‘El Mundo’ no volverá a ser
el mismo. Me refiero al periódico, claro. La salida de la dirección de su
fundador tras más de 24 años en el cargo ha aliviado al Gobierno y al Partido
Popular. Ningún medio de comunicación se había mostrado tan incómodo con Rajoy
y sus muchachos en los últimos meses. Una decapitación rápida, sucia y pública, con la
excusa de una crisis económica que se repite en todo el sector de
la prensa, ha cerrado la voz más molesta para La Moncloa.
Manos limpias. Pero, ¿se habrá dado cuenta el ciudadano?
¿Qué tendrá la prensa que
todos los poderes (políticos y económicos) aspiran a controlarla? Pese a la
actual precaria situación económica de TODOS los medios de comunicación,
recuerden lo de TODOS, la tentación está más viva que nunca. Precisamente, la
crisis económica ha sido un detonante en ambas direcciones. Los poderes políticos y
económicos necesitan voces sumisas en la sociedad y los medios de comunicación una
salvadora inyección de dinero para seguir vivos con el crédito cerrado bajo cientos de candados de las
entidades financieras. Un cóctel letal. Hoy, más que nunca, la libertad de prensa
está en peligro.
Y no hay peor noticia en una
sociedad democrática. El Cuarto Poder está débil cuando, precisamente, es más
necesario, en una situación de crisis que coincide con una galopante corrupción
del sistema. ¿Quién va a denunciar los desmanes de los políticos, banqueros y
algunos empresarios cuando la prensa necesita su ayuda económica para
sobrevivir? Con la justicia amordazada, no hay más que ver las depuraciones de
los magistrados Garzón y Elpidio Silva y las múltiples zancadillas al juez
Castro en su investigación a la Infanta Cristina, la libertad de prensa es la
última esperanza del ciudadano. Era.
Olviden la objetividad en los medios de comunicación. Eso nunca ha existido. Cada periódico, cada radio, cada cadena de televisión y cada medio digital tiene su línea editorial perfectamente identificable. Algo, por otra parte, legítimo. El problema es cuando esa línea ideológica se confunde, cuando no es absorbida, por los intereses de un partido político o un empresario ajeno al periodismo. El problema es que ya no tenemos diarios de derechas sino, directamente, diarios del PP como la hoja parroquial del ‘lameculero’ oficial de La Moncloa, Francisco Marhuenda: ‘La Razón’.
Pedro J. Ramírez, un periodista de raza, era una de las escasas voces críticas, más o menos independientes, que quedaban en el periodismo español. Alguien que, en el lenguaje de la calle, soltaba ‘hostias’ a TODOS: PP, PSOE, nacionalistas, sindicatos, patronal y banqueros. Todo ello con una línea ideológica reconocible con una encendida defensa del liberalismo. A ‘El Mundo’ le debemos, solo en los últimos dos años, el descubrimiento de escándalos como la financiación irregular del PP, con Bárcenas como tesorero de la contabilidad B del partido; el Caso Urdangarin con sus ramificaciones con la Infanta Cristina; los ERE fraudulentos en Andalucía con UGT al frente; y las mordidas de los Pujol en Cataluña.
Nunca he sido un admirador, y menos un lector habitual, de ‘El Mundo’. No creo en el liberalismo como mecanismo de regulación de la economía. Si de esta crisis hemos aprendido algo es que los mercados deben estar controlados. Pedro J. Ramírez es, además, un personaje excéntrico con un afán de protagonismo y un ego mayúsculo, empeñado en descubrir, como sea, un ‘Watergate’ en España. Solo así se puede explicar su nauseabunda campaña de ‘investigación’ de los atentados yihadistas, sí, yihadistas y únicamente yihadistas, del 11-M. Una mancha enorme en el currículo de ‘El Mundo’ de Pedro J. Nunca ha perdido perdón, ni lo hará. A Pedro J. se debe que exista un paranoico sector de la población española empeñado en absurdas y peligrosas teorías para explicar los atentados del 11-M.
Olviden la objetividad en los medios de comunicación. Eso nunca ha existido. Cada periódico, cada radio, cada cadena de televisión y cada medio digital tiene su línea editorial perfectamente identificable. Algo, por otra parte, legítimo. El problema es cuando esa línea ideológica se confunde, cuando no es absorbida, por los intereses de un partido político o un empresario ajeno al periodismo. El problema es que ya no tenemos diarios de derechas sino, directamente, diarios del PP como la hoja parroquial del ‘lameculero’ oficial de La Moncloa, Francisco Marhuenda: ‘La Razón’.
