viernes, 8 de febrero de 2013

Ana Mato: la ministra de Gürtel

La ministra de Sanidad no dimite. Tampoco el Gobierno le pide que dimita. Para Mato y el Ejecutivo de Rajoy, el informe de la UDEF, que expone el pago por parte de la red Gürtel de viajes, estancias en hoteles, regalos y fiestas familiares al matrimonio Mato-Sepúlveda, revela asuntos prescritos. Ni un solo propósito de enmienda para explicar por qué la ministra recibía dinero procedente de la trama Gürtel. El bochorno es tan grande que hasta la UE está alarmada por la complaciente respuesta de España a los casos de corrupción y sus posibles consecuencias negativas en la confianza de los ciudadanos en la clase política.

 
Militantes y simpatizantes del Partido Popular miran con admiración a Alemania por su fortaleza económica. ¿Por qué no imitan su manera de afrontar los escándalos políticos? Alemania, 17 de febrero de 2012, el presidente Christian Wulff dimite por un presunto caso de cohecho y tráfico de influencias cuando gobernaba en el länder de Baja Sajonia. Entre otros favores, un empresario cinematográfico, David Groenewold, le pagó las vacaciones del año 2007 como recompensa a un jugoso aval concedido por el Gobierno de Baja Sajonia. Su predecesor en el cargo, Horst Köhler, también había dimitido por unas polémicas declaraciones en las que explicaba la razón exacta, de naturaleza comercial, de la presencia de Alemania en la guerra de Afganistán. Por su parte, Karl-Theodor zu Guttenberg, exministro de Defensa, dimitió en 2011 tras admitir que había plagiado parte de su tesis doctoral y Max Streibl, expresidente de Baviera, abandonó el cargo tras conocer que un amigo empresario le había invitado para disfrutar unas vacaciones en Brasil y Kenia.


Y no solo pasa en Alemania. En Francia, por ejemplo, la exministra de Exteriores, Michele Alliot-Marie, dimitió en el año 2011. El motivo, aceptar unas vacaciones en Túnez regaladas por un empresario cercano a Ben Ali. En Italia, otro alto cargo, en este caso del anterior Gobierno de Berlusconi: Claudio Scaloja, exministro de Desarrollo Económico, presentó su dimisión tras conocerse que un empresario le había pagado la mayor parte de un apartamento en el Coliseo de Roma. Esta misma semana, el parlamentario británico Chris Huhne cesó en su cargo tras admitir que en 2003 responsabilizó a su mujer de una multa de tráfico por exceso de velocidad para no perder el permiso de conducir. Huhne era actualmente secretario de Estado de Energía y Cambio Climático. En Estados Unidos, a finales del pasado año, el entonces director de la CIA, David Petraeus, dimitió por un lío de faldas. “Semejante conducta es inaceptable en un esposo y en un líder de una organización como la mía”, argumentó Petraeus. En España..., en España no dimite ni Dios por escándalos de corrupción o de confianza, como en el caso del exdirector de la CIA.

Con Zapatero en La Moncloa, solo se produjo una dimisión: Mariano Fernández Bermejo, como ministro de Justicia. La salida del Ejecutivo se debió a un motivo no demasiado trascendental: Bemejo había estado de caza en Jaén junto con el juez Baltasar Garzón cuando no contaba con licencia en vigor en Andalucía. José Blanco, con serias sospechas de tráfico de influencias por el caso Campeón, se mantuvo, por su parte, en el Gobierno hasta el final, hasta la derrota en las elecciones de octubre del año 2011. Con José María Aznar en La Moncloa, solo Manuel Pimentel abandonó el cargo como ministro de Trabajo debido al caso Aycart. Pimentel mostró una integridad casi ausente en la actual clase política. Dimitió debido a que la esposa de uno de sus mejores amigos, Juan Aycart, contaba con el 50% de las participaciones en la empresa Centro Politécnico a Distancia y Editorial, que había recibido dos mil millones de pesetas en subvenciones del Inem.

Pero la integridad no es una cualidad que defina precisamente al actual Gobierno español. Ana Mato, ministra de Sanidad y Servicios Sociales e Igualdad, no está por la labor de dejar el cargo a pesar del demoledor informe de la UDEF (Unidad central de Delincuencia Económica y Fiscal) Mato, exesposa de Jesús Sepúlveda, imputado en la trama Gürtel desde su puesto de alcalde del opulento municipio de Pozuelo de Alarcón, fue generosamente recompensada con viajes, regalos y fiestas de cumpleaños entre los años 2000 y 2004. La red encabezada por Francisco Correa obsequió al matrimonio Mato-Sepúlveda con billetes de avión y tren, alquiler de vehículos y estancias, entre otras, en Dublín, Mérida, Jerez de la Frontera, Sevilla o Tenerife, por valor de 50.049,01 euros.

La relación de la ministra de Sanidad y su exmarido con los cabecillas de la trama Gürtel incluye más gastos. Destaca el abono al matrimonio de 11.800 euros para celebrar fiestas familiares como cuatro cumpleaños: uno de Sepúlveda, el resto de los tres hijos de la pareja, y la comunión de una de las niñas. El cumpleaños, por ejemplo, del exalcalde de Pozuelo fue por todo lo alto: solo en confeti se desembolsaron 4.680 euros. Gürtel también tuvo detalles directos con Ana Mato, que recibió artículos de lujo de Louis Vuitton valorados en 610 euros. El escandaloso trato favorable de la red corrupta de Correa hacia el matrimonio Mato-Sepúlveda ha coincido, por si fuera poco, con el Barcenasgate y los presuntos sobresueldos a la cúpula del PP durante las dos últimas décadas.

En la Unión Europa, están preocupadas por la situación de España. Y no solo por el crack laboral y de la economía. Un informe interno de la Comisión Europea lamenta los constantes episodios de corrupción, con los papeles de Bárcenas como último exponente.Ese es solo el último de una serie de casos de corrupción de perfil alto, incluyendo uno contra el yerno del rey Juan Carlos. Como consecuencia, los españoles han perdido la confianza en su clase política”, señala el documento que maneja la Comisión. “La creciente frustración podría llevar a muchos españoles a una completa desconexión de la política”, añade. Los diplomáticos de la UE no entienden la estrategia de PP a la hora de afrontar los recientes escándalos de corrupción.

Mientras, en situaciones similares, dirigentes de países como Alemania o Francia dimiten, en España se agarran con más fuerza que nunca al sillón. La diferencia es notable. Unas únicas vacaciones en Túnez regaladas por un empresario cercano a Ben Ali provocaron el cese de la exministra francesa de Exteriores, Michele Alliot-Marie. En España, la ministra de Sanidad, receptora de viajes y regalos durante cuatro años, según un informe policial, ni se plantea la dimisión. Y, lo que aún es más grave, el Gobierno del que forma parte no solo no le pide explicaciones sino que la arropa. El PP responde a las acusaciones de corrupción con una misma explicación: todo es falso, todo es una conspiración.

Ana Mato lleva en el PP desde que tenía 24 años. No ha imitado la escenografía y la estrategia de Rajoy, aunque el fondo del mensaje es idéntico: negación de los hechos e indignación por las acusaciones. Mato no se ha ‘rebajado’ a dar la cara en una comparecencia ante los medios de comunicación. En el Comité Ejecutivo del PP del pasado sábado, la ministra de Sanidad consiguió el respaldo de sus compañeros. Para Rajoy, la “honradez” y la “honestidad” de la ministra no están en duda. El Gobierno defiende a Mato como si estuviera siendo objeto de un injusto linchamiento policial, político y ciudadano.

Las explicaciones de la ministra han sido escasas y poco convincentes. Y, en la última semana, las dudas no han parado de crecer. Ana Mato ha asegurado que su relación con Sepúlveda acabó en el año 2000. En un cuestionario remitido por el diario El País, respondió al respecto que "no me gusta comentar hechos de mi vida privada. No obstante, nos separamos a comienzos del 2000". La fecha no puede ser más oportuna. Los regalos de la trama Gürtel descubiertos por el informe de la UDEF arrancan entonces. Sin embargo, Mato mentía. Según consta en la Agencia Tributaria, la ministra continuaba casada con Sepúlveda, imputado en la investigación de la trama Gürtel. En los años en los que supuestamente cobró no menos de 442.992 euros en dinero negro, no estaba divorciada, tal y como ha asegurado hasta ahora. Es la misma época a la que se refieren los viajes y fiestas familiares descritos en el informe de la UDEF. Mato permanecía casada con Sepúlveda en régimen de gananciales hasta, al menos, 2007.

¿Por qué sigue Ana Mato como ministra de Sanidad? ¿Cómo puede confiar la UE en el Gobierno de España cuando se dedica a tapar casos de corrupción que les señalan directamente? ¿Cómo podemos los ciudadanos confiar en el Ejecutivo de Rajoy cuando su defensa ante las acusaciones se limita a señalar que son casos prescritos y a mostrarse indignados y sujetos de una conspiración? ¿Dónde está la moralidad en La Moncloa?

