‘Salvemos la investigación’. ‘Con I+D+i sí hay futuro’.
Los científicos españoles se resisten a su marginación. Desde el año 2009, la
inversión pública ha descendido un 40%. No se cubren las bajas por jubilación ni las plazas
en los organismos públicos, de 681 en 2007 a apenas 15 en el presente año. La
ciencia padece las consecuencias de una errónea e histérica política gubernamental de recortes. No es una fuga
de cerebros, es un exilio obligado. ¿Cómo competirá la economía española
cuando se salga de esta crisis con esta brutal pérdida de capital intelectual? Muchos
no volverán. ¿Por qué iban a hacerlo a un país en el que no se apoya al talento?
Puñalada a la ciencia. España se descapitaliza de talento y de futuro. Perdonen si alguno se
ofende, pero no conozco el nombre de ningún constructor que haya pasado a los
libros de historia ni de ningún gran promotor turístico. Sin embargo, recuerdo
a muchos científicos españoles y extranjeros que han transformado a lo largo de
la humanidad nuestras vidas. Médicos, físicos, biólogos, químicos, astrólogos,
antropólogos, ingenieros, informáticos… La ciencia tiene una importancia
capital en el desarrollo de las sociedades. Sus avances y sus progresos son
nuestros progresos. Sin ciencia, sin investigación, viviríamos aún bajo la tenue
luz de las cavernas.
Si el siglo XX se ha
caracterizado por algo, además de por los dos conflictos bélicos más
devastadores (las dos guerras mundiales), es precisamente por los avances
científicos en decenas de disciplinas: la medicina, las comunicaciones, los
transportes, la informática, la genética… Y este siglo XXI no es, ni mucho
menos, distinto. Hace quince años, aspectos tan cotidianos hoy en día como el
teléfono móvil o internet eran semidesconocidos. ¿No son eso un ejemplo de
avances científicos? Por no hablar de los progresos en la medicina. Cada
hallazgo es una victoria del ser humano.
La ciencia es la principal responsable de la innegable mejora de nuestra calidad de vida. Miren a su alrededor, estén en su hogar, en su centro de trabajo o en la calle, piensen en cómo eran esos mismos lugares hace cien, cincuenta, treinta o incluso apenas diez años. Encontrarán cambios, cambios impactantes, cambios originados en la investigación, en la ciencia. Hace un siglo, por ejemplo, los viajes en avión o en coche eran anecdóticos y complicados y la gente fallecía por enfermedades hoy controladas. La esperanza de vida se limitaba a 35 años en España en 1900. Ahora es de ochenta años. La ciencia es nuestro mejor aliado, quien ha transformado nuestra existencia. ¡Viva los científicos!
Pero, en un país tan cortoplacista como España, donde se esperan los frutos incluso antes de sembrar, la ciencia se ha mirado y se sigue mirando desde muchos sectores como un reducto de ‘bichos raros’ que juegan con probetas, que dedican toda su vida para buscar una solución a un problema que quizás incluso desconozcamos o que, al menos, no nos afecta directamente. No son los científicos los héroes de nuestra sociedad pese a que nos beneficiemos de sus éxitos. Tal vez no lo sean en ningún país pero, en España, ni siquiera son respetados. La actual crisis económica ha servido de perfecto chivo expiatorio para casi eliminarlos y obligarlos al exilio.
Sin embargo, la ciencia no solo funciona como herramienta clave para mejorar nuestra calidad de vida. La ciencia es un poderoso sector económico. Estados Unidos es un perfecto ejemplo. La mayor economía mundial invierte un 3% de su PIB en investigación y desarrollo. Dinero perdido pensarán muchos ciudadanos y, en especial, políticos en España, cuya aportación es ligeramente inferior al 1,3%. Un gran error. Los avances científicos y tecnológicos generan actualmente el 50% del crecimiento de la economía estadounidense. La ciencia no solo funciona como medio para alargar y mejorar nuestras vidas sino que, además, es rentable. En plena crisis económica, debería reforzarse la inversión científica. Sin embargo, en España ocurre todo lo contrario.
