Ni
quiero serlo. Juan Luis Cebrián anda de gira de entrevistas. Toca promocionar
sus memorias: ‘Primera Página’, que salieron a la venta el pasado 1 de
diciembre. Las respuestas de Cebrián a Jordi Évole, Carlos Alsina y Javier del Pino han
dilapidado mis mínimas ganas de comprar el libro. Cebrián habla de lo que
quiere, y como quiere. Y lo que es más grave e inquietante, señala el camino al resto de la
profesión. El camino que le interesa al establishment.
“Creo que los
medios de comunicación son establishment, somos establishment. Y en la medida en
que uno escala en esos medios de comunicación, cada vez uno es más establishment. Los
cámaras están en el sistema, pero no son establishment, pero tú (Jordi Évole)
sí eres establishment”.
Juan Luis Cebrián,
presidente del Grupo Prisa (El País, Cadena SER, As, Cinco Días, Huffington
Post, Santillana…), recordaba a Jordi Évole en su entrevista en el programa ‘Salvados’
su muy particular visión de los medios de comunicación.
Establishment.
¿Y qué es el
establishment?
Por establishment,
voz inglesa, entendemos a la élite empresarial, financiera y política de un
país, de una sociedad. En definitiva, por los que mandan.
Pero, ¿de verdad
los periodistas estamos en la misma altura que los banqueros, los grandes
empresarios o las principales figuras políticas?
Obviamente, no.
Lo que me preocupa
de la reflexión de Cebrián es que su visión del periodismo está más cercana de
los bancos o las grandes corporaciones que de los ciudadanos. Seré un ingenuo, pero pienso así. O sencillamente me considero un periodista, y no un empresario muy cercano al poder, como le sucede a Cebrián desde hace mucho tiempo.
Porque Telefónica,
La Caixa o los bancos Santander y HSBC, todos ellos accionistas del Grupo
Prisa, sí son establishment. Son poder. Pero los periodistas de El País y la Cadena SER, como sus lectores y oyentes, como la inmensa mayoría de los ciudadanos de a pie,
no lo somos.
Cebrián coloca a
los medios de comunicación y a los periodistas (que según el mandamás de Prisa se “autocensuran”) más cerca de Telefónica o el
Banco Santander que de los ciudadanos.
Lo dice sin rubor.
Lo dice convencido,
absolutamente convencido.
Lo dice porque Juan
Luis Cebrián sí es establishment.
Pero el periodismo
ni es, ni debe ser, establishment.
Ahí está la clave.
¿Qué podemos
esperar de unos medios de comunicación que son establishment?
¿Independencia?
La libertad de
prensa es uno de los principios básicos de una democracia sana.
Pero la libertad de
prensa necesita, irremediablemente, de independencia. Algo complicado cuando en
tu consejo de administración tienes a bancos, grandes empresas y fondos de
inversión de las grandes fortunas del mundo: establishment.
La prensa, el
periodismo no es establishment.
La sociedad
necesita que la prensa ejerza, precisamente, de firme contrapoder a esos poderes que conforman el
establishment, ese establishment al que Juan Luis Cebrián quiere sumar a todo
el periodismo.
Sería lo peor que
nos podría pasar a los periodistas.
Sería lo peor que
les podría pasar a las democracias.
Pero sería lo mejor
que le podría pasar a Cebrián y sus amigos del establishment.
Adiós prensa libre.
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