Pedro J. Ramírez, un periodista de raza, era una de las escasas voces críticas, más o menos independientes, que quedaban en el periodismo español. Alguien que, en el lenguaje de la calle, soltaba ‘hostias’ a TODOS: PP, PSOE, nacionalistas, sindicatos, patronal y banqueros. Todo ello con una línea ideológica reconocible con una encendida defensa del liberalismo. A ‘El Mundo’ le debemos, solo en los últimos dos años, el descubrimiento de escándalos como la financiación irregular del PP, con Bárcenas como tesorero de la contabilidad B del partido; el Caso Urdangarin con sus ramificaciones con la Infanta Cristina; los ERE fraudulentos en Andalucía con UGT al frente; y las mordidas de los Pujol en Cataluña.
Nunca he sido un admirador, y menos un lector habitual, de ‘El Mundo’. No creo en el liberalismo como mecanismo de regulación de la economía. Si de esta crisis hemos aprendido algo es que los mercados deben estar controlados. Pedro J. Ramírez es, además, un personaje excéntrico con un afán de protagonismo y un ego mayúsculo, empeñado en descubrir, como sea, un ‘Watergate’ en España. Solo así se puede explicar su nauseabunda campaña de ‘investigación’ de los atentados yihadistas, sí, yihadistas y únicamente yihadistas, del 11-M. Una mancha enorme en el currículo de ‘El Mundo’ de Pedro J. Nunca ha perdido perdón, ni lo hará. A Pedro J. se debe que exista un paranoico sector de la población española empeñado en absurdas y peligrosas teorías para explicar los atentados del 11-M.
Pero, es justo reconocer que, desde
entonces, ha emprendido un camino de buen periodismo que, irónicamente, ha
tenido el premio de su decapitación. La cabeza de Pedro J. ha volado del sillón
de ‘El Mundo’. El Gobierno, inspirado en el mito bíblico de Salomé, ha pedido a
los Rizzoli, la familia italiana dueña del periódico y editora del ‘Corriere
della Sera’, la cabeza de un nuevo San Juan Bautista: Pedro J. Ramírez. A
cambio, una nueva relación institucional, más beneficiosa para ambas partes, después
de que Pedro J. dinamitara los puentes con el PP con sus acusaciones de
corrupción.
Recuerden que les decía que TODOS los medios de comunicación arrastran serios problemas económicos. El periodismo es uno de los sectores más castigados por la crisis. La inversión publicitaria se ha volatizado. Y las ventas, en el caso de los periódicos, se han reducido dramáticamente. La competencia digital y la caída de la publicidad han agitado a ‘El Mundo’, que se embarcó en los años previos a la crisis en una operación suicida adquiriendo el Grupo Recoletos (‘Marca’ y ‘Expansión’) por 1.100 millones de euros, mucho más de su valor real. Recoletos ha sido un grave error en la estrategia comercial de ‘El Mundo’, como lo fueron Cuatro y los derechos del fútbol para Prisa o el ‘ABC’ para Vocento. Quien esté libre de pecado en el sector de la prensa, que tire la primera piedra. No esperen muchas.
La decapitación del Bautista de ‘El Mundo’ no es una decisión que se explique por la caída de la publicidad y las ventas. Ni siquiera por el error de la compra de Recoletos, aprobada hace más de seis años. Pedro J., adalid en su momento de Rajoy en su carrera hacia La Moncloa, se había convertido en un molestísimo grano en el culo del Gobierno. Ni siquiera en los medios más progresistas, como ‘El País’, la Cadena SER o La Sexta, se ha molestado tanto al PP. ‘El Mundo’ era uno de los suyos, un medio de ideología cercana al Partido Popular con lectores votantes de Aznar, en su momento, y ahora de Rajoy.
Pedro J., a diferencia de los otros dos grandes diarios conservadores, ‘ABC’ y ‘La Razón’, no ha perdonado a Rajoy que su programa electoral se convirtiera en papel mojado nada más instalarse en La Moncloa. Y, mucho menos, no se ha callado cuando ha conocido las serias sospechas de una trama de corrupción en el seno del PP. En muchos momentos, en los últimos meses, ‘El Mundo’ ha liderado la oposición mediática al Gobierno. ‘El País’, la SER y La Sexta han ido a su rebufo. ‘El Mundo’ había pasado de ser el diario amigo del PP al diario enemigo del PP. La ruptura era tan evidente que el Gobierno y los dirigentes populares no ocultaban su malestar con Pedro J.
