lunes, 12 de diciembre de 2016

Soy periodista y no soy establishment

Ni quiero serlo. Juan Luis Cebrián anda de gira de entrevistas. Toca promocionar sus memorias: ‘Primera Página’, que salieron a la venta el pasado 1 de diciembre. Las respuestas de Cebrián a Jordi Évole, Carlos Alsina y Javier del Pino han dilapidado mis mínimas ganas de comprar el libro. Cebrián habla de lo que quiere, y como quiere. Y lo que es más grave e inquietante, señala el camino al resto de la profesión. El camino que le interesa al establishment.


“Creo que los medios de comunicación son establishment, somos establishment. Y en la medida en que uno escala en esos medios de comunicación, cada vez uno es más establishment. Los cámaras están en el sistema, pero no son establishment, pero tú (Jordi Évole) sí eres establishment”.

Juan Luis Cebrián, presidente del Grupo Prisa (El País, Cadena SER, As, Cinco Días, Huffington Post, Santillana…), recordaba a Jordi Évole en su entrevista en el programa ‘Salvados’ su muy particular visión de los medios de comunicación.

Establishment.

¿Y qué es el establishment?

Por establishment, voz inglesa, entendemos a la élite empresarial, financiera y política de un país, de una sociedad. En definitiva, por los que mandan.

Pero, ¿de verdad los periodistas estamos en la misma altura que los banqueros, los grandes empresarios o las principales figuras políticas?

Obviamente, no.

Lo que me preocupa de la reflexión de Cebrián es que su visión del periodismo está más cercana de los bancos o las grandes corporaciones que de los ciudadanos. Seré un ingenuo, pero pienso así. O sencillamente me considero un periodista, y no un empresario muy cercano al poder, como le sucede a Cebrián desde hace mucho tiempo.

Porque Telefónica, La Caixa o los bancos Santander y HSBC, todos ellos accionistas del Grupo Prisa, sí son establishment. Son poder. Pero los periodistas de El País y la Cadena SER, como sus lectores y oyentes, como la inmensa mayoría de los ciudadanos de a pie, no lo somos.

Cebrián coloca a los medios de comunicación y a los periodistas (que según el mandamás de Prisa se autocensuran) más cerca de Telefónica o el Banco Santander que de los ciudadanos.

Lo dice sin rubor.

Lo dice convencido, absolutamente convencido.

Lo dice porque Juan Luis Cebrián sí es establishment.

Pero el periodismo ni es, ni debe ser, establishment.

Ahí está la clave.

¿Qué podemos esperar de unos medios de comunicación que son establishment?

¿Independencia?

La libertad de prensa es uno de los principios básicos de una democracia sana.

Pero la libertad de prensa necesita, irremediablemente, de independencia. Algo complicado cuando en tu consejo de administración tienes a bancos, grandes empresas y fondos de inversión de las grandes fortunas del mundo: establishment.

La prensa, el periodismo no es establishment.

La sociedad necesita que la prensa ejerza, precisamente, de firme contrapoder a esos poderes que conforman el establishment, ese establishment al que Juan Luis Cebrián quiere sumar a todo el periodismo.

Sería lo peor que nos podría pasar a los periodistas.

Sería lo peor que les podría pasar a las democracias.

Pero sería lo mejor que le podría pasar a Cebrián y sus amigos del establishment. 

Adiós prensa libre.

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