Tengo 34 años y un título universitario, aunque mi formación académica no está encaminada hacia la investigación. No obstante, siempre he sentido admiración por la ciencia. Antes incluso de que llegara a la Universidad, empecé a escuchar tres siglas unidas por dos signos de adición: I+D+i. Investigación. Desarrollo. Innovación. Una fórmula mágica para entrar en el siglo XXI con posibilidades de éxito, una receta imprescindible para ejecutar un necesario y postergado cambio del modelo productivo en una economía española demasiada volcada en el consumo, la construcción y el turismo.
Han pasado casi dos
décadas desde que muchos descubriéramos esa ansiada I+D+i, en realidad una
manera de sacar dinero de los avances científicos. Sin embargo, en medio de una
crisis económica de ciclo largo y de impacto desconocido en la historia
moderna, España ha optado por descapitalizarse de talento y sacrificar la
inversión en ciencia. La I+D+i ha sido drásticamente reducida. Desde el año
2009, la inversión pública ha descendido un 40% y, con ella, buena parte del
futuro de este país. ¿Es eso lo que entiende el actual Gobierno por sacar a
España de la crisis? ¿Entiende el actual Gobierno que es positivo expulsar el
talento de este país?
Los hechos demuestran que así es. “Ni me planteo volver a España por el momento”. Nuria Martí cambió, obligada, los laboratorios del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia por la prestigiosa OHSU (Oregon Health & Science University). No fue una decisión voluntaria. Abandonó Valencia tras un ERE. Los fondos de la Generalitat se secaron y el Centro de Investigación Príncipe Felipe cerró 14 de sus 26 laboratorios. Lo que aquí no valía, según los políticos españoles, sí sirve en Estados Unidos.
Nuria Martí forma parte del equipo que ha conseguido el descubrimiento científico del año: la obtención mediante clonación de células madre embrionarias de personas. Un primer paso muy importante que supondría en un futuro una revolución en los trasplantes. Esas células madres podrían diferenciarse, posteriormente, en tejidos disponibles para autotrasplantes. Una posibilidad que eliminaría el riesgo del rechazo al tratarse del mismo material genético que el receptor. De momento, el importante avance se centrará en la investigación de la diferenciación celular en enfermedades cardiacas, Párkinson o Alzheimer.
“Es una decisión muy dura personalmente, el hecho de que te tengas que ir porque en tu país no se invierte en investigación. A Rajoy le diría que es una barbaridad no invertir en investigación, porque se trata del futuro. Los recortes hacen retroceder el avance del país”, explicaba hace un mes Nuria Martí en una entrevista a ‘El Confidencial’.
No es un caso puntual. Diego Martínez, galardonado con el Premio al Mejor Físico Joven Europeo, tiene un contrato de tres años con el Instituto de Física de Partículas de Holanda. Quería regresar a España gracias a una beca Ramón y Cajal. Sorprendentemente, su solicitud fue rechazada por carecer de currículo. ¿Cómo es posible dar ese argumento cuando acaba de ser distinguido con el Premio al Mejor Físico Joven Europeo?
No se crean que al ministro
de Competitividad, Luis de Guindos, le ha sonrojado tal error. Lejos de
admitirlo, lo ha justificado. Para De Guindos, es “buenísimo” que los
investigadores españoles salgan al extranjero. El ministro niega la fuga de
talento, algo que choca con casos como los de Nuria Martí, Diego Martínez y
muchos más escondidos en el anonimato. Una nauseabunda y falsa valoración que recuerda a la explicación de
la “movilidad exterior” que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, ha utilizado
para ensalzar las bondades de la salida de jóvenes españoles al extranjero ante
la ausencia de oportunidades laborales en su propio país.
