lunes, 21 de diciembre de 2015

Nos vemos en unos meses

El 20-D tendrá una segunda vuelta. Las urnas han dejado un escenario complejo en una política española con un notable déficit histórico de pactos. Rajoy no suma ni con su delfín Rivera, exprimido por sus altas pretensiones. Sánchez tampoco suma. La gran coalición tiene un rechazo social elevadísimo como para que sea algo más que una sugerencia del poder económico y empresarial. A Podemos, le faltaron “una semana y un debate” para culminar la remontada. Y a IU, comprobar el peso casi baldío de sus votos. Lo dicho, nos vemos en unos meses.

Caras largas en el balcón del PP tras conocerse los resultados de las elecciones.
Reserve fin de semana para volver a votar en mayo.

El 20-D solo ha sido la primera vuelta.

Vayamos al artículo 99 de la Constitución Española para conocer los próximos pasos:

1. Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno.

2. El candidato propuesto, conforme a lo previsto en el apartado anterior, expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara.

3. Si el Congreso de los Diputados, por el voto de la mayoría absoluta de sus miembros, otorgare su confianza a dicho candidato, el Rey le nombrará Presidente. De no alcanzarse dicha mayoría, se someterá la misma propuesta a nueva votación cuarenta y ocho horas después de la anterior, y la confianza se entenderá otorgada si obtuviere la mayoría simple.

4. Si efectuadas las citadas votaciones no se otorgase la confianza para la investidura, se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista en los apartados anteriores.

5. Si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del Presidente del Congreso.

Hablaremos mucho de este artículo en los próximos meses.

Las nuevas Cortes se constituirán tras las fiestas navideñas: el próximo 13 de enero.

Rajoy ya ha anunciado que intentará formar Gobierno, aunque la aritmética no le sale. El PP ha pasado de una holgada mayoría absoluta, 186 diputados, diez por encima de la mayoría absoluta, a una precaria mayoría de 123 escaños.

Rivera y Rajoy no han llegado a la mayoría absoluta.
C’s no ha cumplido con el plan cuidadosamente diseñado por sus ‘ocultos’ promotores, ese gran poder económico y empresarial que, con la connivencia de gran parte de los medios de comunicación, convirtió un partido residual en la política española hace apenas año y medio en una opción vendida como el ‘cambio sensato’.

Claro que no contaron con la opinión de una mayoría de españoles. No coló, amigos del Ibex-35. C’s, que ha hecho, una campaña lamentable, enredándose en temas sensibles como la violencia machista, la intervención militar en Siria o la defensa del contrato único, entre otros aspectos, ha fallado en el día clave. La baza ‘oculta’ del poder para vender un falso cambio, sensato según ellos, se ha quedado en cuarenta escaños. Insuficiente para apoyar a Rajoy.

Rivera se había apresurado en los últimos días de campaña a garantizar que se abstendría en la sesión de investidura, en caso de no ganar las elecciones. En la práctica, C’s entregaba el poder a Rajoy, que era el claro favorito en las elecciones, porque, ya lo hizo en Andalucía con la socialista pro-régimen Susana Díaz, no quiere nuevas elecciones, sino que gobierne la lista más votada.

PP y C’s no llegan a la mayoría absoluta, se quedan a trece escaños. Sin duda, la mejor noticia de las elecciones para muchos, muchos españoles, que demandamos una España diferente, una España, sobre todo, más justa.

Nadie le va a prestar a Rajoy, y su delfín Rivera, esos trece escaños. Es el lógico castigo tras una legislatura del PP marcada por una despótica mayoría absoluta en el Congreso. Rajoy y el PP se han pasado cuatro años sin querer dialogar. El candidato popular ni siquiera se dignó a comparecer en el famoso debate a cuatro con Iglesias, Sánchez y Rivera.

Las puertas del nacionalismo catalán y vasco, que se abrieron en su momento, tras las elecciones generales de 1996, para José María Aznar, están hoy cerradas a cal y canto. Es lo que pasa cuando sustentas buena parte de tu discurso político en demonizar comunidades autónomas enteras como Cataluña y Euskadi.

Le quedaría al PP la carta del PSOE: la gran coalición. El expresidente Felipe González, que mutó hace mucho de Isidoro de Suresnes a mayordomo del hipermillonario Carlos Slim y, antes, Gas Natural, fue el primero en sugerirla hace un año. Una alternativa que el PSOE de Pedro Sánchez siempre ha rechazado. Y lo ha vuelto a hacer en los últimos días después de que el PP resucitara la alternativa de la gran coalición en los últimos días de campaña.

