viernes, 21 de julio de 2023

Feijóo: el amigo del narco que no puede ser presidente

Las constantes mentiras del candidato del Partido Popular sobre Marcial Dorado no pueden avalarse en las urnas sin el enorme deterioro de la democracia española. Feijóo sabía quién era Dorado. Lo sabía toda Galicia, lo sabían los cuerpos policiales, lo sabían los jueces y fiscales y lo sabían los medios de comunicación. Y todos desde hacía mucho tiempo. Pero los ciudadanos seguimos sin conocer qué hacía Alberto Núñez Feijóo, el posible próximo presidente del Gobierno, con la compañía de un narcotraficante. ¿Cómo y por qué se conocieron? ¿En qué consistió esa amistad? ¿Cómo y por qué se alejaron?

Dos amigos y pocas explicaciones,
el narco y el político. Foto: www.elpais.com

Un fantasma del pasado ha vuelto al presente de Alberto Núñez Feijóo en su momento más inoportuno, en la recta final de la campaña de las inminentes elecciones generales del 23 de julio, con La Moncloa en un horizonte que parecía a la vuelta de la esquina.

Spanish election: Drug trafficker links trigger questions for Feijóo. A 30-year oldphoto of election frontrunner Alberto Núñez Feijóo with a Galician narco is a new hot-button issue” (“Elecciones españolas: Vínculos con narcotraficante generan interrogantes para Feijóo. Una foto de hace treinta años del favorito Alberto Núñez Feijóo con un narco gallego es un tema candente”), analizaba esta misma semana el influyente diario estadounidense ‘Politico’ en su versión digital europea.

Y no solo ‘Politico’. Toda la izquierda ha recuperado el nombre de Marcial Dorado para debilitar al candidato Feijóo en los últimos días de la campaña. Y con toda la lógica y con toda la razón.

“Es inquietante que un dirigente político haya tenido relaciones tan estrechas con un narcotraficante. Feijóo tiene una deuda con los españoles, se llama la deuda con la verdad”, ha apuntado Pedro Sánchez.

En realidad, el fantasma del narco de la ría de Arousa nunca se había marchado por completo porque nunca ha existido una explicación mínimamente creíble por parte del expresidente de la Xunta sobre su relación personal con Marcial Dorado. Y la sigue sin haber porque, de haberla, acabaría instantáneamente con una carrera política que jamás debió existir. Ni hablemos de la posibilidad de dirigir un país.

“Si fuese al revés, yo diría: Sí, es amigo mío”.

Marcial Dorado no dudaba a la hora de calificar su relación con Alberto Núñez Feijóo en su esperada e inédita entrevista con Jordi Évole en 2020, siete años después de que se publicaran las celebérrimas fotos de ambos en el yate y la casa del narco en el verano de 1995. Unas imágenes filtradas al diario ‘El País’ por un más que probable fuego amigo (siempre se ha sospechado del mismo PP) para detener o, al menos, condicionar su futura carrera política. 

En otro estado con una cultura democrática más consolidada, habría sido su epitafio. ¿Un presidente con una foto con un narco? ¡Imposible! Pero en España y en la derecha española..., las normas son otras mucho más laxas.

Las típicas fotos de dos (acaudalados) amigos en un entorno placentero, no de dos desconocidos. Uno, un alto cargo político de la Xunta. El otro, un poderoso delincuente en el narco gallego. ¿De qué hablarían? Dos amigos que, con sus respectivas familias, compartían escapadas en el mar en el ‘Oratus’, el lujoso yate de Dorado, y también en Cascais, Ibiza o los Picos de Europa.

“Si duermes en mi apartamento de Baoina y mi mujer te hace el desayuno a ti y a los invitados, no es por su ser tu criada”, continuaba Dorado a Évole.

En aquel verano de 1995, Feijóo ya tenía los dos pies bien plantados en la política de la mano de su valedor, José Manuel Romay Beccaría, uno de los hombres fuertes del PP gallego de Manuel Fraga, como número dos de la Conselleria de Sanidade. Entre sus funciones, curiosamente, estaba el desarrollo del plan autonómico contra la droga en un momento particular delicado en Galicia, puerto y puerta de entrada de los cargamentos de los narcos colombianos en Europa. No me digan que la historia no es caprichosa.