España sacrifica su futuro para afrontar en el presente una crisis que no sabe resolver. Y para ello recorta, entre otras áreas, en educación e investigación. ¿Ustedes creen que eran los culpables de la crisis? Nadie la ha comentado al señor Rajoy y a sus compañeros de Ejecutivo que, precisamente, invertir en educación e investigación es pensar en el futuro. ¿No le importa? El Gobierno no estimula las subvenciones en I+D+i, se aleja del objetivo del 3% del PIB en 2020 (lo limita al 2%) y, siguiendo su hoja de ruta ideológica, apela a la inversión privada dentro de esa obsesión enfermiza por minimizar el papel del Estado en la economía.
“La controvertida Estrategia Española de Investigación y Desarrollo 2013-2020 y el Plan Estatal de I+D 2013-2016 que la implementa persiguen, por una parte, reducir el apoyo público a la investigación básica y la educación y llevarla hacia la investigación aplicada orientada al mercado, y, por otra, incentivar la participación privada en la transferencia de tecnología mediante la redirección de los fondos públicos hacia las empresas”, han alertado en ‘Science’ los investigadores españoles Luis Santamaría, presidente de la Asociación para el Avance de la Ciencia y la Tecnología en España; Mario Díaz, investigador de IMEDEA y presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Ornitología SEO/Birdlife, y Fernando Valladares, presidente de la Asociación Española de Ecología Terrestre e investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
“El Gobierno tiene una visión muy miope de cómo funciona el sistema de I+D+i porque en ningún país desarrollado se construye la investigación aplicada y la innovación creando una competencia con la investigación básica, pretendiendo construir la innovación sin ideas sobre las que innovar”, resume Santamaría. Nadie en el mundo de la ciencia defiende la política de recortes del Ejecutivo de Mariano Rajoy. La I+D+i que debía liderar el necesario cambio de modelo productivo en España ha sido estrangulada. Y eso que España ocupa un triste decimoctavo lugar en la UE-27 en la inversión en investigación. ¡Qué presente tenemos, qué futuro nos espera con este desprecio por el talento!
Los recortes están provocando que científicos e investigadores salgan de sus laboratorios a las calles para protestar por el brutal hachazo a la I+D+i. Más de cuarenta mil profesionales han firmado la Carta de la Ciencia para que el Gobierno rectifique aspectos tan polémicos como la tasa reposición. “Los investigadores que se jubilan no están siendo reemplazados ni siquiera al ritmo del exiguo 10% que permite la ley: el número de nuevas plazas estables en los organismos públicos de investigación se ha desplomado, pasando de 681 en 2007 a 15 en 2013. Los programas de contratación de jóvenes investigadores sufren reducciones del 30% o superiores. Los contratados Ramón y Cajal, investigadores de destacada experiencia internacional y prestigio en su campo, que se recuperaron del éxodo con promesas incumplidas de estabilización, deben ahora, en muchos casos, volverse a expatriar”.
“Asistimos al desmantelamiento de un sistema que ha costado décadas crear y a la amenaza del abandono de líneas de investigación y de desarrollo tecnológico que son punteras”, lamentan los científicos en la Carta de la Ciencia que han entregado al Gobierno. “De no adoptarse un cambio de rumbo, la actual situación puede derivar en la ruina del sistema científico español y de los recursos humanos e institucionales de que nos hemos dotado a lo largo de los últimos treinta años”. ¿Puede permitirse el lujo España de prescindir de buena parte de sus mejores científicos e investigadores? Al PP, no le importa, su modelo económico (si es que existe) no incluye el talento. Prefieren construir casas antes que impulsar la investigación. El Gobierno español confía más en el modelo de Santiago Calatrava que en Santiago Ramón y Cajal. ¡Qué desgracia, solo nos falta quemar en la hoguera a los científicos e investigadores al más puro de la Santa Inquisición! Y luego dirán que es por el progreso de España. 'Salvemos la investigación'. 'Con I+D+i sí hay futuro'.
La ciencia es la principal responsable de la innegable mejora de nuestra calidad de vida. Miren a su alrededor, estén en su hogar, en su centro de trabajo o en la calle, piensen en cómo eran esos mismos lugares hace cien, cincuenta, treinta o incluso apenas diez años. Encontrarán cambios, cambios impactantes, cambios originados en la investigación, en la ciencia. Hace un siglo, por ejemplo, los viajes en avión o en coche eran anecdóticos y complicados y la gente fallecía por enfermedades hoy controladas. La esperanza de vida se limitaba a 35 años en España en 1900. Ahora es de ochenta años. La ciencia es nuestro mejor aliado, quien ha transformado nuestra existencia. ¡Viva los científicos!
