jueves, 5 de mayo de 2016

Confluencia: la última oportunidad

Las próximas elecciones generales del 26-J, pese a los intentos de desmovilización de las fuerzas contrarias al cambio, no serán iguales a los comicios del 20-D. Podemos e IU han aparcado las escasas diferencias que les separan. La unión está cerca. Y con ella, la oportunidad del cambio, quizás la última oportunidad del cambio en España en mucho tiempo.


Confluencia.


La militancia de Izquierda Unida ha avalado abrumadoramente, con casi un 85% de respaldo, las negociaciones del partido con Podemos para llegar a una confluencia de cara a las próximas elecciones generales del 26-J. Previsiblemente, las bases de Podemos harán lo mismo en próximas fechas. La unión hace la fuerza. Y a la izquierda española, más que a nadie, le hacía falta esa unión.

La desunión ha hecho mucho daño a la izquierda en España y, lo es que es más importante, a los ciudadanos. Vía libre para la derecha. Eso ya se acabó.

Porque somos muchos los ciudadanos que demandábamos desde tiempos inmemoriales una unión de las verdaderas fuerzas del cambio. Porque Podemos no deja de ser un instrumento que nace del deseo de cambio de un amplio espectro de la sociedad. Y porque ese cambio también debe incluir a IU, durante mucho tiempo la única fuerza anti-establishment. Era el momento de unirse.

No podíamos permitirnos el lujo de seguir separados cuando son tantas las cosas que nos unen. Ya fue una decepción lo que ocurrió el 20-D.

La confluencia supone un nuevo e inédito escenario que abrirá, seguro, una nueva etapa en España. Y, para muchos, ilusionante. Un cambio de verdad, no cosmético, sino de fondo. Una oportunidad única, histórica.

Confluencia. Es la palabra que me ha conseguido despertar en este blog tras más de dos meses desaparecido por el absoluto sopor oyendo cada día siempre las mismas discusiones sobre las imposibles negociaciones posteriores a las generales del 20-D para conformar un Gobierno.

Un tiempo perdido que, irremediablemente, había que superar para avanzar hacia un nuevo contexto que desemboca, como primer paso, en el 26-J.

Demos por bien invertidos estos ya cuatro meses si la noche del 26-J alcanzamos un resultado diferente en las urnas que posibilite un cambio real. Porque soy de los que piensa que el resultado del 26-J no está, ni mucho menos, escrito. No caigamos en las redes de la desmovilización que tan taimadamente algunos han empezado a tejer.

El cambio definitivo no llegó el 20-D. Necesita otro empujón. Por eso, la importancia de unir esfuerzos.

Por eso mi profunda convicción, expresada en este blog, en que tendríamos nuevas elecciones. No era tan difícil de adivinar pese a lo mucho que se ha mareado la perdiz desde el 20-D.

PP y C’s no sumaron mayoría absoluta. Eso ya fue una vital primera victoria hacia el cambio.

Pablo Iglesias y Alberto Garzón, las voces del cambio aúnan, por fin, esfuerzos.
Solo quedaban dos alternativas: gran coalición PP-PSOE-C’s (con C’s como mamporrero voluntario del bipartidismo) y pacto de izquierdas PSOE-Podemos-IU, con apoyo externo de los nacionalistas.

Con la primera fórmula descartada (por ahora, veremos tras el 26-J) por los socialistas, la segunda encalló en la misma piedra, el PSOE, aunque por otros motivos.

Nunca hubo una intención real para suscribir un pacto de izquierdas. Los socialistas se aliaron, de inmediato, con C’s, “las nuevas generaciones del PP”, según el mismo Pedro Sánchez, en un acuerdo condenado al fracaso.

“Seamos serios @ahorapodemos ha cometido errores a lo largo de negociaciones, pero @PSOE bloqueó pacto con Podemos desde Comité Federal 28 dic”.

La frase, como demuestra su estilo sintético y las arrobas (@), se corresponde con un tweet. El autor, un socialista, José Antonio Pérez Tapias, el pasado 8 de abril. Resume el sentir de Tapias, líder de la corriente Izquierda Socialista, tras dinamitarse los últimos puentes en las negociaciones entre PSOE y Podemos.

Todo lo que ha pasado desde la noche electoral del 20-D iba encaminado hacia la misma solución: urnas.

Y desde el principio.

Tapias no yerra en la cita y la fecha: Comité Federal del PSOE, 28 de diciembre. Una inocentada al electorado que esperaba un cambio político en España.

Aquel día, los barones socialistas le leyeron la cartilla claramente a Pedro Sánchez: nada de pactar con Podemos. La excusa, la ‘necesidad’ de un apoyo externo de las fuerzas nacionalistas (curioso cuando el PSOE es el partido en España que más ha pactado con partidos como Convergència, ERC o PNV de los que ahora, parece ser, recela). La realidad, el PSOE no quería pactar con Podemos. No quería un cambio real.

Las malas compañías de Pedro Sánchez y el PSOE.
Para que lo haya el 26-J son precisas tres circunstancias:

1) Que los ciudadanos quieran. Que exista una mayoría social proclive al cambio.

2) Que no se escape ni un solo voto por el cambio. De ahí, la importancia de sumar esfuerzos. De ahí, la necesidad de la confluencia entre Podemos e IU. Ya por separado, el 20-D sumaron más votos que el PSOE y se quedaron a cuatro puntos (un millón de votos) del PP, de ganar las elecciones.

3) Que el PSOE se vea obligado a elegir entre continuidad o cambio. El previsible sorprasso, en votos y escaños, de la confluencia Podemos-IU al PSOE obligará a los socialistas a elegir entre PP o Podemos/IU. Ya no habrá excusas.

Serán las mismas dos alternativas que el PSOE no quiso explorar tras el 20-D tras constatarse que PP y C’s no llegaban, por mucho, a la mayoría absoluta.

El PSOE, que es verdaderamente quien tiene el mayor marrón en estas nuevas elecciones, tendrá que elegir si avala una gran coalición con el PP en el poder o se abre al cambio con una fuerza, la convergencia Podemos/IU, como motor.

Ha sido el PSOE, y solo el PSOE, con el intrascendente pacto con C’s (que pasará factura a ambos en las urnas), quien ha provocado unas nuevas elecciones.

No quiso.

El PSOE (que se conoce que no ha tenido suficiente con perder seis millones de votos y casi ochenta escaños desde los tiempos de Zapatero) tiene que entender que la exclusiva del cambio ya no le pertenece.

No lo ha querido entender como segunda fuerza. Tendrá que hacerlo como tercera… Si es que le interesamos los ciudadanos y apuesta, de verdad, por un cambio.

El 26-J (ya lanzo mi apuesta), la confluencia Podemos-IU, con una clara segunda posición, más la suma del PSOE se quedará cerca de la mayoría absoluta. Incluso con un simple apoyo del PNV podría tenerla.

La confluencia Podemos-IU obligará ya, de una manera ineludible, a afrontar de frente el deseo social de cambio.

Y quien no quiera sumarse, que luego se lo explique a sus electores. Porque puede ser la última oportunidad en mucho tiempo.

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