miércoles, 16 de enero de 2013

Madrid Arena, la tragedia que nadie quiere asumir

Dos meses y medio después de la avalancha humana que causó la muerte a cinco jóvenes en una fiesta de Halloween, la alcaldesa de la capital, Ana Botella, se resiste a aceptar responsabilidades del Ayuntamiento pese a que el accidente ya se ha llevado por delante a dos concejales. Botella mantiene intacta la misma estrategia: minimizar el papel del Consistorio en un accidente que pudo evitarse si las autoridades municipales hubieran cumplido su función. Miguel Ángel Flores y Diviertt no son los únicos culpables de un escándalo del que la sociedad española exige un castigo ejemplar mientras asiste a una lamentable ceremonia de acusaciones mutuas entre las autoridades locales y la empresa organizadora del espectáculo.

 
Katia, Rocío, Cristina, Belén y María Teresa no se merecían un final así. Katia, Rocío, Cristina, Belén y María Teresa, y sus familias, tampoco se merecen lo que está pasando tras aquella trágica madrugada del 1 de noviembre, noche de Halloween, en el recinto del Madrid Arena. Una avalancha propiciada por un aforo más que superado desencadenó la muerte de cinco jóvenes de entre 17 y 20 años. Desde entonces, la actitud de la empresa organizadora de la fiesta, Diviertt, y del Ayuntamiento de Madrid, responsable del cumplimiento de las normas de este tipo de eventos, ha sido grosera con la memoria de Katia Esteban, Rocío Oña, Cristina Arce, Belén Langdon y María Teresa Alonso. Ni la empresa ni el Consistorio han querido asumir responsabilidades y han buscado, desde el principio, culpables ajenos, simples chivos expiatorios.


¿Recuerdan que es lo primero que nos dijeron para explicar la tragedia? Fue el vicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, depurado hace apenas una semana. Villanueva, escasas horas después de la avalancha, ya tenía elaborada una tesis que fue rápidamente extendida por medios de comunicación cercanos al Ayuntamiento: el lanzamiento de una bengala había provocado una estampida de jóvenes. El vicealcalde afirmaba, además, que la fiesta respetaba el aforo del Madrid Arena, que Madrid Espacios y Congresos establece en 10.600 personas para este tipo de eventos. Villanueva, en la mañana del 2 de noviembre, cuando ya conocían las muertes de Katia, Rocío y Cristina, y con Belén y María Teresa en estado crítico, sostenía que en la fiesta de Halloween del Madrid Arena hubo 9.600 asistentes, un millar menos del máximo permitido en este recinto. ¿No fue todo eso una enorme mentira? ¿Por qué tanta rapidez en buscar un culpable, la persona que lanzó esa bengala, y en eliminar cualquier duda sobre el aforo? Y más, sobre todo, cuando con el paso de los días se demostró que ambas teorías eran falsas.

 
En las últimas semanas, a cuentagotas, pero con regularidad, hemos ido viendo imágenes y grabaciones nuevas de lo que pasó en la madrugada del 1 de noviembre en la fiesta de Halloween del Madrid Arena. La explicación de la bengala, esgrimida para culpar a un chivo expiatorio, cayó rápidamente. En aquella noche no se lanzó una bengala, sino varias, algunas cerca del vomitorio donde se produjo la tragedia, otras más lejos en medio del ensordecedor ruido de una fiesta de estas características. Las imágenes del momento de la gran avalancha, con decenas de jóvenes atrapados, evidencian que allí pasó algo mucho más grave. Mientras el escasamente formado personal de seguridad se afanaba en arreglar un problema generado entre Diviertt y el Ayuntamiento de Madrid, se escuchaba periódicamente el sonido de las bengalas, no una, varias.

 
La explicación del aforo de Villanueva fue rebatida desde el segundo uno por parte de los asistentes a la fiesta. El ocio nocturno está ligado en España a espacios atestados de gente. El respeto a los aforos brilla por su ausencia. La vigilancia de las policías municipales es casi inexistente. Domina, en su lugar, la dejación de responsabilidades. Y eso lo sabemos todo el mundo que hemos salido o salimos de noche. ¿Cuántas veces hemos entrado en un bar de copas y, tras comprobar a simple vista que estaba ‘petado’, hemos optado por cambiar de local? ¿Cuántas veces nos ha resultado una hazaña llegar al servicio tras abrirnos paso a duras penas entre la gente? Cualquier joven sabe distinguir entre un local lleno y vacío. Si los asistentes a la fiesta del Madrid Arena sostenían que el recinto estaba desbordado era porque la asistencia estaba muy por encima del aforo máximo del Madrid Arena.

