El éxito de Podemos, que ha coincidido con un desplome electoral del PP,
ha encendido las luces rojas (nunca mejor dicho) en Génova, La Moncloa, La Zarzuela (adiós al Rey Juan Carlos) y las
numerosas sedes de medios de comunicación afines. El PSOE (hundido) e incluso
IU (hasta hace dos días unos radicales) han pasado a la historia. Hay nuevo
objetivo: Pablo Iglesias y sus perroflautas. Todo vale en una campaña de
desprestigio tan burda que, con el tiempo, se volverá en contra de sus
promotores. Un ejemplo: Eduardo Inda. Repasemos los acontecimientos.
No obstante, tenía ganas de escuchar el pasado sábado ‘La Sexta Noche’,
el debate político de La Sexta. Pablo Iglesias, tertuliano habitual del
programa, pasaba su primer ‘examen’ tras el éxito de Podemos en las elecciones
europeas. Cinco eurodiputados y 1.245.948 votos que han dado (y lo que queda)
mucho de sí. Sentía curiosidad por comprobar la reacción de los periodistas más
afines a la derecha con Pablo Iglesias.
No esperaba mucho del infatigable Marhuenda, más allá de declarar una vez
más (que se lo piense su señora esposa) su amor incondicional a Mariano Rajoy y
al PP por extensión. Marhuenda, dentro de su fanatismo político, es bastante
predecible e incluso, a menudo, inofensivo. Sabes muy bien por dónde va a
salir. En su defensa del PP casi siempre evita la confrontación dialéctica vía
provocación. No es su estilo más habitual.
La estrella de la noche era Eduardo Inda. A Inda, quienes no vivimos en
las Islas Baleares, le descubrimos en su sórdida etapa como director del diario
‘Marca’ entre julio de 2007 y marzo de 2011. Una cosa está clara, allá por
donde pisa no pasa desapercibido. Le gusta el protagonismo (en eso aprendió de
su maestro Pedro J.). Convirtió el diario ‘Marca’ en un periódico bronco y amarillo generando guerras donde no había (pobre Manuel Pellegrini).
Su más que particular estilo le llevó de regreso a ‘El Mundo’, donde ya
había dirigido la edición balear, tras un visto y no visto (algunos juegos de palabras vienen que ni pintados) en ‘Veo TV’. Pero, ¿nos
habríamos librado de Inda? Ni mucho menos. Es uno de los periodistas más
activos en todo tipo de tertulias. Le encanta salir por la televisión
enzarzándose con todo aquel que ose llevarle la contraria. Encuentra tiempo
para escribir artículos de investigación y libros. Secretos de la clonación
(sic).
Inda es un superviviente. Ha aguantado en pie tras la decapitación pública de
Pedro J. Era un sicario a sueldo necesario en el nuevo rumbo de ‘El Mundo’ para
reconciliarse con el PP. Inda no es, precisamente, socialista. Menos comunista.
Es uno de los periodistas más de derechas de este país. No hay más escuchar sus
glorias y alabanzas a Esperanza Aguirre o Cospedal. Tampoco es republicano. Le
gusta el Príncipe Felipe.
Pero, si algo caracteriza a Eduardo Inda, es su manifiesto odio a la
izquierda y al independentismo. Sí, odio. Lógicamente nunca aceptará esta palabra. Sin embargo, no
cuesta mucho llegar a esa conclusión cuando tiene enfrente a un dirigente
socialista, comunista y, ya no digamos, independentista. Para Inda es una
afrenta no sentirse español. Si pudiera, prohibiría por ley ser
independentista: catalán, vasco, gallego, balear, canario…, de donde sea. Es de
los periodistas que menos entiende (por mucho que sea navarro) la situación
actual en Euskadi, de progresiva normalización de la convivencia.
Desde que Pablo Iglesias se convirtió en una estrella de las tertulias,
Inda ha protagonizado más de una acalorada discusión con el profesor
universitario. Lo primero que pensé tras escuchar el éxito electoral de Podemos
es ¡pobre Pablo. La que te va a caer! Iglesias y sus perroflautas (ese despectivo sustantivo creado por la derecha para desprestigiar las protestas
ciudadanas contra el actual sistema político y económico) se habían ganado la
atención de la caverna.
No tardaron ni un día. El PP sacó la artillería pesada: Rita Barberá,
León de la Riva, Esteban González Pons, Carlos Floriano, Pedro Arriola… ‘La creme de la creme’.
Faltaba, no obstante, la guinda. La caverna anda sobrada de altavoces
mediáticos. Curioso que luego haya insinuado que el éxito de Podemos se
explica por la presencia de su portavoz en La Sexta y Cuatro. ¡Como si el PP no
saliera en todas las televisiones que quiere!
El sábado esperaba a Inda. La reacción del antiguo director de ‘Marca’
indicaría el grado de nerviosismo en la derecha mediática y política. Inda no
decepcionó. Venía preparado para armarla. Le encanta moverse en el juego
subterráneo. Fue directo a la yugular de Pablo Iglesias. No se cortó. Quería
desprestigiarle delante de la audiencia. Pero Inda resultó tan evidente que
quien quedó en evidencia fue él. Podemos ganó unos cuantos votos más gracias a
la barriobajera actitud de Eduardo Inda.
Lanzó las habituales acusaciones de la derecha más rancia: comunista
(chavista para ser exactos) y filoetarra. Y se quedó feliz con esa mirada mezcla de
provocación y burla. Para la derecha española (desgraciadamente también para el
PSOE) no hay nada peor que la izquierda latinoamericana. Inda atacó por ese
franco, donde le esperaba Pablo Iglesias. Era una acusación más que anunciada,
igual que la de filoetarra.
Las explicaciones de Iglesias no convencieron a Inda. Daba igual. El
juego era ensuciar al máximo la imagen del portavoz de Podemos. Una estrategia
tan descarada que acabó volviéndose en contra de Inda. Se quedó en fuera de
juego. Ya su virulencia en ‘Marca’ le costó el puesto. Carece por completo del
don de la mesura. Inda entiende los debates como un choque de provocaciones
donde gana quien más chilla mientras urde maquiavélicas insinuaciones a quien
tenga en el otro lado de la mesa.
‘La Sexta Noche’ no me decepcionó. Inda, tampoco. Demostró que el grado de
nerviosismo en la derecha mediática y política es elevado. El éxito de Podemos,
con una posible convergencia de objetivos con otras formaciones progresistas,
preocupa más que la caída electoral del mismo PP. El enemigo tiene rabo,
tridente y cuernos. Es rojo y encima se llama Pablo Iglesias. ¡Ah, y lleva coletas sin lavar! Todo vale para
acabar con su imagen, incluso sacar una foto de Iglesias a los cinco años vestido de monaguillo y con una pipa en la boca. La derecha está muy nerviosa.
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