Las constantes mentiras del candidato del Partido Popular sobre Marcial Dorado no pueden avalarse en las urnas sin el enorme deterioro de la democracia española. Feijóo sabía quién era Dorado. Lo sabía toda Galicia, lo sabían los cuerpos policiales, lo sabían los jueces y fiscales y lo sabían los medios de comunicación. Y todos desde hacía mucho tiempo. Pero los ciudadanos seguimos sin conocer qué hacía Alberto Núñez Feijóo, el posible próximo presidente del Gobierno, con la compañía de un narcotraficante. ¿Cómo y por qué se conocieron? ¿En qué consistió esa amistad? ¿Cómo y por qué se alejaron?
Dos amigos y pocas explicaciones, el narco y el político. Foto: www.elpais.com |
Un fantasma del pasado ha vuelto al presente de Alberto Núñez Feijóo en su momento más inoportuno, en la recta final de la campaña de las inminentes elecciones generales del 23 de julio, con La Moncloa en un horizonte que parecía a la vuelta de la esquina.
“Spanish election: Drug trafficker links trigger questions for Feijóo. A 30-year oldphoto of election frontrunner Alberto Núñez Feijóo with a Galician narco is a new hot-button issue” (“Elecciones españolas:
Vínculos con narcotraficante generan interrogantes para Feijóo. Una
foto de hace treinta años del favorito Alberto Núñez Feijóo con
un narco gallego es un tema candente”), analizaba esta misma
semana el influyente diario estadounidense ‘Politico’ en su
versión digital europea.
Y no solo
‘Politico’. Toda la izquierda ha recuperado el nombre de Marcial
Dorado para debilitar al candidato Feijóo en los últimos días de
la campaña. Y con toda la lógica y con toda la razón.
“Es inquietante
que un dirigente político haya tenido relaciones tan estrechas con
un narcotraficante. Feijóo tiene una deuda con los españoles, se
llama la deuda con la verdad”, ha apuntado Pedro Sánchez.
En realidad, el
fantasma del narco de la ría de Arousa nunca se había marchado por completo porque nunca ha existido una explicación mínimamente creíble por parte
del expresidente de la Xunta sobre su relación personal con Marcial Dorado. Y la sigue
sin haber porque, de haberla, acabaría instantáneamente con una carrera
política que jamás debió existir. Ni hablemos de la posibilidad de
dirigir un país.
“Si fuese al
revés, yo diría: Sí, es amigo mío”.
Marcial Dorado no
dudaba a la hora de calificar su relación con Alberto Núñez Feijóo
en su esperada e inédita entrevista con Jordi Évole en 2020, siete
años después de que se publicaran las celebérrimas fotos de ambos
en el yate y la casa del narco en el verano de 1995. Unas imágenes filtradas al diario ‘El País’ por un más que probable fuego amigo (siempre se ha sospechado del mismo PP) para detener o, al
menos, condicionar su futura carrera política.
En otro estado con una cultura
democrática más consolidada, habría sido su epitafio. ¿Un presidente con una foto con un narco? ¡Imposible! Pero en España y en la derecha española..., las normas son otras mucho más laxas.
Las típicas fotos
de dos (acaudalados) amigos en un entorno placentero, no de dos
desconocidos. Uno, un alto cargo político de la Xunta. El otro, un poderoso delincuente en el narco gallego. ¿De qué hablarían? Dos amigos que, con sus respectivas familias,
compartían escapadas en el mar en el ‘Oratus’, el lujoso yate de
Dorado, y también en Cascais, Ibiza o los Picos de Europa.
“Si duermes en mi
apartamento de Baoina y mi mujer te hace el desayuno a ti y a los
invitados, no es por su ser tu criada”, continuaba Dorado a Évole.
En aquel verano de
1995, Feijóo ya tenía los dos pies bien plantados en la política
de la mano de su valedor, José Manuel Romay Beccaría, uno de los
hombres fuertes del PP gallego de Manuel Fraga, como número dos de
la Conselleria de Sanidade. Entre sus funciones, curiosamente, estaba
el desarrollo del plan autonómico contra la droga en un momento
particular delicado en Galicia, puerto y puerta de entrada de los
cargamentos de los narcos colombianos en Europa. No me digan que la historia no
es caprichosa.
