lunes, 2 de junio de 2014

Los nervios de la caverna con ‘el coletas’

El éxito de Podemos, que ha coincidido con un desplome electoral del PP, ha encendido las luces rojas (nunca mejor dicho) en Génova, La Moncloa, La Zarzuela (adiós al Rey Juan Carlos) y las numerosas sedes de medios de comunicación afines. El PSOE (hundido) e incluso IU (hasta hace dos días unos radicales) han pasado a la historia. Hay nuevo objetivo: Pablo Iglesias y sus perroflautas. Todo vale en una campaña de desprestigio tan burda que, con el tiempo, se volverá en contra de sus promotores. Un ejemplo: Eduardo Inda. Repasemos los acontecimientos.


Cada vez eludo más las tertulias radiofónicas y televisivas. Me gusta el debate político, el sano intercambio de ideas pero, sinceramente, para escuchar al periodista de turno largando un ‘speech’ político o ejerciendo de guardaespaldas político (humm, pensemos en Francisco Marhuenda) pues mejor oigo directamente a la fuente original: Mariano Rajoy. Y eso que decir, decir, este presidente del Gobierno dice más bien poco salvo delante de una televisión de plasma con las notas bien escritas para que las lea. Fin de la cita.

No obstante, tenía ganas de escuchar el pasado sábado ‘La Sexta Noche’, el debate político de La Sexta. Pablo Iglesias, tertuliano habitual del programa, pasaba su primer ‘examen’ tras el éxito de Podemos en las elecciones europeas. Cinco eurodiputados y 1.245.948 votos que han dado (y lo que queda) mucho de sí. Sentía curiosidad por comprobar la reacción de los periodistas más afines a la derecha con Pablo Iglesias.

No esperaba mucho del infatigable Marhuenda, más allá de declarar una vez más (que se lo piense su señora esposa) su amor incondicional a Mariano Rajoy y al PP por extensión. Marhuenda, dentro de su fanatismo político, es bastante predecible e incluso, a menudo, inofensivo. Sabes muy bien por dónde va a salir. En su defensa del PP casi siempre evita la confrontación dialéctica vía provocación. No es su estilo más habitual.

La estrella de la noche era Eduardo Inda. A Inda, quienes no vivimos en las Islas Baleares, le descubrimos en su sórdida etapa como director del diario ‘Marca’ entre julio de 2007 y marzo de 2011. Una cosa está clara, allá por donde pisa no pasa desapercibido. Le gusta el protagonismo (en eso aprendió de su maestro Pedro J.). Convirtió el diario ‘Marca’ en un periódico bronco y amarillo generando guerras donde no había (pobre Manuel Pellegrini).


Su más que particular estilo le llevó de regreso a ‘El Mundo’, donde ya había dirigido la edición balear, tras un visto y no visto (algunos juegos de palabras vienen que ni pintados) en ‘Veo TV’. Pero, ¿nos habríamos librado de Inda? Ni mucho menos. Es uno de los periodistas más activos en todo tipo de tertulias. Le encanta salir por la televisión enzarzándose con todo aquel que ose llevarle la contraria. Encuentra tiempo para escribir artículos de investigación y libros. Secretos de la clonación (sic).

Inda es un superviviente. Ha aguantado en pie tras la decapitación pública de Pedro J. Era un sicario a sueldo necesario en el nuevo rumbo de ‘El Mundo’ para reconciliarse con el PP. Inda no es, precisamente, socialista. Menos comunista. Es uno de los periodistas más de derechas de este país. No hay más escuchar sus glorias y alabanzas a Esperanza Aguirre o Cospedal. Tampoco es republicano. Le gusta el Príncipe Felipe.

Pero, si algo caracteriza a Eduardo Inda, es su manifiesto odio a la izquierda y al independentismo. Sí, odio. Lógicamente nunca aceptará esta palabra. Sin embargo, no cuesta mucho llegar a esa conclusión cuando tiene enfrente a un dirigente socialista, comunista y, ya no digamos, independentista. Para Inda es una afrenta no sentirse español. Si pudiera, prohibiría por ley ser independentista: catalán, vasco, gallego, balear, canario…, de donde sea. Es de los periodistas que menos entiende (por mucho que sea navarro) la situación actual en Euskadi, de progresiva normalización de la convivencia.

Desde que Pablo Iglesias se convirtió en una estrella de las tertulias, Inda ha protagonizado más de una acalorada discusión con el profesor universitario. Lo primero que pensé tras escuchar el éxito electoral de Podemos es ¡pobre Pablo. La que te va a caer! Iglesias y sus perroflautas (ese despectivo sustantivo creado por la derecha para desprestigiar las protestas ciudadanas contra el actual sistema político y económico) se habían ganado la atención de la caverna.


No tardaron ni un día. El PP sacó la artillería pesada: Rita Barberá, León de la Riva, Esteban González Pons, Carlos Floriano, Pedro Arriola… ‘La creme de la creme’. Faltaba, no obstante, la guinda. La caverna anda sobrada de altavoces mediáticos. Curioso que luego haya insinuado que el éxito de Podemos se explica por la presencia de su portavoz en La Sexta y Cuatro. ¡Como si el PP no saliera en todas las televisiones que quiere!

El sábado esperaba a Inda. La reacción del antiguo director de ‘Marca’ indicaría el grado de nerviosismo en la derecha mediática y política. Inda no decepcionó. Venía preparado para armarla. Le encanta moverse en el juego subterráneo. Fue directo a la yugular de Pablo Iglesias. No se cortó. Quería desprestigiarle delante de la audiencia. Pero Inda resultó tan evidente que quien quedó en evidencia fue él. Podemos ganó unos cuantos votos más gracias a la barriobajera actitud de Eduardo Inda.

Lanzó las habituales acusaciones de la derecha más rancia: comunista (chavista para ser exactos) y filoetarra. Y se quedó feliz con esa mirada mezcla de provocación y burla. Para la derecha española (desgraciadamente también para el PSOE) no hay nada peor que la izquierda latinoamericana. Inda atacó por ese franco, donde le esperaba Pablo Iglesias. Era una acusación más que anunciada, igual que la de filoetarra.


Las explicaciones de Iglesias no convencieron a Inda. Daba igual. El juego era ensuciar al máximo la imagen del portavoz de Podemos. Una estrategia tan descarada que acabó volviéndose en contra de Inda. Se quedó en fuera de juego. Ya su virulencia en ‘Marca’ le costó el puesto. Carece por completo del don de la mesura. Inda entiende los debates como un choque de provocaciones donde gana quien más chilla mientras urde maquiavélicas insinuaciones a quien tenga en el otro lado de la mesa.

‘La Sexta Noche’ no me decepcionó. Inda, tampoco. Demostró que el grado de nerviosismo en la derecha mediática y política es elevado. El éxito de Podemos, con una posible convergencia de objetivos con otras formaciones progresistas, preocupa más que la caída electoral del mismo PP. El enemigo tiene rabo, tridente y cuernos. Es rojo y encima se llama Pablo Iglesias. ¡Ah, y lleva coletas sin lavar! Todo vale para acabar con su imagen, incluso sacar una foto de Iglesias a los cinco años vestido de monaguillo y con una pipa en la boca. La derecha está muy nerviosa.

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