Pero, en un país tan cortoplacista como España, donde se esperan los frutos incluso antes de sembrar, la ciencia se ha mirado y se sigue mirando desde muchos sectores como un reducto de ‘bichos raros’ que juegan con probetas, que dedican toda su vida para buscar una solución a un problema que quizás incluso desconozcamos o que, al menos, no nos afecta directamente. No son los científicos los héroes de nuestra sociedad pese a que nos beneficiemos de sus éxitos. Tal vez no lo sean en ningún país pero, en España, ni siquiera son respetados. La actual crisis económica ha servido de perfecto chivo expiatorio para casi eliminarlos y obligarlos al exilio.
Sin embargo, la ciencia no solo funciona como herramienta clave para mejorar nuestra calidad de vida. La ciencia es un poderoso sector económico. Estados Unidos es un perfecto ejemplo. La mayor economía mundial invierte un 3% de su PIB en investigación y desarrollo. Dinero perdido pensarán muchos ciudadanos y, en especial, políticos en España, cuya aportación es ligeramente inferior al 1,3%. Un gran error. Los avances científicos y tecnológicos generan actualmente el 50% del crecimiento de la economía estadounidense. La ciencia no solo funciona como medio para alargar y mejorar nuestras vidas sino que, además, es rentable. En plena crisis económica, debería reforzarse la inversión científica. Sin embargo, en España ocurre todo lo contrario.
Tengo 34 años y un título universitario, aunque mi formación académica no está encaminada hacia la investigación. No obstante, siempre he sentido admiración por la ciencia. Antes incluso de que llegara a la Universidad, empecé a escuchar tres siglas unidas por dos signos de adición: I+D+i. Investigación. Desarrollo. Innovación. Una fórmula mágica para entrar en el siglo XXI con posibilidades de éxito, una receta imprescindible para ejecutar un necesario y postergado cambio del modelo productivo en una economía española demasiada volcada en el consumo, la construcción y el turismo.

Los hechos demuestran que así es. “Ni me planteo volver a España por el momento”. Nuria Martí cambió, obligada, los laboratorios del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia por la prestigiosa OHSU (Oregon Health & Science University). No fue una decisión voluntaria. Abandonó Valencia tras un ERE. Los fondos de la Generalitat se secaron y el Centro de Investigación Príncipe Felipe cerró 14 de sus 26 laboratorios. Lo que aquí no valía, según los políticos españoles, sí sirve en Estados Unidos.
Nuria Martí forma parte del equipo que ha conseguido el descubrimiento científico del año: la obtención mediante clonación de células madre embrionarias de personas. Un primer paso muy importante que supondría en un futuro una revolución en los trasplantes. Esas células madres podrían diferenciarse, posteriormente, en tejidos disponibles para autotrasplantes. Una posibilidad que eliminaría el riesgo del rechazo al tratarse del mismo material genético que el receptor. De momento, el importante avance se centrará en la investigación de la diferenciación celular en enfermedades cardiacas, Párkinson o Alzheimer.
“Es una decisión muy dura personalmente, el hecho de que te tengas que ir porque en tu país no se invierte en investigación. A Rajoy le diría que es una barbaridad no invertir en investigación, porque se trata del futuro. Los recortes hacen retroceder el avance del país”, explicaba hace un mes Nuria Martí en una entrevista a ‘El Confidencial’.
No es un caso puntual. Diego Martínez, galardonado con el Premio al Mejor Físico Joven Europeo, tiene un contrato de tres años con el Instituto de Física de Partículas de Holanda. Quería regresar a España gracias a una beca Ramón y Cajal. Sorprendentemente, su solicitud fue rechazada por carecer de currículo. ¿Cómo es posible dar ese argumento cuando acaba de ser distinguido con el Premio al Mejor Físico Joven Europeo?