Entonces, también,
Marcial Dorado, que había comenzado como planeador y contrabandista
de tabaco, ya era un viejo conocido de las autoridades policiales
antidroga. Apareció, por ejemplo, en el macroproceso de la histórica
Operación Nécora en 1990 junto con los nombres de Laureano Oubiña,
Manuel Charlín y el fugado Sito Miñanco. Dorado se libró de la
acción del juez Baltasar Garzón por falta de pruebas ante las
acusaciones de los delatores Ricardo Portabales y Manuel Fernández
Padín. Pero ahí estaba en la Operación Nécora, junto con los grandes capos del narco gallego.
Cuando Feijóo conoció a Marcial Dorado, gracias a la mediación de
Manuel Cruz, militante del PP de El Ferrol, chófer, entre otros, del
conselleiro Romay Beccaría y uno de los testaferros de Dorado, no se puede decir, precisamente, que se acercara a un
ciudadano de reputación intachable. Resulta complicado creer que no supiera quién
era Marcial Dorado porque no era ningún desconocido ni para los cuerpos policiales, ni para los jueces y fiscales, ni para los medios de comunicación, ni para la sociedad gallega.
¿No leía los
periódicos, ni escuchaba la radio, ni veía la televisión el joven
Feijóo cuando se realizó la histórica Operación Nécora? ¿Consideró normal
irse a la mansión y subirse al yate de una persona detenida en dos
causas por contrabando? ¿Nunca se cuestionó de dónde procedía el
dinero que sufragaba esos lujosos bienes y ese tren de vida?
“A los narcos
gallegos los conocemos casi todos los gallegos desde hace muchos
años”, reaccionó Carmen Avendaño, presidenta de la
Asociación-Fundación Érguete (Levántate en gallego) y una de las
heroicas ‘madres contra la droga’ que luchó contra los narcos en
los ochenta y noventa, tras la publicación de las fotos de Feijóo,
ya presidente de la Xunta, con Dorado.
Feijóo debió ser de los pocos que no se enteró de la Operación Nécora, un golpe policial que trascendió el entorno de los juzgados con un enorme efecto en la sociedad gallega, traumatizada en la década de los ochenta por el drama de las drogas.
“Es un poco
absurdo, rayando el ridículo. Por supuesto que Feijóo lo conocía.
Si no sabía que estaba relacionado (con el narcotráfico), era el
único que no lo sabía”, ha ironizado el periodista y escritor
Nacho Carretero, autor de ‘Fariña. Historia e indiscreciones del
narcotráfico en Galicia’ (Libro del K.O., 2015), en la recta final
de la campaña de las elecciones generales.
Feijóo negó a
Marcial, en concreto quién era, realmente, Marcial Dorado:
“El grado de ingenuidad de hace veinte años es difícil de
justificar hoy (...). Investigué, pero
me dijeron que no había sido condenado. Cometí la torpeza de
no investigar con más profundidad con mis propios medios”.
Y Feijóo, a dos
pasos de la presidencia del gobierno, le sigue negando, cada vez con
justificaciones más surrealistas que le deberían inhabilitar
política y moralmente como candidato a La Moncloa:
“En aquel momento,
no tenía ninguna acusación por ello. Ahora es más fácil saber
cosas porque hay internet, hay Google… Hasta que yo le conocí,
este señor no tenía ninguna causa con el narco”.
Las constantes
mentiras de Feijóo sobre Dorado no pueden avalarse en las urnas sin
el deterioro de la democracia española.
Feijóo sabía quién
era Marcial Dorado.
Pero los ciudadanos
seguimos sin saber qué hacía Alberto Núñez Feijóo, el posible
próximo presidente del Gobierno, con la compañía del
narcotraficante Marcial Dorado.
Nos debe unas
cuantas explicaciones antes de merecer, si quiera, aspirar a la
presidencia.
¿Cómo y por qué se conocieron? ¿En qué consistió esa amistad? ¿Cómo y por qué se alejaron?
Detrás de esas fotos no sabemos casi nada. Y Feijóo es el primer interesado en que no sepamos nada. Por algo será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario