El final del
Pontificado de Francisco deja huérfano al mundo, católicos y no
católicos, cristianos y no cristianos, creyentes, agnósticos y
ateos. Sin la voz y la conciencia crítica y piadosa de Jorge
Bergoglio, los pobres, los afligidos, los desfavorecidos, los
vulnerables, los olvidados y los últimos pierden a uno de los pocos líderes
mundiales que se ha acordado de su existencia y se ha preocupado de
sus problemas en los últimos años.