España sacrifica su futuro para afrontar en el presente una crisis que no sabe resolver. Y para ello recorta, entre otras áreas, en educación e investigación. ¿Ustedes creen que eran los culpables de la crisis? Nadie la ha comentado al señor Rajoy y a sus compañeros de Ejecutivo que, precisamente, invertir en educación e investigación es pensar en el futuro. ¿No le importa? El Gobierno no estimula las subvenciones en I+D+i, se aleja del objetivo del 3% del PIB en 2020 (lo limita al 2%) y, siguiendo su hoja de ruta ideológica, apela a la inversión privada dentro de esa obsesión enfermiza por minimizar el papel del Estado en la economía.
“La controvertida Estrategia Española de Investigación y Desarrollo 2013-2020 y el Plan Estatal de I+D 2013-2016 que la implementa persiguen, por una parte, reducir el apoyo público a la investigación básica y la educación y llevarla hacia la investigación aplicada orientada al mercado, y, por otra, incentivar la participación privada en la transferencia de tecnología mediante la redirección de los fondos públicos hacia las empresas”, han alertado en ‘Science’ los investigadores españoles Luis Santamaría, presidente de la Asociación para el Avance de la Ciencia y la Tecnología en España; Mario Díaz, investigador de IMEDEA y presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Ornitología SEO/Birdlife, y Fernando Valladares, presidente de la Asociación Española de Ecología Terrestre e investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
“El Gobierno tiene una visión muy miope de cómo funciona el sistema de I+D+i porque en ningún país desarrollado se construye la investigación aplicada y la innovación creando una competencia con la investigación básica, pretendiendo construir la innovación sin ideas sobre las que innovar”, resume Santamaría. Nadie en el mundo de la ciencia defiende la política de recortes del Ejecutivo de Mariano Rajoy. La I+D+i que debía liderar el necesario cambio de modelo productivo en España ha sido estrangulada. Y eso que España ocupa un triste decimoctavo lugar en la UE-27 en la inversión en investigación. ¡Qué presente tenemos, qué futuro nos espera con este desprecio por el talento!
Los recortes están provocando que científicos e investigadores salgan de sus laboratorios a las calles para protestar por el brutal hachazo a la I+D+i. Más de cuarenta mil profesionales han firmado la Carta de la Ciencia para que el Gobierno rectifique aspectos tan polémicos como la tasa reposición. “Los investigadores que se jubilan no están siendo reemplazados ni siquiera al ritmo del exiguo 10% que permite la ley: el número de nuevas plazas estables en los organismos públicos de investigación se ha desplomado, pasando de 681 en 2007 a 15 en 2013. Los programas de contratación de jóvenes investigadores sufren reducciones del 30% o superiores. Los contratados Ramón y Cajal, investigadores de destacada experiencia internacional y prestigio en su campo, que se recuperaron del éxodo con promesas incumplidas de estabilización, deben ahora, en muchos casos, volverse a expatriar”.
“Asistimos al desmantelamiento de un sistema que ha costado décadas crear y a la amenaza del abandono de líneas de investigación y de desarrollo tecnológico que son punteras”, lamentan los científicos en la Carta de la Ciencia que han entregado al Gobierno. “De no adoptarse un cambio de rumbo, la actual situación puede derivar en la ruina del sistema científico español y de los recursos humanos e institucionales de que nos hemos dotado a lo largo de los últimos treinta años”. ¿Puede permitirse el lujo España de prescindir de buena parte de sus mejores científicos e investigadores? Al PP, no le importa, su modelo económico (si es que existe) no incluye el talento. Prefieren construir casas antes que impulsar la investigación. El Gobierno español confía más en el modelo de Santiago Calatrava que en Santiago Ramón y Cajal. ¡Qué desgracia, solo nos falta quemar en la hoguera a los científicos e investigadores al más puro de la Santa Inquisición! Y luego dirán que es por el progreso de España. 'Salvemos la investigación'. 'Con I+D+i sí hay futuro'.
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