Una percepción visual y personal que existía también entre ciudadanos que no participaron en el espectáculo, como el caso de José Luis González Armengol, juez decano de Madrid, que replicó al vicealcalde Villanueva que, por las fotos e imágenes que había visto, “se superó con creces el aforo permitido”. La Policía Nacional, una vez contadas las entradas de las que existe constancia, ha cifrado en 16.781 personas el número de asistentes, sin añadir las invitaciones. Una cantidad que se elevó, además, considerablemente cuando centenares de jóvenes que hacían botellón en las inmediaciones del Madrid Arena accedieron al recinto. Una entrada tranquila que no resultó ningún tipo de asalto, como aseguró Diviertt, como demuestran las imágenes que se han visto de esos momentos. Nunca se sabrá la cifra real de asistentes a la fiesta. Quizás, cerca de veinte mil, muy lejos de los 10.600 que autorizaba el Consistorio en el Madrid Arena.

En medio de unas primeras horas en las que Diviertt y el Ayuntamiento de Madrid comenzaron con su estrategia de despejar balones, la alcaldesa de la capital de España, Ana Botella, tal y como se conoció días después, quiso seguir con sus planes de puente de Todos los Santos. Botella, en medio de la mayor crisis en el Consistorio de Madrid desde su llegada a la Alcaldía, se marchó a un spa en Portugal, al Penha Longa Hotel Golf Resort, situado en una reserva natural a diez minutos de Sintra, a quince de Cascais y a media hora de Lisboa. Tras visitar el Instituto Anatómico Forense, donde estaban las tres primeras fallecidas, la alcaldesa se marchó de viaje de placer a Portugal tras aclarar a los periodistas que los papeles de la fiesta de Halloween “estaban en regla”.

Obviamente, a Botella se le olvidó agregar que se iba de puente... para celebrar la resolución del problema. Tuvo que regresar a la tarde siguiente ante la evolución del escándalo de la tragedia del Madrid Arena. Y la alcaldesa, para seguir salvando al Ayuntamiento y ganando tiempo, se despachó anunciando que no se cederían más espacios municipales para este tipo de fiestas. Botella, con el trabajo hecho, según su parecer, volvió a irse de puente a Portugal. Todo un ejercicio de responsabilidad política. Nos podemos imaginar qué habría hecho si hubiera sido la capitana del Costa Concordia. Botella repitió en tierra la actitud de Schettino en el Mediterráneo: el capitán ya no es ahora el último en abandonar el barco, sino el primero.

Más allá de este desprecio por asumir errores por parte de Diviertt y el Ayuntamiento de Madrid, la verdad fue abriéndose paso en los medios de comunicación. La Verdad, con imágenes y grabaciones. Y comenzaron las acusaciones mutuas. Diviertt había comunicado al Ayuntamiento que la fiesta sería para siete mil personas. Curiosamente el vicealcalde Villanueva elevó la asistencia a casi diez mil nada más conocerse la tragedia. Un desfase de tres mil jóvenes que no cuadraba. Pese a ello, el Ayuntamiento anunció que demandaría a Miguel Ángel Flores, conocido empresario de la noche madrileña, presidente de Diviertt, por mentir en el número real de entradas vendidas. ¿No debería haber vigilado la Policía Local de Madrid que el aforo se respetaba en la fiesta de Halloween? ¿Habría denunciado el Ayuntamiento a Flores si no la tragedia no hubiera sucedido?

El Consistorio de Madrid se afanaba por desvincularse a toda velocidad de Miguel Ángel Flores. Si bien, una inoportuna y amigable foto entre Villanueva y el presidente de Diviertt empezaba a consolidar la idea de que mantenían una relación profesional muy cercana. Y es, ¿quién dio el permiso a Flores para utilizar en exclusiva el Madrid Arena para este tipo de fiestas? ¿Es que se coló Diviertt en el recinto sin permiso municipal? Obviamente, no. Flores recibió el consiguiente permiso del Ayuntamiento. Botella atisbaba que el escándalo del Madrid Arena comenzaba a entrar en la casa consistorial. Y llegó, el 13 de noviembre, la primera dimisión: Pedro Calvo, concejal de Economía, tercer teniente de alcalde y presidente de Madrid Espacios y Congresos. Calvo abandonaba esos cargos, que no su acta de edil, tras ser imputado por el caso. En días anteriores, la prensa había informado de nuevas irregularidades.