Sin duda, el gran poder económico y empresarial de España, y la Unión Europea, con Merkel a la cabeza, insistirán en la gran coalición. Una llamada a la responsabilidad que esconde, en realidad, una desesperada llamada del PODER para evitar un cambio político, social y económico en España.

El PSOE, salvo suicidio político, la rechazará. Los votantes socialistas, antiguos y actuales, no perdonarían NUNCA permitir un nuevo Gobierno del PP. 

Rajoy no podrá gobernar. ¿Y entonces?

Ni mayoría absoluta, porque no suma con sus aliados ideológicos de C’s, ni mayoría simple. La suma de PSOE, Podemos, Unidad Popular y los nacionalistas vascos y catalanes impedirán la investidura.


El pacto entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez tampoco suma.
La pelota pasará a Pedro Sánchez, que no lo tiene mucho mejor. El PSOE sigue profundizando su sangría de votos. Le quedan sus reductos de Extremadura y Andalucía, aunque con menos pujanza que en otros tiempos que, sin embargo, ya no volverán. Pero, sobre todo, empieza a ser poco relevante en las grandes comunidades: Madrid (cuarta fuerza en escaños), Cataluña (tercera), Comunidad Valenciana (tercera), Euskadi (tercera), Galicia (tercera) e Islas Baleares (tercera).

Podemos y sus confluencias han dado un gran bocado al PSOE. Y podría haber sido mayor si Izquierda Unida, cobijada en el paraguas de Unidad Popular, hubiera seguido en toda España el ejemplo de Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia.

Los 90 escaños del PSOE, más los 69 de Podemos/confluencias y los 2 de Unidad Popular, tampoco alcanzan mayoría absoluta. Incluso suman dos menos que PP y C’s.

En España, al menos tras estas elecciones, no veremos un pacto de la izquierda, como ha sucedido en este fin de año en la vecina Portugal, para desalojar a la derecha del poder y emprender una nueva política.

El PSOE, que ha obtenido su peor resultado electoral desde los tiempos de la II República, tendría que pactar con fuerzas como ERC y el PNV. El gran problema es ERC, con la reclamación soberanista sobre la mesa. Los barones socialistas del sur de España ya han adelantado que no pactarán con ERC. Tampoco admitirán un referéndum en Cataluña como ha prometido Podemos, ganador en las generales en Cataluña.

Nadie suma.

La falta de costumbre de pactar hará el resto.

Pero sin dramatizar. Me gustan los pactos. Me encantan. Me parecen el culmen de la democracia. ¡Qué horror las mayorías absolutas!

Pero lo cierto es que nadie suma.

El PP porque se quedó sin amigos en los últimos cuatro años y el que le fabricaron, C’s, era menos de lo que nos vendieron.

El PSOE porque solo podría llegar a La Moncloa con un pacto de izquierdas que conllevaría una democrática convocatoria de referéndum en Cataluña que rechazan, de plano, Susana Díaz, Guillermo Fernández Vara y Emiliano García-Page.

Los emergentes porque aún tienen margen de crecimiento que cubrir y una ley electoral que juega en su contra.

El nuevo Congreso se constituirá el próximo 13 de enero.
Así que estaremos entretenidos en los próximos meses viendo votaciones de investidura en el Congreso en las que no se investirá a nadie.

Dos meses es el plazo.

Y, otra vez, elecciones en mayo.

Aunque C’s no quiera, porque ya se ha descubierto su plan de marca blanca del PP. Aunque al PSOE no le convenga, porque tiene a Podemos soplando sobre el cogote. Aunque el PP no esté por la labor, porque ha perdido tres millones y medio de votos y tendrá igual de difícil formar Gobierno. Y aunque, sobre todo, el PODER económico y empresarial y la burocracia europea y, especialmente, alemana no quieran porque una España diferente les deja cada vez con menos argumentos en Bruselas y Berlín en la defensa de la austeridad. Y con Francia e Italia en la rampa de salida de sus respectivas elecciones en 2017 y 2018, respectivamente.

Solo a Podemos le interesa, electoralmente, volver a votar. Solo podría crecer.

¿Solo? También a muchos españoles. Faltó tiempo para el cambio. Pero aún es posible. Lo seguimos pidiendo y necesitando.

Nos vemos en unos meses.

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