Entonces, también, Marcial Dorado, que había comenzado como planeador y contrabandista de tabaco, ya era un viejo conocido de las autoridades policiales antidroga. Apareció, por ejemplo, en el macroproceso de la histórica Operación Nécora en 1990 junto con los nombres de Laureano Oubiña, Manuel Charlín y el fugado Sito Miñanco. Dorado se libró de la acción del juez Baltasar Garzón por falta de pruebas ante las acusaciones de los delatores Ricardo Portabales y Manuel Fernández Padín. Pero ahí estaba en la Operación Nécora, junto con los grandes capos del narco gallego. 

Cuando Feijóo conoció a Marcial Dorado, gracias a la mediación de Manuel Cruz, militante del PP de El Ferrol, chófer, entre otros, del conselleiro Romay Beccaría y uno de los testaferros de Dorado, no se puede decir, precisamente, que se acercara a un ciudadano de reputación intachable. Resulta complicado creer que no supiera quién era Marcial Dorado porque no era ningún desconocido ni para los cuerpos policiales, ni para los jueces y fiscales, ni para los medios de comunicación, ni para la sociedad gallega.

¿No leía los periódicos, ni escuchaba la radio, ni veía la televisión el joven Feijóo cuando se realizó la histórica Operación Nécora? ¿Consideró normal irse a la mansión y subirse al yate de una persona detenida en dos causas por contrabando? ¿Nunca se cuestionó de dónde procedía el dinero que sufragaba esos lujosos bienes y ese tren de vida?

“A los narcos gallegos los conocemos casi todos los gallegos desde hace muchos años”, reaccionó Carmen Avendaño, presidenta de la Asociación-Fundación Érguete (Levántate en gallego) y una de las heroicas ‘madres contra la droga’ que luchó contra los narcos en los ochenta y noventa, tras la publicación de las fotos de Feijóo, ya presidente de la Xunta, con Dorado.

Feijóo debió ser de los pocos que no se enteró de la Operación Nécora, un golpe policial que trascendió el entorno de los juzgados con un enorme efecto en la sociedad gallega, traumatizada en la década de los ochenta por el drama de las drogas.

“Es un poco absurdo, rayando el ridículo. Por supuesto que Feijóo lo conocía. Si no sabía que estaba relacionado (con el narcotráfico), era el único que no lo sabía”, ha ironizado el periodista y escritor Nacho Carretero, autor de ‘Fariña. Historia e indiscreciones del narcotráfico en Galicia’ (Libro del K.O., 2015), en la recta final de la campaña de las elecciones generales.

Feijóo negó a Marcial, en concreto quién era, realmente, Marcial Dorado:

“El grado de ingenuidad de hace veinte años es difícil de justificar hoy (...). Investigué, pero me dijeron que no había sido condenado. Cometí la torpeza de no investigar con más profundidad con mis propios medios”.

Y Feijóo, a dos pasos de la presidencia del gobierno, le sigue negando, cada vez con justificaciones más surrealistas que le deberían inhabilitar política y moralmente como candidato a La Moncloa:

“En aquel momento, no tenía ninguna acusación por ello. Ahora es más fácil saber cosas porque hay internet, hay Google… Hasta que yo le conocí, este señor no tenía ninguna causa con el narco”.

Las constantes mentiras de Feijóo sobre Dorado no pueden avalarse en las urnas sin el deterioro de la democracia española.

Feijóo sabía quién era Marcial Dorado.

Pero los ciudadanos seguimos sin saber qué hacía Alberto Núñez Feijóo, el posible próximo presidente del Gobierno, con la compañía del narcotraficante Marcial Dorado.

Nos debe unas cuantas explicaciones antes de merecer, si quiera, aspirar a la presidencia.

¿Cómo y por qué se conocieron? ¿En qué consistió esa amistad? ¿Cómo y por qué se alejaron?

Detrás de esas fotos no sabemos casi nada. Y Feijóo es el primer interesado en que no sepamos nada. Por algo será.

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