Y llegó la decapitación. Con un calendario electoral intenso, con las europeas en mayo, las municipales y autonómicas en la primavera de 2015 y las generales a finales de 2015, el PP ha terminado por exigir la cabeza del director de ‘El Mundo’. En Génova, había ya pavor a mirar cada mañana la portada preparada por Pedro J. Tenía que salir de la dirección del periódico. Y ya. El PP necesita que ‘El Mundo’ modere su discurso e incluso se reconduzca. Con una recuperación de la economía endeble y que no llega a la calle, los apoyos incondicionales del ‘ABC’, ‘La Razón’, TVE, Antena 3, 13TV, Intereconomía, COPE, RNE, Onda Cero, Telemadrid… no son suficientes. El PP necesita una pieza mayor, necesita el apoyo de ‘El Mundo’. Y con Pedro J. era imposible.
El PP aspira al control absoluto de la información. La cabeza de Pedro J. decora ya el despacho de Rajoy, Cospedal y compañía. La duda es si, realmente, el Gobierno se cree que los ciudadanos no nos hemos dado cuenta de la maniobra de que Salomé ha salido de la Biblia y se ha cobrado su primera víctima en el periodismo español: el Bautista Pedro J.
Recuerden que les decía que TODOS los medios de comunicación arrastran serios problemas económicos. El periodismo es uno de los sectores más castigados por la crisis. La inversión publicitaria se ha volatizado. Y las ventas, en el caso de los periódicos, se han reducido dramáticamente. La competencia digital y la caída de la publicidad han agitado a ‘El Mundo’, que se embarcó en los años previos a la crisis en una operación suicida adquiriendo el Grupo Recoletos (‘Marca’ y ‘Expansión’) por 1.100 millones de euros, mucho más de su valor real. Recoletos ha sido un grave error en la estrategia comercial de ‘El Mundo’, como lo fueron Cuatro y los derechos del fútbol para Prisa o el ‘ABC’ para Vocento. Quien esté libre de pecado en el sector de la prensa, que tire la primera piedra. No esperen muchas.
La decapitación del Bautista de ‘El Mundo’ no es una decisión que se explique por la caída de la publicidad y las ventas. Ni siquiera por el error de la compra de Recoletos, aprobada hace más de seis años. Pedro J., adalid en su momento de Rajoy en su carrera hacia La Moncloa, se había convertido en un molestísimo grano en el culo del Gobierno. Ni siquiera en los medios más progresistas, como ‘El País’, la Cadena SER o La Sexta, se ha molestado tanto al PP. ‘El Mundo’ era uno de los suyos, un medio de ideología cercana al Partido Popular con lectores votantes de Aznar, en su momento, y ahora de Rajoy.
Pedro J., a diferencia de los otros dos grandes diarios conservadores, ‘ABC’ y ‘La Razón’, no ha perdonado a Rajoy que su programa electoral se convirtiera en papel mojado nada más instalarse en La Moncloa. Y, mucho menos, no se ha callado cuando ha conocido las serias sospechas de una trama de corrupción en el seno del PP. En muchos momentos, en los últimos meses, ‘El Mundo’ ha liderado la oposición mediática al Gobierno. ‘El País’, la SER y La Sexta han ido a su rebufo. ‘El Mundo’ había pasado de ser el diario amigo del PP al diario enemigo del PP. La ruptura era tan evidente que el Gobierno y los dirigentes populares no ocultaban su malestar con Pedro J.
Y llegó la decapitación. Con un calendario electoral intenso, con las europeas en mayo, las municipales y autonómicas en la primavera de 2015 y las generales a finales de 2015, el PP ha terminado por exigir la cabeza del director de ‘El Mundo’. En Génova, había ya pavor a mirar cada mañana la portada preparada por Pedro J. Tenía que salir de la dirección del periódico. Y ya. El PP necesita que ‘El Mundo’ modere su discurso e incluso se reconduzca. Con una recuperación de la economía endeble y que no llega a la calle, los apoyos incondicionales del ‘ABC’, ‘La Razón’, TVE, Antena 3, 13TV, Intereconomía, COPE, RNE, Onda Cero, Telemadrid… no son suficientes. El PP necesita una pieza mayor, necesita el apoyo de ‘El Mundo’. Y con Pedro J. era imposible.
El PP aspira al control absoluto de la información. La cabeza de Pedro J. decora ya el despacho de Rajoy, Cospedal y compañía. La duda es si, realmente, el Gobierno se cree que los ciudadanos no nos hemos dado cuenta de la maniobra de que Salomé ha salido de la Biblia y se ha cobrado su primera víctima en el periodismo español: el Bautista Pedro J.
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