derribo del avión’; El Mundo: ‘Obama responsabiliza a Putin’; ABC: ‘Occidente señala a Putin’; y La Vanguardia: ‘Obama apunta a los aliados de Putin por el avión abatido’. ¿No se estarán dando demasiada prisa? La investigación ni siquiera ha empezado. Los cuerpos acaban de ser recuperados.

La súbita aparición de supuestas conversaciones de militares prorrusos reconociendo el derribo resulta demasiado obvia. Todo demasiado sencillo para explicar algo, afortunadamente, muy poco habitual: el derribo de un avión comercial por un misil. Sí, la contaminación informativa se repite en el lado ruso. No se trata de posicionarse de un bando u otro. Se trata de escuchar a ambos, como en Gaza. La prensa debería tener voz propia y no ser utilizada como arma propagandística, como herramienta de guerra.


Me temo que en Ucrania nunca sabremos las circunstancias exactas del derribo del avión de Malaysia Airlines. Nadie tampoco aceptará la responsabilidad del ataque. La guerra se dirimirá a través de los medios de comunicación. En España, sin preguntarnos a los ciudadanos nos han situado ya a un lado de la trinchera. El enemigo es Rusia. La herencia de la Guerra Fría sigue viva.

Pero no me gustan estas sorprendentes prisas para atribuir la responsabilidad del derribo del avión. Ya tenemos la experiencia cercana de los graves incidentes en el pasado invierno en la plaza del Maidán de Kiev. Occidente nos dibujó una revolución contra Yanukovich con unos bondadosos insurgentes con un cariz, sin embargo, bastante discutible con elementos muy cercanos a la ultraderecha ucraniana. Entonces, ya asistimos a un ensayo de la guerra informativa que irá a más con el misil que ha volado el avión de Malaysia Airlines.

No nos podemos ya fiar de aquello que escuchamos y leemos en los grandes medios de comunicación. Brasil, Iraq, Afganistán, Libia, Siria, Egipto… Las cosas han sido tan distintas a como los grandes medios nos las han contado que, como mínimo, toca ser prudentes. Mientras cientos de personas mueren en Gaza y las familias del vuelo Amsterdam-Kuala Lumpur lloran a sus muertos, la guerra informativa, con su partidista división de buenos y malos, no cederá en su empeño hasta que sus amos políticos y económicos cumplan sus objetivos. Siempre nos quedará Chomsky para abrirnos los ojos.

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