Diviertt acumulaba deudas con la Seguridad Social, aspecto que impide firmar contratos con administraciones públicas. Por si fuera poco, el Madrid Arena no contaba con licencia de apertura ya que no cumplía con los requisitos de seguridad. Una ausencia que no había impedido que el recinto hubiera sido sede del Masters de tenis de Madrid, entre 2002 y 2008, del Eurobasket de 2007, de partidos del Estudiantes y del Real Madrid o de conciertos, entre otros, de grupos tan diversos como Green Day, Pereza, Marea, Spice Girls o La Oreja de Van Gogh. El Madrid Arena iba a ser también una de las sedes del Mundial de balonmano que se está actualmente disputando en España. No está nada mal para un espacio que no contaba con licencia de apertura por problemas de seguridad. Cuesta creer que en el Ayuntamiento de Madrid no fueran conscientes de ello.

Las instancias judiciales, al menos, no lo creen así. Si el juez decano de Madrid echó, en su momento, por tierra las explicaciones de Villanueva sobre el aforo, el fiscal superior de Madrid, Manuel Boix, iba un paso más adelante y sostenía a mediados de noviembre que “todo apunta” a que el Ayuntamiento es responsable civil subsidiario de la tragedia de la fiesta de la noche de Halloween. Botella, esperanzada, en su momento por que el escándalo se agotara con el transcurrir de los días anunció una comisión de investigación, una vergonzosa comisión de investigación, en la que se vetó la comparecencia de la alcaldesa y en la que el vicealcalde Villanueva se centró en distanciarse de Flores y Diviertt.

La comisión, un paripé para lavar la cara del Ayuntamiento, se volvió en su contra con la comparecencia del director general de Emergencias y Protección Civil del Ayuntamiento de Madrid, Alfonso del Álamo. El Samur no conocía la celebración de la multitudinaria fiesta. Nadie les avisó, ni la empresa organizadora, ni el Ayuntamiento. Al frente del dispositivo médico, un exconcejal del PP (todo queda en casa) de 77 años, Simón Viñals, su hijo y dos ATS. Todo eso para hacer frente a una fiesta que, como poco, iba a tener, según Diviertt, siete mil participantes. ¿Suficiente? No. Viñals, como médico honorífico, no podía incluso ya ejercer, según algunas informaciones. Un exconcejal de Salud del Ayuntamiento de Madrid, de 77 años y semiretirado, ¿era la mejor opción para atender la fiesta de Halloween del Madrid Arena?

 
En las últimas semanas, han salido a la luz grabaciones de llamadas telefónicas al Samur que han desvelado nuevos inauditos hechos. El más sorprendente, la identidad del trabajador del Servicio de Emergencias que atendió las angustiosas llamadas de los amigos de las fallecidas: un conductor de ambulancias que, según ha admitido, carece de formación para este tipo de trabajo y ha sido forzado a ocupar ese puesto. Su falta de humanidad, su desprecio y frialdad en la atención han sido una chapuza más de las que se han conocido de aquella madrugada de Halloween. ¿Qué criterios utiliza el Ayuntamiento de Madrid para seleccionar y distribuir a su personal?

Con Flores detenido ante el riesgo de fuga, el penúltimo episodio del escándalo de la tragedia del Madrid Arena ocurrió en la semana pasada con una segunda dimisión en el equipo de Botella: el vicealcalde Miguel Ángel Villanueva, su mano derecha en el Ayuntamiento de la Villa de Madrid. Villanueva, que conserva su acta de concejal, ha cesado del resto de sus cargos. Botella sigue, de momento, a salvo. Ella y su edil de Policía, Antonio de Guindos, hermano, ni más ni menos, que del ministro de Economía, Luis de Guindos. Eso sí, Villanueva, siguiendo la doctrina del Ayuntamiento, ha eludido responsabilidades: “Nunca he utilizado mi cargo en beneficio particular ni de nadie. Tengo la conciencia tranquila. Es positivo que yo dimita una vez concluida la comisión de investigación porque ayudará a serenar los ánimos, rebajar la tensión y la presión. Creo que sirvo a mi partido y al Gobierno municipal”. La pena es que Villanueva olvidara que a quien tiene que servir no es al PP ni al Ayuntamiento, sino a los ciudadanos.

¿Hemos asistido a la última noticia relacionada con el Madrid Arena? Seguramente, no. ¿Habrá que esperar a que la justicia resuelva dentro de unos años las responsabilidades civiles y, de existir, penales? Me temo que sí. Esperar que desde Diviertt y el Ayuntamiento se asuman por iniciativa propia errores es mucho esperar. Katia, Rocío, Cristina, Belén y María Teresa no se merecen eso.

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