Ana Mato nunca debió ser nombrada ministra. Nunca. Su evidente vinculación personal con el exalcalde de Pozuelo de Alarcón, Jesús Sepúlveda, su marido, uno de los principales implicadas en la vertiente madrileña de la trama Gürtel, desaconsejaba su inclusión en el Ejecutivo de Rajoy. ¿Cómo se puede entregar responsabilidades de Gobierno a una dirigente incapaz de responder de una manera creíble a la presencia de un vehículo de lujo, un Jaguar valorado en 52.190 euros, en el garaje de su casa procedente de los supuestos agradecimientos de Correa a los servicios prestados por el primer edil de Pozuelo? El coche se regaló en diciembre de 1999. La ministra, en el cuestionario de El País, replicaba que el Jaguar era de ‘renting’.

La posición política de Ana Mato es insostenible y su defensa, por parte del Gobierno, inexplicable. La absoluta ausencia de admisión de que esos regalos de Gürtel no se debían aceptar delata la personalidad de una parte importante de nuestra clase política. Mato no tiene sentimiento de culpa. Y no es una dirigente cualquiera del PP. Entre 2008 y 2012, era la número tres del partido, tras Rajoy y Cospedal, como vicesecretaria general de Organización. Y entonces, con los primeros pasos de la investigación de la trama Gürtel, ampoco dimitió ni la obligaron a dimitir. Su vida profesional se ha limitado al PP. Allí, entró en 1983. No sabe hacer nada más que estar dentro de un partido político. Ana Mato desconoce por completo la calle, la realidad, la vida cotidiana de los ciudadanos que padecen sus decisiones. Un desconocimiento que está solo a la altura de su nula preparación para dirigir un ministerio como el de Sanidad.

Su presencia allí no puede interpretarse más que como un pago a los servicios prestados en el partido. Un ejemplo más de que en el PP están por encima los intereses particulares a los generales. El propio Sepúlveda sigue cobrando del partido, a pesar de su imputación en la trama Gürtel. El mismo PP que ha abaratado los despidos con la última reforma laboral, ha incidido, en una esperpéntica justificación de Carlos Floriano, que despedirle supondría atentar contra el Estatuto de los Trabajadores y tendría que ser readmitido. ¡Cuánta consideración con un miembro de su partido implicado en un caso de corrupción! ¡Qué pena que no tengan la misma con los trabajadores y los desempleados!

No, Ana Mato debe dimitir o ser inmediatamente destituida. España no puede permitirse tener una ministra de Sanidad sobre la que penden sospechas muy grandes de haber recibido favores privados por su desempeño como cargo público o por su condición de esposa de Jesús Sepúlveda. Aquí no vale argumentar que el juez Pedreira, enfermo de Parkinson, archivara la causa en el año 2011 al entender que el delito de cohecho impropio había prescrito. Me sigue costando entender que una actuación delictiva, sea la que sea, tenga fecha de caducidad para ser descubierta. De cualquier manera, que los hechos hayan prescrito no significa que no se hayan cometido. Y, ¿alguien cree que es lícito recibir regalos de una trama corrupta como Gürtel?

La credibilidad de España y del Gobierno se desploma cada día un peldaño más mientras no se asumen responsabilidades con los papeles de Bárcenas o el caso Mato. La misma exigencia que el PP demuestra contra Oriol Pujol y las comisiones de las ITV o el caso Campeón que apunta directamente al socialista José Blanco se desvanece cuando el perjudicado es alguien de Génova 13. En la lucha contra la corrupción, para ser creíble, no se puede defender a nadie, sea o no de tu partido. Porque, entonces, ¿a qué se refería Dolores de Cospedal cuando señalaba que cada palo aguantara su vela? ¿Era solo palabrería? ¿Por qué Ana Mato sigue siendo ministra?

Ana Mato es un personaje político quemado, más incluso que su torturado rostro por un exceso de sesiones de rayos uva. ¿Cómo puede funcionar un Gobierno que tiene dentro a una ministra cercana a la trama Gürtel, que ha viajado y organizado fiestas gracias a ella? Mantener a Mato como ministra de Sanidad es mantener a la Gürtel en el Ejecutivo de Rajoy. Que luego no se extrañen si cada vez menos ciudadanos confiamos en ellos y si fuera de España nadie les toma en serio. La imagen actual del Gobierno es la de un ladrón al que le han pillado ‘in fraganti’ y que, lejos de dar explicaciones, desmiente todo y acusa a otros de sus actos. Que Rajoy haya insistido este viernes en Bruselas, con total desprecio a los ciudadanos y a la lucha contra la corrupción, que mantiene a Mato como ministra porque es "justo y se lo merece" es simplemente lamentable. Claro que también defendía hace tres años a Luis Bárcenas cuando fue imputado en la investigación de la trama Gürtel y ahora amenaza con querellarse. Todo sea por mantenerse en el sillón y por negar la realidad.

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